En Paraguay, el cartismo es una corriente política dentro del Partido Colorado, caracterizada por la influencia de Horacio Cartes, empresario y expresidente de la República (2013-2018). Aunque Cartes consolidó su liderazgo político durante su mandato, su verdadera influencia dentro del partido y en la política paraguaya comenzó a intensificarse tras dejar la presidencia. A través de su poder económico y sus alianzas estratégicas, logró establecer una estructura de control dentro del Partido Colorado, influyendo en la selección de candidatos y en la orientación de las políticas partidarias.[1]
El cartismo ha sido objeto de debate, tanto por su impacto en la estabilidad del partido como por las críticas que recibe respecto a la concentración de poder y su relación con sectores empresariales.[2] Mientras sus seguidores lo consideran un modelo de liderazgo pragmático y eficaz,[3] sus detractores lo acusan de haber debilitado la democracia paraguaya mediante el control de las instituciones y el financiamiento de su red de influencia política.[4]
En sus primeros años de gobierno, Cartes implementó una serie de reformas económicas que incluyeron la liberalización de ciertos sectores, la mejora de la infraestructura y una serie de reformas fiscales. Estas políticas fueron fundamentales para cimentar el apoyo político dentro de su partido, el Partido Colorado.[5]
A lo largo de su gobierno, Cartes impulsó una agenda de reforma electoral que fue vista por muchos como un intento de asegurar su influencia en futuras elecciones. En particular, las reformas a las leyes de financiamiento de partidos y la implementación de nuevas tecnologías en los procesos electorales fueron algunos de los aspectos más debatidos durante su mandato.[6]
Tuvo repercusiones en las relaciones internacionales de Paraguay. Durante su mandato, Cartes posicionó a Paraguay como un aliado cercano de Estados Unidos y de otras naciones de América Latina, en particular en temas de comercio y seguridad regional. Sin embargo, su relación con gobiernos de izquierda en la región, como los de Venezuela y Bolivia, fue tensa, lo que llevó a Paraguay a aislarse de ciertos grupos regionales.[7]
Horacio Cartes, antes de asumir la presidencia de Paraguay, ya era un prominente empresario que acumuló un gran poder económico a través de su participación en diversos sectores, incluyendo el tabaco, la banca, y la industria alimentaria. Este poder económico fue un factor clave en su ingreso y ascenso dentro del Partido Colorado. La influencia de Cartes sobre la economía paraguaya le permitió tener un control sobre la política, utilizando su fortuna para financiar campañas y atraer a diversos sectores del partido, lo que le permitió consolidarse como una figura de liderazgo en Paraguay.[8]
Tras su mandato presidencial, la influencia de Cartes dentro del Partido Colorado y de la política paraguaya no disminuyó. De hecho, se incrementó su poder, llevando a los medios nacionales a denominar su influencia como «cartismo». Esta corriente se caracteriza por la fuerte relación entre el poder económico y político, ya que Cartes continuó influyendo en la política nacional mediante el financiamiento de diversas campañas electorales dentro de su partido.[1]
Formó alianzas con caudillos tradicionales, como Juan Carlos Galaverna, consolidando aún más su poder dentro de la estructura del partido. Estas alianzas facilitaron el ascenso de candidatos afines a su visión política, asegurando la permanencia de su influencia dentro de la política paraguaya incluso después de dejar la presidencia.[9][10]
El cartismo se ha consolidado como una fuerza dentro del Partido Colorado, en la que la figura de Cartes sigue siendo crucial para la toma de decisiones políticas, vinculando directamente los intereses económicos del exmandatario con las estrategias políticas del partido.[11]
El culto a la personalidad en torno a Horacio Cartes se manifestó incluso después de su mandato presidencial. Un ejemplo fue la diputada Del Pilar Medina, quien en 2022 colocó en su curul un cartel con la imagen de Cartes y la frase «Horacio por siempre», además de expresar: «Si, yo soy perrito, Horacio Cartes es mi dueño», lo que generó polémica al ser interpretado como un símbolo de sumisión y personalización del poder.[12] Medina también se refirió a Cartes como «el tercer reconstructor del Paraguay», una frase considerada como reivindicativa de la dictadura militar de Alfredo Stroessner, ya que los colorados partidarios de Stroessner califican como reconstructores del Paraguay a Bernardino Caballero (fundador del Partido Colorado), el primero, y a Stroessner, el segundo.[13] Este fenómeno también se reflejó en la creación de grupos de apoyo personalista, como los descritos en 2015 por Gustavo García en ABC Color, en los que se promovía la defensa del cartismo y la represión de críticas hacia el expresidente.[14]
Además, el culto a la personalidad de Horacio Cartes se evidenció en actos simbólicos, como el recibimiento masivo de funcionarios y simpatizantes del Partido Colorado en su cumpleaños, en 2016. Según ABC Color, este acto evocó las prácticas del dictador Alfredo Stroessner, quien recibía a cortesanos y seguidores cada 3 de noviembre. Cartes, al igual que Stroessner, se mostró como el «líder intocable», recibiendo saludos de funcionarios públicos, algunos de los cuales pidieron permiso para asistir al evento, y una gran cantidad de simpatizantes que se agolparon para felicitarlo en la sede del Partido Colorado.[15]
El cartismo ha sido objeto de críticas, especialmente por sus tendencias autoritarias y el uso del poder presidencial para controlar instituciones clave, como el poder judicial. Esta concentración de poder ha sido vista como un desafío a la democracia y la separación de poderes en Paraguay. La relación del cartismo con los sectores empresariales también ha generado controversia, ya que algunos críticos argumentan que favoreció a los intereses económicos en detrimento de las necesidades sociales.[16]
Este fenómeno ha sido objeto de debate, ya que algunos observadores lo interpretan como una forma de nepotismo político donde el poder económico sigue influyendo fuertemente en la política.[17]
Cartes ha sido descrito como la «eminencia gris» de la política paraguaya debido a su influencia en la toma de decisiones, incluso cuando no ocupa cargos oficiales. Su poder sigue siendo clave en las estrategias del partido y en la política del país.[18] En este contexto, algunos críticos han señalado a Santiago Peña como un «títere» de Cartes, sugiriendo que, aunque Peña ocupa la presidencia de la República, la influencia de Cartes sigue marcando el rumbo de la administración, especialmente en cuestiones estratégicas y de poder dentro del Partido Colorado.[19][1][20][21][22][23][24]