Prolegomena zur Geschichte Israels (alemán: pʁoleˈɡoːmena tsuːɐ ɡəˈʃɪçtə ˈʔɪsʁaɛls; Prolegómenos a la historia de Israel) es un libro del orientalista y biblista alemán Julius Wellhausen (1844–1918) que formuló, pero no fundó, la hipótesis documentaria, una teoría sobre la historia de la composición de la Torá o Pentateuco. Influyente y largamente debatido, el volumen se compara a menudo por su impacto en su campo con la obra de Charles Darwin de 1859, El origen de las especies.
Publicado por primera vez como Geschichte Israels («Historia de Israel») en 1878, la obra tuvo una segunda edición en 1883 bajo el título Prolegomena zur Geschichte Israels.[1] La traducción oficial al inglés, realizada por J. Sutherland Black y Allan Menzies, con un prefacio del amigo y colega de Wellhausen, el no menos prominente biblista y orientalista británico William Robertson Smith, apareció en 1885. Entre la publicación original y la traducción, Wellhausen compuso en 1881 un artículo —llamado originalmente «Jewish History» pero publicado como «Israel»— para la novena edición de la Enciclopedia Británica, un texto publicado repetidamente en inglés y en alemán.
Aunque Wellhausen concibió originalmente los Prolegomena como la primera parte de una obra en dos volúmenes sobre la historia de Israel y el judaísmo antiguo, el segundo volumen no apareció hasta 1894, con el título Israelitische und jüdische Geschichte.
El tema de los Prolegomena son los orígenes del Pentateuco. Pasa revista a todos los avances principales del siglo precedente, realizados por Eichhorn, Wilhelm de Wette, Graf, Kuenen, Nöldeke, Colenso y otros, y expone la opinión del autor, según la cual la Fuente sacerdotal fue la última de las cuatro fuentes, redactada durante el Cautiverio de Babilonia c. 550 a. C. De ello se desprende que la Ley mosaica contenida en Levítico, en gran parte debida al autor sacerdotal, así como las cantidades sustanciales de material de la fuente sacerdotal que se encuentran en Génesis, Éxodo y Números, no existían en la época de Josué, Samuel, David y Salomón.
El libro consta de una introducción del autor y tres secciones principales. Su argumento es que los antiguos israelitas no practicaban una religión reconocible como judaísmo: la religión más temprana de los israelitas, tal como la describen las fuentes yavista y elohísta, era politeísta y de base familiar. La capa intermedia, la deuteronomista, muestra un claro impulso hacia la centralización del culto bajo el control de un sacerdocio dominante con apoyo real. Solo en la capa final, pos-exílica, la fuente sacerdotal, cuando la autoridad real ha desaparecido y el sacerdocio ha asumido la autoridad exclusiva sobre la comunidad, hay indicios de la religión que el mundo conoce como judaísmo.
Wellhausen anuncia su intención de demostrar la hipótesis de Karl Heinrich Graf de que la Ley es posterior a los Profetas: que los libros de Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio (la torá, o «ley», como se les conoce en la tradición judía y que preceden inmediatamente a la historia de Israel que conforma la serie desde Josué hasta Reyes, los «profetas», llamados así porque se creía que habían sido escritos por el profeta Samuel y otros, pero que en realidad fueron redactados después de esos libros). A continuación, expone algunos puntos de consenso:
Wellhausen propone fijar las fechas de cada una de las fuentes, especialmente de la sacerdotal, «por referencia a un patrón independiente, a saber, el desarrollo interno de la historia de Israel en la medida en que nos es conocido por testimonios fiables, de fuentes independientes».
Cada una de las fuentes (yavista/elohísta, deuteronomista y sacerdotal) refleja una etapa distinta en la evolución de la práctica religiosa en el antiguo Israel. Así, por tomar uno de los cinco elementos de esta práctica, la yavista/elohísta «sanciona una multiplicidad de altares», permitiendo el sacrificio en cualquier lugar; el deuteronomista registra el momento histórico (la reforma de Josías, c. 620 a. C.), en que un único lugar de culto fue exigido tanto por el sacerdocio como por el rey; y el código sacerdotal no exige, sino que presupone, el culto centralizado. Del mismo modo, los demás elementos de la religión israelita antigua (sacrificio, fiestas sagradas, la posición de sacerdotes y levitas y la «dotación del clero», los diezmos debidos a sacerdotes y levitas) tienen una forma radicalmente distinta en la yavista/elohísta que en la sacerdotal, ocupando Deuteronomio una posición intermedia. La fuente sacerdotal intenta sistemáticamente disfrazar innovaciones con un barniz de antigüedad inventando, por ejemplo, un Tabernáculo ficticio no mencionado en ninguna parte de las fuentes más antiguas, para justificar su insistencia en el culto centralizado en Jerusalén. «Lo que en Deuteronomio se presenta como una innovación se supone en el Código sacerdotal como una costumbre antigua que se remonta hasta Noé».
La historia de las tradiciones de Israel, como la historia del culto, muestra un progreso constante desde la edad épica y profética de la yavista y la elohísta, hasta el mundo regido por la ley de la fuente sacerdotal, haciendo las veces de puente Deuteronomio. «En Crónicas el pasado es remodelado sobre la base de la Ley: se producen transgresiones de vez en cuando, pero como excepciones a la regla. En los libros de Jueces, Samuel y Reyes, el hecho de la diferencia radical de la práctica antigua respecto de la Ley no se discute [sino que] simplemente se condena. En Crónicas el patrón conforme al cual se representa la historia del antiguo Israel es el Pentateuco, es decir, el Código sacerdotal.... [E]n los libros históricos más antiguos, la revisión no procede sobre la base del Código sacerdotal, que de hecho les es completamente desconocido, sino sobre la base de Deuteronomio. Así, en la cuestión del orden de sucesión de los dos grandes cuerpos legales, la historia de la tradición nos conduce a la misma conclusión que la historia del culto».
En su sección final Wellhausen reafirma su argumento de que la fuente sacerdotal es la última en aparecer, posterior a la deuteronomista. Resume también sus conclusiones adicionales: