El primer punto para recordar al hablar en público es irradiar confianza, aplomo y éxito al hablar. Esto requiere práctica y rara vez, si alguna vez, es algo natural. El equilibrio en una plataforma pública requiere una comprensión de habilidades y tácticas. Comencemos mirándolo desde la perspectiva de la audiencia. ¿Qué sentimos nosotros, como miembros del público, cuando se presenta un orador que no conocemos? ¿Preocupación, esperanza, anticipación?
Como oyentes, queremos que el orador sea bueno. ¿Alguna vez se ha sentado en una conferencia o presentación y el orador no era bueno? Tal vez estaban nerviosos, inseguros de su material, vacilantes o francamente asustados. ¿Cómo te hizo sentir eso?
Como público, queremos que nuestros oradores estén cómodos, confiados y al mando de su tema. ¿Por qué? Porque nos permite relajarnos y realmente asimilar su presentación. Un mal hablante aumenta nuestros niveles de ansiedad. Nos sentimos incómodos y distraídos por su malestar y nos impide acceder al conocimiento disponible. Nos alejamos menos informados, frustrados y cansados.
Como orador, tenemos que darnos cuenta de que la audiencia realmente quiere que lo hagamos bien, ¡egoístamente quiere que lo hagamos bien! Como oradores, necesitamos ver a nuestra audiencia como seguidores o aprendices, no como evaluadores o superiores. Nos pidieron que habláramos por una razón; probablemente debido a nuestra capacidad de liderazgo o perspicacia, pero al menos nuestro conocimiento sobre el tema.
Nadie en la audiencia espera que seas malo o aburrido. Recuerde que las personas en el público realmente quieren que tenga éxito. Si cubre bien su tema mientras habla con genuina confianza y autoridad, tranquilizará a sus oyentes y les permitirá quitar los puntos principales de su presentación.
El arte de hablar en público - Parte 3
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