Con motivo del Día Mundial del Lupus, 10 de mayo, analizamos en profundidad esta enfermedad crónica que puede afectar a cualquier órgano o sistema de nuestro cuerpo
El Lupus no tiene cura, afecta a cualquier organo o sistema y comienza a afectar principalmente a mujeres de entre 15 y 44 años. Se estima que entre 40 y 100 de cada 1000 personas resultan afectadas por este padecimiento.
En el 80% de los pacientes aparecen lesiones cutáneas características sobre el dorso de la nariz y mejillas, simulando las alas de una mariposa. Esta patología, por lo general, cursa por brotes y no siempre se tienen los mismos síntomas.
Esta patología se puede dar a cualquier edad, desde niños hasta en personas de enfermedad avanzada, pero lo más frecuente es que se inicie en la juventud, por lo que el diagnóstico precoz es muy importante para evitar grandes problemas y mejorar la calidad de vida.
Afecta fundamentalmente a mujeres jóvenes, por cada varón afectado se afectan diez mujeres.
- El más relevante es la alteración del sistema inmune, que es el encargado de defendernos frente a las infecciones. Por esta razón, el lupus se encuadra dentro de las enfermedades autoinmunes, porque altera las células de nuestro propio organismo, causando inflamación y daño en los tejidos.
- La característica principal del lupus es la producción de autoanticuerpos, que los dirige contra las células, los específicos de esta enfermedad son los anti-DNA.
- Influyen los factores genéticos, hay mayor presencia en familiares de pacientes, aunque aún se desconocen qué genes dan lugar a esta patología.
- Otro factor es el hormonal, es mucho más frecuente en mujeres en estado fértil y suele empeorar durante el puerperio o con tratamientos hormonales.
- Hay factores ambientales que afectan en profundidad como la luz ultravioleta o algunos medicamentos ya que pueden llegar a desencadenar brotes de la enfermedad.
CÓMO TRATAR LA ENFERMEDAD
El Lupus Eritematoso Sistémico no tiene un único tratamiento, varía en función de las manifestaciones que se tengan. Por ello, los tratamientos que se utilizan son muy diferentes de unos pacientes a otros, e incluso varía mucho en un mismo paciente. En rasgos generales, los principios más comunes de los tratamientos son:
- Manifestaciones menores (no conllevan riesgo vital a un órgano mayor): como la artritis o la pleuropericarditis, se suelen utilizar los anti-inflamatorios no esteroideos (AINE) junto con corticoides, en dosis bajas.
- Manifestaciones cutáneas: uso de antimaláricos como la cloroquina o la hidroxicloroquina, combinándose con tratamientos tópicos.
- Manifestaciones articulares: se utilizaran inmunomoduladores como metotrexato o leflunomida o, incluso, inmunosupresores.
- Manifestaciones mayores (suponen un riesgo vital a un órgano mayor) como la afectación del riñón, del sistema nervioso central, etc. Requieren corticoides a dosis altas junto a inmunosupresores como la ciclofosfamida y el micofenolato. Pueden producir un importante descenso de las defensas del individuo, por lo que hay que extremar los cuidados frente a posibles infecciones.
- En casos resistentes a estos tratamientos, utilizar unos más novedosos como infusiones de inmunoglobulina humana o determinadas terapias denominadas biológicas que son moléculas que tratan de bloquear células o circuitos inmunoinflamatorios.