Teatro de verano o Teatro de recreo fueron los nombres que recibieron en el Madrid del siglo XIX y principios del veinte algunos locales muy populares, no siempre al aire libre y en muchos casos con programación durante todo el año y no solo estival. La variedad de géneros y espectáculos ofrecidos compensaron a menudo la escasa calidad y lo efímero de muchos de ellos.[1] En general partieron del modelo francés de teatro de bulevar, y en la capital española se instalaron en muchas ocasiones al aire libre, dentro de conjuntos de recreo como los Jardines del Buen Retiro, donde (en palabras del cronistaSerrano Anguita) "por una peseta, se oía la ópera, se paseaba en torno al quiosco de la música y se cotilleaba de lo lindo en tertulias y corrillos".[2] Por su funcionalidad y objetivos, constituyen el puente entre el corral de comedias de los siglos XVI al XVIII o los teatros cortesanos abiertos, como el Real Coliseo del Buen Retiro,[3] y los modernos auditorios al aire libre de la capital de España.
Concierto en los Campos Elíseos de Madrid, ilustración de Severini para la revista El Museo Universal (hacia 1865).
Funcionalidad arquitectónica
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Pensados en su origen como establecimientos de temporada, funcionando de abril a septiembre, estos teatros provisionales que se instalaron desde mediado el siglo XIX en solares vacíos el resto del año o asociados a parques o conjuntos de recreo,[nota 1] tuvieron la doble propiedad de ser ambulantes y fáciles de montar y desmontar.[4]
Solían ser muy simples en su obra y arquitectura, con un interior que disponía de lo elemental y básico, aunque presentados con fachadas sobrecargadas de reclamos decorativos muy elaborados. En los casos más discretos o de producción más modesta, bastaba en ocasiones con un telón enmarcado en una más o menos alta empalizada realzada apenas con banderas, banderolas y los providenciales faroles de gas, avance traído por el siglo que había conseguido humanizar la ciudad en las calurosas noches del verano madrileño.[5]
"Dentro del teatro la luz parecía más blanca, y cuando se rompía el globo de un arco voltaico se veían los dos carbones incandescentes tan brillantes que dejaban a cualquiera medio ciego. Como el público, en su mayoría, era de cierta posición y estaba acostumbrado a oír óperas en el Teatro Real, tomaba aquellas representaciones un poco a chunga".[6]
Jardines del paseo de Recoletos de Madrid en 1870. A la derecha, la entrada al Teatro y Circo de Madrid.
En el Madrid del siglo xix y principios del xx —y reuniendo distintos tipos de salas y espectáculos— se pueden agrupar los siguientes locales de recreo veraniego según fueron naciendo:[7][8]
Teatro Circo Paul (1847-1880), uno de los primeros en aparecer en la prensa madrileña con el título de "teatro de verano", fue fundado por el caballista, acróbata y empresario Paul Laribeau.[9] Aforo de 400 espectadores (en el edificio de 1868).
Teatro de los Jardines Orientales (1874-), instalado en el solar que fue jardín del antiguo convento de Santa Teresa, en la calle Barquillo esquina a Fernando VI.[11]
Teatro Maravillas (1886-), tuvo tres domicilios, todos en el barrio de Malasaña: desde 1887 en la conjunción de las calles Sandoval, Ruíz y Fuencarral; en 1891, con proyecto de Celestino Aranguren en la calle Felipe IV y en la calle Manuela Malasaña —con vuelta a la de San Andrés—, ya como teatro estable proyectado por Alfonso María Vega, a partir de 1918.[15]
Teatro El Dorado (1897-1903), seis años duró este elegante teatro provisional diseñado por José López Sallaberry en el límite de los terrenos que ocupó el Buen Retiro. Fue destruido por un incendio.[17]
Nuevo Teatro (1905-), levantado por el arquitecto Arturo Pérez Merino en la calle de Sagasta esquina a Álvarez Quintero. Aforo de 1.800 espectadores.[17]
Circo Reina Victoria (1916-), en la calle de Atocha, esquina a Paseo de Tragineros, fue diseñado por Vicente García Cabrera en 1916.[19]
Magic-Park (1913-1918), situado en la calle Ferraz n.º 35, que fue relevado en el mismo espacio por otro parque de recreos, el Saturno Park (1919-1924).[24][19]
Baile de Carnaval en el recinto de verano de los Campos Elíseos de Madrid, abierto en 1864; grabado publicado hacia 1865.
Otros teatros de verano que funcionaron en Madrid entre el siglo XIX y el siglo XX fueron: el Recreo de la Castellana, el Teatro Polo Norte, el Cinefluo y los Circos del Hipódromo.[2] También suele adjudicarse categoría de teatro de recreo al Teatro España, nacido como teatro-salón en el número 7 de la Costanilla de San Andrés e integrado entre los vetustos edificios de la Plaza de la Paja, con baile habitual y teatro los fines de semana.[26][27]
↑Los más famosos y populares teatros de verano estuvieron integrados en grandes parques o zonas de recreo habituales para los madrileños. Así fueron los del Buen Retiro, los Campos Elíseos, Recreos Matritenses, Jardines Orientales o El Paraíso.
Referencias
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↑Pio Baroja: Las noches del Buen Retiro (1934) Consultado en julio de 2014
Martínez Olmedilla, Augusto (22 de febrero de 1925). «Los teatros de Madrid: historia de los desaparecidos». ABC: 77-82.
Montero Alonso, José; Azorín, Francisco; Montero Padilla, José (1990). Enciclopedia General de Madrid. Madrid, Méndez y Molina Editores. ISBN8486686067.
Suárez Perales, Ana (2003). El Teatro en Madrid. Madrid: La Librería. ISBN8495889587.
Varios autores (1992). Consorcio Madrid Capital Europea de la Cultura 1992, ed. Cuatro Siglos de Teatro en Madrid. Exposición Museo Municipal, Teatro Albéniz, Teatro Español y Teatro María Guerrero, coord. por Fernanda Andura Varela. Madrid: Apsel. ISBN8460427978.
Enlaces externos
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