La primera guerra franco-malgache (1883-1885), también conocida como primera expedición a Madagascar, fue un conflicto colonial que enfrentó a la Tercera República Francesa con el Reino de Imerina, que dominaba gran parte de Madagascar. El enfrentamiento concluyó con la imposición de un protectorado francés de facto sobre la isla, lo que supuso el inicio de la progresiva colonización del territorio, culminada tras la segunda guerra franco-malgache en 1895.
Primera guerra franco-malgache | ||||
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Parte de Guerras franco-hovas | ||||
![]() Tamatave bombardeada y ocupada por la marina francesa el 11 de junio de 1883. Le Monde illustré (1883). | ||||
Fecha | mayo de 1883 – diciembre de 1885 | |||
Lugar | Madagascar | |||
Casus belli | Incumplimiento de la Carta Lambert y otros incidentes contra súbditos franceses | |||
Resultado | Victoria francesa | |||
Consecuencias | Establecimiento de un protectorado de facto sobre Madagascar y cesión de Diego-Suárez | |||
Cambios territoriales | Pérdida de soberanía en política exterior por parte del Reino de Imerina | |||
Beligerantes | ||||
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Figuras políticas | ||||
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Tras la conquista británica de Mauricio en 1810, confirmada por el Tratado de París (1814), el Reino Unido trató de extender su influencia hacia Madagascar. El rey Radama I logró unificar gran parte de la isla con ayuda de armas e instructores británicos, firmó tratados de amistad con Londres, permitió la labor de misioneros protestantes y prohibió la trata de esclavos. En 1823 se autoproclamó «rey de Madagascar», título que fue reconocido de facto por los británicos.
Con la llegada al poder de la reina Ranavalona I en 1828, las relaciones exteriores se deterioraron de forma progresiva. Hacia 1835 la mayoría de extranjeros habían abandonado la isla o habían sido expulsados, lo que redujo significativamente la influencia británica. No obstante, algunos europeos consiguieron permanecer, entre ellos el francés Jean Laborde, que desarrolló fundiciones e industrias militares en el país.
El hijo de la reina, el príncipe Rakoto —futuro Radama II— mantuvo contactos con los franceses. En 1854 redactó una carta destinada a Napoleón III, y al año siguiente firmó la llamada Carta Lambert (28 de junio de 1855), que concedía a Joseph-François Lambert amplios privilegios económicos: el derecho exclusivo a la explotación minera y forestal, así como de las tierras no cultivadas, a cambio de un diez por ciento de los beneficios para la monarquía merina. Este documento y la carta a Napoleón serían posteriormente utilizados por Francia como base jurídica para reclamar derechos en Madagascar y justificar una intervención militar.
Tras el asesinato de Radama II en 1863 y la llegada al trono de Rasoherina, el nuevo primer ministro Rainivoninahitriniony denunció la Carta Lambert. Poco después, en 1864, el poder pasó a Rainilaiarivony, de marcada orientación anglófila, quien consolidó su autoridad durante tres décadas. Bajo su gobierno se emprendieron profundas reformas: abolición de la esclavitud (1877), modernización del sistema judicial (1878) y promulgación de una nueva constitución (1881). Todo ello fortaleció al Estado merina y afianzó la influencia británica en Madagascar, en detrimento de la francesa, que quedó relegada a enclaves menores y a la memoria de las antiguas concesiones.
A comienzos de la década de 1880, los sectores colonialistas franceses, respaldados por la derecha católica y por los parlamentarios de Reunión, presionaban al gobierno de París para emprender una intervención en Madagascar. Su objetivo era frenar la creciente influencia británica en la isla y reforzar la presencia francesa en el océano Índico, donde controlaba ya otros enclaves como Mayotte, Nosy Be y Île Sainte-Marie.
La diplomacia francesa recurrió a diversos argumentos para justificar la expedición militar de 1883, entre ellos:
Estos hechos, unidos a la voluntad de establecer un protectorado en el norte de Madagascar sobre los territorios del pueblo sakalava, fueron presentados en París como un conjunto de agravios que justificaban una acción armada. En abril de 1883 la Cámara de Diputados aprobó la concesión de créditos extraordinarios para financiar la expedición, lo que marcó el inicio del conflicto conocido como la primera guerra franco-malgache.
El 16 de mayo de 1883, sin declaración previa de guerra, una escuadra francesa al mando del almirante Pierre inició las operaciones atacando la costa noroeste y ocupando el puerto de Majunga. Poco después, el 1 de junio, el almirante presentó un ultimátum a la reina Ranavalona II en el que exigía la cesión de territorios en el norte de la isla, el reconocimiento del derecho de propiedad de los europeos y el pago de una indemnización de un millón de francos. Ante la negativa del gobierno merina, el 11 de junio las fuerzas francesas bombardearon y ocuparon Tamatave, principal puerto de la costa oriental.
Durante los años 1884 y 1885 la guerra se caracterizó por un bloqueo naval impuesto por la marina francesa y por bombardeos intermitentes sobre diversos puertos, como Mahanoro y Fénérive. En el transcurso de estas operaciones, las fuerzas francesas lograron también ocupar la estratégica bahía de Diego-Suárez, destinada a convertirse en una importante base naval en el océano Índico.
El 27 de agosto de 1885, una pequeña fuerza francesa dirigida por el comandante Théophile Pennequin y compuesta por apenas cincuenta marinos, consiguió derrotar en Andampy a varios miles de soldados hovas dirigidos por el británico Digby Shervington, gracias a la sorpresa y al apoyo de informantes locales. Sin embargo, apenas unas semanas después, el 10 de septiembre, las tropas malgaches obtuvieron una victoria defensiva en Farafate, obligando a los franceses a replegarse hacia la costa.
La guerra entró entonces en un punto muerto. Por un lado, Francia se hallaba comprometida en la simultánea Guerra franco-china (1884-1885), lo que obligaba a destinar la mayor parte de sus recursos militares y financieros a Indochina. Por otro, el reino de Imerina sufría un progresivo agotamiento económico y humano ante el esfuerzo bélico. Esta situación llevó a ambas partes a buscar una solución negociada, que culminaría en el tratado de paz de diciembre de 1885.
El 17 de diciembre de 1885 se firmó en Antananarivo un tratado de paz que puso fin a la guerra. El texto, redactado de forma ambigua, fue objeto de interpretaciones contradictorias: mientras que Francia lo consideró equivalente al establecimiento de un protectorado sobre Madagascar, la corte del Reino de Imerina lo entendió como un acuerdo de carácter estrictamente diplomático que preservaba la independencia del país.
Entre las cláusulas principales figuraban:
El tratado reconocía nominalmente la soberanía de la reina Ranavalona III y del primer ministro Rainilaiarivony, lo que permitió al reino de Imerina mantener la ficción de una independencia formal. Sin embargo, en la práctica supuso la pérdida de la soberanía externa y el inicio de la injerencia francesa en los asuntos internos de la isla.
La ambigüedad de las disposiciones, así como la negativa malgache a aceptar su carácter protector, provocaron tensiones permanentes entre ambos gobiernos. Finalmente, el incumplimiento del tratado y la persistencia de la rivalidad franco-británica en la región desembocaron en la Segunda guerra franco-malgache de 1895, que concluyó con la ocupación de Antananarivo y la incorporación de Madagascar al Imperio colonial francés.