El Primer Recinto Fortificado es uno de los cuatro recintos fortificados que componen la ciudadela de Melilla la Vieja y está situado al este del Segundo Recinto Fortificado. Constituye el núcleo fundacional de Melilla. Levantado a partir de la conquista de Melilla en 1497 por Pedro de Estopiñán, enviado de los Reyes Católicos, este recinto se emplaza sobre el antiguo promontorio de Rusadir, de origen púnico-romano. Su ubicación estratégica, en un peñón que se adentra en el Mediterráneo, y su construcción adaptada a la topografía escarpada, confieren al recinto un valor histórico, militar y simbólico que lo convierte en una pieza clave del patrimonio fortificado español en el norte de África. A lo largo de los siglos, el primer recinto ha experimentado distintas transformaciones, pero mantiene su importancia como el centro neurálgico de la ciudadela.[1][2]
Primer Recinto Fortificado | ||
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Bien de Interés Cultural como conjunto histórico-artístico desde el 11 de agosto de 1953 (71 años) y en 1985, a tenor de la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español. | ||
![]() Frente de la Marina | ||
Ubicación | ||
País |
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Ubicación |
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Coordenadas | 35°17′38″N 2°56′00″O / 35.293778, -2.9332 | |
Características | ||
Tipo | Recinto y Fortaleza | |
Parte de | Melilla la Vieja | |
Construcción | siglo XVI - siglo XVIII | |
El primer recinto se encuentra en la zona más alta del peñón, lo que le permite dominar el entorno marítimo y terrestre. En su momento de mayor esplendor, durante el siglo XVI, albergó las principales instituciones militares, religiosas y administrativas de la plaza. Esta ubicación estratégica aseguraba el control de las aproximaciones marítimas y las entradas desde tierra firme, funcionando como la fortaleza principal y el corazón político y social de Melilla durante siglos.
Su diseño de defensa en profundidad, con murallas gruesas, torres circulares y estructuras subterráneas, garantizaba la protección de la población durante los asedios. A lo largo de las primeras décadas tras la conquista, este recinto fue el único espacio habitado, dado que la ciudad no se había expandido aún hacia el continente. Su importancia defensiva fue esencial durante la consolidación de la ciudad.[3]
El primer recinto está rodeado por varios frentes defensivos que forman parte integral de la fortificación. Estos frentes fueron diseñados para proteger la ciudadela de posibles ataques tanto por mar como por tierra.
El Frente de Levante se encuentra al este del primer recinto y fue levantado en el siglo XVI. Este frente tiene una serie de torreones y estructuras defensivas que, a lo largo de los siglos, han sido modificados y restaurados. Destacan:
Estos torreones fueron construidos inicialmente en 1515 y reformados en 1527 y 1533 por ingenieros como Gabriel Tadino de Martinengo y Sancho Escalante.[4][5][6][7][8]
El Frente de la Marina, ubicado al sur del primer recinto, fue clave para la protección de la ciudad desde el mar. Entre los elementos que lo conforman se encuentran:
El Frente de la Marina fue reconstruido entre 1677 y 1678 y recibió diversas reformas durante los siglos XIX y XX, incluidas instalaciones de parapetos y la construcción de la Puerta de la Marina.[9][10][6][7]
El Frente de Tierra se sitúa al oeste del primer recinto y presenta dos zonas bien diferenciadas: zona baja y zona alta.
En esta zona también se encuentran los Baluartes de la Concepción, el Museo Militar de Melilla y varias plataformas de artillería.[11][12]
El Frente de Trápana se localiza al norte del primer recinto y está compuesto por elementos arquitectónicos de gran valor histórico y defensivo. Destacan:
Dentro del primer recinto se encuentran varios edificios históricos que reflejan la función administrativa, sanitaria y religiosa de la ciudadela a lo largo de los siglos. Estos edificios se distribuyen principalmente en las zonas bajas y medias del recinto y son fundamentales para entender la evolución de Melilla:
Construido inicialmente en 1669 sobre un torreón del siglo XVI, ha sido restaurado en varias ocasiones, destacando las reformas de los siglos XVIII y XX. Su función original fue defensiva, adaptándose a las innovaciones en fortificación de la época. Actualmente, alberga el Museo Histórico Militar de Melilla, que exhibe una colección de objetos históricos relacionados con la ciudad y su historia militar. Además, el baluarte ofrece vistas panorámicas del mar Mediterráneo y la ciudad.[19][20][6][7]
Fueron construido en 1781 bajo el reinado de Carlos III. Originalmente destinados a almacenar víveres y materiales para la ciudad fortificada. En 2007, comenzaron su restauración y en 2011 se inauguró el Museo de Historia, Arqueología y Etnografía en su interior, que alberga una colección de piezas arqueológicas, cartografía histórica y objetos relacionados con la evolución de la ciudad.[19][21][22][23] [24]
Construidos en 1571 para asegurar el suministro de agua a la ciudad fortificada. Diseñados con filtros de arena y grava, constan de dos decantadores y dos grandes depósitos interconectados, con capacidad para almacenar hasta 572 m³ de agua cada uno. Excavados en la roca y cubiertos por bóvedas de ladrillo, formaban parte del sistema defensivo e hidráulico de la ciudad. Tras ser clausurados en 1947, fueron restaurados y abiertos parcialmente al público en 1997. Actualmente, forman parte del patrimonio visitable de la ciudad.[25][6][26][27][28][29]
Construida en 1549 por el ingeniero Miguel de Perea y reformada en varias ocasiones. Presenta un diseño en recodo flanqueado por torreones y está coronada por un escudo imperial de Carlos V. En 2025, se convirtió en el punto de partida de la Vía Rusadir, la primera ruta oficial del Camino de Santiago con origen en África. Un hito kilométrico, señalizado con símbolos jacobeos como la flecha amarilla y la concha del Peregrino, instalado frente a la puerta marca los 972,09 km que separan Melilla de Santiago de Compostela.[30]
Sistema de galerías excavadas en la roca que servía de refugio antiaéreo y almacén durante asedios. Su trazado interior se adapta al relieve natural del peñón y constituye un ejemplo notable de arquitectura de supervivencia militar.[31][32][33][34][35][36]
Su construcción comenzó a mediados del siglo XVI sobre los restos de una antigua ermita y ha sido testigo de siglos de historia religiosa, social y militar en la ciudad. Dedicada inicialmente a San Miguel Arcángel, en 1663 pasó a estar consagrada a la Inmaculada Concepción.
De estilo sobrio y renacentista, su planta rectangular se compone de tres naves separadas por columnas toscanas, una fachada de sillería y una espadaña con campanas. En su interior alberga un valioso patrimonio artístico, destacando el retablo mayor con la imagen de la Virgen de la Victoria, patrona de Melilla, así como otras capillas dedicadas al Rosario y a San Francisco. También conserva piezas históricas como una pila bautismal del siglo XVI y un Cristo de la Vera Cruz del siglo XV.
La iglesia ha sufrido numerosas restauraciones, especialmente tras el terremoto de Lisboa (1755) y el del mar de Alborán (2016), lo que ha permitido preservar tanto su función litúrgica como su valor patrimonial. Desde su última rehabilitación, finalizada en 2017, el edificio compagina el culto religioso con un uso cultural y museístico, integrándose plenamente en el recorrido monumental de Melilla la Vieja.[37][38][39][40][41]
Construido entre 1758 y 1775, funcionó durante más de dos siglos como hospital militar y civil, convirtiéndose en el principal centro sanitario de la ciudad. Tras su cierre en 1929 y años de abandono, fue rehabilitado en la década de 1990. Desde 1997 alberga el Archivo General de Melilla, la Biblioteca Cándido Lobera, el Servicio de Publicaciones de la Ciudad Autónoma y espacios para exposiciones temporales. Su conservación y uso actual lo consolidan como un importante centro cultural y documental.[42][43][44][45]
Desde su construcción a finales del siglo XV, el primer recinto ha sido objeto de múltiples intervenciones. Los ingenieros reales Gabriel Tadino de Martinengo, Juan Vallejo, Miguel de Perea y Francisco de Medina introdujeron soluciones propias de la fortificación moderna, reforzando los muros con terraplenos, abriendo troneras para artillería y perfeccionando los accesos.
Entre 1515 y 1556 se consolidó su morfología actual, con murallas de sillería blanca, torreones semicirculares y portales reforzados. Ya en el siglo XVII se realizaron importantes reparaciones a raíz de los continuos ataques del sultán Mohammed III. Aunque perdió su valor defensivo con el avance de la artillería moderna, el recinto se mantuvo como núcleo simbólico e institucional de Melilla.
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