La literatura de Honduras da inicio en el siglo XVII, con Antonio de Paz y Salgado, nacido en Tegucigalpa, provincia de Honduras cuando esta pertenecía a la jurisdicción de la Real Audiencia de Guatemala, debió considerarse a sí mismo guatemalteco, pero es tenido por el primer autor literario conocido de Honduras.[1] Pasando al siglo XVIII, existe documentación que ubica a José Trinidad Reyes (1797-1855) como el iniciador de la poesía en el país.[2] El poeta nicaragüense Rubén Darío describe la obra del padre Reyes en los siguientes términos: «este es el poeta sencillo, aunque a veces volara lleno de las audacias de una inspiración soberbia. Sus principales producciones fueron escritas para ser representadas o cantadas. A veces autos sacramentales, a veces pastorelas y villancicos. Aún en los pueblos que conservan sabor de lo pasado se representan las segundas en las noches de pascua. Placía sus versos el padre para ser entendidos por los rústicos, y, en verdad, que hay en todos perfume de égloga, dulzura de miel de abeja».[3] En el siglo XIX, destacaron dos intelectuales que sentaron las bases literarias en Honduras. El primero de ellos, Froylán Turcios (1875-1943), publicó su primera obra, Mariposas, en 1895, pero fue su novela El vampiro (publicada en 1910) lo que le dio a la literatura hondureña una nueva perspectiva, inclinándose al modernismo y tomando conceptos argumentativos de la literatura latinoamericana general.[4] Y el segundo de ellos, Juan Ramón Molina (1875-1908), es considerado el más grande poeta que haya tenido Honduras, su estilo modernista rompió el molde del romanticismo latinoamericano. La obra de Juan Ramón Molina estuvo influenciada fuertemente por Rubén Darío, a quien conoció en 1890.[5] El escritor y militar, Carlos F. Gutiérrez (1861-1899) publicó su novela Angelina en 1884, siendo la primera novela publicada en Honduras, y no Adriana y Margarita, publicada en 1893 por Lucila Gamero de Medina (1873-1964), como se pensaba.[6] En 1908, Lucila Gamero de Medina publica Blanca Olmedo, la cual es probablemente el libro más destacado de la literatura novelística hondureña, no tanto por su calidad literaria, sino por su anacrónica crítica social. Lucila Gamero de Medina es considerada la primera autora hondureña y una de las más destacadas en la historia del país.[7]
En el siglo XX, la literatura hondureña avanza hacia un estilo más realista. Ramón Amaya Amador (1916-1966) es considerado por muchos como el escritor más importante en la historia de la literatura hondureña, su opus magnum Prisión Verde, publicada en 1945 es una prueba irrefutable del desarrollo de la novela realista en la literatura del país, dicha novela fue declarada tesoro cultural nacional en 1991.[8] En 1969, Julio Escoto (1944), uno de los más prominentes novelistas de Honduras,[9] publica su primera obra, La balada del herido pájaro y otros cuentos, bajo la estricta supervisión de otra importante intelectual del siglo XX, Leticia de Oyuela (1938-2008). Durante el siglo XX, la narrativa hondureña se nutre de las obras literarias del ya mencionado Julio Escoto, así como de otros autores como Marcos Carías Zapata (1938-2018), Eduardo Bähr (1940), Ernesto Bondy Reyes (1947), Jorge Luis Oviedo (1957), entre otros. Roberto Sosa (1930-2011) hizo lo propio con la poesía del siglo XX, llegando a ser considerado el poeta más prestigioso de Honduras, solo después de Juan Ramón Molina.[10] Destaca también durante este siglo la obra de Helen Umaña (1942), que se inclina por el ensayo y la crítica.[11]
Durante el siglo XXI, muchísimos autores hondureños surgen en distintas ramas de la literatura como la narrativa, la poesía o incluso el ensayo. Varios escritores galardonados internacionalmente: Giovanni Rodríguez (1980), Raúl López Lemus (1970), Kalton Harold Bruhl (1976) y Ernesto Bondy Reyes destacan como las figuras más representativas de la narrativa hondureña de este nuevo siglo.[12][13][14] En 2006, J. H. Bográn (1972) publicó Treasure Hunt, siendo el primer libro escrito por un hondureño publicado por una editorial en formato libro electrónico.[15]
Autora | Nacimiento | Fallecimiento | Género(s) literario |
Lucila Gamero de Medina | Danlí 12 de junio de 1873 |
San Pedro Sula 23 de enero de 1964 |
Novela |
Autor | Nacimiento | Fallecimiento | Género(s) literario |
César Indiano | Orica 1967 |
— | Ensayo, cuento, novela |
Danny Joz | Olanchito 28 de mayo de 1979 |
— | Poesía |
Darío Cálix[19] | San Pedro Sula 24 de junio de 1988 |
— | Poesía, cuento |
Dennis Arita[20] | La Lima 1969 |
— | Cuento |
Eduardo Dubón[21] | Choloma 1981 |
— | Novela |
Elvin Munguía[22] | Honduras 1995 |
— | Cuento, poesía |
Ernesto Bondy Reyes | Tegucigalpa 3 de julio de 1947 |
— | Novela |
Fabricio Estrada | Sabanagrande 1974 |
— | Poesía |
Fernando Aparicio | Puerto Cortés 1964 |
— | Novela |
Gabriel Bandes[23] | Tegucigalpa 1992 |
— | Poesía |
Giovanni Rodríguez | San Luis 1980 |
— | Novela, cuento, poesía |
Glenn Lardizábal Navarro[24] | Nacaome 1972 |
— | Cuento |
Gustavo Campos[25][26][27] | San Pedro Sula 29 de enero de 1984 |
San Pedro Sula 13 de enero de 2021 |
Poesía, ensayo |
J. H. Bográn | San Pedro Sula 1972 |
— | Novela |
Javier Abril Espinoza | Honduras 1967 |
— | Novela, cuento |
Javier Suazo Mejía | Tegucigalpa 14 de julio de 1967 |
— | Novela, cuento |
Jorge Menelio Tróchez[28] | Atima 27 de febrero de 1986 |
— | Poesía |
José Zelaya[29][30] | Tegucigalpa 14 de enero de 1998 |
— | Novela, cuento |
Juan F. Sánchez | San Pedro Sula 26 de enero de 1998 |
— | Ensayo |
Kalton Harold Bruhl | Tegucigalpa 1976 |
— | Novela, cuento |
Luis Lezama Bárcenas[33][34][35][36] | Tegucigalpa 1995 |
— | Poesía, cuento |
Marco Antonio Madrid | Tegucigalpa 1968 |
— | Poesía |
Marel Alfaro Zúñiga[37][38] | San Pedro Sula 24 de octubre de 1989 |
— | Novela |
Pablo Andrés Mejía Lezama[39] | Tegucigalpa 20 de septiembre de 2003 |
— | Cuento |
Raúl López Lemus | San Pedro Sula 5 de noviembre de 1970 |
— | Novela |
Rosell Montes[40] | El Progreso 10 de mayo de 1982 |
— | Ensayo |
Salvador Madrid | Honduras 1978 |
— | Poesía |
Xavier Panchamé | El Progreso 1994 |
— | Cuento |