Los glaciares tropicales son aquellos glaciares ubicados en las zonas montañosas tropicales, ubicados entre las latitudes 30° norte y 30° sur,[4] entre el Trópico de Cáncer y el Trópico de Capricornio, en una gran franja alrededor del ecuador. La mayoría de los glaciares tropicales se encuentran en los Andes sudamericanos,[4] aunque existen algunos glaciares tropicales en África Oriental e Indonesia.[5][6]
Los glaciares tropicales se ubican en una de las regiones más cálidas del planeta. En estas latitudes la temperatura es cálida durante todo el año, lo que provoca que prácticamente no nieve y, por lo tanto, sea difícil que se acumule hielo. Por estas razones, estos glaciares son especialmente sensibles a los cambios climáticos.[7]
Los glaciares tropicales se ubican entre los trópicos de Cáncer y de Capricornio. Existen glaciares tropicales en América del Sur, África Oriental e Indonesia.[5]
Al rededor del 99 % de los glaciares tropicales se encuentran en los Andes de Sudamérica en las cordilleras de Perú, Colombia, Ecuador, Bolivia y Venezuela[8] distribuidos como se observa en la tabla a continuación:
Distribución de glaciares tropicales en América del Sur
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País | Porcentaje |
Perú | 71% |
Colombia y Venezuela | 4% |
Ecuador | 4% |
Bolivia | 20% |
El 71 % de los glaciares tropicales del mundo se encuentran en los Andes de Perú.[10] Los departamentos que mayor área glaciar concentran son Ancash (41.8%), Cusco (32.38%) y Puno (8.12%).[11]
Los glaciares tropicales de Colombia se ubican en la zona de las cordilleras de los Andes y la Sierra Nevada de Santa Marta. Debido a su gran altitud (por encima de los 4800 msnm), estos glaciares están fuertemente influenciados por las variaciones en el régimen anual de precipitaciones. Son especialmente vulnerables al cambio climático debido a su ubicación cercana al ecuador, donde se enfrentan a una alta radiación solar durante todo el año y precipitaciones escasas, lo que los hace particularmente susceptibles al deshielo [13]
Actualmente, Colombia cuenta con seis glaciares distribuidos en sus cordilleras volcánicas y montañosas:[cita requerida]
Estos glaciares, al ser tropicales, son altamente sensibles a pequeñas variaciones de temperatura y precipitación. A pesar de estar en zonas de alta humedad, su ubicación en la zona intertropical los hace vulnerables a fenómenos como El Niño y La Niña, que afectan su balance de masa.[cita requerida]
En Venezuela, a mayo de 2024 ya no queda ningún glaciar: el glaciar La Corona ha sido reclasificado a campo de hielo.[14][15][16]Desde 1952, los diez glaciares existentes se han extinguido, entre ellos:[17][18]
Los glaciares tropicales africanos se encuentran en el Monte Kilimanjaro (Tanzania), el Monte Kenia (Kenia) y la cordillera Rwenzori (frontera entre Uganda y la República Democrática del Congo). Estudios recientes han documentado un retroceso acelerado en el glaciar Stanley Plateau (Rwenzori), con pérdidas superiores al 30 % entre 2020 y 2024. Algunos glaciares más pequeños han desaparecido por completo.[19]
Ubicado en Tanzania, el monte Kilimanjaro tiene una altura de 5.895 m s. n. m. Conserva los glaciares tropicales más conocidos de África, entre ellos el Furtwängler, Credner y Rebmann. El Furtwängler ha perdido casi el 85 % de su superficie desde 1912, reduciéndose de unos 113 000 m² en 1976 a apenas 11 000 m² en 2018, y se estimaba su desaparición para 2022–2040. El Credner continúa retrocediendo rápidamente por su exposición en la vertiente noroeste, con estimaciones que apuntan a su pérdida total antes de 2030 . Paralelamente, el Rebmann ha visto desaparecer el 82 % de su volumen entre 1912 y 2000, reflejando la tendencia general de pérdida crónica en los hielos del Kilimanjaro.[19]
Ubicado en Kenia y con una altura de 5 199 m cuenta con los glaciares tropicales más pequeños de África Oriental. En 2024, su hielo sumaba apenas 0,069 km², equivalentes a una pérdida del 95 % desde 1900. El glaciar Lewis, el mayor, se dividió entre 2014 y 2016 y ha perdido más del 60 % de su área en solo cinco años; estudios indican que podría desaparecer para 2030 si se mantienen las tendencias actuales. Los glaciares restantes, como el Tyndall, se están reduciendo a fragmentos insignificantes y su declive ha alterado el régimen de los ríos Naromoru y Ngare Ngare, afectando el suministro hídrico y generando conflictos locales[20]
La cordillera Rwenzori de 5 109 m, conocida como las «Montañas de la Luna», albergaba en 1906 unos 7,5 km² de hielo glacial distribuidos en 43 glaciares. Para 2005, quedaba menos de la mitad repartido en solo tres picos; en 2024, solo el glaciar del Stanley Plateau persiste, con una reducción del 29,5 % de su superficie entre 2020 y 2024, y una pérdida de espesor de 8 m. Los glaciares de los picos Baker y Speke desaparecieron antes de 2024. Esta región es crítica para la cuenca del Nilo y fuente de agua para más de cinco millones de personas; además, posee valor cultural para los Bakonzo y es objeto de programas de monitoreo 3D y fotogramétrico liderados por Project Pressure y la Uganda Wildlife Authority.
En Indonesia, los únicos glaciares tropicales se ubican en el Puncak Jaya (Carstensz Pyramid), en la cordillera Sudirman de Papúa Central (4 884 m s. n. m.). Según la Agencia Meteorológica, Climatológica y Geofísica de Indonesia (BMKG), para abril de 2022 la superficie glaciar había disminuido a únicamente 0,23 km², y la capa de hielo se redujo de 6 m en diciembre de 2022 a apenas 2 m al cierre de 2023, perdiendo aproximadamente 4 m en un año.[22][23] Un estudio de 2025 muestra que desde 1850 la capa de hielo se redujo en más del 99 %, alcanzando en 2024 un área estimada de 0,165 km², con una proyección de desaparición completa alrededor de 2030 si persisten las tasas actuales de pérdida.[24] La magnitud del retroceso se atribuye tanto al calentamiento global crónico como a episodios intensos de El Niño (2015–16, 2022–23), y ha motivado iniciativas diplomáticas de Indonesia que promueven acciones multilaterales para conservar los glaciares tropicales.[25]
El aumento de las temperaturas producto del cambio climático constituye una amenaza para los glaciares tropicales.[26] Estos glaciares han experimentado importantes retrocesos en las últimas tres décadas.[27] En México, ya han desaparecido la mayoría de los glaciares tropicales, y las proyecciones indican que para 2050 no quedará ningún glaciar en ese país.[28] En la piscina cálida del Pacífico occidental las proyecciones en 2019 indicaban que la desaparición de los glaciares en esa zona era "inminente".[29]
La retracción de los glaciares tropicales amenaza el suministro de agua para riego, para consumo humano y para la generación de electricidad de importantes ciudades y localidades de América Latina.[26] El derretimiento de los glaciares deja al descubierto la roca, que tiene un menor albedo que el hielo, contribuyendo al aumento de las temperaturas globales.[28] En Perú, la Autoridad Nacional del Agua analizó el retroceso glaciar desde 1948 hasta 2019 concluyendo que la masa glaciar en su superficie retrocedió en 51 % en veinte cordilleras glaciares, dos de ellas ahora con glaciares extintos: las cordilleras Barroso y Volcánica.[30]
Los glaciares tropicales operan como medidores sensibles del calentamiento global debido a su ubicación en zonas con temperaturas cercanas al punto de congelación durante todo el año. Un estudio de 2024 de la Universidad de Wisconsin–Madison encontró que muchos glaciares andinos están en su mínima extensión en al menos 11 700 años, lo cual evidencia de manera contundente el calentamiento moderno.[31] Además, los reportes de la OMM y la UNESCO advierten que más del 70 % del agua dulce terrestre está almacenada en glaciares, y que los glaciares de montaña suministran agua a unos 2 000 millones de personas, actuando como verdaderas "torres de agua" globales.[32][33]
Durante épocas secas, los glaciares tropicales regulan los ríos liberando agua de forma constante, lo que garantiza suministro para consumo humano, irrigación y generación de energía hidroeléctrica. En la cordillera de los Andes, estudios recientes han demostrado que entre el 10 % y el 79 % del caudal de los ríos depende del deshielo glacial según la estación y cuenca específica, con cifras críticas en regiones altamente vulnerables.[34][35] Sin embargo, este proceso enfrenta un punto de "peak water"—inicio de mayor aporte seguido de una inevitable disminución—que puede provocar escasez de agua en periodos de estiaje, afectando la seguridad hídrica de poblaciones y ecosistemas, como lo muestra el estudio sobre la cuenca Ágave en Europa, donde se espera una caída de más del 30 % en el caudal estival para finales de siglo.[36]