El Bandersnatch es una criatura ficticia que aparece en la novela A través del espejo de Lewis Carroll, publicada en 1871, y también en su poema La Caza del Snark de 1874. En ambas obras se le describe como un ser feroz, con una rapidez extraordinaria, y en La Caza del Snark se añade que posee un cuello muy largo y fauces peligrosas. En A través del espejo se da a entender que los Bandersnatch pueden encontrarse en el mundo que hay detrás del espejo.[1] En La Caza del Snark, en cambio, un grupo de aventureros localiza un Bandersnatch después de cruzar un océano.[2] Los Bandersnatch han aparecido después en las diferentes adaptaciones que se han ido haciendo sobre la obra de Carroll y también han sido utilizados por otros autores posteriormente, incluso en otros medios.
Bandersnatch | ||
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Personaje de A través del espejo | ||
Ilustración de Peter Newell del pájaro Jubjub (izquierda) y del Bandersnatch (derecha). | ||
Primera aparición | A través del espejo | |
Creado por | Lewis Carroll | |
El Bandersnatch aparece por primera vez de manera breve en el poema "Jabberwocky" (incluido en A través del Espejo), en un verso en el que el narrador conmina a su hijo a esquivar "al Bandersnatch feroz, humérico animal", describiéndolo así como humeante y colérico.[3] En un momento posterior de A través del espejo, el Rey Blanco dice de su mujer, la Reina Blanca: "corre tan espantosamente rápido... ¡Podrías ponerte a atrapar un Bandersnatch!".[1]
En "La Caza del Snark," mientras el equipo de aventureros busca el Snark, el Banquero se adelanta y encuentra un Bandersnatch:[4]
Y el Banquero, mostrando una furia inauditaque era objeto y motivo de asombro general,
se lanzó como un loco y se perdió de vista
en su celo ardoroso de cazar al Snark. Pero mientras lo busca con dedal y cuidado,
de repente surgió un veloz Bandersnatch
y capturó al Banquero, que aulló desesperado,
sabiendo que era inútil intentar escapar. Y aunque le ofreció un cheque, con notable descuento,
por más de siete libras, pagable al portador,
Bandersnatch no hizo más que enderezar el cuello
y esta vez atrapó al Banquero mejor. Saltó, forcejeó, brincó, se debatió
hasta caer al fin desvanecido en tierra;
ferozmente, entretanto, por todo alrededor,
crujían las mandíbulas huméricas sin tregua. Acudieron los otros al grito de agonía
y el feroz Bandersnatch de repente huyó.
Observó el Capitán: «¡Es lo que me temía!»,
y con gesto solemne la campana tocó.