La arquitectura de Filipinas (en filipino: Arkitekturang Pilipino) refleja las tradiciones históricas y culturales del país. Las estructuras más destacadas del archipiélago están influenciadas por la arquitectura austronesia, china, española y estadounidense.[1]
Durante años, la provincia montañosa de Ifugao se ha cultivado cuidadosamente con campos en terrazas.[2][3][4] Los constructores originales de las estructuras usaron paredes de piedra y barro para tallar y construir terrazas con cuidado que pudieran contener campos de estanques inundados para el cultivo de arroz. También establecieron un sistema para regar estas parcelas recolectando agua de los bosques de la cima de las montañas. Estas hazañas de ingeniería se realizaron a mano, al igual que la agricultura en sí.[5]
El mantenimiento de las terrazas de arroz refleja un enfoque principalmente cooperativo de toda la comunidad, que se basa en el conocimiento detallado de la diversidad de recursos biológicos existentes en el agroecosistema de Ifugao. Las comunidades aledañas también tienen en cuenta un sistema anual ajustado que respeta los ciclos lunares y, además de un complejo régimen de control de plagas basado en el procesamiento de una variedad de hierbas, acompañado de rituales religiosos y cultura tribal. Aunque popularmente conocido y catalogado por la Unesco como un sitio del Patrimonio Mundial que se cree que tiene más de 2000 años,[6] investigaciones recientes sugieren que las terrazas pueden tener aproximadamente 400 años de antigüedad.[7][8][3][4]
Las cabañas bahay kubo eran los hogares tradicionales de las zonas rurales de Filipinas. El término deriva del filipino bahay, que significa casa, y del castellano cubo. Los materiales empleados incluyen el bambú unido mediante hilos vegetales secos en el exterior y hojas de nipa o listones de bambú en el interior. El suelo también está conformado por este material cortado finamente. Es habitual que la estructura se eleve entre un y dos metros sobre el suelo gracias a unas gruesas varas de bambú para proteger a la vivienda de animales e inundaciones.[9]
Un bahay kubo está diseñado para brindar un refugio en la temporada de lluvias y proporcionar sombra durante el verano. Hay ventanas tipo toldo en todos los lados, que mantienen el interior ventilado y que se pueden sellar de la intemperie mediante una serie de paneles correderos. Su techo de pendiente pronunciada deja caer la lluvia y proporciona suficiente espacio para que escape el aire caliente. Algunas cabañas tienen un porche trasero abierto (batalan) que se utiliza como depósito para tinajas de agua, un sótano (silong) empleado para la mayoría de las tareas domésticas y un nicho (silido) para guardar las alfombrillas y almohadas después de su uso. El espacio debajo de la casa se usa para ventilación y como área de almacenamiento de alimentos o, a veces, como refugio para animales pequeños como cabras y aves de corral. Una característica distintiva de estas cabañas domésticas es una especie de escalera (hagdan) que se puede retirar fácilmente por la noche y colocar en el patio.[9]
El bahay na bato (en filipino, casa de piedra) es un estilo surgido en el siglo XIX a consecuencia del auge económico que supuso la apertura al comercio internacional del puerto de Manila (1834). Gracias al incremento de la producción agrícola para la exportación, apareció una nueva élite económica, social y política, sobre todo en las provincias. El bahay na bato era la expresión de este estatus social.
Se trata de casas de dos pisos, una planta baja de piedra sólida o paredes inferiores de ladrillo, con cimientos y vigas de madera, y un piso superior de madera con balaustradas, ventanillas corredizas de concha de capiz y un techo de tejas.[10] Los postes de madera combinados con la piedra le dan un carácter resistente a los terremotos. A la segunda planta se accede mediante las escaleras que arrancan en un amplio zaguán. La caída o hall de la segunda planta da a la sala de estar y dormitorios que pueden unirse gracias a puertas correderas. Al fondo queda la cocina y una azotea al descubierto. Las habitaciones quedan rodeadas por la volada, una galería de ventanas corredizas en concha de capiz translúcida y balaustradas.[11]
Es un estilo de construcción propio, con influencias del bahay kubo y las residencias tradicionales de los caciques, de las casas españolas de Intramuros, de las órdenes religiosas y asiáticas. Algunos ejemplos conservados de estas casas se pueden encontrar en Vigan (Ilocos Sur).[12]
Las características de las diferentes regiones de filipinas han dado lugar a la adaptación de la arquitectura de sus iglesias para ajustarse tanto al clima y la geografía como al carácter social, político y económico de cada región. Las primeras iglesias fueron las de los agustinos en Manila y Cebú. Desde estas ciudades, las órdenes religiosas emprendieron la labor de evangelización, y los primeros templos se edificaron con materiales perecederos como el bambú, madera y paja, para ser reconstruidos en materiales duraderos. Las primeras enseñanzas en el siglo XVI de los oficios de cantería, y fabricación de ladrillos y elaboración de cal se deben al sacerdote jesuita Antonio Sedeño. Además de la influencia del barroco novohispano se encuentra la influencia asiática, añadida al carácter de las diferentes regiones de Filipinas, dando un carácter singular e integrador de elementos a las iglesias del periodo español de Filipinas. También se observan elementos del gótico tardío, renacimiento y eclécticos, con variaciones locales. El número de iglesias construidas hasta el siglo XIX es elevado, y su uso por los fieles es constante. Algunas iglesias están incluidas en el Patrimonio de la Humanidad Iglesias Barrocas de Filipinas, siendo necesaria una mejora en la conservación de los templos para que esta lista se incremente.[13]
Se caracterizan por su masividad y baja altura, que les permite adaptarse tanto al clima como a la sismicidad, observándose contrafuertes, como los de San Austín de Páoay, que refuerzan las estructuras. La iglesia de San Agustín en Manila es la construcción en piedra más antigua de Filipinas gracias a su singular sistema de cimentación. Las cubiertas son inclinadas para facilitar el desalojo de las lluvias torrenciales. Un elemento característico de las iglesias es el atrio, punto de encuentro exterior de todas las celebraciones religiosas y de la vida social. Anexos a las iglesias se encuentra bien un convento, bien una casa parroquial, en numerosas ocasiones edificada en estilo bahay na bato, o casa de piedra.
Dentro del templo la solución más habitual para el techo es el par y nudillo y un falso plafón. Las naves de las iglesias de filipinas son rasas, de tres naves o basilicales, de cruz latina o, en menor medida, criptocolaterales, como el caso de la catedral de Manila y la excepción de la desaparecida Inmaculada Concepción de Otón, de cruz griega. A lo largo de los años no han sido pocas las iglesias y conventos han desaparecido a consecuencia de sismos, el clima o la II guerra mundial. Los materiales de construcción varían entre la piedra coralina, caliza, arenisca, volcánica (cantera de San Pedro de Makatí de 1580, en Manila), adobe o de ladrillo, como en el caso de San Matías en Tumaiuni. En algunas regiones los campanarios se presentan aislados y su tamaño está ligado a la proximidad a las costas.[14]
La iglesia de San Agustín en Ilocos Norte destaca como exponente del barroco filipino de la época española y ha sido incluido en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. La estructura fue construida por los frailes agustinos desde 1694 hasta 1710 y muestra la arquitectura de estilo barroco a prueba de terremotos. El campanario sirvió como puesto de observación en 1896 para el Katipunan durante la revolución filipina contra los españoles, y nuevamente para las guerrillas filipinas durante la ocupación japonesa en la Segunda Guerra Mundial.[11]
Con la llegada de los estadounidenses en 1898 surgió una nueva generación de estructuras arquitectónicas en Filipinas. La principal de las contribuciones estadounidenses al país fue el establecimiento de un gobierno civil. Esto llevó a la construcción de edificios gubernamentales en grandes ciudades y a nivel municipal. Estas estructuras de gobierno presentan un estilo principalmente neoclásico.[15] Con el dominio estadounidense firmemente establecido en el país, el gobierno militar de la época invitó al conocido arquitecto y urbanista Daniel Burnham a desarrollar Manila.[16] La llegada de Burnham condujo a la formación del Plan Burnham, que identifica a la ciudad de Manila como una ciudad europea única en los trópicos y, como tal, se opone a desarrollar su arquitectura de acuerdo con el estilo preexistente. El estilo de los edificios, como se sugiere, varía poco de la arquitectura existente en ese momento, como lo tipifica el Hotel Manila.[17]