Senado de Tlaxcala | |||||
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Tlahtocan de Tlaxcallan | |||||
![]() | |||||
![]() La sede era rotativa entre los cuatro altepeme. | |||||
Localización | |||||
Ámbito | República de Tlaxcallan | ||||
Información general | |||||
Creación | c. Siglo XIV | ||||
Disolución | c. 1545 (reemplazado por el Cabildo de indios) | ||||
Tipo | Consejo de Gobierno de la confederación | ||||
Composición | |||||
Grupos representados |
Delegaciones de los cuatro altepeme: | ||||
Notas | |||||
El término «Senado» es una analogía usada por los cronistas españoles, impresionados por su estructura de gobierno colectivo, similar al de la República Romana o la Signoria de Venecia. | |||||
Sucesión | |||||
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El Senado indígena de Tlaxcala fue el consejo colegiado que dirigía la confederación tlaxcalteca antes y durante la Conquista española del siglo XVI. Esta unión político-militar estaba formada por cuatro señoríos independientes (Tepeticpac, Ocotelulco, Quiahuiztlán y Tizatlán), cada uno con su propio gobernante o tlatoani. Los españoles identificaron esta alianza de altépetl como una «república» indígena, pues carecía de un monarca central y adoptaba decisiones[1]. Hernán Cortés mismo señaló que el orden interno de Tlaxcala era «casi como los señorías de Venecia, Génova o Pisa, porque no hay señor general de todos», refiriéndose a su sistema de gobierno.[2] El Senado tlaxcalteca es relevante por ser uno de los pocos ejemplos mesoamericanos documentados de gobierno colegiado y por su papel crucial como aliado de los conquistadores.
Según la tradición nahua, los tlaxcaltecas provenían de la mítica Chicomoztoc («Lugar de las siete cuevas») y, tras peregrinaciones semejantes a las de los mexicas, se establecieron en el actual valle de Tlaxcala. En el calendario mexica esto correspondió al año 5 Pedernal (1348 d. C.), cuando expulsaron a los últimos olmeca-xicalancas y toltecas de la región.[1] A partir de entonces los tlaxcaltecas formaron cuatro señoríos con sus propias cabeceras, cada uno gobernado por un señor hereditario (tlatoani) y organizado en calpullis (barrios) con tierras comunales.[1] Esta estructura pluricaudal sobrevivió a la presión militar mexica y cristalizó en la llamada Confederación de Tlaxcallan, cuyo gobierno colectivo carecía de un jefe supremo único. Estudios recientes subrayan que esta configuración de cuatro «cabezas de republica» era reconocida internamente: incluso en el siglo XVIII corría la idea de una «república tlaxcalteca» gobernada por un «senado representativo».[2]
El Senado tlaxcalteca estaba integrado por los cuatro señores mayores (teuctli o tlahtoque) de cada altépetl, reunidos para deliberar en asuntos generales.[2] Cada altépetl mantuvo sus propios nobles (teuctli) y casas reales (teccalli), pero las decisiones de mayor impacto (sobre guerra, alianzas o justicia) se tomaban colectivamente. Por ejemplo, cada cabecera aportaba un señor de guerra principal, y los cuatro se reunían para decidir las acciones confederadas. En la práctica política local, después de la Conquista los tlaxcaltecas mantuvieron en 1545 un cabildo indígena con gobernador, alcaldes y regidores que incorporaba la organización de los cuatro altépetl originarios.[2][3]
En el plano religioso, los tlaxcaltecas compartían deidades con otras culturas nahuas. Sus principales dioses eran Tezcatlipoca, Quetzalcóatl, Huehuetéotl, Tláloc, etc., a quienes ofrecían sacrificios humanos; su deidad patrona fue Camaxtli, señor de la caza y la guerra.[1] Los jóvenes nobles recibían formación en el calmécac (educación sacerdotal/gubernamental) y los plebeyos en el tepochcalli (escuela militar básica).[1] Militarmente, Tlaxcala se distinguió por su ímpetu guerrero: sus guerreros defendieron tenazmente la confederación contra México-Tenochtitlan y más tarde acompañaron a los españoles en muchas campañas. Tras la alianza con España, los tlaxcaltecas participaron en la conquista de Cholula y Tenochtitlan, y hasta en expediciones lejanas (por ejemplo, acompañaron a Cortés en su campaña al Perú).[1]
En 1519 Tlaxcala era la potencia indígena más importante no sometida por los mexicas. Al llegar Hernán Cortés, los cuatro señores tlaxcaltecas (los principales eran Mazihcatzin de Ocotelulco y Xicoténcatl de Tizatlán) decidieron recibirlo con honores y sellar una alianza contra sus enemigos comunes, los mexicas.[2] Así, el Senado tlaxcalteca aprobó la coalición con los españoles. A partir de ese pacto, numerosos guerreros tlaxcaltecas lucharon junto a Cortés; formaron parte de las batallas decisivas de la conquista (por ejemplo, la masacre de Cholula y el asedio de Tenochtitlan).[2] Además, su participación continuó en campañas posteriores: tras la caída de México, los tlaxcaltecas integraron las fuerzas de Pedro de Alvarado en Guatemala (1524–1527) y a las de otros conquistadores en el norte y occidente de la Nueva España.[1] Gracias a su papel militar aliado, los tlaxcaltecas obtuvieron la condición de aliados privilegiados del imperio español.
La Corona española reconoció a Tlaxcala como un territorio de privilegios especiales. En 1535 Carlos V le concedió a Tlaxcala su escudo de armas y la declaró «Leal Ciudad» bajo jurisdicción real, marcando la provincia como perteneciente directamente al rey.[2] Con estos títulos se reforzó la autonomía tlaxcalteca: en 1545 los nobles indígenas establecieron formalmente un cabildo municipal propio (gobernador, alcaldes, regidores) para administrar la provincia[3][2]. Este cabildo incorporó la estructura de los cuatro altépetl originales (cada uno con su tlahtoani y casa nobiliaria) en una sola corporación colonial.[3] Bajo el privilegiado «Privilegio de Tlaxcala» los indígenas quedaron exentos de tributos directos. En vez de pagar pecho, cohecho ni derecho, los tlaxcaltecas entregaron un reconocimiento anual fijo (por ejemplo, 8,000 fanegas de maíz) pero quedaron como vasallos libres al modo vizcaíno.[3] En conjunto, Tlaxcala mantuvo su cabildo indígena y sus fueros hasta bien entrado el siglo XVII, siendo una de las repúblicas de indios más autónomas del virreinato.[2][3]
El Senado indígena de Tlaxcala ha dejado una huella histórica y simbólica perdurable. Sus actos y justificantes aparecen en documentos pintados (como el Lienzo de Tlaxcala y la Descripción de Tlaxcala de Muñoz Camargo) que los propios tlaxcaltecas difundieron para reivindicar su alianza y méritos ante la Corona. Hasta hoy se conmemora la memoria de esos «cuatro señores» aliados. Por ejemplo, la figura de Xicoténcatl Axayacatzin es honrada en espacios públicos (p. ej. su nombre figura en el Muro de Honor del Senado moderno) como emblema de la identidad indígena. Históricamente, el modelo tlaxcalteca influyó en la noción de repúblicas de indios en el período colonial: el historiador C. Gibson señaló que, ya en el siglo XVIII, se hablaba de una «república tlaxcalteca» gobernada por un «senado representativo»[2]. En Tlaxcala se ha preservado la tradición oral y pictórica de ese gobierno colegiado, considerado a menudo como antecedente de la participación indígena local en la vida política de México.
La idea de un Senado perfectamente democrático ha generado debate académico. Algunos especialistas advierten que esta visión procede de la propia élite tlaxcalteca y de cronistas coloniales que idealizaron su gobierno. Por ejemplo, las crónicas señalan que inicialmente los tlaxcaltecas resistieron a los españoles y solo tras varias batallas (dirigidas por Xicoténcatl) decidieron aliarse con ellos; luego estos relatos indígenas omitieron esas primeras hostilidades para presentar una alianza temprana y consensuad.[2] De hecho, la noción de cuatro cabeceras independientes consolidadas en un senado es atribuida en fuentes posteriores: como escribía Florescano citando a Gibson, ya en el siglo XVII surgió la concepción mítica de cuatro señoríos tlaxcaltecas con un “senado representativo”.[2] En resumen, no existen críticas fuertes contra la institución misma (su desaparición vino con la centralización virreinal), pero los historiadores modernos debaten hasta qué punto el Senado fue real en el sentido occidental o bien una construcción ideológica de la nobleza tlaxcalteca.