El capitán Slade vuela un jumbo jet. Él y su tripulación esperan ahora un vuelo tranquilo de Londres a Nueva York; solo diez pasajeros han reservado billetes para el avión adicional que cruza el charco. Sin embargo, el vuelo se vuelve rentable gracias a las 11 000 libras de carga que han facturado los O'Neill, una pareja de arquitectos. La lista de pasajeros incluye a la estrella del oeste Steve Holcomb, el industrial Farlee, la modelo Annalik, el médico negro Dr. Enkalla, Jodi, hija única, el sacerdote apóstata Paul Kovalik y su pareja Manya, y, para mucha alegría de Alan O'Neill, una tal Sra. Pinder, quien obviamente no se lleva muy bien con él.^[2]​

Apenas sobrevolando el océano Atlántico, la tripulación se da cuenta de que el avión de pasajeros no se mueve a pesar de viajar a 1167 km/h, lo que signifacaría que, según las leyes de la física y la aerodinámica, el jumbo jet se encuentra con un viento en contra de la misma fuerza. Sin embargo el parte meteorológico lo ignora. Adicionalmente resulta también ser una exageración, incluso para un huracán. Slade entonces pide permiso para dar la vuelta, pero tampoco sirve de nada, pues aún no hay ni un kilómetro de terreno que ganar en dirección contraria, y las cosas no son mejor en la dirección contraria. Es como si el avión hubiera quedado atrapado en una especie de remolino de aires y pudiese quedar por ello allí suspendido hasta que se agote el combustible.^[2]​

Pero no solo ocurren sucesos misteriosos fuera del avión. Sheila O'Neill oye voces de repente, deambula como en trance, se desploma y, de repente, pronuncia frases en latín, mientras que de la bodega de carga emana un frío gélido que se extiende cada vez más por la cabina. No solo el fiel compañero canino de la Sra. Pinder queda paralizado por el shock, sino que el ingeniero de vuelo y el capitán Slade también se escapan teniendo una congelación severa cuando comprueba personalmente la situación real y legal. Además, se forman grietas en el suelo de la cabina y se extiende un lodo verde, lo que indica que no es un daño normal en un avión.^[2]​

La Sra. Pinder también sabe, que los O'Neill desmantelaron una capilla y un altar de una antigua abadía en Inglaterra, propiedad de la familia de Sheila durante siglos, y las piezas individuales ahora se encuentran en la bodega del Boeing. Eso no sería un problema en sí mismo si la capilla no se hubiera construido en el sitio de un templo druida pagano, donde se ofrecían sacrificios humanos a los antiguos dioses en el solsticio. ¿Y no mencionó Paul Kovalik antes que hoy, precisamente hoy, es la noche del solsticio de verano? Los antiguos dioses, señala la Sra. Pinder, solo pueden ser apaciguados mediante el sacrificio de Sheila O'Neill. Es comprensible que ni la Sra. O'Neill ni su esposo le quieran dar mucha importancia. Pero ¿de qué otra manera se puede apaciguar el poder demoníaco que está rugiendo en el avión?^[2]​

El telefilme tuvo éxito de audiencia. Fue la sexta película más vista en televisión en la semana en al que se estrenó.^[1]​ Hoy en día la película ha sido valorado en portales cinematográficos. En IMDb, por ejemplo, con aproximadamente 1400 votos registrados, el filme obtiene una media ponderada de 5,5 sobre 10.^[3]​ En cuanto a Rotten Tomatoes, los menos de 50 votos registrados le dieron allí una valoración media de 3,1 de 5.^[4]​

• The Horror at 37,000 Feet en Internet Movie Database (en inglés).
• The Horror at 37,000 Feet en Rotten Tomatoes (en inglés).
• The Horror at 37,000 Feet en AllMovie (en inglés).