El vestuario o guardarropía,[1] en las artes escénicas, es el conjunto de ropas, complementos y accesorios que utilizan los actores para representar a un personaje en específico, el vestuario es famoso por ser parte de grandes representaciones a lo largo de todo el mundo en diferentes escenarios y en diferentes obras. El director teatral y constructivista ruso Tairov lo describió como "segunda piel del actor".[2]
El diccionario simplifica la definición de la acepción principal de esta voz: "Vestimenta necesaria para la representación de un espectáculo". Y anota otras acepciones relacionadas: El vestuario como lugar o espacio donde se visten los actores, y antiguamente, la escenografía.[3]
En el siglo XXI, el vestuario se ha convertido en objeto de culto y colección, catapultado por el merchandising, el show business y el prop replica. En 2014, la RAE aceptó el americanismo vestuarista.[4]
Estudios de antropología en el ámbito de diversas culturas étnicas han demostrado que el hombre empezó a fabricar accesorios decorativos que no tenían ningún uso práctico aunque sí podían tener un sentido mágico o religioso. Esos primitivos complementos del vestuario, por lo general colgantes tallados para adornarse, permitieron el desarrollo de su creatividad. De la inicial necesidad básica se pasó al sentido estético y paralelamente al significado simbólico.[5]
En el teatro clásico griego, el vestuario, muy asociado al maquillaje, se reducía a un conjunto de máscaras, diversos tipos de túnica y coturnos. No obstante, desde los sacerdotes de Eleusis a los de los misterios medievales, el vestuario como elemento de una representación ha estado ligado a la moda indumentaria amplificando sus posibilidades estéticas.[6]
En el Siglo de Oro español, como describe el propio Cervantes, "El adorno del teatro era una manta vieja, tirada con dos cordeles de una parte a otra, que hacía lo que llaman vestuario; detrás estaban los músicos cantando sin guitarra algún romance antiguo".[7] Ese mismo significado de espacio antes que conjunto de la vestimenta, lo tenía en los corrales de comedias el espacio contiguo al propio escenario, que ocupaban los actores antes de salir a escena.
Desde mediados del siglo XVIII, en Francia, la asociación ideológica de dramaturgos como Diderot y Voltaire con actrices y actores como La Clairon, Favard, Lekain o Garrick, supuso elevar el vestuario a categoría de elemento teatral: "el actor debía vestirse como el personaje representado". Pero habría que esperar a las revoluciones del siglo XX para que este elemento formase parte esencial de la puesta en escena.
Un capítulo aparte ocuparía la importancia de las formas y los colores, como códigos inmutables; véanse el teatro chino o la comedia del arte en las ceremonias de representación.[8]
El vestuario puede llegar a caracterizar de tal modo a un actor que se convierta en su seña de identidad popular. A menudo, un actor vestido de calle no es reconocido como el personaje que le ha hecho famoso. Y al contrario, cualquier persona al disfrazarse de un determinado personaje evocará inmediatamente su personalidad.[9] Algunos ejemplos clásicos son:
El vestuario está íntimamente relacionado con el maquillaje, más aún en el caso de las caracterizaciones.
Existe una serie de normas no escritas que suelen funcionar en la mayoría de las cadenas de televisión del mundo. Se trata de una serie de recomendaciones a tener en cuenta, pero en un determinado momento, una cadena las puede saltar, por innovar o cualquier otro motivo que considere oportuno.[cita requerida]
En informativos, para los presentadores rigen las siguientes normas:[10]
Todas estas normas o recomendaciones se flexibilizan si se trata de reporteros o corresponsales, ya que puede variar en concordancia con el ambiente en que estos se encuentren, el clima, etc.