Spring Symphony, Op. 44 (Sinfonía de primavera) fue compuesta por Benjamin Britten en 1949. Se trata de una sinfonía coral escrita para solistas, coro y orquesta. La obra está dedicada a Serguéi Kusevitski y a la Orquesta Sinfónica de Boston.[1][2][3]
La Fundación Musical Koussevitzky encargó esta obra al maestro inglés. Ya en 1942 el director de orquesta ruso había encargado a Britten la ópera Peter Grimes para el Festival de Tanglewood, si bien aceptó que fuese estrenada en Londres a causa de la guerra. Britten asistió al estreno estadounidense en 1946 en Tanglewood, tras el cual Kusevitski le encargó una sinfonía con voces.[4]
La composición se desarrolló entre octubre de 1948 y junio de 1949. Esta fue su tercera incursión en el género sinfónico, tras Simple Symphony de 1934 y Sinfonia da Requiem de 1940. Se trata de una sinfonía en el sentido más amplio del término ya que en realidad es un ciclo de canciones basadas en una serie de poemas relativos a la salida del invierno y la renovación y el renacimiento que trae la primavera. El compositor inicialmente había pensado en utilizar textos latinos medievales, pero finalmente se decidió por versos líricos de poetas británicos principalmente de los siglos XVI y XVII. Britten dijo que se inspiró en "un día de primavera especialmente hermoso en Suffolk Oriental"; sin duda también encontró inspiración, o al menos un precedente, para la forma de su obra en la Sinfonía coral de Gustav Holst.[1]
La dedicatoria que figura en la partitura es "For Serge Koussevitzky and the Boston Symphony Orchestra" (para Serguéi Kusevitski y la Orquesta Sinfónica de Boston).[2] Una copia manuscrita de la partitura se conserva en la Biblioteca Britten-Pears en Aldeburgh, Suffolk.[5]
El estreno se celebró el 14 de julio de 1949 en el Concertgebouw de Ámsterdam en el marco del Festival de Holanda con la interpretación de los solistas Jo Vincent (soprano), Kathleen Ferrier (contralto), Peter Pears (tenor), el Gran coro de radiodifusión (Groot Omroepkoor), el coro de niños de la iglesia de San Willibrord de Róterdam, la Orquesta Real del Concertgebouw dirigida por Eduard van Beinum. La segunda interpretación tuvo lugar al mes siguiente en el Festival de Tanglewood llevada a cabo por la Orquesta Sinfónica de Boston bajo la batuta de Sergey Koussevitzky, que eran los dedicatarios de la obra.[1][2][5]
La primera publicación de la pieza fue llevada a cabo en 1949 por la editorial Boosey & Hawkes en Londres.[2]
La partitura está escrita para voces solistas, coro y una orquesta formada por:[2][6][5]
El conjunto orquestal destaca por una rica textura tímbrica con una nutrida sección de percusión. Cada canción tiene su propia orquestación, que va desde los violines primeros y segundos que acompañan al tenor en "Waters above!", hasta la orquesta completa en la primera y la última canción. El último movimiento añade el toque de un cuerno de vaca, que interpreta un sol, un do y un fa. El coro infantil asume un papel clave en el Finale, en el cual el componente "primaveral" es subrayado por jóvenes cantantes en la "primavera" de sus vidas.[3]
La sinfonía consta de cuatro partes, cada una de las cuales contiene varias piezas basadas en poemas de diversos autores.
La interpretación de esta obra dura aproximadamente entre 40 y 45 minutos. Se trata de una obra híbrida; en parte sinfonía, en parte oratorio y en parte ciclo de canciones. Por un lado, sus cuatro partes se corresponden aproximadamente con la división tradicional de una sinfonía en cuatro movimientos: Allegro con introducción lenta, movimiento lento, scherzo y finale. Por otro lado, inserta contextualmente una estructura de oratorio con números de canto solista (arias, dúos, tríos a veces con inserciones corales) y amplias páginas sinfónico-corales que con su prevalencia constituyen el horizonte "escénico" del oratorio. El compositor establece cada poema como una entidad independiente dentro de cada movimiento y simplemente pasa a la siguiente sección con un attacca. Un total de doce números se distribuyen entre las cuatro partes: cinco en la primera, tres tanto en la segunda como en la tercera, y uno en la última. Sobre todo se cierne un aura vibrante de anticipación, de presagios, de invocaciones a la llegada de la primavera. Son episodios que dan voz a varios poemas, en su mayoría de autores ingleses del siglo XVI. En dos casos son textos anónimos: el primero para el episodio inicial y el otro del siglo XIII para casi todo el final. Al final de cada parte Britten coloca estratégicamente textos de especial significación, de particular patetismo poético-cultural: Milton al final de la primera, Auden de la segunda, Blake de la tercera y "Sumer is icumen in" al final de la última parte. Según algunos críticos el centro emocional de esta sinfonía es el último número de la segunda parte sobre el poema de W. H. Auden, así como el último número de la tercera parte, sobre el texto de W. Blake. Se trata de una fantasía lingüística que transcurre con la naturaleza cautivadora de los modos arcaizantes y las sutilezas arcaicas a los arabescos y las florituras barrocas, aunque no socavada por deformaciones neoclásicas. Se evidencia una fluidez vocal espontánea, tanto en la escritura solista como en la coral, no afectada por extrañezas forzadas ni instrumentales. Un don que le ha concedido los más brillantes logros en el campo operístico.[2]
Esta obra es una empresa de gran envergadura desde todos los puntos de vista y muestra la otra cara de la moneda del compositor inglés de San Nicolás. Se trata de una obra de intenciones serias y muy contemporánea para su época que muestra su predilección por la antología de textos, por la creación de sorprendentes momentos de desenfado -cercanos a los episodios humorísticos de sus óperas- y por la producción de una orquestación de gran colorido y vivacidad. A pesar de haber sido compuesta para un conjunto y un director estadounidenses, esta obra representa la quintaesencia británica. Los poemas contienen fuertes conexiones con la imaginería pastoral inglesa y algunos se asocian para siempre con la configuración de madrigales. De hecho, este énfasis madrigalístico burbujea suavemente bajo la superficie durante gran parte de la obra y señala dónde se encuentran realmente las raíces de Britten.[3]
La primera parte equivale aproximadamente al Allegro con introducción lenta de una sinfonía y contiene cinco piezas. La sinfonía comienza situándose en pleno invierno. Las cinco secciones presentan diversas orquestaciones que contribuyen al colorido y la variedad del movimiento más largo.[1][2][3]
La segunda parte se corresponde aproximadamente con el movimiento lento de la sinfonía y contiene tres piezas. En palabras del compositor, esta segunda parte aborda "el lado más oscuro de la primavera: las violetas que se marchitan, la lluvia y la noche".[1][2][3]
La tercera parte equivale aproximadamente al scherzo de la sinfonía y contiene tres piezas. Se estructura como una suite de canciones de danza que mira hacia mayo y luego hacia el verano.[1][2][3]
El cuarta y última parte constituye el Finale de la sinfonía y consta de una sola pieza titulada "London, to thee I do present" (Londres, a ti presento) que lleva la indicación Moderato alla Valse. Se basa principalmente en el alegre discurso final de la comedia The Knight of the Burning Pestle (El caballero de la ardiente mano) de Francis Beaumont y John Fletcher. La pieza está escrita en do mayor para soprano, contralto y tenor solistas, coro mixto y coro de niños. Es una versión cantada del citado discurso que está ambientada de manera estridente. El coro completo se une en un vals sin letra y a todo pulmón que representa a los juerguistas de la fiesta del primero de mayo animados por el vino y la cerveza, confirmado por algunas modulaciones inesperadas. Alcanza su clímax cuando el ciclo del invierno al verano concluye con el coro de niños coronando las imponentes frases corales con una versión de "Sumer is icumen in" (Aquí llega el verano), que es interpretada casi gritada por las voces infantiles acompañadas por trompas al unísono. "Sumer is icumen in" es una ronda o canon perpetuo a tres voces al unísono anónimo del siglo XIII. Se trata de un célebre canto polifónico medieval británico, un himno festivo a los presagios de la nueva estación en las cosas, en las criaturas y en la naturaleza entera. La sencilla melodía del canon, cantada en compás de 2/4 sobre el inflexible vals en 3/4 del resto del conjunto, consigue imponerse al final. Por último las celebraciones se apaciguan y el Maylord, el acompañante masculino de la reina de mayo, interpretado por el tenor solista ofrece una bendición final con la proclamación: "Y así, amigos míos, termino" seguido de un enorme acorde final en do mayor.[1][2][3]
Según Paul Spicer esta pieza es una de las obras corales/orquestales más originales de la primera mitad del siglo XX y debería ser más conocida e interpretada animando a los coros y orquestas a su difusión.[3]
La pieza ha sido objeto de diversas grabaciones, entre las que destacan:[7]