La pobreza infantil es el conjunto de niños que viven sin recursos suficientes en un área determinada, como un país, un continente o todo el mundo. Se aplica a niños de familias pobres y a huérfanos criados con recursos estatales escasos. Unicef estima que 356 millones de niños viven en pobreza extrema. En 2021 se estimaba que mil millones de niños (aproximadamente la mitad de todos los del mundo) veían insatisfecha, por su pobreza, al menos una necesidad esencial, como vivienda, alimentación regular o agua potable.
Los niños tienen más del doble de probabilidades de vivir en la pobreza que los adultos, y los niños más pobres padecen el doble de riesgo de morir antes de los 5 años que los de familias no pobres.[1]
En la mayoría de los países, la definición legal de niño es "persona menor de dieciocho años".[2] Definir culturalmente el final de la infancia es más complejo y deben considerarse factores como el inicio del trabajo, el fin de la escolarización, el matrimonio, la clase social, el género y la raza.[3]
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) define a los niños que viven en la pobreza como los que «experimentan privación de los recursos materiales, espirituales y emocionales necesarios para sobrevivir y desarrollarse, lo que les impide disfrutar de sus derechos, alcanzar su máximo potencial o participar plenamente en la sociedad».[4]
La definición de ChildFund International (CFI) se basa en la privación (falta de condiciones y servicios materiales), la exclusión (negación de derechos y de seguridad) y la vulnerabilidad (cuando la sociedad no puede combatir eficazmente las amenazas que sufren los niños). [5] Otras organizaciones benéficas también utilizan este enfoque multidimensional para la pobreza infantil, definiéndola como una combinación de factores económicos, sociales, culturales, físicos, ambientales y emocionales.[6] Estas definiciones dan idea de que la pobreza infantil es multidimensional, relacionada con las condiciones de vida de los niños, y que intervienen complejas interacciones del cuerpo, la mente y las emociones.[7]
La forma más fácil de cuantificar la pobreza infantil es estableciendo un umbral de ingresos absoluto o relativo.[8] Si una familia no gana por encima de ese umbral, se considerará que los niños de esa familia viven por debajo de la línea de pobreza. Los umbrales de pobreza absoluta son fijos y generalmente se actualizan solo cuando los precios cambian sustancialmente, pero los umbrales de pobreza relativa se establecen según el ingreso real de la población, que puede variar mucho según los países.[9]
El umbral de pobreza absoluta es el dinero necesario para comprar una cantidad definida de bienes y servicios,[7] y cada umbral generalmente refleja el ingreso mínimo requerido para adquirir las necesidades de la vida. Sin embargo, una familia que gana por encima de un umbral puede elegir no gastar lo suficiente en las necesidades de sus hijos.[10]
Ciertas organizaciones, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, utilizan umbrales de pobreza absoluta para medir la pobreza en los países en desarrollo.[11] [12] Por ejemplo, en junio de 2025 el Banco Mundial lo fija en 3 dólares norteamericanos de ingresos por persona y día.[13] Desde la década de 1960, los EE. UU. han utilizado un umbral de pobreza absoluta ajustado por tamaño y composición familiar para determinar quiénes viven en la pobreza.[14]
Europa y muchos otros países desarrollados utilizan un umbral de pobreza relativa, que suele ser el 50 % de la mediana de ingresos del país[15] (en España es del 60 %).[16] La pobreza relativa no implica necesariamente que el niño carezca de algo, sino que refleja la desigualdad de ingreso. La pobreza infantil, medida mediante umbrales relativos, solo disminuye si las familias de bajos ingresos se benefician más de los avances económicos que las familias acomodadas.[15]
Las medidas de pobreza infantil que utilizan umbrales de ingresos varían según se mida la pobreza relativa o absoluta y los límites que se apliquen. Si se utiliza una medida absoluta, el 19,9 % de los niños estadounidenses de 2005 vivían en la pobreza, mientras que con una medida relativa eran el 21,9 %. [7]
Un estudio de 2003 realizado por investigadores de Bristol intentó proporcionar una base científica para medir la privación severa basándose en los niveles de nutrición adecuada, agua potable segura, instalaciones sanitarias decentes, salud, vivienda, educación e información.[17] Se atribuyeron valores medibles a cada indicador y se utilizaron para establecer cuántos niños vivían en la pobreza. Los valores incluyeron: alturas y pesos más de 3 desviaciones típicas por debajo de la mediana internacional, niños con acceso solo a ríos y otras aguas superficiales, sin acceso a inodoros, sin vacunación, sin asistencia médica, habitando en viviendas con más de 5 personas por estancia, sin asistencia a la escuela y sin acceso a periódicos u otros medios de comunicación. De una población de 1 800 millones de niños de países en desarrollo, el 56 % se encontraba en al menos una de las situaciones reflejadas por estos indicadores. En África subsahariana y el sur de Asia, este número aumentó a más del 80 %, siendo los niños rurales de estas áreas los más afectados.
El Proyecto Vidas Jóvenes investiga la naturaleza cambiante de la pobreza infantil mediante el seguimiento de casi 12 000 niños durante 15 años en cuatro países (Etiopía, Perú, Vietnam e India), elegidos para reflejar una amplia gama de contextos culturales, políticos, geográficos y sociales. [18] Cada 3 o 4 años, los investigadores recopilan datos sobre la salud, la desnutrición, la alfabetización, el acceso a los servicios y otros indicadores de pobreza de los niños y sus familias.
Hay informes disponibles para estos 4 países que comparan los datos iniciales obtenidos en 2002 con los datos de 2006.[19] Perú, Vietnam e India han crecido económicamente y reducido la pobreza durante este tiempo, pero aún existen grandes desigualdades entre las áreas rurales y urbanas, y entre los grupos étnicos.[20] [21] Esto es particularmente obvio en India, el país con el segundo número más grande de multimillonarios, pero que también alberga al 25 % de los pobres del mundo.[22]
Etiopía, uno de los países más pobres del mundo, también ha mostrado un ligero crecimiento económico y una reducción de la pobreza. Todavía existen desigualdades: los niños tienen más probabilidades de estar desnutridos que las niñas y la pobreza absoluta es mayor en las zonas rurales, aunque la pobreza relativa es mayor en las zonas urbanas.[23] Estos datos se recopilaron antes de la sequía de 2008 y del subsiguiente aumento de los precios de los alimentos, que han tenido un grave impacto en la capacidad de Etiopía para nutrir a su población.
El enfoque de las capacidades humanas, en el que la pobreza se define por el grado de libertades que posee una persona, ha reavivado el debate entre filósofos y teóricos sobre cómo definir y medir la pobreza. Amartya Sen, creador del enfoque de las capacidades, sostiene que existen 5 libertades fundamentales que deberían estar disponibles para todos los seres humanos: libertades políticas, acceso a mercados para comprar y vender productos, oportunidades sociales, seguridad y garantías de transparencia.[24] También sugiere que todas están interconectadas, pues cada libertad fomenta o potencia las demás.[24]
Además, el enfoque de las capacidades sostiene que el desarrollo debería considerarse un proceso de expansión de las libertades o de eliminación de las principales fuentes de falta de libertad, en lugar de centrarse en mediciones más restringidas, como el crecimiento del producto interior bruto, la renta per cápita o la industrialización. [24]
Según otro planteamiento, el de las necesidades básicas (que en la mayoría de los aspectos es bastante similar al de capacidades) de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el objetivo del desarrollo debería ser brindar a todos los seres humanos la oportunidad de una vida plena, que va más allá de abstracciones como el dinero, el ingreso o el empleo.[25] Por lo tanto, la definición y medición de la pobreza en general debe extenderse más allá de mediciones como la renta per cápita. El Índice de Desarrollo Humano es un intento de esta extensión.
Otro intento es el cálculo por parte de una ONG del Reino Unido, Save the Children, del Índice de Desarrollo Infantil (CDI por sus siglas en inglés).[26] El CDI promedia 3 indicadores específicos de la infancia (educación, salud y nutrición) para obtener una puntuación en una escala de 0 (la mejor) a 100 (la peor).[26] Las puntuaciones más bajas son las mejores porque se emplean indicadores como la tasa de mortalidad de menores de 5 años.
Según Save the Children, cada uno de los indicadores fue elegido porque era fácilmente accesible, universalmente comprendido y reflejaba claramente la situación de la infancia.[26] El indicador escogido para la salud es la tasa de mortalidad de menores de 5 años. El seleccionado para la nutrición es el porcentaje de niños menores de 5 años con peso moderada o gravemente bajo (2 o más desviaciones típicas por debajo del peso medio para la edad de la población de referencia). Y el utilizado para la educación es el porcentaje de niños en edad escolar primaria que no están matriculados en la escuela.[26] La BBC considera al CDI la medición más adecuada de la pobreza infantil en lo que se refiere a oportunidades y capacidades.[26]
De los aproximadamente 2 200 millones de niños que en 2010 había en el mundo, aproximadamente uno de cada 2 vivía en la pobreza (contando la extrema y la no extrema).[27] En 2025 más de 500 millones de niños vivían en pobreza extrema.[28] De los 1 900 millones de niños que en 2024 vivían en países en desarrollo, 640 millones carecían de vivienda adecuada; 400 millones no tenían acceso a agua potable y 270 millones no tenían acceso a servicios de salud.[27] En 2003, 10,6 millones de niños murieron antes de cumplir los 5 años, lo que equivale a la población infantil total de Francia, Alemania, Grecia e Italia.[27] 1,4 millones morían anualmente por falta de acceso a agua potable y saneamiento adecuado, mientras que 2,2 millones fallecían por falta de vacunación. [27]
El Índice de desarrollo infantil permite comparar la pobreza infantil en las diferentes regiones del mundo.[26]
El CDI en África es el doble de la media mundial, y en el sur de Asia, vez y media.[26] En cambio, en los países desarrollados es una novena parte del promedio mundial.[26]
Sin embargo, en 2013, la pobreza infantil alcanzó niveles récord en Estados Unidos, con 16,7 millones de niños (más del 20 %) viviendo en hogares sin seguridad alimentaria. 47 millones de estadounidenses dependían de los bancos de alimentos, un 30 % más que en 2007. Los hogares encabezados por madres solteras eran los más afectados. Las zonas de mayor incidencia eran el Distrito de Columbia, Oregón, Arizona, Nuevo México y Florida, mientras que Dakota del Norte, Nuevo Hampshire, Virginia, Minnesota y Massachusetts son donde menos pobreza infantil había. [29] Más recientemente, en 2021, se estima que casi 11 millones de niños viven en la pobreza en Estados Unidos, lo que representa casi un tercio de todas las personas que viven en la pobreza en el país. [30]
Existen numerosas teorías sobre las causas de la pobreza infantil. La mayoría de los niños pobres nacen de padres pobres. Por lo tanto, las causas de la pobreza en la edad adulta (como las políticas públicas inadecuadas, la desigualdad educativa, el desempleo, las enfermedades físicas y mentales, los escasos servicios sociales, las discapacidades y la discriminación) influyen significativamente en que haya pobreza infantil.
La falta de recursos económicos de los padres limita las oportunidades de los niños.[31] Factores económicos y demográficos como la desindustrialización, la globalización, la segregación residencial, la segmentación del mercado laboral y la migración de residentes de clase media de las zonas urbanas marginales limitan las oportunidades y opciones económicas entre generaciones, aislando a los niños pobres de las zonas urbanas marginales.[31]
El declive de la familia nuclear, los hijos ilegítimos, el embarazo adolescente y la condición de madre soltera también se citan como una de las principales causas de pobreza y dependencia de la asistencia social para las mujeres y sus hijos.[31] Los niños que resultan de embarazos no deseados tienen más probabilidades de vivir en la pobreza.[32] Criar a un hijo requiere recursos significativos, por lo que cada hijo adicional requiere que los padres consigan más recursos. En caso contrario, se reduce la cantidad de recursos —como alimento— que recibe cada miembro de la familia. Las familias criadas por un solo progenitor son generalmente más pobres que las criadas por parejas,[33] pues ese progenitor debe trabajar para conseguir recursos y, a la vez, cuidar de sus hijos. En los Estados Unidos, 6 de cada 10 niños pobres a largo plazo han pasado tiempo en familias monoparentales[31] y en 2007, los niños que vivían en hogares encabezados por madres solteras tenían 5 veces más probabilidades de vivir en la pobreza que los niños de hogares encabezados por padres casados. [34]
Muchas de las aparentes asociaciones negativas entre crecer en la pobreza y los logros de quienes crecen en ella reflejan ventajas parentales no medidas.[31]
Se ha teorizado que gran parte de la pobreza infantil se debe a las decisiones, los incentivos y las creencias culturales de los padres. Por ejemplo, factores como ser madre soltera, el bajo nivel educativo y, especialmente, el desempleo, se asocian con la pobreza. Se han realizado numerosas investigaciones sobre qué incentivos influyen en el comportamiento para reducir la pobreza. Se sabe que los efectos de la pobreza, como la carga cognitiva, los prejuicios y el estrés, fomentan comportamientos que perpetúan la pobreza, por ejemplo, al reducir el nivel educativo o al no invertir en seguros.
Existe evidencia sólida de que crecer en la pobreza repercute en comportamientos que aumentan la probabilidad de pobreza para la siguiente generación. Algunos atribuyen estas tendencias a la cultura o a incentivos problemáticos, aunque la relación entre la pobreza y los comportamientos no está bien establecida.
Por ejemplo, la maternidad soltera se asocia con la pobreza infantil, especialmente en los países en desarrollo. Sin embargo, en 19 de las 29 democracias ricas, la monoparentalidad no se asocia significativamente con la pobreza infantil.
En Estados Unidos, la relación entre ser madre soltera y padecer pobreza ha ido disminuyendo desde la década de 1970, y la pobreza infantil ahora está mucho más estrechamente asociada con el empleo de los padres que con el estado civil. Se demostró que las reformas de la asistencia social de 1996 en Estados Unidos aumentaron el empleo y redujeron la dependencia de la asistencia social por parte de las familias monoparentales, pero no tuvieron un efecto medible en la maternidad soltera.
Estudios internacionales en países en desarrollo no encuentran ningún efecto entre la ayuda monetaria condicional y la incondicional en el empleo futuro.[35] [36]
Se ha demostrado que los contextos económicos y demográficos incrementan directamente la pobreza infantil, además de modificar el comportamiento de los padres de manera que la agrava. Por ejemplo, el crecimiento y el desarrollo económico local, el estado de industrialización y la falta de adecuación espacial o de habilidades pueden afectar directamente la pobreza al limitar las oportunidades de empleo. La demografía también se correlaciona con la pobreza, incluyendo las desventajas vecinales, la segregación residencial, la composición por edad y sexo, o la residencia en una zona rural.
Los efectos estructurales parecen variar según el tiempo y el lugar, y las investigaciones suelen llegar a conclusiones contradictorias. Por ejemplo, en los países ricos, la urbanización de una zona suele asociarse con el desplazamiento de sus habitantes más pobres, lo que aumenta su pobreza promedio. Sin embargo, en los países en desarrollo, el crecimiento económico local suele asociarse con la reducción de la pobreza de los más pobres.[36]
Las instituciones y los sucesivos gobiernos pueden conducir a políticas que aumentan o disminuyen la pobreza infantil, independientemente de la cultura local o los comportamientos de las personas afectadas. La teoría de los recursos de poder (cuanto menos organizada está la clase trabajadora, en peor situación se encuentra) es una de las explicaciones políticas más populares para la pobreza. Dado que las élites y las empresas suelen ser favorecidas en la distribución del poder político en una democracia capitalista, los grupos menos favorecidos pueden obtener poder político movilizándose juntos (por ejemplo, mediante sindicatos o votando). En Estados Unidos hay menos porcentaje de trabajadores pobres en los estados con mayores niveles de sindicalización.
En otros países la pobreza a escala nacional tiende a ser menor cuando hay mayor sindicalización, una mayor proporción de mujeres en el parlamento y cuando el gobierno de una democracia estable está controlado por partidos de izquierda. Debe tenerse en cuenta que muchos países prohíben directamente los sindicatos o ponen numerosas trabas a su actividad (8 países de cada 10, según la Confederación Sindical Internacional).[37] Eso propicia la pobreza en sus trabajadores.[38] Los efectos de las políticas de izquierdas parecen tener un efecto mucho mayor en los niveles de pobreza que los factores estructurales o el comportamiento individual. [36]
Otra teoría política se centra en las instituciones. Los institucionalistas afirman que la pobreza se debe a cómo las instituciones (ejemplos de instituciones no son solo organismos, sino también las leyes y normativas) afectan la distribución de recursos a largo plazo. Una prueba de ello es que las tasas de pobreza no responden rápidamente a los cambios de poder o electorales, sino que son relativamente estables y de evolución lenta. Algunas instituciones históricas tienden a consolidar la pobreza, y estas instituciones rara vez se ven modificadas significativamente por la política.
En esta teoría, los gobiernos influyen en la pobreza organizando la distribución de recursos (impuestos y transferencias), proporcionando seguros contra riesgos (o no), invirtiendo en capacidades como la educación o los servicios de salud, creando oportunidades como el empleo público y disciplinando a los pobres (por ejemplo, el encarcelamiento de los padres se asocia con un aumento de la falta de vivienda infantil).[39] En los estados de bienestar débiles existe una relación más estrecha entre la pobreza y comportamientos como la maternidad soltera, si se los compara con estados de bienestar generosos, como Dinamarca, donde no existe correlación entre la maternidad soltera y la pobreza. Sin embargo, los efectos de los partidos de izquierda y los sindicatos sobre la pobreza parecen estar disminuyendo con el tiempo.[36]
Se llama ciclo de la pobreza al hecho de que una familia permanece en la pobreza durante varias generaciones sucesivas. Por esta razón, para muchos gobiernos la reducción de la pobreza infantil ha sido una forma de romper este ciclo. Mejorar la calidad de la educación generalmente se considera como la manera más eficaz de quebrarlo, especialmente la educación de los niños pequeños antes de que lleguen al tercer año de la educación primaria (8-9 años).[40] [41]
Los estudios muestran que los niños cuyos resultados quedan por debajo del nivel de grado cuando ingresan en la educación preescolar tienen un riesgo mucho mayor de un bajo rendimiento educativo futuro (con la posible consecuencia de pobreza), y los niños que, en ese tercer año, aún están rezagados, generalmente nunca se ponen al día.[42] [43] Mejorar el entorno en el que crece el niño, garantizar el acceso a la salud y brindar incentivos financieros (ya sea a través de planes de beneficios o reducción de impuestos) se han sugerido como formas de romper el ciclo.
Se ha señalado que las escuelas estadounidenses estaban más segregadas en 2022 que desde la década de 1960, lo que podría estar contribuyendo al ciclo de pobreza, al concentrar a los niños más pobres en escuelas subfinanciadas. Los estudios demuestran que los niños cuyos padres asistieron a una escuela integrada (lo contrario de segregada) durante 5 años o más tienen un 10 % más de probabilidades de completar su educación secundaria.[40] [44]
Niños y niñas presentan tasas de pobreza similares durante su infancia, pero a medida que las mujeres entran en la adolescencia y la edad fértil, las tasas de pobreza entre ambos géneros se amplían. A escala mundial, las mujeres son mucho más pobres que los hombres (porque se propicia que abandonen antes los estudios, ven restringida su movilidad o se quedan embarazadas al no tener acceso a anticonceptivos), y los niños pobres tienen más probabilidades de vivir en hogares encabezados por mujeres. Por este motivo, los intentos por combatir el ciclo de la pobreza se han centrado frecuentemente en las madres (pero también en las niñas, por ejemplo intentando evitar su abandono escolar temprano) como una forma de romper los patrones negativos de pobreza que afectan la educación, la nutrición, la salud y el bienestar psicológico y social de los niños pobres. [45]
UNICEF informó que 100 millones de niños cayeron en la pobreza debido a la pandemia de COVID-19, lo que provocó un aumento del 10 % en la pobreza infantil entre 2019 y 2021.[46]
Como resultado de la pandemia de COVID-19, niños de todo el mundo tuvieron que abandonar sus aulas presenciales debido al cierre de escuelas y comenzaron a aprender a distancia desde casa. En Estados Unidos y países europeos, el cierre de escuelas implicó que los niños que vivían en pobreza y sufrían inseguridad alimentaria en casa no pudieran recibir los almuerzos escolares diarios. La pérdida de las escuelas como recurso para resolver la inseguridad alimentaria no solo causa hambre física en los niños de bajos recursos, sino que además afecta negativamente a su rendimiento académico y su salud mental.[47]
Una investigación del Instituto Grattan de Australia halló que las desigualdades entre niños pobres y no pobres se ampliaron con el cierre de escuelas durante la pandemia de COVID-19, especialmente para los niños pobres que tenían acceso limitado a dispositivos electrónicos y conexión a Internet para asistir a la escuela a distancia. La investigación también reveló que los niños de familias desfavorecidas en Australia informaron de sentimientos de ansiedad, estrés e impotencia como resultado de las dificultades familiares.[48]
Los efectos de la pandemia de COVID-19 se sintieron en todo el mundo y los niños pobres se vieron más afectados física, psicológica y emocionalmente que los no pobres.
Los efectos de la pobreza infantil son múltiples.
Los directos son:
Se estimaba en 2017 que en Estados Unidos casi 9 millones de niños vivían en la pobreza, y solo el 16 % de ellos niños pudieron avanzar posteriormente a un nivel de ingresos más alto (es decir, dejar de ser pobres).[51] Una persona que nace fuera de la pobreza tiene una probabilidad baja de caer en ella y no poder salir. En cambio, una persona que nace pobre tiene una probabilidad mucho más alta de no conseguir salir de la pobreza en toda su vida.
Las personas en familias de bajos ingresos tienen menos probabilidades de acceder a la educación superior.[52] Pueden verse obligadas a dejar los estudios y ponerse a trabajar desde su adolescencia (15 o 16 años, incluso antes de la edad legal para trabajar) para mantenerse a sí mismos o a sus familia, lo que puede conducir a problemas de salud mental relacionados con el estrés temprano, como ansiedad y depresión.
Por otra parte, las dificultades financieras, o la falta de capacidad, pueden propiciar que los padres no se den cuenta de que su hijo tiene dificultades en la escuela. Tener poca o ninguna atención de padres que trabajan constantemente puede crear un entorno donde un adolescente no tiene orientación parental. Algunos adolescentes pueden, desafortunadamente, recurrir a las drogas, el sexo o la delincuencia. La falta de motivación, las bajas notas o carecer de dinero para pagar la Universidad pueden impedir que los adolescentes se formen para puestos de mayor estabilidad económica, obligándolos a trabajar en empleos de bajos ingresos. Perpetúan así la pobreza de sus padres (ciclo de la pobreza).[53]
La estigmatización de vivir en la pobreza también puede ser perjudicial para el bienestar mental de los niños y el desarrollo de su identidad personal. Los niños de familias más pobres sienten vergüenza por no poder permitirse ropa de marca, dispositivos electrónicos, una vivienda digna o participar en actividades sociales costosas. Estos niños pueden quedar aislados cuando sus familias deciden retirarse públicamente de sus comunidades para evitar la vergüenza de su estatus socioeconómico.[54] Los niños y adolescentes a menudo desarrollan métodos para gestionar las dificultades financieras de su familia, incluyendo estrategias de afrontamiento para ayudar a mantener a su familia mediante el ingenio. También inventan maneras de lidiar psicológicamente con no tener lo que otros muchos sí.[54]
Aunque se podría pensar que la pobreza infantil es principalmente un problema de los países en desarrollo, en realidad también afecta seriamente a los países desarrollados. Si todos los 16,7 millones de niños pobres en Estados Unidos se reunieran en un solo lugar, superarían a la población de la ciudad de Nueva York.[55] Tampoco es un problema antiguo que se va resolviendo lentamenteː denuncia Unicef que «algunos de los países más ricos del mundo experimentaron fuertes aumentos de la pobreza infantil entre 2014 y 2021».[56] Además, no necesariamente se va solucionando según va creciendo económicamente el paísː en 2025 España llevaba varios años de crecimiento sostenido y la pobreza infantil, que ya era muy alta, se había incrementado todavía más.[57]
Muchos estudios publicados han demostrado fuertes asociaciones entre la pobreza infantil y lo que de adulto se consigue en educación, salud, socialización, fertilidad, mercado laboral e ingresos. Las investigaciones muestran reiteradamente que los hijos de padres de bajos ingresos tienen un mayor riesgo de problemas de desarrollo intelectual y conductual (delincuencia juvenil).[58] Grandes asociaciones negativas entre la pobreza durante la primera infancia y los resultados académicos se han encontrado consistentemente en muchos estudios.[31] Además, los niños pobres tienen un mayor riesgo de mostrar problemas de comportamiento y emocionales, como impulsividad y dificultad para llevarse bien con sus compañeros, y la pobreza familiar está asociada con un mayor riesgo de embarazo adolescente, relaciones menos positivas con los compañeros y menor autoestima.[59] Estos comportamientos aumentan las probabilidades de que los niños que crecieron en la pobreza permanezcan en ella.[60]
En términos de desventajas económicas, los adultos que fueron niños pobres tienen mayor probabilidad de caer por debajo de la línea de pobreza al menos una vez en el futuro.[59] Quienes fueron niños pobres, de adultos trabajan menos horas al año, ganan menos por hora, reciben menores ingresos anuales y pasan más semanas sin trabajar alrededor de sus 25 años. [31] El ingreso paterno también está fuertemente asociado con la situación económica en la edad adulta. [31]
La Academia Nacional de Ciencias descubrió que «la pobreza infantil y el estrés crónico pueden provocar problemas para regular las emociones en la edad adulta». Crecer en la pobreza no solo puede afectar a la salud física de la persona, sino también a su futuro. Se ha demostrado estadísticamente que crecer en la pobreza aumenta la probabilidad de ir a prisión, desarrollar una adicción, padecer una enfermedad mental o no terminar la escuela secundaria.[61] Por estos motivos, los niños que crecen en la pobreza a menudo permanecen en ella y repiten el ciclo.[60] [62] [63]
Además, la pobreza infantil en los primeros 3 años de vida está relacionada con un estado nutricional deficiente y habilidades motoras deficientes; en contraste, la pobreza también está asociada con la obesidad infantil. A medida que crecen, los niños pobres tienen más probabilidades de tener problemas de salud crónicos, como asma y anemia. [59] Estos impactos probablemente reflejan problemas relacionados con la pobreza, incluyendo una dieta deficiente, condiciones de vivienda inferiores, un entorno vecinal deficiente, acceso reducido a bienes y actividades y el estrés psicológico derivado de estos factores.[64]
En otras investigaciones se ha encontrado que la relación entre la pobreza infantil y los resultados negativos posteriores en la edad adulta es relativamente pequeña.[65] En un análisis sistemático, los ingresos familiares solo afectaron "modestamente" a las probabilidades de embarazo adolescente y de desempleo masculino. [66]
País | Porcentaje de niños pobres |
---|---|
Israel | 22,2 % |
Chile | 21,5 % |
Estados Unidos | 21,2 % |
México | 19,8 % |
España | 19,3 % |
China | 19 % |
Italia | 18,7 % |
Hungría | 16,9 % |
Lituania | 16,5 % |
Luxemburgo | 16 % |
Grecia | 13,9 % |
Australia | 13,3 % |
Eslovaquia | 12,4 % |
Reino Unido | 12,4 % |
Corea del Sur | 12,3 % |
Portugal | 12,2 % |
Suiza | 12 % |
Canadá | 11,8 % |
Francia | 11,7 % |
Alemania | 11,3 % |
Países Bajos | 10,9 % |
Letonia | 10,5 % |
Estonia | 10,3 % |
Austria | 9,6 % |
Bélgica | 9,2 % |
Suecia | 9 % |
Irlanda | 8,6 % |
Noruega | 8,1 % |
Polonia | 7,4 % |
República Checa | 6,4 % |
Eslovenia | 5,9 % |
Islandia | 5,4 % |
Dinamarca | 4,7 % |
Finlandia | 3,5 % |
Si se emplea una medida relativa de la pobreza (como estar por debajo del 60 % de la mediana del ingreso de la zona) un niño pobre de un país en desarrollo sufre mayores privaciones que otro de un país desarrollado. En 2003 se estimaba que un tercio de los niños de los países desarrollados (unos 674 millones) vivía en la pobreza, y que las mayores tasas (por encima del 70 %) se daban en áreas rurales del África subsahariana y del sur de Asia.[17]
La guerra, las enfermedades, la corrupción, la falta de recursos y un entorno hostil afectan a muchos de esos países y contribuyen a su pobreza. Estos factores son importantes causas de mortalidad, no solo de niños, también de adultos, lo que a su vez propicia familias monoparentales y niñós huérfanos.
Todos los países miembros de las Naciones Unidas, excepto Estados Unidos,[69] han ratificado la Convención sobre los Derechos del Niño, que pretende que sean relevantes las violaciones estos derechos (como el derecho a la educación) para que se produzcan menos.[70] Sudán del Sur, que estuvo varios años sin ratificarla, lo hizo en 2015.[71] Un estudio publicado por UNICEF en 2009 halló disminuciones en la mortalidad de menores de 5 años y desnutrición, a la vez que mejoraron la lactancia materna, el suministro de agua y la educación.[72]
Pese a estos avances, 24 000 morían cada día por enfermedades mayoritariamente prevenibles, 150 millones de niños entre 5 y 14 años se veían forzados a trabajar (a esas edades tienen derecho a no trabajar, porque lo que deben hacer es formarse) y 100 millones de niños en edades de educación primaria estaban sin escolarizar.
Todavía existían grandes desigualdades, con los niños rurales expuestos a mayores riesgos de enfermedad, analfabetismo y muerte que los urbanos. Los intentos destacables para abordar la pobreza infantil en países en desarrollo incluían la Bolsa Familia de Brasil (que, de acuerdo con el Banco Mundial, en su primera década de funcionamiento logró reducir a la mitad la pobreza en Brasil)[73] y la ayuda por hijo (Child Grant) de Sudáfrica, que alcanzó a 7 millones de familias. En los demás países en desarrollo las políticas específicas de protección social de la infancia son escasas y las instituciones para llevarlas a cabo presentan deficiencias.[34]
Según el Overseas Development Institute (ODI por sus siglas en inglés, prestigioso laboratorio de ideas británico), se necesita una mayor visibilidad de las cuestiones relacionadas con los derechos de los niños en las políticas de los donantes y se debería intentar emular el éxito logrado al utilizar indicadores de género para desarrollar políticas de desarrollo sensibles al género.[34] Considera el ODI que los principales organismos defensores de los derechos de los niños (UNICEF, Fondo de Población de las Naciones Unidas —UNFPA— y ONG como Save the Children, Plan International y World Vision International) deberían hacer más para destacar el impacto de las cuestiones macroeconómicas generales en los niños.[34] El ODI sugiere además que se establezca una comisión internacional para abordar el impacto de la crisis de las 3-F (alimentaria, financiera y de combustible; food, finance and fuel en inglés) en los niños como plataforma para el diálogo y nuevas iniciativas. [34]
Sin embargo, determinar las políticas apropiadas para abordar la pobreza infantil a largo plazo es objeto de acalorados debates, al igual que la mayoría de las soluciones políticas propuestas, y depende de los efectos que más impactan en la región. Para combatir la falta de recursos disponibles en las naciones desarrolladas, se deben desarrollar políticas que brinden recursos a las familias pobres y aumenten los niveles de habilidades de los niños pobres aprovechando iniciativas exitosas de asistencia social al trabajo y manteniendo los apoyos financieros al trabajo, como el Crédito Tributario por Ingreso del Trabajo, los créditos fiscales reembolsables para el cuidado infantil y las ayudas a la vivienda.[31] [59]
La Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño concluye que, si los padres de una familia pobre no pueden cumplir con sus deberes como cuidadores financieros de sus hijos, se espera que el Estado se encargue de mantener la salud y el bienestar de los niños.[74] Esta declaración argumenta que la responsabilidad de abordar la pobreza infantil no debe recaer únicamente en los padres y cuidadores de los niños, sino que debe ser asumida por los países en que esos niños habitan.
Si los padres no pueden o no quieren hacerse cargo de sus hijos, en muchos países tienen la posibilidad de darlos voluntariamente en adopción.[75] Por otra parte, si los servicios sociales consideran que un niño está gravemente desatendido, pueden iniciar el proceso para retirar a los padres la custodia legal (guarda y custodia) y dar al niño en adopción.[76]
Aunque muchos países desarrollados trabajan para mejorar sus programas de bienestar, los problemas de ciudadanía y las políticas de ciudadanía dificultan a menudo la reducción de la pobreza infantil en determinados colectivos.[74] Combatir la pobreza en los países desarrollados también significa mejorar las escuelas que existen allí. Para ayudar a los niños en situación de pobreza, las escuelas deben invertir más dinero en comidas escolares, bibliotecas y atención médica.[77] Para abordar eficazmente los cambios económicos, demográficos y culturales, se deben implementar estrategias económicas y de servicios sociales que combatan los factores generadores de subclases urbanas, como proporcionar empleos y políticas de servicios sociales que aborden los efectos del aislamiento. [31] [59] Finalmente, para romper el ciclo de la pobreza, las políticas deben apuntar a expandir las oportunidades económicas, especialmente para las niñas desfavorecidas.[31]