Una oda (en griego antiguo: ᾠδή ōdḗ) es un tipo de poesía lírica. Las odas son poemas estructurados que alaban o glorifican un acontecimiento o un individuo, describiendo la naturaleza tanto intelectual como emocionalmente.[1] La oda es un poema lírico. Transmite emociones exaltadas e inspiradas. Es una lírica de forma elaborada, expresada en un lenguaje imaginativo, digno y sincero.
La oda es de origen griego. En su origen, las odas griegas eran piezas poéticas interpretadas con acompañamiento musical.[2] Con el paso del tiempo, se fueron convirtiendo en composiciones líricas personales, ya fueran cantadas (con o sin instrumentos musicales) o simplemente recitadas (siempre con acompañamiento). Los principales instrumentos utilizados eran el aulós y la lira.
Una oda clásica se estructura en tres partes principales: la estrofa, la antiestrofa y el epodo, aunque existen otras formas, como la oda homostrófica y la oda irregular.
Hay tres formas típicas de odas: la pindárica, la horaciana y la irregular.[3][4]
En la poesía castellana cultivaron este género Fray Luis de León, Garcilaso de la Vega, Fernando de Herrera, Manuel José Quintana, Nicasio Álvarez de Cienfuegos, Juan Nicasio Gallego, Espronceda y otros. En Chile, las Odas elementales de Pablo Neruda proyectan una renovación de la oda horaciana: escribió una oda a su lápiz, a un tomate, a una cebolla, a un viejo cine estropeado, al diccionario, incluso a los cordones de sus zapatos, y a un montón de otras cosas que encontró tiradas por casa.[5]
En la poesía en habla inglesa, destacan las odas del poeta inglés John Keats,[5] entre las cuales destaca «Oda a un ruiseñor», un poema personal que describe el viaje del autor hacia el estado de capacidad negativa.