El nacionalismo saharaui es una ideología política que busca la autodeterminación del pueblo saharaui, la población indígena del Sahara Occidental, así como la independencia total del territorio cuyas 3/4 partes están bajo control de Marruecos. Históricamente ha estado representado por el Frente Polisario.[1] Surgió como reacción contra las políticas colonialistas españolas impuestas a partir de 1958, y posteriormente como reacción a las invasiones mauritanas y marroquíes de 1975.[1]
El nacionalismo saharaui en la actualidad se basa en proteger la identidad del pueblo saharaui, buscar un referéndum de autodeterminación y lograr la independencia total del Sáhara Occidental.
Sus principales ideologías opuestas han sido el colonialismo español (Sahara español, 1884-1975), el irredentismo mauritano (Tiris al-Gharbiyya, 1975-1979), el irredentismo marroquí (Provincias del Sur, 1975-presente) y el panarabismo.[2]
Desde los años 1950 el pueblo saharaui comenzó a protestar contra el dominio español en el Sáhara Occidental. En 1968 algunos saharauis se movilizaron militar y políticamente contra las autoridades españolas, formando el Movimiento Nacional de Liberación Saharaui liderado por Mohamed Basiri. Después de la intifada de Zemla, el primer levantamiento masivo nacionalista saharaui, Basiri fue arrestado por las autoridades españolas y desapareció.[3] En 1973 se creó el Frente Polisario como una organización paramilitar contra la gobernación española, cometiendo atentados y enfrentándose contra la policía local.[4]
En 1974, el gobierno franquista creó el Partido de Unión Nacional Saharaui como un apoyo político que sería usado como contrapeso al creciente nacionalismo.[5] En 1975, la muerte de Francisco Franco significó el colapso del gobierno español en el Sáhara Occidental. Los Acuerdos de Madrid, donde se excluyó la participación de los dirigentes nacionalistas saharauis, se estableció la división del territorio entre Mauritania y Marruecos, aunque nunca fueron reconocidos por los dirigentes saharauis ni por la ONU.[6]
Ángela Hernández Moreno, en su análisis "De beidani a saharaui: cambios de identidad en la población del Sáhara occidental", enfatiza la importancia crucial de la historia para comprender la identidad saharaui y evitar el olvido[7]. La autora destaca que la historia no es simplemente un relato estático, sino que es un terreno donde los actores involucrados la interpretan y definen:
El olvido es un elemento clave en la formación de una nación, y la forma en que se recuerda o se olvida el pasado tiene una influencia directa en la construcción de la identidad nacional. Es por ello que, para los historiadores, es fundamental deconstruir los mitos presentes en las versiones nacionalistas de la historia, evitando proyecciones del presente en el pasado y basándose en datos objetivos. [...]. La memoria colectiva es vital para mantener viva la lucha por la autodeterminación, y un análisis objetivo y desapasionado de la historia permite evitar caer en narrativas nacionalistas que buscan justificar la opresión y la negación de los derechos de los pueblos[7].
Según la autora, el proceso de identificación para el censo, diseñado para el referéndum de autodeterminación, lejos de definir a la población, generó una serie de problemas que impidieron su realización y aumentaron el interés en la cuestión identitaria. La administración colonial española no logró censar de manera fiable a la población debido a su carácter nómada, y fue solo en 1974, bajo presión internacional, que se intentó seriamente llevar a cabo un censo para el referéndum. Este esfuerzo por identificar a la población reveló la complejidad y las contradicciones en la construcción de la identidad saharaui.
La investigación histórica nos permite entender la "otredad" del pueblo saharaui, que no se ajusta a los cánones de la realidad europea. La historia de Ma el Ainin, por ejemplo, se ha utilizado para establecer la existencia histórica de los saharauis y para definir un Estado-Nación. Igualmente, la historia de la resistencia a la colonización muestra que el nacionalismo saharaui no es una invención reciente, sino que tiene raíces profundas en el pasado[8]. El olvido de esta historia puede perpetuar la injusticia, mientras que su análisis crítico permite construir un futuro mejor para el pueblo saharaui.
Antes de la llegada de las potencias coloniales, el territorio del Sahara Occidental estaba habitado por diversas tribus nómadas que compartían una cultura y forma de vida adaptada al desierto[9]. El territorio era conocido como Trab el Bidān, que significa "territorio de los blancos", en contraste con Trab el Sudán, "tierra de los negros", que se refiere al África subsahariana. Estas tribus, organizadas en clanes y linajes, seguían una estructura social basada en la jerarquía, con un sistema de valores propios que regulaban sus relaciones[10].
La sociedad precolonial saharaui estaba dividida en tribus guerreras[10], principalmente nómadas, y tribus tributarias[10], en su mayoría dedicadas a la agricultura y la pesca. Las tribus tributarias estaban obligadas a pagar una especie de tributo conocido como la horma a las tribus guerreras a cambio de protección. Esta división contribuyó a la estabilidad social en la región, donde las tribus nómadas se desplazaban por el desierto según sus necesidades. Algunas de las tribus nómadas más destacadas que habitaban la región antes de la colonización eran[11]:
Aunque compartían una base cultural común, cada tribu mantenía sus propias identidades y estructuras sociales. En la jerarquía social, los Arab (descendientes de los árabes) ocupaban la posición más alta, mientras que en la base se encontraban los Abid (esclavos negros)[9] y los hatim (libertos)[9].
La vida nómada de estas tribus seguía dos ciclos fundamentales. El primero era el tiempo de la tribu, en el que los miembros de la tribu se desplazaban de un lugar a otro según las necesidades del entorno. El segundo ciclo, denominado Ait Arbain o Consejo de los 40, era un sistema de organización común entre las tribus, en el que se compartían experiencias y se regulaban las relaciones intertribales.
Con la llegada de los colonizadores europeos a finales del siglo XIX y principios del XX[9], esta dinámica social y territorial fue transformada drásticamente. La imposición de fronteras y la sedentarización obligatoria impuesta por los colonizadores, particularmente por España, alteraron el modo de vida tradicional de las tribus nómadas. Esta sedentarización, aunque forzada, tuvo un impacto profundo en la estructura social, aunque el imaginario nómada continuó siendo relevante a nivel cultural.
El periodo colonial español en el Sahara Occidental se extendió desde finales del siglo XIX hasta 1975[12]. Comenzó formalmente en 1884, cuando España proclamó el protectorado sobre el territorio. A lo largo de las décadas, España fue consolidando su control sobre la región, especialmente en las costas. Durante el siglo XX, especialmente en la década de 1960, España profundizó su dominio con la explotación de recursos naturales, como los fosfatos de Bu-Craá[10].
Este periodo concluyó en 1975, cuando España, presionada por el contexto internacional y las reivindicaciones de autodeterminación del pueblo saharaui, decidió retirarse del territorio. Ese mismo año, España firmó los Acuerdos de Madrid (14 de noviembre de 1975) con Marruecos y Mauritania[10], cediendo el control del Sahara Occidental a ambos países. Sin embargo, la descolonización no fue completa, ya que el conflicto por la autodeterminación del pueblo saharaui continuó, con el Frente Polisario proclamando la independencia y estableciendo la República Árabe Saharaui Democrática (RASD)[7].
La presencia española en el Sahara Occidental comenzó con intereses comerciales, particularmente relacionados con la pesca en las costas ricas del desierto[12]. Sin embargo, el verdadero establecimiento colonial se consolidó a finales del siglo XIX, cuando España, enfrentada a la competencia de otras potencias coloniales, como Francia, consolidó su control sobre la región.
En 1881, la Sociedad de Pesquerías Canario-Africana[12] obtuvo la cesión de la península de Dahla, lo que marcó el inicio de la ocupación territorial española. A pesar de los conflictos internos en España y las disputas con potencias extranjeras, la presencia española se fue consolidando, principalmente en las costas, y a lo largo de los años, se establecieron fortines y líneas divisorias para proteger sus intereses coloniales.
A lo largo del siglo XX, especialmente en la década de 1960, España consolidó su dominio colonial en el Sahara Occidental, con la explotación de recursos naturales como los fosfatos de Bu-Craá[10]. La creación de empresas como Fosfatos de Bucraa S.A[10]. consolidó la economía colonial, que sin embargo relegó a los saharauis a una posición subalterna, como trabajadores asalariados en sus propios recursos naturales.
La colonización española introdujo una economía de mercado y transformó las relaciones sociales tradicionales. La sedentarización de las poblaciones nómadas saharauis, inicialmente forzada por la creación de centros urbanos como El Aaiún[10] y Villa Cisneros[10], alteró profundamente la estructura social. Aunque esta sedentarización permitió una mayor interacción entre los saharauis y con otras culturas, también significó una ruptura con las formas de vida nómada, que hasta entonces habían sido la base de la identidad saharaui.
El auge de la industria minera, especialmente con el descubrimiento de los fosfatos en Bu-Craá en la década de 1960, trajo consigo la creación de nuevos empleos y la transformación de la economía local. Sin embargo, los saharauis se vieron relegados a puestos subalternos y el control de la industria y los recursos naturales quedó en manos de los colonizadores españoles y sus aliados, lo que aumentó la desigualdad y contribuyó a una creciente conciencia de la explotación colonial.
Durante la colonización española, la estructura social del Sahara Occidental experimentó cambios significativos, en gran parte debido a la intervención del poder colonial. Las tribus saharauis continuaron siendo una parte importante de la organización social, pero el dominio español también introdujo nuevas dinámicas políticas y sociales que afectaron la jerarquía y el orden tradicional de las tribus. En este período, la división entre los grupos dominantes árabes ḥassāníes[9] y las tribus bereberes[9] se intensificó, ya que las autoridades coloniales favorecieron a las tribus árabes en muchos aspectos de la administración y la organización.
La lengua árabe y las costumbres árabes, reforzadas por la presencia de las tribus ḥassāníes[9], se consolidaron como las dominantes en la región. La resistencia a la ocupación también se alimentó de una identidad saharaui unificada, que trascendía las divisiones tribales y se centraba en la lucha por la autodeterminación frente al colonialismo.
La revuelta de Zemla, conocida también como la "intifada de Zemla", ocurrió el 17 de junio de 1970 en El Aaiún, Sahara Occidental[10], y fue un acontecimiento crucial en la lucha del pueblo saharaui contra la colonización española. Durante esta protesta pacífica, los saharauis exigían su derecho a la autodeterminación, pero la respuesta de las autoridades españolas fue violenta[12].
La manifestación fue disuelta con represión, resultando en muertes y detenciones. La revuelta tuvo un profundo impacto en la conciencia política saharaui y facilitó la creación del Frente Polisario como respuesta a la represión y la desaparición de Bassiri, líder de la Organización Avanzada para la Liberación del Sahara[12]. Este evento marcó un punto de inflexión en la resistencia saharaui y en la lucha por la independencia del Sahara Occidental.[12]
El sistema de administración colonial español en el Sahara Occidental se basó en la colaboración con los notables saharauis, quienes ocuparon posiciones administrativas dentro del sistema colonial. Sin embargo, el enfoque de la administración española también estuvo marcado por su intento de "asimilar" a la población saharaui a la cultura española a través de un sistema educativo influenciado por el nacional-catolicismo[10]. El objetivo era integrar a los jóvenes saharauis como "nuevos españoles" en un intento de disolver las identidades tribales y promover un proceso de "civilización".
En 1974 se creó el Partido Nacional Unitario Saharaui (PNUS)[10] con el fin de fomentar la integración política del pueblo saharaui en el proyecto colonial. Sin embargo, este intento de asimilación encontró resistencia en la población local, y, a pesar de la violencia simbólica que se utilizó para imponer el modelo colonial, la identidad saharaui comenzó a redefinirse en respuesta a las imposiciones externas.
La administración española contribuyó a la creación de una identidad compartida entre los saharauis. Si bien antes de la colonización no existía un sentimiento de unidad entre las tribus, la presencia del régimen colonial y la imposición de un sistema administrativo común llevaron a que las diversas tribus se percibieran como un pueblo con un destino común[10]. La explotación de recursos naturales, como los fosfatos, y el aumento de la presencia española en el territorio reforzaron este sentimiento de unidad.
Paralelamente, la administración colonial contribuyó a fortalecer el sentimiento de pertenencia al territorio, especialmente entre los jóvenes nacidos en el Sahara Occidental[12]. A pesar de que las fronteras coloniales fueron impuestas, estas también consolidaron un sentido de arraigo a la tierra entre la población saharaui, algo fundamental en el desarrollo del nacionalismo saharaui.
El discurso anticolonial[7] que circulaba en otras partes de África también influyó en el despertar de la conciencia nacional saharaui. Las luchas por la independencia en países vecinos sirvieron de inspiración para que los saharauis comenzaran a exigir su propia autodeterminación. A pesar de los intentos de asimilación de la administración española, que implementó un sistema educativo influenciado por el nacional-catolicismo, los saharauis comenzaron a desarrollar una identidad diferenciada, combinando elementos árabes y de nación propia.
Este proceso culminó con la formación del Frente Polisario en 1973[12], un movimiento de liberación[12] que unificó a los saharauis en la lucha por la autodeterminación. El Frente Polisario se convirtió en el principal representante del pueblo saharaui, liderando la lucha contra la ocupación española, y luego contra la ocupación marroquí. La Yemaá, una institución tradicional, también expresó su apoyo al Frente Polisario, disolviéndose al declarar que este era el legítimo representante de la voluntad del pueblo saharaui.
La proclamación de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) en 1976[10] fue otro hito importante en la consolidación de la identidad nacional saharaui. Con la creación de un gobierno y de instituciones políticas propias, los saharauis reafirmaron su deseo de autogobierno y autodeterminación. La identidad saharaui se consolidó en este contexto, no solo como una respuesta a la colonización, sino como un acto de resistencia ante la ocupación extranjera.
En resumen, la administración colonial española en el Sahara Occidental, a pesar de sus esfuerzos por imponer la asimilación cultural y la dominación política, proporcionó las bases para el surgimiento de una identidad nacional saharaui. La sedentarización, la creación de fronteras, el discurso anticolonial, y la formación del Frente Polisario fueron factores clave que, combinados con laproclamación de la RASD[7], dieron forma al nacionalismo saharaui, el cual se consolidó como un movimiento de resistencia y lucha por la autodeterminación.
La descolonización española del Sahara Occidental fue un proceso complejo y frustrado, marcado por la presión internacional, las maniobras políticas y la resistencia saharaui. No se completó de manera efectiva, ya que España se retiró del territorio en 1975 sin llevar a cabo un proceso de autodeterminación. En su lugar, el territorio fue ocupado por Marruecos y Mauritania, lo que provocó un conflicto que perdura hasta hoy. El proceso de descolonización del Sáhara Occidental estuvo marcada por lo siguientes factores:
La ONU presionó a España para la descolonización del Sahara Occidental debido a la aplicación del principio de autodeterminación de los pueblos[12] y al contexto general de descolonización que se vivía a nivel mundial después de la Segunda Guerra Mundial. La ONU consideraba al Sahara Occidental como un territorio no autónomo[12] bajo administración española, por lo que le correspondía el derecho a la libre determinación.
España, en un principio, se resistió a las presiones de la ONU y trató de evitar la descolonización del Sahara Occidental. Inicialmente, el gobierno español negó el carácter de territorio no autónomo de sus posesiones africanas, considerándolas como provincias españolas[12]. Esta política buscaba asimilar la condición jurídica de la población saharaui a la española para postergar la descolonización.
Sin embargo, la presión internacional, especialmente de la ONU, obligó a España a cambiar su postura. Algunos puntos clave sobre cómo se tomó España esta presión son:
En resumen, la ONU presionó a España para descolonizar el Sahara Occidental basándose en el principio de autodeterminación, mientras que España inicialmente se resistió, buscando mantener su presencia y control sobre el territorio. La presión internacional y la necesidad de salvaguardar sus intereses llevaron a España a una serie de acciones contradictorias que culminaron en la entrega del territorio a Marruecos y Mauritania, dejando inconcluso el proceso de descolonización
El dictamen del Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) sobre el Sahara Occidental[12] fue emitido el 16 de octubre de 1975, y no es un evento que deba celebrarse en sí mismo, sino una opinión consultiva sobre la situación jurídica del territorio. El TIJ concluyó que no existían vínculos de soberanía territorial entre el Sahara Occidental y Marruecos o Mauritania que impidieran la autodeterminación del pueblo saharaui.
El hecho de que aún no se haya resuelto el conflicto del Sahara Occidental y que no se haya celebrado un referéndum de autodeterminación[12] no se debe a la falta de un dictamen del TIJ, sino a otros factores que han obstaculizado la implementación del proceso de descolonización. Estos factores incluyen:
En resumen, el dictamen del TIJ ya fue emitido en 1975 y reafirmó el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui. El hecho de que no se haya celebrado un referéndum se debe a una serie de factores políticos, diplomáticos y de intereses, que han obstaculizado la implementación del proceso de descolonización del Sahara Occidental. La comunidad internacional, y en particular la ONU, tienen la responsabilidad de garantizar que el pueblo saharaui pueda ejercer su derecho a la autodeterminación, pero esto requiere un consenso y una voluntad política que aún no se han manifestado plenamente.
A pesar del dictamen del TIJ, España firmó los Acuerdos de Madrid en noviembre de 1975, cediendo la administración del territorio a Marruecos y Mauritania. Este acto fue considerado por muchos como una traición al pueblo saharaui y una violación del derecho internacional.
En 1976, España se retiró del Sahara Occidental, dejando el territorio en manos de Marruecos y Mauritania, lo que desencadenó una guerra entre el Frente Polisario y estos países.
El surgimiento de la conciencia nacional en el Sahara Occidental fue un proceso complejo que estuvo influenciado por diversos factores, entre los que destacan la colonización española, la difusión de movimientos de liberación en África y la interacción con los países vecinos. Este proceso llevó a la consolidación de una identidad saharaui distintiva y, eventualmente, a la lucha por la autodeterminación del pueblo saharaui. A continuación, un listado de los principales actores que contribuyeron al nacionalismo Saharaui.
El nacionalismo saharaui es fuertemente defendido por el gobierno de la República Árabe Saharaui Democrática y por el Frente Polisario, el partido hegemónico saharaui. Después del retiro de Mauritania del territorio en 1984 y el armisticio de la guerra del Sahara Occidental, el gobierno de la república saharaui ha logrado por medio de la diplomacia su reconocimiento como nación y Estado independiente, pese a las presiones de Marruecos, quien todavía controla gran parte del territorio y está completamente en contra de un referéndum de autodeterminación.[15]La RASD es miembro de pleno derecho en la Unión Africana y es reconocida por aproximadamente 80 Estados soberanos.[2]
Sin embargo, en esta última década, estados poderosos han reconocido la marroquinización del Sáhara Occidental. En diciembre de 2020, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump[14], firmó una declaración reconociendo la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental y anunciando la normalización de las relaciones diplomáticas entre Marruecos e Israel[14]. Esta decisión fue presentada como parte de un acuerdo para restablecer los lazos entre Marruecos e Israel, convirtiéndose en el cuarto país musulmán en normalizar relaciones con Israel, después de los Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Sudán:
"Otro logro histórico hoy. Nuestros dos grandes amigos Israel y el reino de Marruecos han acordado (establecer) relaciones diplomáticas plenas, un enorme avance por la paz en Medio Oriente"[14]
Por otro lado, el Frente Polisario, a través de su representante ante Naciones Unidas, Sidi Omar, rechazó este reconocimiento y subrayó que el estatus legal del Sahara Occidental debe ser determinado por la legislación internacional y las resoluciones de la ONU.
En octubre de 2024, Francia reafirmó su reconocimiento de la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental durante una visita de Estado del presidente Emmanuel Macron a Rabat[13].
Emmanuel Macron, durante su visita a Marruecos, reafirmó el apoyo de Francia al Plan de Autonomía de Marruecos como la "solución más viable para el Sahara Occidental"[13]. Destacó que este plan podría ser un medio para resolver el conflicto, manteniendo la soberanía de Marruecos sobre el territorio. Además, afirmó que la posición francesa está alineada con las resoluciones de la ONU y que los esfuerzos de Marruecos en la región son una prioridad en su relación bilateral.
Este apoyo se refleja en la actualización del mapa del país en la página web oficial francesa, incluyendo el Sahara Occidental. La relación entre ambos países se fortaleció con la firma de acuerdos clave en áreas como infraestructuras, energía y agricultura[13].