En la mitología griega, los espartos (en griego antiguo, Σπαρτοί Spartoí, literalmente ‘hombres sembrados’, de σπείρω speírō, ‘plantar’) fueron los hombres que nacieron de los dientes del dragón ismenio, sembrados por Cadmo.[1] Estos dientes también tuvieron una pequeña participación en el periplo de Jasón.[2]
Se dice que Cadmo, tras recorrer Beocia, se asentó en el actual emplazamiento de Tebas. Con el deseo de sacrificar una vaca a Atenea envió a varios de sus compañeros a sacar agua de la fuente de Ares, pero el dragón ismenio —nacido de Ares[3] o bien terrígeno[1]— que custodiaba la fuente, aniquiló a la mayoría de los enviados.[3] Los autores latinos se refieren a la fuente Castalia, que estaba al pie del Parnaso, en Delfos.[4][5] Tzetzes añade que el dragón custodiaba las aguas del manantial de Dirce y había dado muerte a Sérifo y Deyoleón, amigos de Cadmo, que traían agua para un sacrificio.[6]
Cadmo, indignado, dio muerte al dragón y por consejo de Atenea sembró sus dientes. Hecho esto, surgieron de la tierra hombres armados a los que llamaron espartos. Estos se mataron entre sí, unos en pelea involuntaria y otros por desconocimiento.[3] Según Helánico no se produjo ninguna guerra entre ellos pero Zeus tuvo que intervenir para salvar a Cadmo de la ira de Ares, que deseaba matarlo.[7]
Ferécides dice que Cadmo, al ver brotar de la tierra hombres armados, les arrojó piedras, y ellos, creyendo cada uno que habían sido arrojadas por el otro, comenzaron a pelear. Sobrevivieron cinco: Equión (Ἐχῑ́ων, «víbora»), Udeo (Οὐδαῖος, «de la tierra»), Ctonio (Χθόνιος, «de la tierra»), Hiperénor (Ὺπερήνωρ, «hombre que surge») y Peloro (Πέλορος, «sepiente monstruosa»).[3][8] Otros los denominan Equión, Ideo, Ciomino, Peloro e Hipereón. Por voluntad de Atenea, estos hombres se unieron a Cadmo, quienes se convirtieron en ayudantes para fundar Tebas y líderes de la ciudad.[9]
En tiempo de Cadmo, los más poderosos después del propio Cadmo fueron los espartos. Cadmo decidió hacer yerno suyo a Equión, porque sobresalía en valor.[10] El resto de espartos son pura comparsa y carecen de mitos propios. Al menos se tiene en cuenta de que algunos participaron en la genealogía tebana: Ctonio fue el padre de Lico y Nicteo,[11] en tanto que Udeo fue padre de Everes y abuelo del adivino Tiresias.[12]
Según Focio, Ástaco era uno de los espartos, aunque lo más común es que no se le incluya. Fue el fundador de la ciudad de Ástaco en Bitinia, y fue el padre de cuatro de los más destacados defensores de los siete contra Tebas, a saber, los Astácidas: Ísmaro, Anfídico, Melanipo y Léades; y padre, igualmente, de Eritelas y Lobes, fundadores de la Tebas Hipoplacia.[13]
Se consideraba que el caudillo tebano Epaminondas era descendiente de los Espartos.[14]
Parte de los dientes del dragón los había guardado Atenea y se los había entregado al rey Eetes de Cólquide. Uno de los retos que impuso este rey a Jasón para la obtención del vellocino de oro fue que unciera dos toros de patas de bronce y sembrara los dientes. Así lo hizo Jasón y también en esta ocasión nacieron hombres armados que empezaron a luchar entre sí cuando Jasón les arrojó piedras y luego los exterminó.[2][15][16]