Alfonso Romero Mesa (Montellano, 1882-Madrid, 1940) fue un pintor y ceramista español.[a] Junto con Enrique Guijo y Juan Ruiz de Luna representa la edad de oro de la historia de la azulejería urbana en Madrid.[1] Destaca, en volumen de obra cerámica, su trabajo con el arquitecto José Espelius en la azulejería de la plaza de toros de Las Ventas, entre 1922 y 1929.[2][3]
Nacido en una familia humilde de la localidad sevillana de Montellano, entró como aprendiz en el taller de escenografía de Joaquín Fernández Acosta, y con apenas catorce años tomó contacto con el mundo de la cerámica al entrar a trabajar en 1896 en la fábrica de Mensaque Hermanos de la capital hispalense; en ella conoció a su primer maestro, Antonio Pelayo -y es posible que también a Guijo-, antes de trasladarse en Madrid en 1906-7, para entrar en el estudio de Luis Muriel, escenógrafo del Teatro Real.[4]
Tras establecerse de forma definitiva en la capital de España en 1913, y ya a partir de 1915, Romero colaboró con Guijo en su taller de la calle Mayor, 80, trabajando en paneles para el Metro de Madrid.[4] Seseña informa de que el grueso de su producción se cocía en el horno que los Mensaque habían instalado en el Puente de Vallecas, hasta que a raíz de su ruptura con Guijo por la concesión a Romero del encargo de decorar la Monumental de Las Ventas, montó horno propio en su casa de la calle del Rollo y luego en un solar de la vallecana calle de Rodríguez Espinosa; en esos años le acompañaba en el alfar su sobrino Alfonso Córdoba Romero, llegado a Madrid en 1915 como estudiante de Bellas Artes en San Fernando.[5]
Alfonso Romero Mesa permaneció en Madrid durante la Guerra Civil, falleciendo nueve meses después de agotada la contienda.[6]
Aunque buena parte de su obra en la decoración comercial urbana ha sido expoliada y desaparecida, quedan cuatro ejemplos notables en las fachadas de las bodegas “Rosell” y “La Ardosa”, en Villa Rosa (con 12 paneles muy coloristas a partir de un boceto de Ruiz de Luna),[2] y en el interior de Los Gabrieles.[7] Junto con Ruiz de Luna y Guijo firmó, entre 1917 y 1930, algunos ejemplos mayores del uso publicitario del azulejo en el comercio madrileño,[8] como los referidos paneles exteriores de gusto costumbrista del colmado y tablao flamenco "Villa Rosa";[9] y los techos y cuadros del bar Los Gabrieles, «Capilla Sixtina» del azulejo madrileño.[2][10]