La Virgen de Quitapesares es una advocación mariana originaria de Pontevedra (Galicia, España).
Virgen de Quitapesares | ||
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Origen | ||
Santuario | Basílica de Santa María la Mayor de Pontevedra (Galicia, España) | |
Datos generales | ||
Veneración | Iglesia católica | |
Fecha de la imagen |
c. 1590 (anónimo) | |
Estilo | manierista | |
De la advocación de la Virgen de Quitapesares hay datos desde al menos la última década del siglo xv,[1] si bien el origen de la imagen ubicada en la Basílica de Santa María la Mayor de Pontevedra, la más famosa de las escasas representaciones existentes a día de hoy bajo este título, se encuentra en el ataque que en 1585 realizó una flota inglesa comandada por el pirata Francis Drake. Dicha flota procedió a efectuar un asedio a las aldeas ubicadas en la ría de Pontevedra, quedando testimonio de este acontecimiento en una carta remitida a Felipe II el 7 de octubre:
Muy ilustre señor: Al punto que esta escrivo, quedan junto a este puerto 30 naves ynglesas. Y el capitán dellas, que se dice Francisco Draques, se a desembarcado un tiro de arcabuz desta villa, en un sitio fuerte, que se diçe el Vurgo, con mil y quinientos hombres en lanchas y esquifes. Diçe que biene por orden de la reina de Yngalaterra a satisfaçerse de los agravios, que los yngleses an recivido en esta villa. Y a soltar a los que estubieren presos y bolverles sus haciendas. [...] Procuraré defender esta fuerça hasta morir en ella. Aviso del punto en que esto queda a su majestad, como me lo tiene mandado. [...] En Vayona a las onçe de la noche [...].
El asedio quedó consignado en una memoria conservada en la Biblioteca Nacional de España, donde se realiza una crónica detallada de los hechos desde la llegada de los ingleses el 7 de octubre hasta su retirada el 21 del mismo mes:
A siete de Octubre llegó Francisco Draques, cosario ynglés, con 28 naos gruesas a las islas de Vayona, puerto de mar, 18 leguas de Orense, dos leguas de las mismas yslas. Y aún no era bien sabida su venida, quando la mesma noche, a las 8 horas, con 24 Lanchas llegó a nuestra Señora del Vurgo, ques como arrabal de la misma Villa, y echó en tierra mil y quinientos hombres.[3]: 283
En dicha memoria figuran a su vez varios actos de saqueo y vandalismo contra edificios religiosos en Teis y Vigo:
Los enemigos entraron en la yglesia, y quemaron la imagen de San Salvador, y llebaron la campana. Pasando el miércoles por Vigo el enemigo con su armada, tomó un barco que allí estaba había tres dias con la riqueza de la iglesia de aquella Villa; estimóse en cinco mil escudos, y otros dicen mucho más.[3]: 285
Así mismo, Pedro Rodríguez Muñiz dejó testimonio del segundo ataque de Drake a las costas pontevedresas, ocurrido en 1589, al relatar en 1595 el saqueo producido en el Monasterio de Nuestra Señora de Gracia de la isla de Tambo del mismo modo que Hipólito de Sá Bravo:
De tales referencias documentales a los ermitaños de Santa María de Gracia de la isla de Tambo el padre Sarmiento deduce la existencia de una fundación monacal con iglesia o ermita atendida por los religiosos o monjes sacerdotes, al menos desde antes de los primeros años del siglo xv hasta que la isla fue invadida por los piratas ingleses mandados por Drake. La isla fue arrasada, destruyeron el monasterio, prendieron fuego a la iglesia y arrojaron al mar las imágenes. La imagen titular de Nuestra Señora de Gracia la recogieron los pescadores de Combarro y la colocaron en la capilla de Nuestra Señora de Renda en donde la vio el padre Sarmiento, quien al estar allí preguntó a la ermitaña, una devota mujer que hacía vida eremítica en aquel lugar, la cual le dijo que era la imagen de Nuestra Señora de Gracia, procedente del monasterio de la isla de Tambo. La imagen que menciona el padre Sarmiento era de madera pintada, de una vara de alto, representando a la Virgen María dando el pecho al Niño, con corona en la cabeza, con indicios de no ser muy antigua.[4]: 98 [nota 2]
Del asalto a la isla de Tambo dejó constancia también en 1866 fray Esteban Álvarez Inclán:
Los soldados que venían en la armada de la reina de Inglaterra, saltando en la isla, la destruyeron y arruinaron claustro y celdas y asolaron la iglesia, no dejando nada en pie. Entonces los herejes acuchillaron a los santos... e imágenes de aquel puesto; que este es el fruto del Evangelio de Calvino y sus discípulos... Francisco Drake, verdadero dragón archipirata inglés, de quien tan odiosa memoria quedó en toda nuestra costa, fue el almirante de tal armada.[5]: 69
Sin embargo, en 1998 Sergio Vázquez Rouco puso en tela de juicio la responsabilidad de Drake en el ataque a la isla de Tambo:
Pienso que la razón auténtica del traslado de la venerada imagen de Nuestra Señora de Gracia al lugar de Renda, fue mucho más natural: la ría de Pontevedra estuvo siempre expuesta a expoliaciones de piratas. Como en otros lugares de la ría construyeron las iglesias apartadas del mar, a fin de evitar posibles asaltos, los vecinos del Coto de Poio, con su abad, retiran la imagen de este santuario [de la isla de Tambo] a un lugar del Coto, Ilamado Renda y libre de todo peligro de corsarios. Por supuesto, de acuerdo con la época, adornan el traslado con esa leyenda justificativa del origen. A partir de entonces en Tambo queda la imagen de San Miguel. Y por eso cambió el nombre: San Miguel de Tambo. Y así con esa denominación aparece desde mediados del siglo xvii en los diversos documentos del Poio.[6]
De acuerdo con la tradición, el que los piratas ingleses no fuesen capaces de atravesar en 1585 la barrera de arena situada en Lourizán, donde se hallaba una ermita en la que recibía culto la Virgen de Placeres, fue visto por los lugareños como un milagro el cual atribuyeron a la imagen al considerarla autora del cúmulo de sedimentos que, fruto de la confluencia de agua dulce y agua salada, impidieron la extensión del asedio hasta la capital, a la par que dicha barrera provocaba que cualquier barco enemigo quedase varado y, por tanto, a expensas de un saqueo por parte de los pontevedreses, quienes a su vez veían cómo sus embarcaciones eran protegidas mientras atravesaban la barrera rumbo al puerto.[7] Aprovechando que en ese momento se estaba acometiendo la construcción de la torre de las campanas de la Basílica de Santa María la Mayor de Pontevedra, se decidió instalar en la base, supuestamente en señal de agradecimiento a la Virgen de Placeres por su intercesión en favor de los pontevedreses, una presunta réplica en relieve de esta imagen, de bulto redondo y venerada a día de hoy en la Iglesia de Nuestra Señora de los Placeres (levantada por Eugenio Montero Ríos sobre la primitiva ermita de Lourizán), a la que se dio por nombre Virgen de Quitapesares, denominación con la que se conocía también a la Virgen de Placeres.[nota 3] La devoción a este título mariano se mantuvo vigente a lo largo del siglo xvii e incluso se vio reforzada en 1702, año en que la Flota de Indias, apoyada por la armada del rey Luis XIV, sufrió un ataque en la ría de Vigo por parte de la coalición angloneerlandesa, dando lugar a la conocida como batalla de Rande; el puerto de Pontevedra se mantuvo al margen de este conflicto y no fue víctima de ningún ataque, hecho que los habitantes interpretaron como un signo de la protección ofrecida por la Virgen de Quitapesares,[7] quien durante su apogeo recibió numerosos exvotos constatados en distintas crónicas.[2]
Menos de dos décadas después, en 1719, este título mariano causaría un gran rechazo entre los pontevedreses el cual provocaría su caída en el olvido. A raíz del conflicto de 1702, los cartógrafos que integraban las tropas francesas realizaron un exhaustivo análisis de las aguas y de todo el litoral de las rías, elaborando en consecuencia unos planos detallados que en 1719 pondrían a disposición de los ingleses, sus nuevos aliados, lo cual facilitó en gran medida el asedio de las tropas del almirante Michells, quienes arribaron al estuario de Ulló sin dificultad; una vez allí, y al mando del general Wade, las tropas se dirigieron a la villa de Pontevedra, la cual saquearon por varios días, si bien la misma se hallaba desierta debido a que sus habitantes, tal y como relató Antonio Meijide Pardo, huyeron despavoridos, lo que evitó su muerte durante los numerosos incendios que provocaron la destrucción de importantes construcciones, como las Torres Arzobispales, la Maestranza, el pazo de los Churruchaos y la casa de los hermanos Nodales:[2]
Tras el ataque francés por los Pirineos, los británicos mandaron una expedición de castigo a la costa de Galicia. En el mes de septiembre de 1719 una escuadra británica desembarcó en Ribadeo una fuerza de 5000 soldados. Allí permanecieron tan solo cuatro días organizando las columnas de castigo, que se dirigieron a Vigo, Pontevedra y Marín. Destruyeron los astilleros de Vigo y Marín, saquearon las zonas donde estuvieron y permanecieron cuatro semanas en Vigo.[8]: 41
Pese a que el relieve de la Virgen de Quitapesares sobrevivió al ataque junto con el resto de la basílica, los pontevedreses se sintieron traicionados y abandonados por la que hasta entonces habían considerado su protectora, lo que desencadenó un rechazo generalizado a esta advocación así como su condena al olvido, motivo por el que este título mariano no recibe ninguna clase de culto desde entonces, circunstancia que ha llevado a su vez a que muchos pontevedreses desconozcan en la actualidad el significado del relieve y la importancia que tuvo en su momento.[7]
En lo tocante a la autoría del relieve, facturado a finales del siglo xvi, se sabe que la torre de las campanas de la Basílica de Santa María la Mayor fue diseñada por Mateo López ya que hay constancia de que fue él quien elaboró la traza, correspondiendo su ejecución a Juan Pérez y Antonio Montero; pese a que en principio se podría adjudicar la pieza a ambos, es preciso tener en cuenta que la construcción de la torre de las campanas se prolongó por más de cincuenta años, desde alrededor de 1550 hasta aproximadamente 1600,[9] por lo que cabe la posibilidad de que en este amplio lapso de tiempo interviniese otro artista, aunque en caso de que Pérez hubiese trabajado en la fase inicial y Montero en la final o viceversa en vez de haberla levantado los dos al mismo tiempo, entonces el relieve sería obra exclusivamente o de Pérez o de Montero, si bien Juan Juego Puig lo atribuyó a los mareantes del Corpo Santo[10] (en Pontevedra los pescadores eran llamados mareantes y se integraban en la Cofradía del Corpo Santo, mientras que los aunténticos mareantes pertenecían a la Cofradía de San Miguel).[11]: 25 Independientemente de si Pérez y Montero trabajaron al mismo tiempo o en épocas diferentes, el último debía contar para finales del siglo xvi con una edad avanzada puesto que para 1560 ya consta como cantero y hombre casado:
Mas una scritura de fuero hecha por el Guardian y flaires del dicho monesterio [de San Francisco] a Antonio Montero, cantero, vezino de la dicha villa [de Pontevedra], e su mujer Ana Fernandez, del horno del dicho monesterio con sus casas que estan junto con el y fornal del con leva que esta en frente del, sito en la Rua de Moldes, colacion de San Bartolome de la dicha villa, por tres reales cada semana en reales o en trigo cocido, y en cada un año dos servicios el uno por Pascua de Resurreccion y el otro por dia de Navidad, en cada uno de los quales ha de aver medio carnero y dos açumbres de vino blanco de Ribadavia y medio ducado en dinero, que paso ante Vasco Fernandes, notario, a tres dias de henero de mill e quinientos e sesenta anos.[12]: 402–403
Por su parte, Juan Pérez debía ser anciano para finales del siglo xvi en caso de seguir con vida si su identidad se corresponde con la del Juan Pérez mencionado en un traspaso en Santiago de Compostela con fecha del 20 de julio de 1534:
[...] paresçió presente Juan Pérez, cantero, estante en la dicha çibdad, e dixo que, por quanto en él fuera y estava rematada la obra delantera que se avía de hazer de pedrería y cantería de la casa del estudio, syta en la Rua Noba desta dicha çibdad [...] por çiertas causas y raçones que para lo ynfraescripto le movían y mobieron, desde agora, dezía e dixo que relajava y traspasava, relaxó y traspasó, dexava e dexó la dicha posta y remate de la dicha obra en la casa del dicho colegio en Alvaro González e Juan do Canpo e Juan da Cruz, pedreros, veçinos de la dicha çibdad, questavan presentes [...].[13]: 298
No parece sin embargo nada probable que la identidad del Juan Pérez que intervino en la torre de las campanas se pueda corresponder, dada la distancia geográfica, con la de ninguno de los al menos tres canteros homónimos activos a mediados del siglo xvi en Aragón, dos de ellos, padre e hijo, involucrados en 1544 en la tasación de unas obras acometidas en el Monasterio de Nuestra Señora de Valentuñana.[14]: 401 Por el mismo motivo, tampoco parece que su identidad se corresponda con la del Juan Pérez que en 1539 llevó a cabo la obra de un puente y un camino en La Serna (Laredo, Cantabria), ni con la del Juan Pérez que para 1575 se encontraba trabajando con Juan de Aras en la Iglesia de San Andrés de Carrión de los Condes (Palencia).[15]: 499 Por otro lado, cabe destacar que la torre, y por ende el relieve, corrieron el riesgo de no llegar a construirse debido a la polémica surgida en torno a esta estructura, la cual era vista por los feligreses como un elemento que no se correspondía con el resto de la edificación a nivel arquitectónico y ornamental, a lo que se suma la escasez de medios que había entonces y que puso igualmente en peligro la obra.[9]
Respecto a si la Virgen de Quitapesares es una réplica de la Virgen de Placeres, existen discrepancias ya que a día de hoy no se ha podido dilucidar si la Virgen de Placeres es realmente anterior a la Virgen de Quitapesares como asegura la tradición o viceversa ya que la imagen de la Virgen de Placeres venerada cuando Drake atacó Galicia podría no corresponderse con la actual, aunque de la Virgen de Quitapesares no existe duda alguna acerca de su datación, pues de acuerdo con Pilar Rosales Vázquez y Juego Puig, la talla pontevedresa se corresponde con las obras acometidas en la década de 1590 en la torre de las campanas de la Basílica de Santa María la Mayor, aunque ambos sugirieron erróneamente la posibilidad de que Alonso III de Fonseca la tomase como insignia personal al ejercer de párroco de los mareantes pontevedreses o de que la regalase a los lugareños a modo de protección al ser esta parte de la ría uno de los puntos de mayor peligro, pues ambas hipótesis obligarían a fechar la imagen casi un siglo antes del ataque de Drake ya que Fonseca inició su carrera eclesiástica en 1491.[2] Por su parte, la Virgen de Placeres aparece documentada por primera vez bajo el nombre de Nuestra Señora de Quitapesares en 1494, año en que se publicó la Planta de la villa, arrabal y Ría de Pontevedra, donde se menciona «la punta nombrada a Louriçan donde está un ermita de nuestra señora de quitapesares»,[1] si bien lo más probable es que la imagen venerada en ese momento no se corresponda con la actual ya que esta última no encaja con el estilo gótico tardío entonces imperante ni tampoco con otros estilos precedentes, como el románico. En 1595 sería referenciada por Rodríguez Muñiz y de nuevo en 1834 por Domingo Fontán en su Carta Geométrica de Galicia, estableciendo Juego Puig y Rosales Vázquez un vínculo entre ambos títulos marianos: «Creemos que en Lourizán ambas advocaciones, Quitapesares y Placeres, hacen alusión a la misma idea: las dificultades que conllevaba atravesar la barra».[2][7][nota 4]
Los problemas de datación se trasladan también a la imagen de Nuestra Señora de Gracia, pues existe la creencia generalizada de que la misma se corresponde con la talla de la Virgen de la Renda,[16][17] si bien esta última no figura dándole el pecho al Niño Jesús como sí hacía Nuestra Señora de Gracia de acuerdo con la crónica del padre Sarmiento,[4]: 98 quien a mayores mencionó que la imagen era de madera pero no hizo referencia alguna a que fuese de vestir como sí lo es la talla de la Virgen de la Renda, aunque también se afirma que esta imagen es de factura moderna,[6] lo que implicaría la existencia de una anterior (la original) que, por diversos motivos, se habría perdido.[18] En cuanto a la contextualización histórica de la Virgen de Quitapesares, tanto Juego Puig como Rosales Vázquez manifestaron que «la torre de las campanas de Santa María y el foso de las Torres Arzobispales son obras coetáneas y dirigidas por el mismo aparejador en el contexto del horror ante la amenaza luterana y el temor a los ataques de los corsarios ingleses», catalogando el relieve como una obra con «un carácter de monumento conmemorativo, de exvoto gremial que recordase permanentemente a sus vecinos que la villa fue salvada de las tropelías de los herejes de manera milagrosa, por intercesión directa de la madre de Dios».[2] Independientemente de si la Virgen de Placeres es anterior a la Virgen de Quitapesares o viceversa, ambas repiten a nivel iconográfico, con algunas salvedades, el modelo representado en la Virgen de Guadalupe del coro del Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, en Cáceres, obra fechada en 1498 cuyo exponente más conocido es la Virgen de Guadalupe venerada en la Basílica de Santa María de Guadalupe, en México.[19]
En lo que atañe a las denominaciones «Quitapesares» y «Placeres», ambas atribuidas a la Virgen de Placeres, el padre Sarmiento realizó un breve estudio sobre el origen y vínculo entre ambos términos:
La ria de Pontevedra tiene 17 ó 18 puertos entre pequeños y grandes. A una legua de Pontevedra está el puerto de Marín, capaz de navíos de línea. El mar entra por una boca estrecha a Marín y desde Marín pasa a Pontevedra; pero en Nuestra Señora de Quitapesares hay mucho peligro por estar allí la barra y haber mucha arena.
Desde Lourizán al poniente se eleva la tierra y forma un promontorio que se entra en el mar. En la cumbre está una ermita que hoy llaman de Quitapesares porque pasado ese cabo, punta o promontorio, ya no hay pesares en virtud del peligro. Subí a lo alto y entré en la ermita, y advertí que en un cuadro antiguo no se llamaba Nuestra Señora de Quitapesares sino Nuestra Señora de los Placeres.
No entendería aquí esta voz Placeres, si el año de 1716 no hubiese leído en Juan de Moya que placer es un banco de arena. En la pág. 25 de su Astronomía, leí después lo mismo: «placer dicen a los baxos de arena». Dícense así por ironía. Tengo idea de haber leído placel por placer en el viaje de los capitanes Nodales naturales de Pontevedra. A dos leguas de Quitapesares, en la misma ria hay el lugar llamado Placer, que todos creen es casa de placer, y no es sino casa junto al placer o bajío de arena.
Lo que extraño es que siendo Moya castellano, y tan trivial, no se halle en los diccionarios la voz placer por bajo de arena. Así Nuestra Señora de los Placeres se llamó así por las syrtes o bajos de arena que tiene muy cerca. Y Nuestra Señora de Quitapesares porque se invoca para que libre de aquellos peligros. Ahora discurriría yo que en la dicha ermita o cerca, habría alguna luz o farol ardiendo que guiase a los navegantes para que se apartasen del peligro de los placeres. Y como ese sitio está en Lourizan se llamaría esa feligresía San Andrés del Ourizan o de la luz ardente, como el Orzàn de La Coruña.[20]: 391
Destaca por su parte la existencia durante un tiempo de otra imagen dedicada a la Virgen de Quitapesares, la cual recibió culto en la Iglesia de San Ginés de Padriñán, en Sangenjo. Debido a que el relieve se corresponde a nivel advocativo con la Virgen de la Purificación, también llamada de la Presentación o Candelaria, en 1603 Simón Díaz de Saavedra y su esposa Margarita Suárez de Tanxil fundaron la Capilla de la Purificación en un espacio dedicado en algún momento a la Virgen de la O, advocación que pasaría a ocupar la actual Capilla del Carmen y, finalmente, el nicho de la sacristía.[8]: 18, 95 Esta capilla pasó a estar presidida por un relieve empotrado en el muro frontal el cual constituía una réplica fiel de la imagen pontevedresa. La decisión del matrimonio de instalar una copia de la Virgen de Quitapesares estuvo motivada por el hecho de que tanto la villa de Sangenjo como la iglesia sufrieron, al igual que la capital, el ataque de las tropas de Drake; tenida desde entonces por los lugareños como su protectora, y en un curioso paralelismo con la imagen pontevedresa, la réplica sangenjina gozó de gran devoción hasta el ataque de los ingleses en 1719, quienes, entre otros actos de saqueo, se llevaron las campanas del templo, lo único que pudieron robar, pues unas misteriosas luces en el horizonte advirtieron a los habitantes de la llegada de los anglosajones, lo que les permitió huir ladera arriba hacia el interior de la parroquia llevándose consigo casi todos los objetos de valor. Tras estos hechos, la imagen fue picada para colocar en su lugar una réplica tallada en madera, pieza que sería destruida en un incendio, aunque pronto se instalaría la imagen que actualmente preside la capilla, financiada por los nuevos patronos, los señores de Miraflores.[21]
La Virgen de Quitapesares representa a la mujer vestida de sol (mulier amicta sole) mencionada en el capítulo XII de libro del Apocalipsis, obra de San Juan de Patmos en la que se describe a dicha mujer como «vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de estrellas sobre su cabeza». Ubicada en la fachada sur de la torre de las campanas, en uno de los accesos a la plaza de Alonso de Fonseca, la Virgen sujeta la mano izquierda del Niño Jesús con su mano izquierda mientras con la derecha sostiene una manzana como símbolo del pecado original que condenó al destierro a Adán y Eva del Edén.[2] El infante, seriamente mutilado de cintura para abajo, se muestra completamente desnudo, con los genitales a la vista y preparado para la ceremonia de la circuncisión; debajo, sobre los pliegues de las vestiduras de la Virgen, se halla un paño extendido destinado a recoger la sangre derramada, con Jesús apoyando su mano derecha sobre el pecho derecho de su madre al igual que numerosas imágenes representativas de la advocación de la Virgen de la Leche. En la base, a modo de escabel, figura una media luna en referencia a la descripción dada en el Apocalipsis, estando el relieve enmarcado en una hornacina radiada de estilo manierista coronada por un dosel avenerado y decorado en los extremos con volutas presididas por flores tetrapétalas, todo ello rematado por la cabeza de un querubín, muy similar a otra que se halla debajo del nicho a modo de peana.[21]
La Virgen de Quitapesares constituye una obra de gran importancia por ser, junto con la Virgen de Placeres, la representación más antigua que se conserva en el mundo de este título mariano, del que tan solo existen tres ejemplares conocidos, si bien la imagen restante, de factura moderna y venerada en el colegio Montealto de Madrid, no guarda ninguna relación con sus homónimas gallegas más allá del nombre.[22] Aunque su culto lleva perdido desde 1719, la misma sigue siendo objeto de curiosidad por parte de un gran número de pontevedreses que desconocen su historia, siendo irónicamente la imagen del Cristo del Buen Viaje, emplazada a escasos metros, destinataria de una devoción exacerbada pese a no habérsele atribuido nunca ningún milagro.[nota 5] Así mismo, el relieve se erige como una pieza de gran valor histórico al haberse salvado no solo de la destrucción causada por los ingleses en 1719, sino también de la ira de los propios pontevedreses, quienes en un acto de rebeldía podrían haberla picado o haber provocado deterioros en ella al igual que solía hacerse en otros puertos, donde tal y como recogen Juego Puig y Rosales Vázquez, «el santo protector de la barra es amenazado por los mareantes con arrojarle puñados de arena al rostro si no ampara el tránsito de embarcaciones, como recoge Lourenço Alves en Póvoa de Varzim».[2] En lo que respecta a la denominación «Quitapesares», destacan la Torre de Quitapesares, desaparecida fortaleza entre Peares y Monforte de Lemos, y el pazo de Santa Cruz de Quitapesares, edifico del siglo xvii encuadrado en la arquitectura típica de Galicia y situado en A Carrasqueira (Bueu),[23] lugar que dada su proximidad con Sangenjo podría haberse visto influenciado por la imagen de la Virgen de Quitapesares de la Iglesia de San Ginés en lo que a la denominación del pazo se refiere, existiendo a su vez una localidad y una finca en Castilla y León con el mismo nombre aunque sin vínculo alguno con la Virgen de Quitapesares. En cuanto a imaginería religiosa se refiere, junto con la Virgen de Quitapesares del colegio Montealto destacan una talla representativa del Niño Jesús popularmente conocida como «El Quitapesares», obra de Luisa Roldán en el siglo xvii custodiada en el Convento de San Leandro de Sevilla,[24]: 168 y el cuadro Cristo de Quitapesares (1857), obra de Antonio María Esquivel conservada en el Museo de Bellas Artes de Sevilla,[25] ambas sin relación con la advocación pontevedresa al igual que la imagen madrileña. Por su parte, la Virgen de Placeres cuenta, entre otros, con una imagen homónima ubicada en la fachada principal del compostelano pazo de Fonseca, obra de Diego de Romay en el siglo xvii y allí instalada por tratarse de una devoción particular de Alonso III,[26]: 100 [nota 6] y con un fuerte en Iguatemi (Brasil), construcción del siglo xviii levantada por los portugueses.[27]: 39