La Semana Santa de Sevilla es la conmemoración de la pasión y muerte de Cristo a través de las procesiones que realizan las cofradías a la Catedral de la ciudad durante el periodo comprendido entre el Domingo de Ramos y el Domingo de Resurrección. A lo largo de esos días realizan un recorrido por las calles, son 61 hermandades, y 10 más lo hacen en los 2 días previos, el Viernes de Dolores y el Sábado de Pasión.
Además de los aspectos religiosos, la Semana Santa en Sevilla supone un fenómeno de carácter sociocultural, turístico y económico de gran importancia en la ciudad, está declarada de Interés Turístico Internacional, constituyendo una de las grandes fiestas de primavera en Sevilla junto a la Feria de abril.
La Semana Santa se vive durante todo el año en la ciudad y las hermandades trabajan día a día en tres pilares fundamentales: formación, culto y caridad. Son múltiples las obras asistenciales que estas instituciones realizan en Sevilla y su Provincia. La estación de penitencia o salida procesional es el principal culto externo de las corporaciones, pero cuentan con numerosos cultos internos a sus titulares a lo largo del año, como novenas, quinarios, triduos y besamanos.
El Consejo General de Hermandades y Cofradías, es el órgano encargado de la regulación del conjunto de procesiones de la Semana Santa, agiliza trámites y acuerdos con las instituciones oficiales y controla los horarios de paso por la Carrera Oficial. Sus miembros son elegidos cada cuatro años por los Hermanos Mayores de las distintas hermandades.
Los desfiles procesionales de la Semana Santa, transforman la ciudad durante ese periodo y son el resultado de la evolución durante siglos de las formas, modos y maneras de las cofradías y hermandades, las cuales cuentan entre sus miembros a personas de todas las clases sociales. En la evolución de estas corporaciones han influido múltiples factores, tanto religiosos como artísticos, sociales e históricos.
Las procesiones de la Semana Santa se abren con la Cruz de Guía, que suele ir acompañada de una pareja de nazarenos con faroles. A partir de la cruz de guía comienzo el cortejo de nazarenos que portan cirios o cruces como penitencia, los tramos de nazarenos van intercalados por el conjunto de insignias; las más habituales son el llamado Senatus, en memoria del ejército romano que custodiaba a Cristo; las banderas que acompañan a cada paso y que suelen tener colores pasionarios o marianos; el simpecado, en defensa del dogma de la inmaculada concepción; el libro de reglas y el estandarte. El cortejo de nazarenos suele finalizar con las bocinas que anunciaban el paso, la presidencia y tras la misma vienen los acólitos y los pasos.
Los estandartes son las insignias más características, formadas por una gran tela, generalmente de terciopelo y de un color representativo de la Hermandad, que se recoge en forma ovalada y decorativa sobre una barra de plata repujada y rematado siempre por una cruz o crucifijo pequeño. La tela tiene bordado el escudo de la hermandad.
Los nazarenos son los hermanos que acompañan a los pasos durante el transcurso de la "Estación de Penitencia". Cada Hermandad tiene establecido en sus reglas fundacionales las características del vestuario de los nazarenos, en lo relativo a túnica, zapatos, insignias y complementos. El nazareno puede llevar cirio, vara, insignia, farol o una cruz sobre el hombro.
Son aquellos que, vistiendo dalmática o sotana y sobrepelliz, van inmediatos a las imágenes alumbrándolas o incensándolas. Los acólitos en estación de penitencia se distribuyen en tres lugares: acompañando al paso de Cristo, abriendo el cortejo de la Virgen y acompañando a este último paso. Delante del paso del Cristo y la Virgen concurren cuatro o seis ciriales (acólitos ceroferarios), dos incensarios (acólitos turiferarios), un pertiguero, y varias navetas y canastillas. En el paso de Virgen se puede encontrar, en algunas procesiones, un grupo nutrido de monaguillos infantes. Abriendo el cortejo del palio se puede encontarar en algunas cofradías, dos ciriales escoltando a la Cruz parroquial o manguilla.
Los acólitos turiferarios van incensando las andas de los Titulares. Su nombre proviene de la denominación latina de la planta de donde principalmente se obtiene el incienso u olíbano: boswellia thurifera. El incienso que se quema en la estación y cultos internos es, desde hace años, una mezcla de elaboración propia y única que se realiza en Cuaresma siguiendo una receta antigua.
La indumentaria varía dependiendo del papel de dichos acólitos. El pertiguero viste ropón largo y porta medallón. Los acólitos ceroferarios y turiferarios visten: alba con encajes (con amito y alzacuello correspondiente) y dalmática. Los monaguillos pequeños visten: sotana (con alzacuello) y sobrepelliz. Los acólitos ceroferarios que acompañan a la manguilla llevan dalmáticas.
Constituye el centro de toda la procesión, formado por un conjunto o grupo de imágenes que representan la Pasión. Lo más habitual es que las cofradías tengan dos pasos, el primero de Cristo, que puede ser un "nazareno" (Jesús con la cruz a cuestas); un Jesús crucificado o un "misterio" (representación de un episodio de la Pasión protagonizado por Cristo). El segundo de los pasos suele llevar una representación de la Dolorosa bajo palio; en algunos casos la Virgen va acompañada por otra imagen como por ejemplo la imagen de la Virgen de la hermandad de la Amargura, acompañada de San Juan Evangelista.
Hay algún caso de cofradía con tres pasos y también alguna con solo uno como Santa Marta o La Mortaja. El tamaño actual de los pasos scila entre 2,20 y 2,40 metros de ancho y los 3,50 a 5,5 metros de largo.
El paso consta de una parihuela cubierta con unos faldones de terciopelo. Sobre la parihuela se sitúa una peana construida en madera noble, denominada canastilla que suele estar tallada en estilo barroco, aunque se pueden encontrar también algunas en estilo neogótico, renacentista o romántico. Sobre la canastilla se encuentran las flores, la iluminación formada por candelabros, hachones o faroles y por último las imágenes.
El término costalero es un andalucismo, proviene de costal, y ya aparece recogido en el Vocabulario Andaluz (1ª edición 1934) en dónde se definen a los costaleros como: "los que llevan los pasos de las imágenes, con un costal algo relleno que se colocan en la cabeza y les cae por la espalda". Por lo tanto, los pasos son llevados por los costaleros, que es el nombre que reciben, cada una de las personas encargadas de llevar sobre sí o cargar una de las imágenes o pasos que forman parte de los cortejos procesionales durante la Semana Santa. Los costaleros cargan el peso sobre su cuello, sobre la séptima vertebra en concreto, protegen esta zona con una tela llamada costal que suele ser de arpillera, las zonas adaptadas para que los costaleros carguen el peso son las trabajaderas. Desde los años setenta del pasado siglo, los costaleros suelen ser hermanos de cofradía, con anterioridad eran la mayoría eran cargadores profesionales del puerto de Sevilla. Se denomina chicotá al trayecto que recorre un paso desde que se levanta (levantá), hasta que detiene la marcha (arriá).
El capataz es la persona responsable de conducir un paso en Procesión, jefe de la cuadrilla de costaleros a los que manda y ordena con su voz, su vista, su tacto y arte. Se le puede ver siempre en la parte delantera del paso, al cuidado del llamador con el que hace ejecutar sus órdenes. Hay capataces famosos que han creado escuela, y un estilo a la hora de llevar los pasos. Familias como los Ariza o los Santiago, los Villanueva, Bejarano (famoso por darle los andares que llevan el Gran Poder o La Lanzada), Salvador Dorado "el penitente", "Rafael Franco"...
Elemento ubicado en la parte frontal del paso, es un aldabón de metal, de oro o plata, hecho de forma artística y que suele presentar motivos religiosos relacionados con la hermandad. Es el instrumento que utiliza el capataz para ejecutar las órdenes que previamente ha dado a los costaleros. El llamador también es conocido como "martillo", sobre todo en el mundo de los capataces y costaleros.
Tras el Concilio de Trento se promueve el culto a la imagen sagrada. Algunas de las que procesionan en Sevilla son obras de los más destacados escultores del barroco español:
Se conoce con este término a la aglomeración de gente que se acumula en todos los rincones de la ciudad cuando está próxima la llegada de la cofradía, es tal el apelotonamiento de personas que es casi imposible atravesar el "tapón" que se forma cuando todos están esperando a que transcurra la comitiva desfilando, a veces se asemeja al movimiento de las olas cuando se ponen en marcha todos al mismo tiempo, es imposible apearse de su estela y hay que dejarse llevar por el grupo. La bulla se forma y se deshace sola, por lo que no hay que agobiarse. El secreto está, simplemente, en no ir nunca en contra y dejarse arrastrar. También se conoce cuando en la delantera de los pasos de Cristos y Vírgenes, concretamente en la zona de los ciriales, se forma una presionada aglomeración de gente caminando hacia atrás (cangrejeros) para bien mirar a la imagen, rezarle o hacer fotografias.
En puridad el cofrade, en femenino admitido cofrada, es el miembro de una cofradía. Sin embargo desde hace unos años se utiliza el término para referirse al gran aficionado de la Semana Santa, amante del mundo de las cofradías y conocedor de cada uno de los detalles más minúsculos de todo lo que concierne a cada ceremonia, desde el tallador de la imagen del Cristo o la Virgen hasta cada liturgia, sin necesidad de hacer uso de programa semanasantero. También existe para denominarlo el término "capillita", que según cómo se use tiene un cierto matiz despectivo.
La mantilla es el traje que visten las mujeres el Jueves Santo y el Viernes Santo para acudir a los Santos Oficios y hacer las tradicionales visitas a las iglesias. Es un traje de luto por la muerte de Cristo.
Las ropas que forman la mantilla no solamente consiste en la mantilla en sí, que siempre es de encaje de blonda o chantillí, sino que lleva peineta de carey (concha) u otro material de imitación que se cubre con dicha mantilla. A esto se añaden los complementos que la sujetan, peinecillos, horquillas, broches etc. y la mantienen derecha. El vestido complementario es de color negro (siempre de un largo por debajo de la rodilla), al igual que las medias, los zapatos y los guantes. Ha caído en desuso el adornar la peineta con claveles rojos y el uso de guantes blancos.
Las joyas y complementos que se lucen junto con la mantilla suelen ser de plata vieja y están formados por pendientes, gargantilla y rosario. También son tradicionales las engastadas con coral. Las mantillas pueden ir en grupos de señoritas o bien con su pareja masculina; en este caso el acompañante suele llevar traje oscuro, zapatos negros y corbata de color discreto, preferentemente negra el Viernes Santo.
No se ven en Sevilla niñas vestidas de mantilla, ni tampoco participando en las procesiones. En ningún caso se verán mantillas blancas, reservadas para ocasiones festivas y no luctuosas.
La saeta es un canto religioso, generalmente improvisado y sin acompañamiento, realizado durante las procesiones de Semana Santa y que tiene su origen en el folclore andaluz. Se trata de una melodía de ejecución libre, llena de lirismo y de influencia árabe. Exigen conocer el estilo del cante jondo propio de la tradición musical del flamenco.
Suele realizarse desde cualquier rincón por donde esté pasando la cofradía, en el momento más imprevisto, pero cuando más se cantan es en el tramo final al llegar a las cercanías de su templo, desde los balcones, los ventanales cercanos a la misma o a pie de suelo.
El Domingo de Ramos es el comienzo de la Semana Santa, en 1880 se inauguraron las primeras procesiones en este día, lo abre la Hermandad de la Paz, desde el barrio del Porvenir, es una de las salidas más emotivas al ser la primera cofradía en salir. La Iglesia recuerda en este día la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén como "servidor" de la Palabra de Dios. Desde el siglo V se recuerda en Jerusalén la entrada de Jesús en la ciudad santa con una procesión.
En 1905 se iniciaron las procesiones durante el Miércoles Santo en Sevilla. En este día, Jesús sigue su labor sabiendo que su irremediable final está cerca. Las procesiones siguen recordando pasajes de la última semana de su vida.
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La Madrugá en Sevilla es la noche más especial. Sucede entre la noche del Jueves y del Viernes Santo. El orden de paso de las cofradías, en la madrugada, se produce en relación con su antigüedad, primero pasa la Hermandad del Silencio, las más antigua y la última la Hermandad de la Gitanos, las más moderna de la madrugada. En este orden La Macarena debía pasar antes que el Gran Poder, que cede anualmente su derecho preferente, con la condición de que la del Gran Poder ha de enviar todos los Viernes Santos una diputación para solicitar la correspondiente venia.[7] También se incumple la antigüedad en el caso del Calvario y la Esperanza de Triana, pasando primero la más moderna, circunstancia que es impugnada anualmente por la cofradía trianera en el Cabildo de Toma de Horas. Todas las cofradías hacen estación ante el monumento eucarístico de la catedral.
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Por la tarde del Viernes Santo se lleva a cabo la conmemoración de la pasión y muerte de Jesús. Destaca como símbolo de salvación la Cruz del Señor. Jesús, está clavado en la cruz entre dos ladrones (Dimas y Gestas). Es el día central de todos los misterios que la Iglesia celebra.
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La Semana Santa sevillana tiene diversas tradiciones:.
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