El Taqui Oncoy o Taqui Ongoy (en ortografía quechua contemporánea: Taki Unquy[1] o Taki Onqoy[2] ‘enfermedad del canto’),[a] fue un movimiento andino de compleja configuración, surgido en los Andes peruanos durante el siglo XVI (c. 1564– c. 1572) en contra de la reciente invasión española.[4][5]
Antes de la década de 1960, los historiadores del mundo andino solo le habían prestado una atención pasajera al Taki Onqoy.[6] En 1964 un breve artículo escrito por Luis Millones Santagadea titulado «Un movimiento nativista del siglo XVI: el Taki Onqoy» en la Revista Peruana de Cultura dio inicio a al menos tres décadas de estudio e interpretación minuciosos.[6][7]
El Taqui Oncoy se basaba en la creencia de que las huacas, abandonadas por la expansión del cristianismo, podían tomar posesión de los indígenas a través del éxtasis iniciático generado por la danza y el ayuno ritual.[8] Una ceremonia como esta derrotaba al dios europeo y anulaba el bautismo para ellos.[cita requerida] Así, el objetivo de este movimiento era derrotar al Dios católico, recuperar a los indígenas bautizados y expulsar a los españoles.[cita requerida]
Varios cronistas han hecho referencia al Taqui Oncoy, los principales han sido Cristóbal de Molina en sus escritos Relación de las fábulas y ritos de los Incas (circa 1574) y Cristóbal de Albornoz en Informaciones de servicios (1569, 1570, 1577 y 1584) y en La instrucción para descubrir todas las guacas del Pirú y sus camayos y haziendas (c. 1580).[9] Otros cronistas también mencionaron al movimiento, como Martín de Murúa en Historia general del Piru (1590).[10]
En la Doctrina Christiana de 1558 se hace referencia al Taqui Oncoy como una enfermedad de baile:[10]
En algunas partes les da una enfermedad de baile que le llaman taki onqoy, o sara onqoy: para cuya cura llaman los hechiceros, o van a ellos, y hacen mil supersticiones, y hechicerías, donde también hay idolatría, y confesarse con los hechiceros, y otras ceremonias diferentes.
El Taqui Oncoy como enfermedad de baile también es mencionado por Martín de Murúa en su Historia general del Piru: «Suélese dar una enfermedad de bailar, que llaman taquioncoy. Para curar de ella llaman a los hechiceros, y se curaban con ellos millones de supersticiones, y confesábanse entonces con los hechiceros»[10]
Surgió aproximadamente en 1560 en la ciudad ayacuchana de Huamanga, desde donde se propagó a Lima, Cusco, Arequipa, Chuquisaca, Oruro y La Paz.[cita requerida]
Se trató en un principio de lo que se ha llamado "la rebelión de las Huacas",[cita requerida] es decir como un movimiento religioso que propugnaba el rechazo del Dios cristiano que iba ganando cada vez mayores adhesiones entre los indígenas, en la mayoría de los casos debido a las labores de colonización y evangelización realizadas por las órdenes religiosas católicas, pero también registrándose algunas conversiones violentas que partían desde la autoridad política virreinal; todo esto en el contexto de la conquista española del Tahuantinsuyo. De este modo, se incitaba al regreso al culto de las huacas, que son a su vez las deidades prehispánicas y los recintos en los que se realizaba su veneración.
Luego de firmado el Tratado de Acobamba que ponía fin a la resistencia de los incas de Vilcabamba, el huamanguino Juan Chocne organizó el Taqui Oncoy como rebelión política. Justamente de rebelión contra el culto cristiano, el Taki Oncoy derivó rápidamente a un movimiento de rebelión política con una ideología típicamente andina. Se pensaba que las huacas, en el primer momento de la invasión española, retornarían con todo su poder y vencerían al Dios castellano y con él a los invasores peninsulares, restableciendo así el equilibrio del mundo roto con la conquista. La rebelión fue duramente reprimida por el visitador Cristóbal de Albornoz, con quien colaboró el futuro cronista Felipe Guamán Poma de Ayala. Se llevó a Chocne y a los líderes espirituales a Cusco donde debieron rechazar en acto público sus creencias. Las mujeres participantes fueron recluidas en conventos y los curacas fueron multados por su participación en la sublevación.[cita requerida]
En el Segundo Concilio Limense de 1567 se ordena el encarcelamiento de los “hechiceros”.[11] El movimiento declinó en pocos años, se estima que terminó la práctica en 1572, pero la esperanza de una "reconquista" sobrevivió en el folclore y en círculos intelectuales.
Durante mucho tiempo olvidado, fue rescatado por la historiografía peruana en un estudio de Luis Millones de 1964 y desde entonces ha sido motivo de constante revisión y análisis, pues ha ayudado a comprender varios problemas en la sociedad peruana contemporánea como por ejemplo el proceso histórico de las insurrecciones andinas contra el dominio español en el Perú. Hasta ese entonces se creía que los movimientos de Manco Inca, Juan Santos Atahualpa, o incluso más tardíamente el de Túpac Amaru II, tenían manifestaciones únicamente políticas y se descuidaba el matiz cultural y religioso que implicaban y que el estudio del Taki Oncoy llevó a comprender mejor.
La trascendencia del Taqui Oncoy rebasó las fronteras del Perú cuando el cantautor argentino Víctor Heredia publicó en 1986 un álbum musical homónimo.[12]
El escritor y dramaturgo puneño Hugo Bonet Rodríguez escribió una obra de teatro titulada "Taki Onqoy", que fue puesta en escena multitud de veces, sobre el arrepentimiento de los "indios" luego de haber ayudado a los españoles a derrotar a los Incas y las consecuencias históricas de tal acción; esta obra se encuentra en el libro del mismo nombre, junto a otras obras del autor.
Algunos han argumentado que la Danza de las tijeras (practicada por los danzaq) de Ayacucho puede ser una continuación hasta la actualidad del antiguo Taky Ongoy.[13][14]