Prudencio Alfaro (Jutiapa, Guatemala 1861 - San Salvador, El Salvador 23 de diciembre de 1915) fue un político y militar salvadoreño que se desempeñó como vicepresidente de El Salvador de 1895 hasta 1898, en la presidencia de Rafael Antonio Gutiérrez. Participó en los golpes de estado que derrocaron a Rafael Zaldivar en 1885, Francisco Menéndez en 1890 y en la Revolución de los 44 que depuso a Carlos Ezeta en 1894; y fue uno de los principales opositores de los gobiernos que se sucedieron luego del derrocamiento de Gutiérrez en 1898, principalmente Tomás Regalado y Fernando Figueroa, siendo uno de los dirigentes de la invasión conjunta hondureña-nicaragüense a El Salvador en la guerra de 1907 y uno a los que se le atribuyó la autoría intelectual del asesinato de Manuel Enrique Araujo en 1913.[1][2]
Prudencio Alfaro | ||
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Vicepresidente de El Salvador | ||
1 de marzo de 1895-13 de noviembre de 1898 | ||
Presidente | Rafael Antonio Gutiérrez | |
Predecesor | Antonio Ezeta | |
Sucesor | Francisco Antonio Reyes | |
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Diputado a la Asamblea Constituyente | ||
15 de septiembre-26 de noviembre de 1885 | ||
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Información personal | ||
Nacimiento |
1861 Jutiapa, Guatemala | |
Fallecimiento |
23 de diciembre de 1915 San Salvador, El Salvador | |
Nacionalidad | Salvadoreña | |
Familia | ||
Padres | Manuel Alfaro y Andrea Menéndez | |
Cónyuge | Carmen Castellanos | |
Educación | ||
Educado en | Universidad de El Salvador | |
Información profesional | ||
Ocupación | Político y abogado | |
Rama militar | Ejército de El Salvador | |
Rango militar | General de brigada | |
Conflictos | Golpe de Estado a Rafael Zaldivar, golpe de Estado a Francisco Menéndez, Revolución de los 44, golpe de Estado a Rafael Antonio Gutiérrez (resistencia), guerra de 1907 | |
El general y doctor Prudencio Alfaro Menéndez nació en 1861 en Jutiapa, Guatemala; siendo hijo de Manuel Alfaro y Andrea Menéndez, ambos salvadoreños. Su familia se trasladó a Atiquizaya, donde realizó sus estudios primarios; posteriormente hizo sus estudios secundarios en el Colegio San Luis de Santa Tecla, dirigido por Daniel Hernández.[1][2]
Realizó sus estudios superiores en la Universidad de El Salvador, donde completó su bachillerato y doctorado en jurisprudencia en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales; obteniendo el título de abogado el 21 de octubre de 1886. Contraería matrimonio con Carmen Castellanos.[1][2]
En 1885, se unió a la revolución dirigida por el general Francisco Menéndez para derrocar al presidente salvadoreño Rafael Zaldívar, siendo uno de los firmantes del plan de Chalchuapa formulado el 9 de mayo de ese año. El 22 de junio, entró triunfante en San Salvador el general Francisco Menéndez; quien premió a Alfaro con el rango militar de teniente coronel efectivo.[1][3]
El 23 de agosto de 1885, fue elegido como uno de los 42 diputados a la Asamblea Constituyente de ese año, en representación del departamento de Ahuachapán; siendo uno de los 26 diputados de la bancada liberal, roja o panterista que era la facción oficial. Tomando posesión de su curul el 15 de septiembre de ese año.[1][4][5]
A inicios de noviembre de 1885, pasara a ser uno de los 19 diputados denominados como Chachacasteros, facción liberal y mayoritaria que sería disidente de la que seguía la línea del presidente Menéndez y que tendría sus propias publicaciones periódicas: El Chachacaste (de donde viene su nombre y que deriva del nombre de un cerro en Cojutepeque donde el general José María Rivas lobro importantes batallas con Zaldívar) y El Ojo. Esta facción estaría a favor de: legalizar el derecho a la insurrección y a la libre portación de armas; que las órdenes del presidente como comandante general sean obedecidas solo cuando sean dadas por sus ministros; y que los cargos públicos sean dados únicamente a los nacidos en El Salvador, y no a los nacidos en los demás países de Centroamérica que residían en el territorio (como querían los menendistas), aunque en este caso, algunos Chachacasteros como Alfaro darán su objeción al estar a favor de que los puestos sean dados cualquier centroamericano.[5]
El 26 de noviembre de 1885, al estar en desacuerdo con los artículos de la Constitución aprobados por los Chachacasteros, el presidente Menéndez decidió disolver la Asamblea Constituyente y asumir la dictadura (que se prolongaría hasta abril del siguiente año, cuando convocó a elecciones de una nueva Constituyente que se instaló el 22 de junio de 1886). Debido ello, Alfaro devolvió su grado de teniente coronel efectivo en forma de protesta; dejando en 1886 las actividades políticas y dedicándose a su profesión.[1][2][5]
Sería un férreo opositor al gobierno de Menéndez, por lo que no dudó en aliarse con los hermanos y generales Carlos y Antonio Ezeta para derrocarlo el 22 de junio de 1890. Dicho golpe de Estado concluyó ese día con el fallecimiento del mandatario por un infarto y el ascenso de Carlos Ezeta como presidente.[1][2]
Luego del golpe a Menéndez, con un grupo atacó el cuartel de Atiquizaya, pero al no lograr algún resultado decidió retirarse a la frontera. Donde se unió a las fuerzas salvadoreñas, comandadas por el general Horacio Villavicencio, que luchaban contra Guatemala en la primera guerra del totoposte y que decidieron cambiarse de bando y sublevarse contra los Ezeta. Siendo derrotados, el 16 de julio de 1890, en la batalla de Paraje Galán, en la que Alfaro fue capturado y concentrado a San Salvador, donde recobro la libertad mediante una fianza.[1][2][6]
El 29 de julio de 1890 participó en el movimiento revolucionario del general José María Rivas (quien había sido caudillo de Cojutepeque), que había venido desde Honduras en auxilio de Ezeta pero que decidió rebelarse estando en Santa Tecla en camino a la frontera con Guatemala. Rivas logró tomar San Salvador ese mismo día, pero Ezeta envío a su hermano Antonio para detenerlo y recuperar la capital. El 1 de agosto, Antonio recuperó San Salvador y poco después Rivas fue capturado en Aculhuaca (hoy parte de Ciudad Delgado) y ejecutado poco después; por lo que Alfaro, que había acompañado en todo momento a Rivas, logró huir disfrazado para exiliarse a Honduras y luego a Guatemala, donde ejerció su profesión en junto con el doctor Juan Francisco Castro.[1][2][6]
En 1894, retornó a El Salvador bajó las órdenes del general Rafael Antonio Gutiérrez, participando en la Revolución de los 44 que asaltaron el cuartel de Santa Ana para luego deponer a Ezeta e instalar a Gutiérrez como presidente. Obteniendo después de ello, el rango de general de brigada y el nombramiento de secretario privado del presidente Gutiérrez.[1]
En las elecciones presidenciales de 1895, en la que Gutiérrez fue electo unánimemente como presidente, participó en la contienda para vicepresidente, contando con el apoyo de los partidos Liberal y Parlamentarista, y teniendo como principal rival a Carlos Meléndez; ganando Alfaro con 38,006 votos (lo que representa el 62.51 por ciento de los votos). Está elección permite dar un vistazo a como eran las competencias electorales en ese siglo, donde lo importante eran los clubes de los candidatos no los partidos (que solamente eran agrupaciones de opinión política que solían tener un periódico propio), y los clubes buscaban monopolizar los votos de las municipalidades.[1][7][8]
Asumió el cargo de vicepresidente el 1 de marzo de 1895, ejerciendolo junto con el de secretario de gobernación. A partir de 1896, con la incorporación del país a la República Mayor de Centroamérica, tanto Gutiérrez como él pasaron a ser gobernador y vicegobernador de El Salvador respectivamente. Es de mencionar también que para 1898 Alfaro aparece como masón (adscrito a la logia Capítulo Rosa Cruz “Ricardo Corazón de León Nº 2” de San Salvador), no se tiene como tal una fecha de ingreso por lo que podría haberlo sido anteriormente.[1][2][6][9][4]
En 1898, al no haber presentado Gutiérrez un candidato oficial a sucederle, Alfaro se presentó como uno de los candidatos y el que tenía más posibilidades de convertirse en el oficial. Se retiraría a Sonsonate, donde el cuartel militar obedecía sus órdenes al estar en común acuerdo con el comandante y gobernador general Salvador Ávila.[2][6][3]
Tanto Gutiérrez como Alfaro fueron depuestos el 13 de noviembre de 1898 por el golpe de Estado dirigido por el general Tomás Regalado, otro de los candidatos al gobierno del país. Mientras Gutiérrez se dirigió hacia Honduras, Alfaro intentó recuperar el poder y movilizó un contingente de 800 soldados de Sonsonate e Izalco al mando del general Salvador Ávila. Logró llegar a Nejapa, pero al darse cuenta de que estaban ocupadas las posiciones del cantón Milingo en Suchitoto y Ayuxtepeque, decidió marchar hacia el departamento de Cabañas donde esperaba recibir ayuda de los gobiernos de Honduras y Nicaragua (que también formaban la República Mayor) o del general Horacio Villavicencio (otro de los candidatos y que tenía sus tropas en San Miguel), pero no recibieron ninguna ayuda.[2][6][3]
En el departamento de Cabañas se enfrentó a las tropas de Regalado (dirigidas por los generales Ladislao Salazar y Guillermo Valdez) en dos batallas, en Ilobasco y Sensuntepeque, ocurridas entre el 14 y el 19 de noviembre y en la que contó de la ayuda de los generales Luis Alonso Barahona, Ciro Mora, Joaquín Gutiérrez y otros jefes militares. Pero fue vencido en ambas batallas y huyó al exilio a Honduras y luego a Guatemala, desde donde comenzó a conspirar contra los gobiernos de turno usando múltiples disfraces e identidades falsas.[1][2][3]
En enero de 1904, cuando era presidente Pedro José Escalón, Alfaro a bordo de una balandra que partiría desde Nicaragua, intentaría invadir El Salvador e iniciar una revolución contra Escalón y Regalado (quien ejercía gran influencia en el gobierno, como caudillo, aunque no fuese el presidente). Sin embargo, dicha invasión fue denunciada por el propio presidente de Nicaragua José Santos Zelaya (algo que el escritor nicaragüense Enrique Guzmán, exiliado en El Salvador, comparó con el caso de Federico Mora, a quién Zelaya envío a invadir Costa Rica y luego lo denunció) y la propia intentona no tuvo ninguna repercusión, habiendo solo unos arrestos y fusilamiento en Santa Ana, ya que Alfaro había sido visto por el volcán de Santa Ana.[10]
En 1905, entró en comunicaciones con el presidente de Guatemala Manuel Estrada Cabrera para hacer una revolución contra Regalado (que para ese momento sonaba como sucesor de Escalón), junto con mercenarios de Estados Unidos llamados boers; pero dicha idea no pudo llevarse a cabo debido al carácter desconfiado del mandatario guatemalteco. Cabrera buscaría quitarle a Alfaro los documentos relacionados con dicha intentona revolucionaria, pero al negarse se rompió los vínculos que lo unían a Cabrera y Alfaro decidió salir de Guatemala.[2][11][12]
Retornaría a El Salvador a finales del gobierno de Escalón y en enero de 1907 se presentó como candidato a las elecciones presidenciales, pero solo obtuvo un voto y el ganador fue el ministro de guerra y general Fernando Figueroa. Después de ello, se exilió en Nicaragua, donde junto con otros opositores a Figueroa recibirían el apoyo del presidente de ese país José Santos Zelaya para realizar una invasión a El Salvador para derrocar a Figueroa.[6][13]
El 11 de junio de 1907, Alfaro junto con los generales Manuel Rivas (hijo de José María Rivas) y Luis Alonso Barahona, y tropas nicaragüenses y hondureñas, salidos del puerto de Corinto en el cañonero Momotombo, desembarcaron en el puerto de Acajutla. Rápidamente tomar el puerto y la plaza de Sonsonate; pero, Manuel Rivas asaltó un banco en Acajutla por $20,000 en plata, lo que provocó un desacuerdo personal entre Alfaro y Rivas sobre cómo continuar la invasión. Rivas propuso que los dos se dividieran el control del país, con Rivas controlando el este desde San Salvador y Alfaro controlando todo al oeste de San Salvador, pero Alfaro rechazó esa propuesta.[1][6][7][3][14]
El presidente Figueroa dirigió personalmente un ejército a Acajutla; al enterarse de la noticia, los soldados bajo el mando de Rivas y Alfaro se retiraron de Sonsonate y utilizaron varios barcos y barcazas para llegar al cañonero Momotombo y retonar a Nicaragua, poniendo fin de manera efectiva a la Guerra de 1907.[6]
Alfaro al parecer permanecería en El Salvador pero en la clandestinidad, atacando a Figueroa a través de su periódico La Voz de la Nación, que era una publicación subversiva de cuatro páginas, impresa a 3 columnas por plana.[2]
Viajaría brevemente a México desde donde, en abril de 1908, partiría hacia Nicaragua disfrazado como un criado de Juan Leetz. En Nicaragua recibiría suministros de Zelaya para promover una revolución contra Figueroa.[15]
Entre noviembre y diciembre de 1908 el gobierno salvadoreño descubrió conspiraciones contra el gobierno en Sonsonate, Ahuachapán y Santa Ana, que habrían sido impulsadas por Alfaro y Luis Alonso Barahona; por lo que, el 29 de noviembre de ese año, Figueroa decretó estado de sitio que se mantuvo hasta el final de su presidencia.[7][16][17]
En febrero de 1909, contando con el apoyo de Zelaya, y junto con el general Luis Alonso Barahona y unos 400 soldados (mayormente presos nicaragüenses liberados de la penintenciaría), comandaría un nuevo intento de invasión a El Salvador; el 19 de ese mes desmbarcarían en Aceituno (Honduras) e intentarían cruzar la frontera con El Salvador en el río Goascorán, pero serían rechazados y sufrirían unas 150 bajas, luego buscarían desembarcar por El Encantado pero la artillería del vapor Presidente lo impidió por lo que volvieron a Nicaragua. Más adelante, en noviembre de 1909, el presidente de Nicaragua José Santos Zelaya buscaría llevar a cabo una nueva invasión a El Salvador con un contingente de 2000 soldados salvadoreños al mando de Alfaro, a quien se le uniría Luis Alonso Barahona; sin embargo, dicha intentona fracasó debido a que Zelaya fue derrocado por una revolución en diciembre de ese mismo año.[18][19][20]
Se le permitió regresar a El Salvador en 1911, cuando ya había asumido Manuel Enrique Araujo como presidente. Pero ese mismo año, Alfaro intentaría llevar a cabo otra revuelta, siendo descubierto y emboscado en Santa Ana, por lo que partiría al exilio a Guatemala. Luego, entre diciembre de 1911 y enero de 1912, el gobierno de El Salvador, a través del embajador estadounidense en el país William Heimke, denunció al secretario de Estado de los Estados Unidos Philander Chase Knox que Alfaro (que se encontraba en Jucuapa) y Luis Alonso Barahona buscaban iniciar una invasión a El Salvador apoyados por el presidente de Guatemala Manuel Estrada Cabrera (a quién se le acusaba de querer unificar a Centroamérica por la fuerza) y el de Honduras Manuel Bonilla, y que Cabrera estaba movilizando tropas a la frontera. Sin embargo, todo ello al final no tuvo ninguna recupercusión.[7][21][22]
En febrero de 1913, el presidente Araujo fue herido con machetes mientras se encontraba sentado en una banca en la plaza barrios sin vigilancia, falleciendo días después de esas héridas. Ante ello, el gobierno de Carlos Meléndez, que asumió el poder luego del deceso de Araujo, lo acusó de ser el autor intelectual del magnicidio, por lo que abandonó el país nuevamente.[1][23]
Según una comunicación entre el secretario de la legación estadounidense en Guatemala Hugh R. Wilson y el departamento de Estado de los Estados Unidos, del 7 de abril de 1913, se consideraba que el verdadero autor intelectual era el presidente guatemalteco Manuel Estrada Cabrera y que el gobierno salvadoreño culpó a Alfaro para no tener dificultades con Guatemala.[23]
Retornó a El Salvador hasta 1915, cuando era presidente Carlos Meléndez. Falleciendo en San Salvador el 23 de diciembre de ese año debido a una larga enfermedad; se considera que podría haber sido envenenado, pero ello no se ha comprobado.[1][24]