En la mitología romana, las parcas (en latín: Parcae) eran unas diosas, tres hermanas viejas,[1] que personifican el fatum o destino. A veces se las menciona simplemente como los hados (plural de ‘hado’).[2] Se las entiende como una interpretatio graeca de las moiras. De esta manera Higino dice que son tres hijas de la Noche (Nox) y Érebo (Erebus)[3][4] y las llama, como era de esperarse, Cloto, Láquesis y Átropo.[3]
Las parcas determinan la vida de los seres humanos y tienen control sobre el hilo de la vida. Cloto (‘convocadora’) lleva una rueca y preside sobre los nacimientos. Láquesis (‘lote’) tira del hilo y así determina cuánto va a durar la vida. Átropo (‘sin orden’), con sus tijeras, corta el hilo sin previo aviso y así lleva la muerte.[5] Se decía que nadie podía morir a menos que las Parcas hubieran roto el hilo del que depende la vida de un hombre, o que Proserpina hubiera marcado su nombre en el dintel de la puerta del Inframundo.[6] Aulo Gelio, citando a Varrón, da una versión única y las denomina como Nona, responsable del embarazo, Décima, de la duración de la vida, y Morta, de la muerte.[7] La primera referencia en latín literario se encuentra ya en Livio Andrónico, en un verso de la Odisea: Quando dies adveniet quem profata Morta est?[8]
Al principio parece que las parcas eran una suerte de númenes en la religión romana, relacionados con el nacimiento del bebé. Pero este carácter primitivo se perdió cuando fueron asimiladas a las moiras. En el Foro las tres parcas estaban representadas por tres estatuas llamadas corrientemente las tres Hadas (tria Fata, los tres «Destinos»).[9] Según Servio una de ellas habla, otra escribe y la tercera saca el hilo de la vida. Según Homero, una lleva un cribador, la otra saca agua y la tercera rompe el recipiente. Aunque son auxiliares y escribas de Júpiter, seguramente porque ponen en práctica las disposiciones del dios supremo, las consideran servidoras de Plutón.[10]
Siendo una versión romana de las moiras las parcas apenas tienen leyendas netamente romanas. Por ejemplo, profetizan el destino de Meleagro: «Este vivirá tanto tiempo cuanto persista el tizón sin consumirse».[11] En una de las intervenciones de las parcas, que no tiene paralelo en la mitología griega, se dice que inventaron siete letras griegas: A, B, H, T, I, Y.; otros dicen, no obstante, que las inventó Mercurio.[12] Otra versión enumera a aquellos que regresaron de los infiernos con permiso de las parcas, a saber: Ceres, Líbero, Hércules, Asclepio, Cástor y Pólux, Protesilao, Alcestis, Teseo, Hipólito, Orfeo, Adonis, Glauco, Ulises, Eneas y Mercurio.[13] Los olímpicos no tenían poder contra las decisiones de las parcas y así decretaron, por ejemplo, la ley de que Proserpina no podría volver al cielo si hubiera probado comida alguna de los infiernos.[14] También predijeron en sus cantos que Júpiter sería expulsado de su reino por un hombre nacido de él y de Tetis.[15]
En la mitología comparada el papel de las hermanas que están relacionadas con el destino es compartido por las moiras, parcas y nornas. Estas últimas descritas en la mitología nórdica. Son conocidas como Urðr (o Urd, "lo que ha ocurrido", el destino), Verðandi (o Verdandi, "lo que ocurre ahora") y Skuld ("lo que debería suceder o es necesario que ocurra").
En su álbum premier, Emerson, Lake & Palmer, la banda homónima dedica una pieza instrumental en tres partes, llamada The Three Fates (Las tres Parcas), a estos personajes mitológicos. Las partes, escritas por Keith Emerson, son: Clotho, The spinner of the thread; Lachesis, She who measures the thread; Atropos, The one who cuts the thread.