Glauco (hijo de Minos)

Summary

En la mitología griega Glauco (en griego Γλαῦκος, Glaukós) era un hijo de Minos y de Pasífae[1][2]​ que murió accidentalmente y fue posteriormente resucitado ora por Poliído,[3][2]​ ora por Asclepio.[4][5][6]​ Algunos dicen que Glauco y Poliído fueron incluso amantes.[7]

Resurrección por obra de Poliído

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Se dice que Glauco, todavía niño, cuando perseguía a un ratón cayó en una vasija de miel y murió.[3][2]​ Glauco se sintió malo del estómago tras tomar miel, al removérsele la bilis en gran cantidad, y se desmayó.[8]​ Al desaparecer este, Minos,[3]​ en compañía de Pasífae,[2]​ emprendió una intensa búsqueda y consultó con los adivinos[3]​ de Apolo[2]​ el modo de encontrarlo. Apolo les profetizó que «un prodigio acaba de suceder entre vosotros; aquel que lo consiga explicar será capaz de recuperar el niño para vosotros». Después de oír estas palabras Minos comenzó a preguntar entre su pueblo acerca del prodigio.[2]​ Unos dicen que los curetes lo informaron de que en sus rebaños había una vaca tricolor; quien mejor pudiera describir el color de esa vaca sería también capaz de devolverle vivo a su hijo.[3]​ Otros que el propio pueblo cretense le explicó que un ternero que había nacido mudaba su color hasta tres veces al día, cada cuatro horas; primero era blanco, luego pelirrojo y finalmente negro.[2]

Entonces Minos reunió a los adivinos para que explicasen el prodigio, pero como ninguno encontrara respuesta, Poliído, hijo de Cérano, y natural de Argos[3]​ o Bizancio,[2]​ observó que el ternero era como una morera[2]​ o zarzamora,[3]​ pues primeramente sus frutos son blancos, luego rojos, y cuando son segados, negros. Entonces Minos le dijo a Poliído: «de acuerdo a las palabras de Apolo, deberías ser tú capaz de traerme a mi hijo». Mientras que Poliído se encontraba observando los augurios, vio a una lechuza posada a la entrada de una bodega espantando a un enjambre de abejas. Interpretando el augurio fue capaz de tomar el cuerpo exánime del muchacho en la tinaja. Minos le dijo: «has encontrado su cuerpo. Ahora devuélvele la vida». Cuando Poliído alegó que eso era imposible, Minos ordenó que fuese enterrado en una tumba junto con el niño y allí también se colocó una espada.[2]

Una vez sepultado dentro,[2]​ cuando se hallaba sumamente perplejo vio que se acercaba al cadáver una serpiente; le arrojó una piedra y la mató, por miedo a que lo matasen a él si algo le sucedía al cuerpo;[3]​ o bien usó su espada para matarla.[2]​ Después llegó otra serpiente y, al ver muerta a la anterior, se alejó y regresó en seguida con una hierba que extendió sobre todo el cuerpo de la otra; tan pronto como le fue colocada la hierba, la serpiente revivió. Poliído contempló aquello admirado y aplicando la misma hierba al cuerpo de Glauco lo resucitó.[3]​ Cuando se encontraba llamando a gritos desde el interior, un caminante se lo refirió a Minos, quien abrió la tumba y encontró a su hijo sano. Le concedió a Poliído muchos presentes que se llevó de vuelta a su país.[2]​ Según Eurípides, Minos, aunque había recobrado al niño, no permitía que Poliído volviese a Argos hasta haber enseñado a Glauco el arte adivinatoria. Poliído así forzado lo instruyó, pero a punto de zarpar ordenó a Glauco que le escupiese en la boca: Glauco lo hizo y olvidó el arte de la adivinación.[9]

Resurrección por obra de Asclepio

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Otros creen que fue Esculapio quien resucitó a Glauco. Dicen que cuando a Esculapio se le dio la orden de resucitar a Glauco, y estaba confinado en una prisión secreta, mientras meditaba lo que debía hacer, se dice que una serpiente se le subió al bastón. Distraído, Esculapio la mató, golpeándola una y otra vez con su bastón mientras intentaba huir. Más tarde otra serpiente llegó allí, trayendo una hierba en su boca, y la colocó sobre su cabeza. Una vez hecho esto, ambas huyeron del lugar. Entonces Esculapio, usando la misma hierba, devolvió la vida a Glauco. Y así la serpiente se pueso bajo la tutela de Esculapio y también entre las estrellas: esta es la leyenda del catasterismo de la Serpiente.[6]

Váse también

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  • Damasén, en cuyo mito una serpiente muerta es resucitada por otra.
  • Tiresias, que mató a una serpiente con su bastón y tuvo un desenlace sobrenatural.

Referencias

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  1. Apolodoro: Biblioteca mitológica III 1, 2
  2. a b c d e f g h i j k l m Higino: Fábulas, 136
  3. a b c d e f g h i Biblioteca mitológica III 3, 1
  4. Escolio a Eurípides, Alcestis 1, citando como autoridad a Ameleságoras.
  5. Biblioteca mitológica III 10, 3
  6. a b Higino: De Astronomica II, 14 (Serpentario); el autor usa el nombre de Esculapio y no Asclepio.
  7. Herbert Hoffmann (1997). Sotades: símbolos de inmortalidad en vasos griegos. Oxford: Clarendon Press. p. 16. ISBN 9780198150619.
  8. Paléfato: Sobre fenómenos increíbles, XXVI (Glauco, hijo de Minos)
  9. Biblioteca mitológica III 3, 2
  •   Datos: Q978017