La paciencia es la actitud que lleva al ser humano a poder soportar contratiempos y dificultades, como de perseverar para conseguir algún bien.
«La constancia valerosa que se opone al mal, y que a pesar de lo que sufra el ser humano no se deja dominar por él»[cita requerida].
Dicha palabra proviene del latín patientia, que significa ''cualidad del que sufre''. De hecho el participio patiens se introdujo al castellano como paciente (en los hospitales) o "el que sufre".
La paciencia es un rasgo de personalidad de fortaleza. Es la virtud de quienes saben perseverar y tolerar las contrariedades y adversidades con fortaleza y sin lamentarse. Esto hace que las personas que tienen paciencia sepan esperar con calma a que las cosas cambien o sucedan, ya que piensan que las cosas que no dependen estrictamente del control de uno, se les debe otorgar tiempo a Dios. Se debe también ser activos, no solo la espera pasiva, reflexionar y comprender con sabiduría cada situación de adversidad que se le presente en su vida y también reflexionar como debe actuar con sabiduría.
Santo Tomás de Aquino considera no solo la actitud paciente, sino su relación con ser fuerte ante los problemas y desgracias:
«La paciencia es una virtud que se relaciona con la virtud de la fortaleza e impide al hombre distanciarse de la recta razón iluminada por la fe y sucumbir a las dificultades y tristezas».Suma Teológica. II-II, q.136, a.1.
Tomando en cuenta el concepto de la paciencia, según la Real Academia Española (RAE), el concepto de paciencia abarca tres acepciones: la capacidad de soportar o tolerar algo molesto o penoso sin alterarse, la habilidad para realizar tareas pesadas o minuciosas con persistencia, y la facultad de esperar con calma y tranquilidad cuando se desea algo. [1]
Según la perspectiva judía y los textos bíblicos, la paciencia es mucho más que resignación pasiva; es una fortaleza espiritual que implica perseverancia, firmeza y esperanza ante las adversidades, soportar sufrimientos sin rebelarse y esperar con fidelidad el cumplimiento de las promesas divinas. Esta virtud, que se manifiesta en la capacidad de aguantar y no desesperarse, es vista como un fruto del espíritu y una cualidad divina que los seguidores deben reflejar en sus vidas. [2]
Salmos 27:14, dice: "Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová" [3]
Salmos 32:10 dice: "Muchos dolores habrá para el impío; Mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia"[1][4]
El cristianismo tiene a esta virtud personificada en la vida de personajes bíblicos como Job o el mismo Jesucristo.
En la religión cristiana, la paciencia es una de las virtudes más valiosas de la vida. El aumento de la paciencia es considerado como la obra del Espíritu Santo en el cristiano que ha aceptado el regalo de la salvación. En la Biblia, la paciencia es mencionada en varias secciones.
El libro de Proverbios señala que «a través de la paciencia de un gobernante puede ser persuadido, y una lengua suave puede romper un hueso»; Eclesiastés 7:8 señala que «el FIN; de un asunto es mejor que su comienzo, y la paciencia es mejor que el orgullo», y 1 Tesalonicenses dice que debemos «ser pacientes con todos, que nadie vuelve mal por mal, sino que siempre buscan lo que es bueno para ellos y para todos».
En la Epístola de Santiago, la Biblia exhorta a los cristianos a ser pacientes, y «ver cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, hasta que reciba a principios y finales de las lluvias».
En Gálatas, la paciencia se muestra como parte del «fruto del Espíritu»: «el amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí mismo contra tales cosas no hay ley».