El nictibio urutaú (Nyctibius griseus),[2] también denominado ave bruja, acudo,nictibio, guajojó, potoo, perosna, urutaú común, guaiguîgué, pájaro fantasma, biemparado norteño, pájaro bruja, kakuy, cacuy,[3] pericoligero, pájaro estaca menor, ayaymama o estaquero común,[4] es una especie de ave caprimulgiforme de la familia Nyctibiidae que se encuentra en Centroamérica y Sudamérica, desde la región sureste de México al norte y noreste de Argentina y al sur de Paraguay.
Nictibio urutaú | ||
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![]() Un urutaú camuflado en las ramas rotas del árbol | ||
El canto del ave, registrado en Colombia | ||
Estado de conservación | ||
![]() Preocupación menor (UICN 3.1)[1] | ||
Taxonomía | ||
Reino: | Animalia | |
Filo: | Chordata | |
Clase: | Aves | |
Orden: | Caprimulgiformes | |
Familia: | Nyctibiidae | |
Género: | Nyctibius | |
Especie: |
N. griseus (Gmelin, 1789) | |
Distribución | ||
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Subespecies | ||
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Es una especie sedentaria que habita en los bosques abiertos y sabanas. Pone un solo huevo blanco liliáceo manchado, directamente en una depresión en una rama o tocón de un árbol.
El nictibio urutaú es pariente cercano de los atajacaminos o chotacabras (caprimúlgidos), pero al igual que los otros urutaúes (familia Nyctibiidae o nictíbidos) carece de las vibrisas o cerdas alrededor de la boca presentes en los caprimúlgidos. Tiene de 33 a 38 cm de largo total y es pálido grisáceo tirando al castaño, finamente rayado con negro. Tiene los ojos color naranja o amarillo, relativamente grandes.
Este insectívoro nocturno caza desde una percha o posición elevada como un alcaudón o tiránido. Pasa el día posado erguido en un tocón de árbol, con el cual se mimetiza como si fuera parte de él.
Se puede localizar al urutaú menor por la noche por la reflexión de luz de sus ojos amarillos o por su grito que disminuye en intensidad y volumen.
En Ecuador se le conoce como «nictibio» y puede ser observado en el Bosque del Cerro Colorado y en el jardín Botánico de Guayaquil.
En Perú se le conoce como «ayaymama» debido a su canto que se asemeja al lamento de un niño que dice «¡Ay, ay, mamá!», canto que, además, ha dado lugar a una leyenda de la Mitología de la Amazonia peruana.[5]
En Tabasco México se le conoce como «serenera» por el hecho de aparecer del sereno o niebla en los árboles.
En Bolivia se lo llama «guajojó»; allí vive en el espesor de la selva cercana a los llanos orientales de Santa Cruz y Beni.
En el norte de Argentina y el sur de Bolivia (Tarija, Chuquisaca) se llama «kakuy» (o también su variante españolizada «cacuy»), y el vocablo proviene del quechua, kakuy: permanecer, quedarse. En Argentina también se lo suele llamar por el nombre de "vieja del monte".
En inglés se le conoce como «potoo», onomatopeya del lenguaje jamaiquino criollo.[6]
En el Paraguay, es común escuchar a esta ave en verano aunque no tanto en invierno. Es probable que algunas especies migren hacia el norte. El nombre “urutaú” es guaraní. El posible origen del nombre sería “guyrá” pájaro, y “taú” espíritu, duende, fantasma. La traducción sería “pájaro fantasma”. Otro nombre con que se lo conoce es “guaimingüe” o “guaiguĩgüe”. “Guaiguĩ” o “guaimí”, ambas formas son de uso común en el Paraguay, significa anciana. “Güe” vendría de “angue” que es el alma salido del cuerpo.[cita requerida]
Cuenta la leyenda que una epidemia estaba acabando con la gente de una comunidad nativa. La madre de dos niños, sintiéndose con los primeros síntomas de la enfermedad, quiso salvar del mal a sus hijos y entonces los llevó a un monte lejano y los dejó en ese lugar. Cerca había una linda quebrada, abundante en peces y árboles frutales. Con gran pena los dejó, sabiendo que no los volvería a ver más. Ellos jugaron, comieron frutos y se bañaron en la quebradita, pero ya en la noche sintieron la falta de su madre y partieron en su búsqueda, sin embargo se perdieron en el monte.
Asustados, llorando de pena decían cómo no ser aves para poder volar donde mamá. Entonces el espíritu de la selva tuvo pena y los convirtió en aves y ellos volaron, pero cuando llegaron a su pueblo vieron que ya nadie vivía; todos habían muerto. Desde entonces la leyenda dice que no dejan de volar y volar, y cuando se posan en lo alto de un árbol, cansados de buscar a su madre, hacen oír su canto lastimero: «ayaymamá... ayaymamá...»
Cuenta la leyenda que era una niña muy mala que maltrataba a su hermano. Éste, cansado por eso, la llevó al bosque, la hizo subir a un árbol y le dijo que esperara hasta que él buscara miel de abejas. Al bajar cortó todas las ramas del árbol y dejó a su hermana en la copa de éste. La niña inquieta porque no volvía sintió miedo y rompió a llorar «turay, turay» el cual dice la leyenda, es el nombre de su hermano.
Se cuenta como leyenda que el guajojó era una joven hija de un brujo, el cual, al saber que ella estaba enamorada, mató a su amado. Al darse cuenta la hija del fallecimiento de su amado a manos de su padre esta lo increpa. Sollozando amenaza con dar la noticia por toda su aldea. Para evitar que la noticia saliera a la luz, el brujo convierte en ave a su hija[7] y sus sollozos pasan a ser un lastimero canto que, según los pobladores del oriente, este canto anticipa la hora de tu muerte y trae mal augurio al que lo oiga.[8]
Cuenta la leyenda, que hace mucho tiempo, un joven despreocupado vivía solo con su madre quien era su único familiar y siempre se la pasaba de fiesta en fiesta. Un día su madre había empeorado de una enfermedad que ya la atacaba hace tiempo, ya era de noche y su madre le había pedido que fuera por algún médico que la atienda. El muchacho sale a pie en busca del médico más cercano en lo que se cruza con un amigo que no veía hace tiempo, el amigo lo saluda e invita a una fiesta, él como si nada acepta la invitación y van a la fiesta. Pasan las horas, la fiesta termina y ya amanece. El muchacho despreocupado va a su casa y no encuentra a nadie, pregunta a los vecinos y le dicen que su madre había fallecido. El muchacho se había acordado que el iba en busca del médico y se había desviado en el camino. Se lamenta y pide a Tupã que le devuelva a la madre. Tupã no considera esa petición y lo castiga por ser egoísta convirtiéndolo en un pájaro que lamentará el resto de su vida el no haberse preocupado por su madre y dando ejemplo malo a otros hombres que no valoran a su sagrada madre.