Levana (del latín levare, 'levantar'[1]) era, en la mitología romana, una diosa implicada en los rituales relacionados con el parto presidiendo la legitimación y reconocimiento de los recién nacidos, a quienes se ponía bajo su advocación.
Agustín de Hipona decía que la dea Levana se invocaba cuando el niño era levantado de terra, de la tierra o suelo por el padre o quien le representara.[2] Su función puede ser paralela a la griega Artemis Orthia, si es interpretada como la Artemisa que levanta o cría a los niños.[3]
Aunque hasta ahora era común suponer que se invocaba a Levana en una ceremonia en la que el padre levantaba al niño para reconocerlo como suyo, la existencia de esa ceremonia está basada en pruebas poco sólidas y se contradice con el derecho romano relativo a la legitimidad del nacimiento.[4] Lo más probable es que Levana fuera la diosa que supervisaba el levantamiento del niño por la comadrona inmediatamente después del nacimiento. Arrodillarse o ponerse en cuclillas era una posición más común para el parto en la Antigüedad,[5] donde el recién nacido probablemente se posaba en el suelo antes de que se le cortara el cordón umbilical.[6]