El ilusionismo, popularmente denominado magia, es un arte escénico, subjetivo, narrativo y espectáculo de habilidad e ingenio, que consiste en producir artificialmente efectos en apariencia maravillosos e inexplicables mientras se desconoce la causa que los produce. Estos efectos (desapariciones, transformaciones, levitaciones, lecturas de la mente, etc), que fingidamente hacen parecer realidad lo imposible, se conocen como efectos, juegos de manos, ilusiones y vulgarmente como trucos de magia.
Dentro de la magia caben diversas especialidades: Magia de escena, Magia de cerca o "close-up", Magia de salón, Magia callejera, numismagia, cartomagia, mentalismo, escapismo, manipulación, y varias más. Los ejecutantes de estas artes son denominados ilusionistas o magos (o también mentalistas en el caso de la especialidad del mentalismo), y por lo general protegen sus trucos con el compromiso del secreto profesional.
Conocido bajo los diversos nombres de magia simulada, magia blanca o escamoteo, el ilusionismo se remonta a la más lejana antigüedad.
Los primeros datos escritos y documentados de magia provienen de Egipto. El papiro Westcar, datado en torno al 1.600 a. C., es el primer documento que describe una función mágica, realizada por el mago Dyedi en la corte real de Khufu (Keops). El papiro ilustra la categoría única y especial de la que gozaba el arte del ilusionismo. Según aquel texto, Dyedi era toda una leyenda entre los hombres. Se le atribuían ciento diez años de edad y un apetito que rivalizaba con el de los dioses. Su mera presencia inspiraba temor a los hombres normales. Hasta el faraón omnipotente solicitó que compareciese ante él.
Tras esto viajó Dyedi río arriba en una ancha barca en donde estaba el hijo del rey Hordedef. Y después llegó a la corte.Tras esto entró el hijo del rey Hordedef para informar a la majestad del rey del Alto y Bajo Egipto Jufu (Keops). Y el hijo del rey Hordedef dijo: ‘Soberano, mi señor, he traído a Dyedi’ Y su majestad respondió: ‘Ve y tráemelo’. Tras esto su majestad avanzó hacia la sala de audiencias de la casa grande y Dyedi le fue presentado. (...) Y dijo su majestad: ‘¿Es verdad el comentario de que sabes (como) unir la cabeza cortada?’. Y respondió Dyedi: ‘Sí, sé, soberano, mi señor’. Entonces su majestad dijo: ‘Haz que se me traiga un prisionero mío que está en la prisión y ejecutad su sentencia’. Y respondió Dyedi: ‘Ciertamente no es para las personas, soberano, mi señor. Mira, no se debería ordenar hacer algo semejante al rebaño escogido’. Entonces se le trajo un ganso cuya cabeza había sido separada. Y el ganso fue colocado al lado oeste de la sala de audiencias y su cabeza al lado este de la sala de audiencias. Entonces Dyedi dijo sus conjuros y el gansó se levantó aleteando y su cabeza del mismo modo. Después aproximó el uno al otro y el ganso se levantó cacareando.
Luego hizo que se le trajera un ave de corral y con ella se hizo del mismo modo.[1]
También en Egipto, y con una antigüedad de más de 4000 años, un dibujo en la pared de una cámara mortuoria de la ciudad de Beni Hassan —trazado probablemente 2200 años antes de Cristo— representa a dos hombres dedicados a realizar con unos cuencos en forma de copa invertida lo que parece un truco de ilusionismo. Los primeros egiptólogos (Sir J.G. Wilkinson y Percy Newberry)[2] lo tomaron como evidencia de que el juego de magia de los cubiletes y las bolas (o bien su equivalente como juego de apuestas engañoso, el trile), posiblemente se remonta al Antiguo Egipto. Sin embargo, esta interpretación ha sido cuestionada por los egiptólogos modernos. No ha podido ser confirmado si realmente esta escena representa un acto de ilusionismo, o por el contrario reproduce una escena más prosaica de la vida en el antiguo Egipto.[3]
No obstante, sí se han hallado referencias muy antiguas al juego de magia de los cubiletes: hay quien ha creído ver referencias indirectas en la obra de teatro griega "Áyax", una tragedia sobre la Guerra de Troya compuesta por Sófocles hacia el año 440 a. C.[4] Una referencia mucho más clara y directa la hayamos en la Epístola Moral a Lucilio n.º 45, redactada por el filósofo romano Séneca el Joven en torno al año 64 a.D.[5]
Pero la referencia más completa es la que aporta Alcifrón, cronista griego del siglo II d. C. (en su libro tercero “Cartas de Campesinos” -carta 17 de Napeo a Creniades- de su obra “Rhetoris Epistolarum”),[6] quién describe el juego de los cubiletes con bastante precisión. Lo interesante del tema es el contexto en el que sucede la acción, un acto de magia formando parte de un espectáculo y realizado con el mero propósito de divertir y entretener al público:
“…un amigo me llevó al teatro dónde me consiguió un buen asiento y me entretuvo con varios espectáculos; no recuerdo la mayoría de éstos por que tengo mala memoria para recordar y contar estas cosas; pero puedo decirte que una cosa que observé me hizo casi enmudecer de asombro. Un hombre se acercó y colocó, sobre una mesa de tres patas, tres platitos. Después deslizó debajo de estos unos pequeños cantos rodados como los que se encuentran en las orillas de los torrentes. Luego, unas veces hizo aparecer un guijarro debajo de cada platillo, otros, sin saber yo cómo, estaban todos debajo de uno sólo y, finalmente, desparecieron todos de debajo y aparecieron en su boca…”
En Europa, el libro más antiguo que trata sobre ilusionismo es Kitāb al-nāranŷiyyāt ("El libro de los encantamientos"), compuesto por Ibn Shuhayd, poeta del Califato de Córdoba, en las primeras décadas del siglo XI.[7]
Sabemos por testimonios en manuscritos del siglo X que durante la Edad Media los magos eran artistas nómadas, asociados a ferias ambulantes, aunque tenemos poca información sobre ellos y los trucos que realizaban. Probablemente el repertorio se basaba principalmente en el escamoteo (hacer desaparecer un objeto para encontrarlo en otro lugar distinto de aquel en que debiera estar o hacer aparecer otro en su lugar).
En el siglo XIV llegaron a Europa los primeros naipes y se empezaron a popularizar los juegos con cartas. Es probable que pronto surgieran los primeros trucos y trampas con las mismas.
En De viribus quantitatis, escrito por Luca Pacioli entre 1496 y 1508, encontramos las primeras referencias escritas relativas a efectos de magia con cartas. También hay descripciones de juegos con monedas, dados, cubiletes, cuerdas y nudos falsos, ilusiones visuales, y juegos de predicción numérica o matemagia.[8]
Durante el Renacimiento, en el siglo XVI, se hizo popular en París el mago callejero llamado Maître Gonin, fundador de una dinastía de magos. El ilusionismo era, sin embargo, un arte menor y poco valorado, llevado a cabo por feriantes que iban de una ciudad a otra ejecutando sus trucos a cambio de unas monedas. Todo eso, sin embargo, estaba a punto de cambiar con la aparición de un nuevo tipo de magos...
Es en el siglo XVI cuando surgen los primeros artistas cortesanos, que actuaban frente a aristócratas y nobles. El catalán Joan Dalmau se convirtió en el mago de cámara del emperador Carlos V, actuando para buena parte de la realeza europea, y alcanzando celebridad en Italia, Flandes, Alemania, España y en la corte francesa de Francisco I.[9] Otros magos populares de esta época fueron Abramo Colorni, ingeniero judío vinculado a la Corte de Ferrara, y también Girolamo Scotto, mentalista y prestidigitador al servicio del archiduque Fernando II de Austria.[10]
En 1584 el inglés Reginald Scot publica The Discoverie of Witchcraft. Su breve capítulo dedicado a los trucos de ilusionismo tuvo una notable repercusión, sirviendo de base para obras posteriores. Describe trucos con cartas, monedas, cuerdas, bolas,... y efectos de invulnerabilidad con cuchillos y punzones.[11]
El mismo año 1584, Jean Prévost publicó el primer libro en francés dedicado íntegramente al arte del ilusionismo: La Première Partie des Subtiles et Plaisantes Inventions.[12]
Otro influyente libro de la misma época, sobre todo para la magia con cartas, fue Giochi di carte bellissimi di regola, e di memoria, publicado por Horatio Galasso en 1593.[13]
Poco a poco, a lo largo de los siglos XVII y XVIII, el ilusionismo pasa a ser una actividad respetada y bien considerada. Los magos pasan a ser considerados hombres de ciencia versados en los últimos descubrimientos y avances científicos. Comienzan a actuar ante nobles y ricos burgueses que pagan bien por ver sus espectáculos, en los que se incorporan autómatas y se experimenta con aparatos ópticos y electricidad.
Uno de los primeros grandes ilusionistas de esta nueva época es el mago inglés Isaac Fawkes, quien se hizo notablemente famoso a través de sus actuaciones en la Bartholomew Fair de Londres desde 1722 hasta 1731, actuando también privadamente ante aristócratas, embajadores y miembros de la realeza.[14]
Otro reputado mago, en la segunda mitad del siglo XVIII, fue el italiano Giuseppe Pinetti, quien actuó ante varias casas reales europeas.[15]
Asimilados a los hombres de ciencia, utilizaron autómatas y otros artefactos antes de que en el siglo XVIII incorporasen la electricidad y otros adelantos científicos para ampliar su repertorio de trucos, que presentaban bajo el nombre de física y de donde nació la física recreativa. La consolidación de esta profesión se produjo en el siglo XIX, dando lugar a la aparición de los teatros de magia (Robertson, Robert-Houdin).
El más célebre mago y escapista de principios del siglo XX (y posiblemente de todos los tiempos) fue Harry Houdini (1874-1926), tomó su nombre profesional de Harry Keller y del mencionado Robert-Houdin, y desarrolló una serie de ilusiones de magia escénicas, basadas muchas de ellas en el arte del escape.
A finales del siglo XX, el ilusionismo volvió a tener auge de la mano de Doug Henning primero, y David Copperfield después, a través de sus especiales televisivos, espectáculos en Broadway y giras internacionales.
San Juan Bosco (1815-1888) es el patrón de los ilusionistas. Fueron los mismos magos quienes en 1953, en el II Congreso Nacional organizado por la Sociedad Española de Ilusionismo y celebrado en Segovia (España), lo designaron como patrono de los magos e ilusionistas, y lo escogieron como modelo y protector.[16][17]
Don Bosco, como tradicionalmente se le conoce, fue un sacerdote moderno, cercano a los jóvenes más pobres, que supo ganarse la amistad de éstos con técnicas inspiradas en el ilusionismo, así logró evitar que muchos fueran a la cárcel y que tomaran en su vida el buen camino.
Como en toda profesión existe un día en el año para celebrar el ejercicio de la misma, para la magia es el 31 de enero, festividad de San Juan Bosco, día internacional del mago.[18] Además la Federación Internacional de Sociedades Mágicas (FISM) acordó en 2021 establecer el día 2 de septiembre como el día internacional para la promoción de la magia "Magic World Day", conmemorando el día en que se fundó dicha federación.[19] En Norteamérica también es celebrado el 31 de octubre, National Magic Day, fecha en que se conmemora el fallecimiento de Harry Houdini.[20]
Se suele clasificar el ilusionismo según diferentes conceptos en función de la distancia a los espectadores, número de ellos y localización de la presentación:
En función de los objetos utilizados:
Entre los objetos que más comúnmente se han usado para realizar magia destacan: naipes, monedas, animales (palomas y tórtolas, conejos, pájaros,...), aros y anillas, agujas, anillos, bastones, billetes, bolas, bombillas, botellas, cigarrillos, corbatas, cubiletes, cubos, cuerdas, dados, dedales, discos, espadas y cuchillos, esponjas (en forma de bolas y figuras), flores, frutas y verduras, fuego, globos, gomas elásticas, hilos, huevos, humo, imperdibles, leche y otros líquidos, navajas, palitas, pañuelos, papeles y periódicos, paraguas, pizarras, relojes, sombreros, teléfonos móviles, tubos, varitas, vasos y copas, velas, vestidos... además de los aparatos usados en las grandes ilusiones: armarios, baúles, cajas, jaulas, cortinas, etc. Para el escapismo también se suelen usar sogas, cadenas, esposas, camisas de fuerza, candados y cerraduras, etc. y poleas para elevar en el aire al ilusionista.
En función de los tipos de efectos:
En función de las características del público al cual va dirigida (lo cual obliga a seleccionar el tipo de efectos y a variar la forma de presentarlos):
El ilusionista realiza un efecto que el espectador percibe como maravilloso, contrario a las leyes naturales o al sentido común, y cuya causa le parece desconocida e inexplicable. Entre los posibles efectos mágicos que se pueden realizar están:
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