El nombre de Regencia designa en Francia el período de minoría de Luis XV, durante el cual el poder, en el seno del Reino de Francia, fue ejercido por el príncipe de sangre Felipe de Orleans.
En 1715, Luis XIV dejaba como sucesor a un niño de cinco años. Luis XV sucedió a su bisabuelo, el Rey Sol, que había convertido a Francia en la primera potencia europea. Durante los ocho años siguientes, el duque de Orleans, sobrino del difunto rey, aseguró la Regencia.
La Regencia estuvo marcada por una violenta reacción contra todo lo que había caracterizado el final del reinado anterior. Versalles fue abandonado provisionalmente.
A la muerte de Luis XIV, el Tesoro estaba vacío y los ingresos de los dos años siguientes ya estaban gastados. Con el fin de resolver esta crisis monetaria, el sistema del economista escocés Law, nombrado Contralor General de Finanzas en 1720, buscaba aumentar la masa monetaria recurriendo a la creación y generalización del papel moneda. Esta reforma debía producir un aumento de la actividad comercial así como la extinción progresiva de la deuda pública. Law introdujo el papel moneda en 1716 y creó un banco privado que se convertiría en el Banco Real en 1718. Al dispararse las acciones, su valor cayó. Presa del pánico, el público perdió confianza en los billetes y exigió su reembolso en oro y plata. El valor de los billetes emitidos superaba ampliamente las reservas del banco, el cual quebró y Law huyó. El sistema había fracasado. El comercio marítimo recibió un fuerte impulso, pero en Francia la confianza del público en los bancos quedó destruida por mucho tiempo.
A comienzos de 1723, Luis XV fue declarado rey. Pero hasta 1743, delegó el poder, primero en el Regente que murió pocos meses después, luego en el duque de Borbón y finalmente en su antiguo preceptor, el cardenal de Fleury, quien consiguió restablecer las finanzas. Tras la muerte de este último en 1743, los primeros actos del rey parecieron mostrar que estaba dispuesto a gobernar por sí mismo. La publicación de la Enciclopedia fue prohibida.
Luis XV tenía ingenio y buen sentido, pero le faltaban voluntad y confianza en sí mismo. En lugar de ejercer personalmente el oficio de rey, lo abandonó a sus favoritas, que colocaron en el poder a sus protegidos: madame de Pompadour impuso al duque de Choiseul, mientras que madame du Barry, que le sucedió, promovió al “triumvirato”: el duque de Aiguillon, el abad Terray y Maupeou. Si el duque de Choiseul favoreció indirectamente la oposición de los parlamentos y de los filósofos, en 1770, el rey, impulsado por los triumviros, disolvió los Parlamentos. En los últimos años de su vida, Luis XV manifestó un vivo deseo de retomar el control.
Además, Francia gozaba de una relativa prosperidad: el consumo progresaba y los precios de los bienes manufacturados o importados aumentaban... Sin embargo, sufría una serie de crisis que amplificaban un deseo de cambio...
El , a la muerte de Luis XV, su nieto se convirtió en rey bajo el nombre de Luis XVI. Deseoso de mejorar la suerte de su pueblo, Luis XVI, apodado el Justo, intentó a lo largo de su reinado llevar a cabo reformas que no prosperaron porque los ministros chocaron con la oposición de los privilegiados: primero la nobleza y luego los parlamentos que él había imprudentemente restablecido al inicio de su reinado. Aunque Francia era rica, el Estado estaba pobre y el apoyo que prestó a la guerra de Independencia de Estados Unidos fue un agujero negro de dinero que agravó la situación financiera del reino. Paralelamente, una serie de escándalos, siendo el más famoso el asunto del collar, fueron signos precursores de la desvalorización del poder monárquico en la opinión pública. Desde 1787, Luis XVI decidió reunir a los notables para encontrar una solución, pero estas dos asambleas no sirvieron de nada ya que, compuestas por privilegiados, las reformas estaban condenadas al fracaso. La única solución para restablecer las finanzas era recaudar nuevos impuestos, los Parlamentos se declararon incapaces de hacerlo y Luis XVI aceptó entonces reunir a los Estados Generales, que eran los únicos con ese poder.
Luis XVI convocó los Estados Generales, que se reunieron en Versalles a comienzos de mayo de 1789. Tras un proceso complejo de disensiones, en particular sobre el modo de representatividad de sus miembros y el alcance de sus funciones, una gran parte del Tercer estado, pero también numerosos nobles y miembros del clero, se reunieron fuera del control real, donde se proclamaron ilegalmente Asamblea Nacional, con poder legislativo y no solo consultivo como los Estados Generales. La Constituyente abolió el absolutismo y la feudalidad. Adoptó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y una constitución otorgó a Francia el carácter de «una e indivisible».
Los "Sans-culottes" atacaron la sede de Luis XVI a pesar de las amenazas de Suiza y Austria y, tras masacrar a los guardias suizos, tomaron las Tullerías. Luis XVI intentó huir y fue a esconderse en la asamblea, pero, por miedo, ésta lo denunció a los sans-culottes. Luis XVI fue decapitado poco tiempo después de haber sido capturado y encarcelado.