La Regencia, en la historia francesa, hace referencia al periodo posterior a la muerte de Luis XIV, entre el 1 de septiembre de 1715 y el 15 de febrero de 1723, durante el cual el rey Luis XV era considerado menor de edad y Francia fue gobernada en cambio por un príncipe regente, Felipe II de Orleans (sobrino de Luis XIV). Este período es notable por su progresismo, pero la credibilidad del Estado se vio fuertemente debilitada.
Felipe II logró arrebatarle el poder a Luis Augusto, duque de Maine (hijo ilegítimo de Luis XIV y Madame de Montespan), que había sido el hijo favorito del difunto rey y que poseía gran influencia, anulando el testamento de Luis XIV, para convertirse en regente único, con plenos poderes hasta la mayoría de edad del Rey.
Entre 1715 y 1718, la Polisinodia cambió el sistema de gobierno en Francia de manera que cada ministro (secretario de Estado) fue reemplazado por un consejo. También se introdujo el système de Law, que transformó las finanzas del reino (que se encontraba en bancarrota) y su aristocracia. Tanto el cardenal Dubois como el cardenal Fleury fueron muy influyentes durante esta época..
En términos artísticos se caracteriza por la transición entre el estilo Luis XIV (inserto en el estilo barroco) y el estilo Luis XV (inserto en el estilo rococó). En general, y por ser un estilo de transición, todavía tiene mucho de la suntuosidad del antiguo estilo aunque ya muestra algunos elementos típicos de la ligereza del rococó y la libertad de las líneas. En este corto período de tiempo, estas dos tendencias coexisten en armonía decorativa, dando lugar a elegantes creaciones de flexibilidad.
Entre los gobernantes europeos contemporáneos se encontraban Felipe V de España, Juan V de Portugal, Jorge I de Gran Bretaña, Carlos VI, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, y Víctor Amadeo II de Cerdeña, abuelo materno de Luis XV.
La Regencia terminó oficialmente cuando Luis XV alcanzó la mayoría de edad (13 años y 1 día) el 16 de febrero de 1723, pero continuó una «regencia política». En agosto del año siguiente, Felipe II se convirtió en primer ministro, pero murió apenas cuatro meses después.
Luis Augusto y Luis Alejandro eran hijos ilegítimos de Luis XIV y Madame de Montespan, amante del Rey. Luis Augusto se convirtió en el hijo favorito del Rey y el 29 de julio de 1714 ambos hermanos fueron reconocidos por Luis XIV y hechos Príncipes de Sangre, lo cual importunó a muchas personas; a Luis Augusto se le hizo duque de Maine y a Luis Alejandro conde de Toulouse. Mediante las disposiciones de su testamento, Luis XIV había dejado el poder efectivo en manos de sus dos hijos naturales legitimados para impedir que su sobrino y yerno Felipe de Orleans, duque de Chartres y príncipe de sangre real, desmantelara el sistema de despotismo real absoluto.
El 1 de septiembre de 1715 muere el rey Luis XIV en Versalles. Le sucede su bisnieto, Luis XV duque de Anjou, que tan solo tiene 5 años, y por lo tanto, tiene que constituirse una regencia hasta que el joven rey cumpla la mayoría de edad (13 años y un día). Ese mismo día se hace lectura del testamento, en el cual, por orden de Luis XIV, hasta el momento en que el joven Duque de Anjou llegue a su mayoría de edad (1723) el reino será gobernado por Luis Augusto de Borbón, duque de Maine, bastardo legitimado de Francia. Al sobrino de Luis XIV, el duque Felipe de Orleans, se le otorgó el título honorario de Presidente del Consejo de la Regencia.
Antes de la muerte del Rey, Felipe de Orleans había sido nombrado miembro del Parlamento de París debido a que era un Príncipe de sangre. Consigue el apoyo del Parlamento que le proclama, el 2 de septiembre de 1715, «Regente del Reino», cancelando así las últimas voluntades de Luis XIV. Bajo el uso y título de Su Alteza Real Monseigneur le Régent, Felipe de Orleans fue oficialmente reconocido como Regente de Francia por Luis XV. Felipe era, después del Rey, el hombre más importante en el país, seguido por su hijo Luis de Orleans. A Luis de Orleans le fue permitido ingresar al Consejo de la Regencia, el 30 de enero de 1718.
De haber muerto el enfermizo Luis XV, los príncipes legitimados pretendían rechazar la pretensión de Felipe al trono en favor del nieto de Luis XIV, el rey Felipe V de España. Por tanto, para afirmar su autoridad como regente y promover sus ambiciones dinásticas, Orleans indujo al Parlamento (tribunal supremo de justicia) de París a anular el testamento de Luis XIV (12 de septiembre de 1715). El 15 de septiembre, Felipe de Orleans restituye al Parlamento su droit de remontrances (derecho de protestas) que Luis XIV había retirado a los parlamentos en 1673 para afianzar su poder absoluto. Este derecho permitía a los parlamentos provinciales discutir un edicto real y negarse a registrarlo si lo consideraban contrario a las leyes y a los intereses del Reino.[1]
Felipe procedió a instituir en París un sistema experimental de gobierno conciliar, conocido como la Polisinodia, compuesto de la más alta nobleza del país. Este sistema, que fue creado el 1 de octubre de 1715, fue diseñado para destruir la autoridad de los ministros (secretarios de Estado) y devolver el poder político a la alta nobleza. Durante la Regencia, la polisinodia fue el sistema de gobierno en uso entre 1715 y 1718 y en el cual cada ministerio (secretario de estado) fue reemplazado por un consejo.
Los cardenales Dubois y Fleury fueron dos personas claves durante este periodo. Hubo siete partes de la Polisinodia todas las cuales tenían sus propios ministros para la Regencia:
Desafortunadamente, el nuevo sistema resultó tan engorroso e ineficaz que el regente lo disolvió en septiembre de 1718 y reinstauró a los secretarios de Estado.
Orleans tuvo que hacer frente a los graves problemas fiscales derivados de las costosas guerras de Luis XIV. En 1717 encomendó la reforma de las finanzas francesas a un banquero escocés, John Law, cuyas innovaciones, el llamado sistema de Law, transformaron las finanzas del quebrado reino y su aristocracia. Sin embargo, tales medidas provocaron un desastre financiero tres años más tarde que desacreditó gravemente al régimen de Felipe II.
La política exterior de Felipe II también estuvo ligada a sus intereses dinásticos. En 1716, su ministro, el abad (más tarde cardenal) Guillaume Dubois, firmó con Gran Bretaña, enemigo tradicional de Francia, una alianza que le permitió obtener el apoyo británico contra la pretensión de Felipe V de sucesión al trono francés. Francia y Gran Bretaña entraron en guerra con España en 1719 y, al año siguiente, Felipe V se vio obligado a renunciar a sus pretensiones francesas y a reconocer a Felipe II como heredero de Luis XV.
La Regencia es también la palabra consuetudinaria en francés para referirse a los regímenes anteriores a la independencia en los países occidentales del norte de África, la llamada Costa berberisca. Esto se aplicaba a:
Sin embargo, la expansión colonial francesa no se limita al Nuevo Mundo. En Senegal en el África Occidental, los Franceses comenzaron a establecer puestos comerciales a lo largo de la costa en 1624. En 1664, la Compañía francesa de las Indias Orientales se estableció para competir por el comercio en el oriente. Las colonias fueron establecidas en la India en Chandernagor (1673) y Pondicherry en el Sudeste (1674), y después en Yanam (1723), Mahe (1725), y Karaikal (1739) (ver India Francesa). Las colonias también fueron fundadas en el Océano Índico, en el Isla de Borbón (Réunion, 1664), Isla de Francia (Mauricio, 1718), y las Seychelles (1756).
En febrero de 1723, a los 13 años y un día, la minoría de edad de Luis XV terminó. El rey alcanzó la mayoría de edad y cesó oficialmente la Regencia. El 25 de octubre de 1722, Luis XV fue coronado en Reims, pero Felipe de Orleans siguió asegurando la realidad del poder, primero a través del cardenal Dubois, ministro principal (1722-1723) y luego directamente, a la muerte de Dubois (10 de agosto de 1723), al convertirse en ministro principal.
Sin embargo, Felipe murió al poco tiempo, el 2 de diciembre de 1723, y fue reemplazado por el impopular Luis Enrique de Borbón-Condé, su sobrino, jefe de otra rama cadete de la familia real y nieto de Luis XIV por vía materna, otra hija legitimada que el difunto rey había tenido con Madame de Montespan. Después de dos años de actividad como primer ministro se encontró con el disgusto generalizado después de la puesta en marcha de duras medidas fiscales dirigidas a hacer un saneamiento de las finanzas del Estado, bastante desordenadas por el sistema de Law, y fue reemplazado a su vez en 1726 por el cardenal de Fleury. Los tres continuaron en líneas generales la misma política internacional.
El periodo de la Regencia marca el eclipse temporal de Versalles como el centro de la formulación de políticas, que se traslada a la corte del Regente en el Palacio Real de París. Marca el lugar de los salones Parisinos como centros culturales, como lugares de reunión literaria y discretos núcleos de la resistencia liberal para algunas políticas oficiales. En los salones de París se mezclaban aristócratas más fácilmente con la más alta Burguesía en una nueva atmósfera relajada del decoro, la comodidad y la intimidad.
En las artes, el estilo de la Regencia está marcado por el comienzo del Rococó, caracterizado por las pinturas de Antoine Watteau (1684-1721).
El Rococó se desarrolló primero en las artes decorativas y el diseño de interiores. La sucesión de Luis XIV trajo un cambio en los artistas de la corte y de la moda artística en general. Al final del reinado del rey viejo, rico diseños barrocos fueron dando paso a elementos más ligeros, con más curvas y patrones naturales. Estos elementos son evidentes en los diseños arquitectónicos de Nicolas Pineau. Durante la Regencia, la vida cortesana se alejó de Versalles y este cambio artístico se afianzó, en primer lugar en el Palacio Real y luego en toda la alta sociedad francesa. La delicadeza y la picardía de los diseños rococó se considera a menudo en perfecta sintonía con los excesos del régimen de Luis XV.
La década de 1730 representó el punto más alto en el desarrollo del Rococó en Francia. El estilo se había extendido más allá de la arquitectura y el mobiliario a la pintura y la escultura, ejemplificada por las obras de Antoine Watteau y François Boucher. El Rococó aún mantiene el gusto del Barroco por las formas complejas y patrones intrincados, pero en ese punto, había comenzado a integrar una variedad de diversas características, incluyendo un gusto por los diseños orientales y composiciones asimétricas.