Diogo Soares (también conocido como Diego Suárez o o Galego; f. 1553, Pegu, Birmania) fue un navegante, mercenario y explorador portugués del siglo XVI. Desarrolló su actividad en la India portuguesa, Madagascar y el sudeste asiático. Su figura fue mencionada en la obra Peregrinação del escritor y viajero Fernão Mendes Pinto.
Diogo Soares | ||
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Bahía de Antsiranana (antes Diego Suárez, Madagascar), llamada en su honor. | ||
Información personal | ||
Nombre completo | Diogo Soares de Albergaria | |
Apodo | O Galego | |
Otros nombres | Diogo Soares de Melo; Diogo Soares de Mello; Diego Suárez | |
Nacimiento |
siglo XV / XVI Galicia, Reino de Portugal | |
Fallecimiento |
c. 1553 Pegu (Bago, Myanmar) | |
Causa de muerte | Lapidación | |
Nacionalidad | portuguesa | |
Lengua materna | Portugués | |
Familia | ||
Hijos | Baltasar Soares | |
Información profesional | ||
Ocupación | Navegante, mercenario y explorador | |
Años activo | c. 1538–1553 | |
Conocido por | Mencionado en la Peregrinação de Fernão Mendes Pinto; bahía y ciudad de Antsiranana llamadas Diego Suárez | |
Poco se conoce sobre los primeros años de vida de Diogo Soares. Era un hidalgo gallego de baja condición, probablemente perteneciente a una rama secundaria de la pequeña nobleza local. En la primera mitad del siglo XVI, muchos de estos hidalgos empobrecidos buscaron fortuna en las posesiones de ultramar del Reino de Portugal, participando en expediciones militares o dedicándose a actividades de corso y piratería.
Según las crónicas, hacia 1538 Soares se vio implicado en varios homicidios en la metrópoli y fue desterrado a la India portuguesa, donde comenzaría su carrera como mercenario.[1] Instalado en Goa, trabajó al servicio de diferentes capitanes lusos hasta que, en 1540, participó en la eliminación de un rival amoroso de su jefe militar. El gobernador Estêvão da Gama ordenó ejecutar al responsable principal del crimen, pero Soares consiguió escapar de la justicia y huyó hacia Melinde (actual Malindi, en Kenia).
En la costa de África Oriental reunió a unos veinte cómplices y se dedicó a la piratería, atacando naves mercantes y poblaciones ribereñas. Esta etapa lo consolidó como figura incómoda para las autoridades portuguesas, aunque también le otorgó fama como hombre de armas y caudillo entre los exiliados europeos del océano Índico.[2]
Tras sus actividades piráticas en África oriental, Soares fue reclamado por las autoridades de la India portuguesa. El gobernador Estêvão da Gama emitió una orden de arresto contra él, aunque no llegó a cumplirse. En 1542, con el relevo en el gobierno, su sucesor Martim Afonso de Sousa —con quien mantenía una estrecha amistad— le concedió un perdón formal y lo incorporó a su servicio.[3]
Bajo las órdenes de De Sousa, Soares recibió el mando de pequeñas expediciones de exploración y castigo en el Índico. Sin embargo, nunca abandonó por completo la práctica del corso, actuando de manera ambigua entre la legalidad y la piratería. Sus operaciones se concentraron especialmente en la costa de Mozambique portugués, una región estratégica para el control de las rutas hacia la India, donde se dedicó tanto a escoltar convoyes lusos como a saquear asentamientos locales y naves mercantes árabes y suajili.[2]
Este doble papel de servidor de la Corona y aventurero independiente le granjeó fama de audaz pero también de imprevisible, lo que explica que algunos cronistas lo considerasen al mismo tiempo un aliado útil y un elemento peligroso para la estabilidad del dominio portugués en Oriente.
En 1543, el gobernador Martim Afonso de Sousa encomendó a Soares la misión de localizar a su hermano Pero Lopes de Sousa, que se había perdido tras un naufragio en el norte de Madagascar. Soares navegó hasta la isla y fondeó en una gran bahía natural en la punta septentrional, pero no encontró rastro del desaparecido. En su lugar, saqueó varias poblaciones costeras, capturó esclavos y regresó a la India con una importante carga de plata y otros bienes.[4]
El fondeadero utilizado por Soares se convirtió en un punto de referencia para las rutas portuguesas hacia el océano Índico. Con el tiempo, la gran ensenada recibió el nombre de bahía de Diego Suárez en su honor, denominación que se mantuvo durante la época colonial francesa y que en 1975 fue sustituida oficialmente por bahía de Antsiranana.[5]
La ciudad portuaria levantada junto a la bahía adoptó igualmente el nombre de Diego Suárez, hasta que pasó a denominarse Antsiranana tras la independencia de Madagascar.
En 1547, tras un paso por Malaca portuguesa, Soares viajó al reino birmano de Tabinshwehti, soberano de la dinastía Taungú. Allí entró a su servicio como mercenario y pronto ascendió hasta ser nombrado gobernador y general en jefe del ejército real, convirtiéndose en uno de los consejeros extranjeros más influyentes de la corte.[1] La confianza del monarca le permitió amasar una enorme fortuna, valorada en varios millones en joyas y con rentas anuales de hasta 200.000 ducados, además de ser llamado simbólicamente «hermano del rey».[2]
Durante la guerra birmano-siamesa (1547-1549), Soares dirigió una fuerza compuesta por unos 180 mercenarios europeos bajo cinco capitanes. Su ejército participó en la fallida campaña contra el reino de Ayutthaya, incluyendo un largo asedio que concluyó con la deserción de buena parte de los contingentes birmanos.[6] Crónicas birmanas y el propio relato de Fernão Mendes Pinto señalan que los métodos violentos de Soares, así como su influencia negativa sobre Tabinshwehti —al que habría introducido en el consumo excesivo de alcohol—, contribuyeron al desgaste interno de la corte y al fracaso militar en Siam.[7]
En 1553, según el relato de Fernão Mendes Pinto, Soares protagonizó un grave episodio de violencia en Pegu: intentó raptar a la hija de un rico comerciante, en el transcurso del cual asesinó a su prometido y a varios de sus familiares. La joven, para evitar la deshonra, se habría quitado la vida. Poco después, el rey Tabinshwehti fue asesinado y su sucesor Smim Sawhtut decidió entregar a Soares a los habitantes de la ciudad.
El navegante fue apedreado públicamente hasta morir, y su residencia saqueada por la multitud. Como el botín hallado era escaso en comparación con la fortuna que había acumulado, se extendió la creencia de que Soares había ocultado y enterrado la mayor parte de sus tesoros.[8][9]
Las crónicas birmanas no lo mencionan por su nombre, pero confirman la presencia de mercenarios portugueses en la corte de Tabinshwehti y el clima de violencia que rodeó su asesinato y el final del reinado.