Un deflector de orina es un dispositivo para desviar el chorro de orina durante la micción. Estos pueden ser parte de un orinal, letrina o inodoro diseñado para ese propósito, o pueden ser disuasivos, instalados en los lados o esquinas de los edificios para desalentar su uso casual como urinarios por parte de los transeúntes. Pueden construirse de diversas formas a partir de una variedad de materiales, pero típicamente están diseñados para tener una superficie en ángulo que atrapa y redirige la corriente.
El equipo que se usa para aprender a usar el baño, como un orinalito, generalmente incluye un deflector de orina para garantizar que la orina no salpique hacia adelante y fuera del receptáculo.[1]
Las letrinas construidas por los marines estadounidenses contendrían deflectores de orina hechos de hojas de metal o papel alquitranado. Estos atraparían y dirigirían la orina a un canal que la llevaría a un pozo de desagüe francés. Esto minimizaría el olor desagradable que normalmente resulta de la descomposición y producción de amoníaco.[2] Otros diseños de letrinas suelen incluir deflectores de orina similares para evitar la degradación de los componentes de madera y las paredes del pozo.[3]
Tales dispositivos eran comunes en las calles de Londres en el siglo XIX.[4] Un corresponsal de The Farmer's Magazine escribió en 1809:[5]
... en Londres, un hombre a veces puede caminar una milla antes de encontrar una esquina adecuada; pues tan poco complacientes son los dueños de las puertas; pasajes y ángulos, que parecen haber agotado la invención en las ridículas barricadas y estantes, acanalados, y uno encima del otro, para conducir el arroyo en los zapatos del desventurado que se atreverá a profanar las trincheras.
Algunos todavía se pueden encontrar en lugares como el Banco de Inglaterra, Fleet Street y el Hotel Savoy.[6][7][8][9] Otras ciudades donde todavía se pueden ver ejemplos antiguos incluyen Leópolis, Norwich y Venecia.[10][11][12] En otras ciudades como Viena, se han utilizado barreras como rejas de hierro y picos para mantener a la gente alejada de rincones y recovecos atractivos.[6][13]
Ciudades alemanas como Hamburgo y Colonia han sido pioneras en el uso de pintura hidrofóbica en las paredes para disuadir a lo ellos denominan wildpinklers. Este recubrimiento repelente al agua hace que el chorro de orina rebote en un ángulo similar y así moje al agresor. Desde entonces, otras ciudades como Mánchester y San Francisco han evaluado el método para determinados puntos conflictivos.[14]