La orina o el orín[nota 1] (del latín urina) —coloquialmente el pis[2] y, de forma infantil, pipí—[3] es un líquido acuoso transparente y amarillento, de olor característico, secretado por los riñones y enviado al exterior por el aparato urinario.[4] El orín puede servir para determinar la presencia de algunas enfermedades. En los laboratorios clínicos se abrevia u o uri. En español, los prefijos de todas las palabras relacionadas con la orina son: uri- y uro-; y el sufijo: -uria.[5]
Orina | ||
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Una muestra de orín humano. | ||
Nombre y clasificación | ||
Latín | urina | |
Información anatómica | ||
Sistema | urinario | |
Producido por | sistema urinario | |
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Después de la producción de orín por los riñones, este recorre los uréteres hasta la vejiga urinaria, donde se almacena y después es expulsado al exterior del cuerpo a través de la uretra, mediante la micción.
Las funciones de la orina influyen sobre la homeostasis por las siguientes razones:
En los seres humanos, la orina normal suele ser un líquido transparente o amarillento. Se eliminan aproximadamente 1,4 litros de orines al día. La orina normal contiene un 95 % de agua, un 2 % de sales minerales y 3 % de urea y ácido úrico, y aproximadamente 20 g (gramos) de urea por litro. Cerca de la mitad de los sólidos son urea, el principal producto de degradación del metabolismo de las proteínas. El resto incluye nitrógeno, cloruros, cetosteroides, fósforo, amonio, creatinina y ácido úrico.
El análisis de orina y el urocultivo pueden ayudar al diagnóstico de varias enfermedades.
El orín varía en apariencia, dependiendo principalmente del nivel de la hidratación del cuerpo, así como otros factores. La orina normal es una solución transparente que va desde casi incolora a ámbar, pero generalmente tiene un color amarillo pálido.
Incluye las siguientes etapas:
Tiene lugar en una de las múltiples nefronas que hay en los riñones, concretamente en los glomérulos. La sangre, al llegar a las nefronas, es sometida a una gran presión que extrae de ella agua, glucosa, vitaminas, aminoácidos, sodio, potasio, cloruros, urea y otras sales. Esto equivale aproximadamente al 20 % del volumen plasmático que llega a esa nefrona, aproximadamente 180 litros/día, que es 4,5 veces la cantidad total de líquidos del cuerpo, por lo que no se puede permitir la pérdida de todos estos líquidos, ya que en cuestión de minutos el individuo acusaría una deshidratación grave.
Cuando este filtrado rico en sustancias necesarias para el cuerpo pasa al túbulo contorneado proximal, es sometido a una reabsorción de glucosa, aminoácidos, sodio, cloruro, potasio y otras sustancias. Esta equivale, aproximadamente, al 65 % del filtrado. Aunque la mayor parte se absorbe en el túbulo contorneado proximal, este proceso continúa en el asa de Henle y en el túbulo contorneado distal para las sustancias de reabsorción más difícil. Los túbulos son impermeables al filtrado de la urea.
En el túbulo contorneado distal ciertas sustancias, como la penicilina, el potasio e hidrógeno, son excretadas hacia la orina en formación. Cuando la vejiga está llena, el sistema nervioso recibe la señal de eliminación de orina.
El orín, al ser un desecho orgánico, puede ser utilizado como fertilizante orgánico, ya que contiene nutrientes útiles para las plantas, como grandes cantidades de nitrógeno en forma de urea y una pequeña cantidad en forma de ácido úrico. También contiene potasio y fósforo además de otros nutrientes necesarios en menor cantidad como el magnesio y el calcio, todos ellos de asimilación rápida.
La orina por sí sola no es una solución nutriente completa que pueda utilizarse, por ejemplo, en hidroponía; en caso de ser usada, debe complementarse, por ejemplo, con guano.
La composición de la orina varía según la alimentación. La producida por animales herbívoros suele ser más alcalina, contiene más potasio y menos nitrógeno, y es la más adecuada para usar como fertilizante. La orina humana contiene más sodio, que las plantas no necesitan en grandes cantidades por lo que podría perjudicarlas. El nitrógeno se encuentra principalmente en forma de urea, que se convierte rápidamente en amoníaco. Si la concentración de nitrógeno es excesiva puede perjudicar a las plantas. Los microorganismos del suelo convierten parte del nitrógeno en nitratos y nitritos.
Los orines contienen menos bacterias que la saliva o las heces y es posible almacenarla durante un tiempo para que el aumento de pH, al formar amonio, destruya los agentes patógenos que pueda haber.
Aunque al poco tiempo de ser expulsado el orín huele mucho a amoníaco, al utilizarlo como abono en dosis adecuadas se pierde el olor ya que el metabolismo normal de las plantas y los microorganismos lo debe eliminar.
Ya en la antigüedad era costumbre utilizar la orina para lavarse los dientes. Este tipo de orinoterapia la observaron los romanos, por ejemplo, cuando conquistaron la península ibérica entre los pueblos del norte (cántabros, galaicos, etc.). De hecho, la orina de Lusitania llegó a convertirse en un bien muy preciado en la metrópoli romana, en donde se comercializaba a buen precio, aunque se usaba principalmente para blanquear la ropa.
Debido a que todas las drogas se secretan en mayor o menor medida a través de la orina es posible detectar si alguna persona ha consumido algún tipo de droga analizando este fluido biológico.[6] No hay una regla general para saber durante cuánto tiempo puede detectarse una droga en los orines ya que no se puede detectar una droga por tiempo indefinido, pues esta es metabolizada y eliminada por el organismo de manera natural. Sin embargo esto no sucede de inmediato, ya que depende principalmente del tipo de droga consumida y del tiempo que el individuo haya estado ingiriendo dicha droga, y también depende de su edad, género y estado de salud.
En general las drogas pueden ser detectada en el orín durante algunos días hasta varias semanas. El tiempo para la detección en sangre es mucho más corto comparado con la orina, por ello el análisis de drogas en orina se lleva a cabo si existe una sospecha de dopaje, principalmente en deportistas. También se puede emplear en criminalística para detección de drogas ilegales en individuos involucrados en algún delito.[7]