Charles Cros, cuyo nombre completo es Émile-Hortensius-Charles Cros (Fabrezan, 1 de octubre de 1842 - París, 9 de agosto de 1888) fue un científico, poeta e inventor francés. Figura polifacética del siglo XIX, destacó por su poesía simbolista y decadente, así como por sus innovadoras ideas en grabación sonora, fotografía en color y comunicación interplanetaria. Pese a su genialidad, vivió acosado por la pobreza y el escaso reconocimiento, dejando un legado que incluye el concepto del fonógrafo y poemarios como Le Coffret de santal.[1][2]
Charles Cros | ||
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Información personal | ||
Nombre de nacimiento | Jean Émile Hortensius Joseph Cros | |
Nacimiento |
1 de octubre de 1842 Fabrezan (Reino de Francia) | |
Fallecimiento |
9 de agosto de 1888 París (Francia) | (45 años)|
Sepultura | Cementerio de Montparnasse | |
Nacionalidad | Francés | |
Lengua materna | Francés | |
Familia | ||
Hijos | Guy-Charles Cros | |
Información profesional | ||
Ocupación | Científico, poeta, inventor | |
Charles Cros nació en una familia vinculada a las letras. Su abuelo paterno, Antoine Cros, capitán durante la Revolución Francesa, escribió tratados de gramática y tradujo los Idilios de Teócrito. Su padre, Simon Charles Henry Cros, profesor de filosofía, perdió su cátedra en Narbonne en 1851 por negarse a jurar lealtad a Napoleón III, forzando a la familia a mudarse a París, donde vivieron en condiciones precarias, con la madre alquilando habitaciones para subsistir.[2] Charles, autodidacta y precoz, aprobó el bachillerato a los 14 años, dominando latín, griego, química, física y lenguas orientales en el Collège de France. Una anécdota no confirmada sugiere que a los 16 años enseñó sánscrito al filólogo Michel Bréal.[2] De su madre, Josephine Thor, no se sabe nada.
En 1860 inició estudios de medicina, que abandonó para dedicarse a la literatura y a la ciencia. En 1861 se desempeñó como instructor en el Instituto Parisiense para Sordomudos. Las dificultades pedagógicas que enfrentaba lo motivaron a idear un dispositivo que fuera capaz de grabar y reproducir sonidos, con el objetivo de apoyar a sus alumnos.[2] Su carácter inconformista y una desavenencia con otro instructor —que terminó en un duelo— provocaron su despido. Desde entonces, se mantuvo como tutor privado mientras continuaba sus experimentos y escritura.[2]
Cros frecuentó los círculos literarios de París, especialmente el salón de Nina de Villard, un centro intelectual donde se reunían poetas como Verlaine, Mallarmé y Banville, y artistas como Manet y Degas. Su relación pasional con Nina, marcada por infidelidades y conflictos, inspiró poemas de amor y dolor como «Croquis» y «Queja».[2] En 1871 acogió a Arthur Rimbaud en París, pero la relación se deterioró cuando Rimbaud dañó su laboratorio y usó una revista con sus poemas como papel higiénico.[3][4] Cros rompió con Rimbaud y Verlaine tras el escándalo de su relación, apoyando a la esposa de Verlaine durante su turbulenta separación.[2]
En 1878, tras una ruptura tumultuosa con Nina, se casó con Francès Hjardemaal, una exinstitutriz danesa que trajo estabilidad a su vida. Sin embargo, acosado por las deudas, Cros se sentía culpable al no poder proveer adecuadamente para su esposa y sus hijos, Guy-Charles y René. Esta angustia se refleja en poemas como «A ma femme endormie».[2]
Su hermano Henry Cros destacó como pintor, escultor y vidriero, mientras que Antoine Hippolyte Cros, médico, se proclamó soberano del ficticio Reino de Araucanía y Patagonia.[5]
En sus últimos años, Cros se refugió en cafés literarios como Le Chat Noir y Les Hydropathes, que él mismo fundó en 1883. Su adicción al alcohol, agravada por la soledad y las decepciones, contribuyó a su declive.[2] Murió a los 45 años, probablemente por problemas de salud relacionados con el alcoholismo, y fue enterrado en el Cementerio de Montparnasse con pocos asistentes.[2]
En 1867, Charles Cros exhibió un telégrafo mejorado en la Exposición Universal de París.[2] En 1869, publicó la monografía «Solution générale du problème de la photographie des couleurs», donde propuso fotografiar una escena a través de filtros de vidrio verdes, naranjas y violetas, corrigiendo la teoría inicial de colores primarios (rojo, amarillo, azul) de Brewster.[6] Los negativos resultantes se convertirían en impresiones positivas con cantidades variables de rojo, amarillo y azul (colores complementarios o «anticromáticos»), que, al superponerse mediante impresiones de carbono con pigmentos transparentes, recompondrían los colores originales. Cros anticipó el método sustractivo moderno, simultáneamente con Louis Ducos du Hauron, con quien presentó su método a la Sociedad Francesa de Fotografía el 7 de mayo de 1869, sin conocerse previamente. Aunque Cros depositó un documento sellado en la Academia de Ciencias el 2 de diciembre de 1867, Ducos du Hauron patentó sus ideas en 1868, y Cros le cedió el crédito.[6][7][8] Además, sugirió en una nota mejorar la sensibilidad espectral de materiales fotográficos con colorantes, anticipando el descubrimiento de la sensibilización por tintes de Hermann Wilhelm Vogel.[6]
Ese mismo año, en su ensayo «Études sur les moyens de communication avec les planètes», propuso usar un espejo cóncavo gigante para enviar señales luminosas a Marte y Venus, convencido de que puntos brillantes en estos planetas eran ciudades iluminadas. A pesar del escepticismo, defendió su idea con poemas satíricos como «Aux imbéciles».[2][9]
En 1877, Cros desarrolló el concepto del «paléófono» («voz del pasado»), un dispositivo para grabar y reproducir sonidos mediante una membrana vibrante con una punta que trazaba surcos en una superficie ennegrecida, integrada en un disco con movimiento rotacional y lineal. El sistema era reversible, permitiendo que la membrana reprodujera la señal acústica original al seguir los surcos.[10] El 30 de abril de 1877, presentó un documento sellado a la Academia de Ciencias de París, leído públicamente el 3 de diciembre. Propuso usar metal para la punta grabadora y el material receptor por su durabilidad, y sugirió una forma cilíndrica para la inscripción gráfica mediante un tornillo de rosca fina.[10]
Un artículo sobre el paleófono apareció en «La Semaine du Clergé» el 10 de octubre de 1877, escrito por el abate Leblanc.[10] Sin recursos para construir un prototipo, fue superado por Thomas Alva Edison, quien patentó el fonógrafo el 15 de enero de 1878, usando un cilindro cubierto de papel de aluminio.[10] Cros también experimentó con gemas sintéticas, como rubíes y zafiros, pero no protegió sus invenciones.[2]
Cros se integró en los círculos simbolistas y decadentes, valorando la musicalidad y espontaneidad en la poesía, alejándose del formalismo parnasiano.[2] Su poemario «Le Coffret de santal» (1873), elogiado por Paul Verlaine, combina formas tradicionales con frescura y sinceridad.[2] «Le Fleuve» (1874), ilustrado por Édouard Manet, le valió un premio de la Academia Francesa, su único reconocimiento oficial.[2] En 1876, colaboró en «Dizains réalistes», parodiando a François Coppée, y entre 1877 y 1888 escribió monólogos humorísticos como «Le Bilboquet» y «L’Homme qui a voyagé», que le ganaron el apodo de «el Molière del empedrado».[2]
La obra de Cros, inicialmente olvidada, influyó en surrealistas como Breton y Aragon.[2] Sus poemas, reunidos en «Poèmes et proses» (1944) y «Œuvres complètes» (1954, 1964), destacan por su fuerza y modernidad.[2] La Academia Charles Cros, fundada en su honor, premia grabaciones musicales. Una placa en su última residencia, en rue de Tournon, conmemora su invención del paléófono.[2]