El término balsero se usa para referirse a migrantes irregulares que viajan por mar en busca de mejores condiciones de vida, principalmente a los cubanos que tratan de llegar a los Estados Unidos, y que a veces intentan realizar ese tipo de peligrosa travesía en precarias embarcaciones.
Dentro de los motivos que intentan explicar esta situación, se dice con mayor frecuencia que los balseros huyen de las condiciones políticas y dificultades económicas que azotan a su país.
En Cuba, de donde proviene una gran parte de los migrantes por mar, los anticastristas atribuyen esta situación al mal manejo de los gobernantes cubanos y al sistema de gobierno socialista vigente desde hace seis décadas, y a las políticas migratorias que mantiene el gobierno con el pueblo cubano, mientras que los simpatizantes de la Revolución adjudican esta situación al Embargo estadounidense a Cuba desde 1960. Este embargo impide la realización de transacciones económicas entre Cuba y Estados Unidos, al igual que con compañías extranjeras controladas por estadounidenses.[1]
Es frecuente la huida de Cuba por parte de cubanos que no concuerdan con las políticas del gobierno, pero otra posible causa es quizás la política norteamericana respecto a las visitas de familiares y regalos a estos por parte de los emigrados cubanos. Las causas, Políticas y Económicas, conviven en el cubano que se lanza a tan riesgosa aventura con la misma intensidad, a diferencia de como ocurre con otros emigración de los mexicanos a través del Río Grande ("espaldas mojadas"), los africanos en los países del sur de Europa o los asiáticos en Japón, donde las fuerzas económicas son predominantes. La cuestión respecto a la actitud del gobierno estadounidense es compleja. En algunos casos son devueltos a Cuba al ser atrapados en sus costas, aunque en otros se les acoge. Ésta es llamada política de los pies secos, pies mojados. Los balseros, en su afán de abandonar la isla, llegan desde países como Bahamas, México y Honduras, entre otros del centro y sur de América, donde muchas veces son repatriados a Cuba. Se estima que entre 16.000 y 100.000 balseros perecieron en el mar en su huida de Cuba.[2]
Se calcula[3] que miles (muchos miles) de balseros e inmigrantes en general han muerto en el mar durante las travesías en sus intentos de migración hacia otros países.
Hay que considerar que las embarcaciones usadas por los balseros (que pueden ser llamadas balsas aunque no necesariamente sean ese tipo de barco) pueden estar sobrecargadas de tripulantes, o ser demasiado frágiles o pequeñas para un viaje por mar abierto. En algunas travesías, especialmente estando entre delincuentes y una gran cantidad de pasajeros desconocidos, aparecen discusiones, violencia y crímenes que suelen ser descubiertos y juzgados después.[4] Además, frecuentemente los balseros viajan sin equipamiento de seguridad, como flotadores o chalecos salvavidas. Los riesgos de la travesía por mar incluyen que el barco quede parado o a la deriva, que los tripulantes pierdan el rumbo y queden desorientados, que queden expuestos al fío o al calor, y que comiencen a sufrir deshidratación en esa situación.
Otros inmigrantes por mar pueden morir viajando como polizones ocultos en compartimentos peligrosos de barcos.
Y cualquier intento fallido de atravesar el mar en alguna embarcación puede terminar en ahogamiento (con las mismas características que en otros ahogamientos acerca de la prevención y el salvamento de víctimas en ahogamientos).
La aparición de teléfonos móviles (o teléfonos celulares) con GPS, y los teléfonos móviles de tipo satélital o con funciones satelitales (de mayor alcance que los normales), ha permitido aumentar las posibilidades de supervivencia en el mar, pues permiten llamar para pedir ayuda a través del satélite, incluso estando a larga distancia de la costa.
Los balseros (al menos los llamados balseros cubanos) son conocidos por sus intentos de llegar como inmigrantes a Estados Unidos desde Cuba, sea por la ruta que atraviesa el mar desde el noroeste de la isla de Cuba, por el Estrecho de la Florida, hasta los Cayos de la Florida [5] o por la ruta que va desde el extremo oeste de la isla de Cuba hasta México, desembarcando en Isla Contoy u otros puntos más lejanos dentro del Estado de Quintana Roo [6] para intentar a continuación ir desde allí hasta la frontera de Estados Unidos y pasar al otro lado. Se considera que las corrientes en el mar son menores en este ruta del oeste por México que en la del norte por Florida, pero algunos de los inmigrantes que llegan a México acaban pagando cantidades de dinero elevadas a delincuentes para que les ayuden a pasar la frontera con Estados Unidos, e incluso a veces han sido extorsionados[7][8][9] para recabar de ellos algo de dinero más.
Uno de los balseros más conocidos fue el niño Elián González, cuya madre murió en la travesía con su hijo hacia Florida. Esto se convirtió en un punto de tensión entre los Estados Unidos, donde el niño había sido acogido por su familia paterna, o sea por el tío del padre de Elián, pero sin el consentimiento paterno y Cuba, cuyo gobierno reclamaba la entrega del niño al padre, residente en la isla.
En Florida y en Cuba se produjeron manifestaciones todos los sábados y días festivos en "tribunas abiertas" pidiendo lo que consideraban la "liberación" del niño. De diversas fuentes de interés político se enviaron donativos de grandes sumas de dólares a favor de la familia que se había apoderado del niño, lo que se convirtió en un movimiento económico que ocasionó que fueran considerado como un caso de corrupción.Por orden de la fiscal general de los Estados Unidos, Janet Reno, un grupo SWAT realizó el rescate (extracción) del niño de la casa de sus familiares en Miami, debido a que estos se negaban a entregarlo. Fue devuelto a las autoridades cubanas, quienes lo entregaron a su padre.
Posiblemente el incidente más notorio y singular ocurrió en julio de 2003, cuando doce cubanos utilizando un camión Chevy del 1951 trataron de llegar hasta las costas de la Florida. El camión se mantenía a flote por una serie de depósitos vacíos y con una pequeña hélice conectada al motor del camión, que le permitía alcanzar aproximadamente 8 MPH. Los balseros-camioneros fueron avistados a unas 40 millas al sur de Key West por la guardia costera de los Estados Unidos y devueltos a Cuba. El vehículo anfibio fue hundido en el mar para evitar ser utilizado como monumento a la inventiva de los que tratan de salir de Cuba, según declaraciones de las propias autoridades federales. Tiempo más tarde volvieron a intentarlo pero en un Buick 1959.