Annus horribilis es una expresión latina que puede traducirse como "año terrible". Esta expresión se utiliza cuando, al finalizar un año, su balance es negativo. La expresión opuesta, annus mirabilis, es un término tradicional, mientras que annus horribilis es de acuñación relativamente reciente.
Aunque la frase se utilizó en 1891 en referencia al año 1870, cuando la Iglesia católica definió el dogma de la infalibilidad papal,[1] fue popularizado por la Reina Isabel II el 24 de noviembre de 1992 durante el discurso de Guildhall por el 40 aniversario de su ascenso al trono, en el que describió ese año como annus horribilis.
1992 no es un año que vaya a recordar con gran satisfacción. En palabras de uno de mis corresponsales más comprensivos, ha resultado ser un annus horribilis.
Más tarde se reveló que el "corresponsal simpático" fue su antiguo asistente y secretario privado, Sir Edward Ford.
Estos son algunos de los eventos acontecidos durante este año en el entorno de la familia real británica y a los que la reina pudo haber hecho alusión:[2]
Kofi Annan, entonces Secretario General de las Naciones Unidas, usó la frase en la conferencia de prensa de fin de año, el 21 de diciembre de 2004. Annan reflexionó: "No hay ninguna duda de que este ha sido un año particularmente difícil, y me alivia que este annus horribilis esté llegando a su fin".[3] Sus comentarios se interpretaron como alusión a las persistentes denuncias de corrupción de la ONU en Irak, dentro del programa Petróleo por Alimentos.[4] Sus comentarios se produjeron apenas unos días antes del evento más mortífero del año, el tsunami del océano Índico del 26 de diciembre de 2004.
En 2007, la familia real española, y en concreto, Juan Carlos I, se enfrentó a un año difícil. Una tragedia familiar y una serie de controversias llevaron a los periódicos españoles a referirse al año como annus horribilis del rey.[5]