La actitud positiva conocida en inglés positive mental attitude, PMA, es más que una disposición mental: es una forma de estar presentes en este mundo. Aunque el término no aparece literalmente en el libro Think and Grow Rich (1937), Napoleon Hill ya intuía y lo presentaba como el poder de una fuerza transformadora. Años más tarde, junto con W. Clement Stone, fundador de Combined Insurance, la cristalizó en el libro Sucess Througth a Positive Mental Attitude, donde la actitud positiva se define como un conjunto de virtudes que comprenden las características "plus" representadas por palabras como ser: fe, integridad, esperanza, optimismo, coraje e iniciativa, generosidad, tolerancia, tacto, amabilidad y buen sentido común (en general se habla de "sentido común" a secas, sobreentendiéndose que es bueno).[1]
En español, el término “actitud positiva” aparece con más frecuencia que “actitud mental positiva”: más de diez millones de resultados en Google frente a menos de doscientos mil (consulta del 5 de agosto de 2024). Pero más allá de la estadística, lo que importa es lo que convoca: una forma de mirar, de resistir, de crear.
La actitud positiva es el planteamiento de que tener una disposición optimista en cada situación de la vida atrae cambios positivos y aumenta los logros.[2]Sus partidarios pretenden y fomentan un estado mental que sigue buscando, encontrando y ejecutando formas de llegar un resultado deseable, independientemente de las circunstancias. Este concepto es lo opuesto a la negatividad, el derrotismo y la desesperanza. El optimismo y la esperanza son vitales para el desarrollo de la actitud positiva.[3]
La actitud positiva no solo es una disposición mental, sino la forma de mirar el mundo con ojos de un mejor porvenir, es el arte de sembrar luz en medio del caos, de elegir esperanza en vez de colapso. La investigación empírica sugiere que las personas que realizan un soliloquio positivo y conscientemente centrado tienden a exhibir un mayor autocontrol y resiliencia, lo cual es crucial para el crecimiento personal y el desarrollo profesional. Destacan la importancia de la autorregulación y la atención plena (mindfulness) para fomentar una actitud positiva.[4]
Además, las investigaciones sobre estrategias de liderazgo sugieren que una actitud positiva, caracterizada por un enfoque proactivo ante los desafíos personales y organizacionales, mejora significativamente la eficacia del liderazgo.[5]
La actitud positiva se considera encuadrada en la psicología positiva. En esta psicología una alta autoeficacia (confianza en la propia capacidad) puede ayudar a adquirir un optimismo aprendido que, en última instancia, conduce a una actitud positiva. Esta actitud se considera un centro de control interno que influye en factores externos. La investigación han demostrado que, a través del entrenamiento en inteligencia emocional y la terapia de psicología positiva, las actitudes y percepciones de una persona pueden modificarse para mejorar su vida personal y profesional.[6]
Un estudio de los jugadores de las Grandes Ligas de Béisbol indicó que un componente clave que separa a los jugadores de las ligas mayores de las ligas menores y de todos los demás niveles es su capacidad para desarrollar características y habilidades mentales. Entre ellos se encontraban la fortaleza mental, la confianza, mantener una actitud positiva, lidiar con el fracaso, las expectativas y el diálogo interno positivo.[7]
En los EE. UU. y culturas similares, a las personas enfermas sus amigos, con la mejor intención, las alientan habitualmente a mantener una actitud positiva.[8] Sin embargo, aunque una actitud positiva confiere algunas ventajas inmediatas y resulta más cómoda para otras personas, no se traduce en mayores posibilidades de curación ni en tiempos de supervivencia más prolongados.[9][10]
Un estudio realizado con personas portadoras del virus del sida (VIH) encontró que una alta autoeficacia en salud, una estrategia de afrontamiento orientada a las tareas y una actitud positiva eran fuertes predictores de un estilo de vida que promovía la salud y que tuvo un efecto significativo en la salud general y en la supervivencia.[11]
Se ha criticado a la actitud positiva por aumentar la infelicidad de personas de naturaleza triste o pesimista, por la falta de evidencia científica de sus ventajas y por la escasa robustez científica de algunos de sus experimentos.[12]
¿Y si la actitud positiva fuera una forma de nombrar lo innombrado? ¿Y si fuera el músculo invisible que sostiene la belleza cuando todo tiembla?[13]