William McKinley

Summary

William McKinley (Niles, Ohio, 29 de enero de 1843-Búfalo, Nueva York, 14 de septiembre de 1901) fue el vigésimo quinto presidente de los Estados Unidos y el último veterano de la Guerra de Secesión que alcanzó ese cargo. Ejerció el cargo presidencial desde 1897 hasta su asesinato en 1901.

William McKinley


25.º presidente de los Estados Unidos
4 de marzo de 1897-14 de septiembre de 1901
Vicepresidente Garret Hobart (1897-1899)
Vacante (1899-1901)
Theodore Roosevelt (1901)
Predecesor Grover Cleveland
Sucesor Theodore Roosevelt


39.º gobernador de Ohio
11 de enero de 1892-13 de enero de 1896
Vicegobernador Andrew L. Harris
Predecesor James E. Campbell
Sucesor Asa S. Bushnell


Miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos
por Ohio
4 de marzo de 1885-3 de marzo de 1891

4 de marzo de 1877-27 de mayo de 1884

Información personal
Nacimiento 29 de enero de 1843
Niles, Ohio, Estados Unidos
Fallecimiento 14 de septiembre de 1901
(58 años)
Búfalo (Nueva York), Estados Unidos
Causa de muerte Herida por arma de fuego
Sepultura McKinley National Memorial Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Estadounidense
Religión Metodista
Lengua materna Inglés Ver y modificar los datos en Wikidata
Características físicas
Altura 1,7 m Ver y modificar los datos en Wikidata
Familia
Padres William McKinley, Sr. Ver y modificar los datos en Wikidata
Nancy Campbell Allison Ver y modificar los datos en Wikidata
Cónyuge Ida Saxton McKinley
Hijos Katie e Ida
Educación
Educado en Albany Law School
Información profesional
Ocupación Abogado
Rama militar Ejército de los Estados Unidos Ver y modificar los datos en Wikidata
Conflictos Guerra de Secesión Ver y modificar los datos en Wikidata
Partido político Republicano
Firma

Durante la década de 1880 fue un importante miembro del Partido Republicano. Como congresista, fue responsable del incremento de los aranceles a las importaciones (McKinley Tariff). En su candidatura a las elecciones presidenciales de 1896 promovió el pluralismo entre los grupos étnicos. Su campaña fue diseñada por Mark Hanna, quien introdujo nuevas técnicas de publicidad que revolucionaron las campañas políticas, y venció al demócrata William Jennings Bryan. Con su mandato comenzó un período de dominio republicano, en el que se fomentó la actividad mercantil. Estados Unidos, además, se convirtió en una potencia mundial tras su victoria en la guerra hispano-estadounidense. Esto permitió a McKinley volver a ser elegido presidente en 1900 tras otra intensa campaña también frente a Bryan. En lo referente a política internacional apoyó la independencia de Cuba; la guerra con España le dio a Estados Unidos el control de Puerto Rico, Guam y Filipinas.

El 6 de septiembre de 1901 fue tiroteado por el anarquista Leon Czolgosz. Falleció ocho días después y se convirtió en el tercer presidente asesinado en el cargo, tras Abraham Lincoln y James A. Garfield. Fue sucedido por Theodore Roosevelt.

Biografía

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Primeros años

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William McKinley Jr. nació en 1843 en Niles, Ohio, séptimo de los nueve hijos de William McKinley Sr. y Nancy Allison. Su familia, de ascendencia inglesa y escocesa-irlandesa, descendía de David McKinley, inmigrante del siglo XVIII originario de Dervock, condado de Antrim (actual Irlanda del Norte). El padre de McKinley, nacido en el condado de Mercer, Pensilvania, se trasladó en su niñez con su familia a New Lisbon, Ohio, donde conoció a Nancy Allison, perteneciente a una familia inglesa asentada en Pensilvania desde la colonia y dedicada, al igual que los McKinley, a la industria del hierro. [1]

William McKinley Sr. dirigió fundiciones en varias localidades de Ohio como New Lisbon, Niles, Poland y Canton, y la familia estuvo marcada por un fuerte sentimiento whig y abolicionista, enraizado en sus convicciones metodistas. William Jr. se integró tempranamente en la Iglesia metodista, donde se mantuvo activo desde los dieciséis años y permaneció como fiel practicante durante toda su vida.

En 1852, la familia se estableció en Poland, Ohio, en busca de mejores oportunidades educativas para sus hijos. McKinley cursó estudios en el Seminario de Poland, del que se graduó en 1859. Un año después ingresó en el Allegheny College de Meadville (Pensilvania), donde fue miembro honorario de la fraternidad Sigma Alpha Epsilon Pi, pero abandonó al cabo de un año debido a problemas de salud y a las dificultades económicas familiares. Posteriormente asistió al Mount Union College (actual Universidad de Mount Union, en Alliance, Ohio), institución con la que mantendría una relación como miembro del consejo directivo. [1]

Al no poder costear su regreso a Allegheny, McKinley trabajó primero como empleado de correos y más tarde como profesor en una escuela cercana a Poland, Ohio.

Guerra de Secesión

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Servicio militar en Virginia Occidental y la batalla de Antietam

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Cuando estalló la Guerra de Secesión en 1861, McKinley se alistó junto a su primo William McKinley Osbourne como soldado raso en la Guardia Polaca, unidad que pronto se integró en el 23.º Regimiento de Infantería de Ohio. La designación de oficiales por el gobernador de Ohio, William Dennison, generó tensiones iniciales entre los reclutas, aunque el mayor Rutherford B. Hayes, futuro presidente de Estados Unidos y mentor de McKinley, logró imponer disciplina y ganarse el respeto de los hombres.[2]

Tras un mes de instrucción, el 23.º de Ohio marchó en julio de 1861 al oeste de Virginia (actual Virginia Occidental) como parte de la División Kanawha. McKinley participó en la batalla de Carnifex Ferry en septiembre y poco después fue destinado al servicio de intendencia, donde se distinguió por su eficiencia en el abastecimiento de tropas. Durante el invierno de 1861–1862, fue ascendido a sargento de comisariato y continuó su labor logística bajo el mando de Hayes.[2]

En septiembre de 1862, el regimiento fue trasladado al este para reforzar al Ejército del Potomac. Combatió en la batalla de South Mountain y, días más tarde, en la batalla de Antietam, donde McKinley se expuso al fuego enemigo para llevar raciones a los soldados de primera línea. El 23.º de Ohio sufrió numerosas bajas, pero las fuerzas de la Unión lograron frenar la invasión confederada de Maryland. Tras la campaña, el regimiento regresó al oeste de Virginia para continuar sus operaciones.[2]

Campañas en el valle de Shenandoah y ascenso militar

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Durante el invierno de 1862, McKinley fue comisionado segundo teniente en reconocimiento a su servicio en Antietam. Tras un período de relativa inactividad, combatió en la batalla de la isla de Buffington (1863) contra la caballería de John Hunt Morgan. Al año siguiente, su regimiento fue incorporado al Ejército de Virginia Occidental bajo el mando de George Crook y participó en la ofensiva sobre el suroeste de Virginia, distinguiéndose en la batalla de la Montaña de Cloyd (9 de mayo de 1864).[1]

Posteriormente, McKinley y el 23.º de Ohio marcharon al valle de Shenandoah, donde formaron parte del Ejército de Shenandoah del general David Hunter. Tras ocupar Lexington (Virginia) y avanzar hacia Lynchburg, se vieron obligados a replegarse ante la contraofensiva del general confederado Jubal Early, que los derrotó en la batalla de Kernstown (24 de julio). Poco después, McKinley fue ascendido a capitán y destinado al estado mayor de Crook.[1]

Bajo el mando del general Philip Sheridan, el ejército de la Unión recuperó la iniciativa y obtuvo una serie de victorias decisivas: Opequon Creek, Fisher’s Hill (22 de septiembre) y Cedar Creek (19 de octubre de 1864), en la que McKinley ayudó a reagrupar a las tropas en un momento crítico de la batalla.[1]

En 1865, tras la captura temporal de Crook, McKinley sirvió sucesivamente en los estados mayores de cuatro generales distintos hasta ser confirmado como ayudante de Samuel S. Carroll. Al finalizar la guerra recibió un ascenso honorario a mayor. Tras pasar brevemente por el Primer Cuerpo de Veteranos en Washington, fue licenciado en julio de 1865 y regresó a Ohio, declinando la posibilidad de continuar en el ejército regular.

En 1886, McKinley colaboró como coautor en la obra de doce volúmenes Official Roster of the Soldiers of the State of Ohio in the War of the Rebellion, 1861–1866, una de las compilaciones más extensas sobre los soldados de Ohio en la guerra.[1]

Carrera jurídica e inicios políticos

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Tras el fin de la Guerra de Secesión en 1865, McKinley decidió dedicarse a la abogacía. Inició sus estudios en la oficina de un abogado en Poland, Ohio, y en 1866 continuó su formación en la Facultad de Derecho de Albany, en el estado de Nueva York. Tras menos de un año de estudios regresó a su estado natal, y en marzo de 1867 fue admitido en el colegio de abogados de Warren, Ohio. [3]

Ese mismo año se trasladó a Canton, sede del condado de Stark, donde abrió una oficina legal y pronto se asoció con George W. Belden, abogado experimentado y exjuez. Su práctica tuvo éxito, lo que le permitió adquirir un bloque de edificios en la calle principal de Canton, asegurando ingresos constantes a través de alquileres. [1]

La política no tardó en atraerlo. En 1867, cuando su antiguo camarada de armas Rutherford B. Hayes fue candidato a gobernador, McKinley pronunció discursos en su favor en el condado de Stark, iniciando así su carrera política. Dos años más tarde, en 1869, se postuló con éxito al cargo de fiscal del condado, tradicionalmente dominado por demócratas. En 1871 buscó la reelección, pero fue derrotado por un estrecho margen de 143 votos frente al demócrata William A. Lynch. [1][3]

En 1876, McKinley alcanzó notoriedad al defender gratuitamente a un grupo de mineros de carbón en huelga acusados de disturbios durante un enfrentamiento con rompehuelgas. Logró la absolución de todos menos uno de los procesados, lo que le granjeó prestigio entre los trabajadores y lo vinculó con el empresario Mark Hanna, quien más adelante sería uno de sus principales aliados políticos. Ese mismo año obtuvo la nominación republicana para el distrito congresional 17 de Ohio. Hizo campaña tanto por su escaño como por Hayes, entonces candidato presidencial, y logró la victoria frente al demócrata Levi L. Lamborn. Hayes resultó elegido presidente en unos comicios disputados, y McKinley inició así su carrera en el Congreso, centrado en la defensa del arancel proteccionista.[3]

 
Ida Saxton McKinley

Matrimonio y familia

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Paralelamente a su progreso profesional, McKinley cultivó una vida social activa en Canton. En 1871 contrajo matrimonio con Ida Saxton, hija de una prominente familia local. La ceremonia tuvo lugar el 25 de enero en la Primera Iglesia Presbiteriana de Canton, aunque Ida pronto se unió a la congregación metodista de su esposo. [1]

La pareja tuvo dos hijas. Katherine, nacida el 25 de diciembre de 1871, y otra niña, Ida, en 1873. Esta última falleció en su primer año de vida, y dos años más tarde Katherine murió de fiebre tifoidea. La pérdida de sus hijas afectó gravemente la salud física y emocional de Ida, quien además desarrolló epilepsia. Desde entonces dependió casi por completo de la compañía y cuidados de su esposo. McKinley se mantuvo siempre como un esposo atento y devoto, procurando atender las necesidades médicas y emocionales de su esposa durante toda su vida en común.[1]

A pesar de su fragilidad, Ida animó a McKinley a continuar con su carrera política. Él aceptó este apoyo y, aunque sus ingresos como congresista eran muy inferiores a los de su práctica legal, prosiguió en el servicio público con el respaldo de su esposa. [1]

Representante a la Cámara (1877-1882 y 1885-1891)

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McKinley asumió su escaño en la Cámara de Representantes en octubre de 1877, durante una sesión extraordinaria convocada por el presidente Rutherford B. Hayes. Con los republicanos en minoría, recibió asignaciones en comités de escasa relevancia, que cumplió con disciplina. Su amistad con Hayes no le proporcionó ventajas en el Capitolio, ya que el presidente era poco popular entre los líderes del Congreso.

El joven legislador discrepó de Hayes en materia monetaria. Tras la Ley de Acuñación de 1873, que había afianzado el patrón oro, surgió un intenso debate sobre la “plata libre”. McKinley votó a favor de la Ley Bland-Allison de 1878, que obligaba al gobierno a comprar grandes cantidades de plata para acuñación. Esta postura lo situó en contra de Hayes, que vetó la ley, y del líder republicano en la Cámara, James A. Garfield, aunque continuó siendo amigo de ambos. El Congreso anuló el veto y la medida entró en vigor. [4]

McKinley también fue ganando peso en el Partido Republicano. En 1880 representó a Ohio en el Comité Nacional Republicano y, en 1884, fue delegado en la convención del partido, donde presidió el Comité de Resoluciones y llegó a dirigir con éxito parte de la sesión. Para mediados de la década de 1880, junto con el senador John Sherman y el gobernador Joseph B. Foraker, se le consideraba uno de los líderes republicanos de Ohio.

Sin embargo, la política interna del partido estaba marcada por divisiones. Sherman aspiró en vano a la nominación presidencial en varias ocasiones. Foraker, con una carrera en ascenso, terminó enfrentado con Sherman y McKinley tras la convención de 1888, en la que apoyó inicialmente a James G. Blaine. Finalmente, la nominación recayó en Benjamin Harrison, quien resultó elegido presidente. La ruptura consolidó dos facciones en Ohio: una en torno a Sherman, McKinley y Mark Hanna, y otra en torno a Foraker. [4]

El empresario Hanna, que había sido aliado de Foraker, terminó distanciándose de él y acercándose cada vez más a McKinley, hasta convertirse en su amigo, consejero político y principal impulsor en los años siguientes.

Defensa de los aranceles proteccionistas

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Desde su primer mandato, McKinley se consolidó como un firme defensor del proteccionismo. Argumentaba que el propósito de los aranceles no debía ser la mera recaudación fiscal, sino la protección de la industria nacional frente a la competencia extranjera. Según la biógrafa Margaret Leech, la experiencia de Canton, convertido en un centro de fabricación de maquinaria agrícola gracias a la protección arancelaria, influyó en su pensamiento político.

Presentó y apoyó leyes que incrementaban los aranceles y se opuso a aquellas que buscaban reducirlos. Su creciente prestigio le valió, en 1880, un puesto en el influyente Comité de Medios y Arbitrios, el más importante de la Cámara, tras solo dos mandatos. [4]

En 1889, con la mayoría republicana en la Cámara, McKinley intentó ser elegido presidente de la misma, aunque el cargo recayó en Thomas B. Reed, de Maine. No obstante, Reed lo nombró presidente del Comité de Medios y Arbitrios. Desde esta posición, McKinley impulsó la ley que llevaría su nombre: el Arancel McKinley de 1890.

Aunque la legislación fue alterada en el Senado por presiones de intereses particulares, la versión final estableció elevados aranceles proteccionistas sobre una amplia gama de productos importados. Esta ley reforzó su reputación como el principal defensor del proteccionismo en el Congreso y lo proyectó hacia la política nacional con mayor fuerza. [4]

Derrota en las elecciones al Congreso de 1890

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Reconociendo el potencial de McKinley, los demócratas de Ohio utilizaron la redistribución de distritos como arma política cada vez que controlaban la legislatura. En 1878 lo desplazaron al 16.º distrito congresional, pero McKinley ganó de todos modos. El presidente Hayes comentó con ironía:

¡Lo eliminaron mediante manipulación y luego vencieron a la manipulación!
Rutherford B. Hayes

Tras las elecciones de 1882, McKinley perdió su escaño en una contienda decidida por una ajustada votación en la Cámara de Representantes. Aunque el revés lo afectó, pronto prometió volver a competir. En 1884, tras una nueva redistribución que desfavorecía al condado de Stark, logró regresar al Congreso.[5]

La redistribución más difícil llegó en 1890, cuando los demócratas incluyeron el condado de Stark en un distrito junto al fuertemente demócrata condado de Holmes, de tradición Pennsylvania Dutch. Los estrategas demócratas calcularon que los nuevos límites les garantizarían una ventaja de entre 2.000 y 3.000 votos.[5]

El Partido Republicano respondió concentrando todos sus recursos en esa única contienda, y figuras de primer nivel como James G. Blaine, el portavoz Thomas Reed y el presidente Benjamin Harrison que hicieron campaña en favor de McKinley.[5]

El Arancel McKinley, convertido en tema central de la política nacional, fue también el foco de la campaña en Ohio. McKinley lo defendió ante sus 40.000 votantes con un discurso de corte populista, presentándolo como una medida para proteger la industria nacional, los salarios y los hogares de los trabajadores estadounidenses.[5]

Los demócratas contraatacaron con tácticas ingeniosas: contrataron a jóvenes que se hacían pasar por vendedores ambulantes y ofrecían a las amas de casa artículos de hojalata a precios inflados, asegurando que el encarecimiento era consecuencia directa del arancel.[5]

El candidato demócrata, el exvicegobernador John G. Warwick, resultó un rival formidable. En una elección muy disputada, McKinley fue derrotado por apenas 300 votos. A pesar del revés personal, los republicanos obtuvieron una mayoría en el estado y proclamaron una “victoria moral”, que mantuvo vivo el prestigio de McKinley.[5]

 
Incluso después de su última candidatura presidencial en 1884, James G. Blaine seguía siendo considerado un posible candidato a la nominación republicana. En esta caricatura de Puck de 1890 , sorprende a Reed y McKinley (derecha) mientras hacen sus planes para 1892.

Gobernador de Ohio (1892–1896)

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Antes de concluir su mandato en el Congreso, McKinley fue instado por una delegación de ciudadanos de Ohio a postularse como gobernador. En 1891, el demócrata James E. Campbell buscaba la reelección tras haber derrotado a Joseph B. Foraker en 1889. Aunque el Partido Republicano de Ohio permanecía dividido, McKinley maniobró para que Foraker lo presentara como candidato en la convención estatal, donde fue nominado por aclamación. Durante la campaña, que inició en su ciudad natal, el excongresista recorrió intensamente el estado y obtuvo la victoria frente a Campbell por una diferencia de unos 20.000 votos. En enero de 1892, John Sherman fue reelegido senador con el apoyo de Mark Hanna, consolidando la posición republicana en el estado.[5]

El cargo de gobernador en Ohio disponía de competencias limitadas, pero era políticamente relevante dado que el estado era considerado clave en las disputas nacionales. McKinley impulsó legislación laboral moderada, entre ellas la creación de una junta de arbitraje para resolver conflictos obrero-patronales y la imposición de sanciones a empleadores que despidieran trabajadores por su pertenencia sindical. Estas medidas le granjearon la reputación de justo e imparcial en su trato con los trabajadores.[5]

En la elección presidencial de 1892, Benjamin Harrison buscó la reelección en un clima de división interna en el Partido Republicano. McKinley, junto a Thomas B. Reed y James G. Blaine, fue considerado un posible sustituto. Para neutralizar su candidatura, los partidarios de Harrison dispusieron que McKinley presidiera la convención republicana en Minneapolis, lo que le obligó a mantener un papel neutral. Aunque pidió que no se emitieran votos a su favor, terminó en segundo lugar, detrás de Harrison y por delante de Blaine. Harrison fue finalmente derrotado por el expresidente Grover Cleveland en noviembre de 1892, lo que posicionó a McKinley como una figura presidencial de futuro.

La crisis económica derivada del Pánico de 1893 afectó directamente a McKinley. Debido a su relación con el empresario Robert Walker, se vio obligado a responder por deudas que ascendían a más de 100.000 dólares (equivalentes a unos 3,5 millones en 2024). Con el respaldo de Hanna, del editor H. H. Kohlsaat y otros aliados, se organizó un fideicomiso que asumió la deuda, lo que evitó su renuncia y reforzó la percepción pública de su integridad. Ese mismo año fue reelegido gobernador con el mayor porcentaje de votos registrado en Ohio desde la Guerra de Secesión.[4][5]

Durante las elecciones legislativas de 1894, McKinley hizo campaña en apoyo de candidatos republicanos en todo el país, contribuyendo al amplio triunfo del partido. En 1895, su sucesor Asa S. Bushnell y una legislatura de mayoría republicana aseguraron la elección de Foraker al Senado. Con la paz partidaria restablecida en Ohio y el apoyo de Hanna en el ámbito nacional, McKinley emergió como el principal aspirante republicano a la presidencia para 1896.[5]

 
En azul los estados ganados por McKinley y en rojo los ganados por Bryan. Los números indican los votos electorales de cada estado. Como puede verse, en este mapa los dos partidos se han intercambiado sus colores tradicionales, por lo que los republicanos lucen el azul de los demócratas, y éstos, el rojo de los republicanos.

Elecciones presidenciales de 1896

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Las elecciones de 1896 marcaron un punto de realineamiento en la política estadounidense. En ellas se impuso la visión de McKinley, favorable a un gobierno federal más fuerte, a la promoción de la industria mediante aranceles proteccionistas y a la defensa de un patrón monetario basado en el oro. [4]

Los resultados modificaron los patrones de votación que habían caracterizado al sistema político desde la Guerra de Secesión dentro del llamado Tercer Sistema de Partidos, inaugurando una etapa de hegemonía republicana conocida como el Cuarto Sistema de Partidos, que se prolongaría hasta 1932, cuando Franklin D. Roosevelt y la coalición del New Deal provocaron un nuevo realineamiento.

De acuerdo con el historiador Paul Phillips, McKinley fue probablemente el único republicano capaz de derrotar al demócrata William Jennings Bryan. Mientras que un candidato del este del país habría tenido dificultades para imponerse en el decisivo Medio Oeste, Bryan, oriundo de Illinois, gozaba de fuerte apoyo en las zonas rurales. Sin embargo, McKinley logró atraer a una base electoral distinta: la de una nación cada vez más industrializada y urbanizada, cuyo respaldo resultó decisivo para su victoria.[4]

 
Antes de la convención de 1896, McKinley intentó evitar posicionarse en uno u otro bando sobre la cuestión monetaria. La caricatura de William Allen Rogers, publicada en Harper's Weekly en junio de 1896, muestra a McKinley defendiendo la postura de la cuestión monetaria.

Nominación republicana

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McKinley comenzó a perfilar su candidatura presidencial con el apoyo de su aliado político y financiero Mark Hanna, quien organizó una red nacional de respaldo durante 1895 y 1896. Mientras rivales como Thomas B. Reed y William B. Allison intentaban extender su influencia fuera de sus estados, descubrieron que Hanna ya había asegurado a la mayoría de los líderes republicanos locales.

McKinley rechazó comprometerse en pactos de patronazgo con figuras del este como Thomas Platt y Matthew Quay, prefiriendo consolidar apoyos en el Sur y en los estados fronterizos, donde obtuvo cerca de la mitad de los delegados necesarios. Para la primavera de 1896 había logrado la casi totalidad de los delegados, y la retirada del expresidente Benjamin Harrison despejó el camino hacia la nominación.

En la Convención Nacional Republicana de San Luis, inaugurada el 16 de junio, McKinley aseguró fácilmente la mayoría de los votos de delegados y fue proclamado candidato presidencial. Como compañero de fórmula fue elegido Garret A. Hobart, abogado y empresario de Nueva Jersey, cuya designación, impulsada por Hanna, fue considerada una elección equilibrada aunque sin gran impacto político.

Elección general

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Antes de la Convención Republicana de 1896, McKinley había mostrado simpatía hacia el bimetalismo, pero finalmente se inclinó por una plataforma en favor del patrón oro, con apertura a acuerdos internacionales. Esta decisión provocó la retirada de algunos delegados occidentales, aunque las divisiones internas resultaron menores que en el Partido Demócrata. Allí, los partidarios de la plata libre impusieron a William Jennings Bryan como candidato tras su famoso Discurso de la Cruz de Oro, que lo convirtió en la voz del populismo agrario y monetario.

La estrategia republicana fue organizada por Mark Hanna, quien recaudó cuantiosos fondos de empresarios temerosos de las propuestas de Bryan. El dinero permitió financiar una campaña masiva con panfletos y oradores, mientras el propio McKinley se mantuvo en su casa de Cantón, Ohio, recibiendo delegaciones en lo que se conoció como la Campaña del Pórtico. Bryan, en contraste, realizó una gira sin precedentes en tren por todo el país, confiando en su oratoria para movilizar votantes.

La prensa desempeñó un papel decisivo. Periódicos como el New York Journal de William Randolph Hearst apoyaron a Bryan, mientras las caricaturas políticas lo enfrentaban con McKinley, a menudo presentado como dependiente de Hanna y los grandes intereses económicos. Los republicanos, por su parte, alertaban que la política inflacionaria de Bryan amenazaría la estabilidad financiera y los ferrocarriles.

La campaña se definió en los estados industriales del Medio Oeste, donde McKinley logró captar el voto urbano y obrero, mientras el Sur y gran parte del Oeste respaldaron a Bryan. El 3 de noviembre de 1896, McKinley obtuvo el 51 % del voto popular y una amplia mayoría en el Colegio Electoral, asegurando el triunfo republicano y el dominio del patrón oro en la política estadounidense.

Presidencia (1897-1901)

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Primera investidura

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La primera toma de posesión de McKinley como 25.º presidente de los Estados Unidos se realizó el 4 de marzo de 1897 frente a la Antigua Cámara del Senado en el Capitolio de Washington D. C. La ceremonia, la 28.ª de la historia presidencial, marcó el inicio del primer y único mandato completo de McKinley y del único mandato de Garret Hobart como vicepresidente. El juramento presidencial fue administrado por el presidente del Tribunal Supremo, Melville Fuller.

Esta investidura fue la primera en ser registrada en película y la última del siglo XIX. Hobart falleció a los 2 años y 262 días de iniciado el mandato, dejando vacante la vicepresidencia, ya que en ese momento no existía una disposición constitucional para cubrir dicha ausencia; la regulación de este asunto se estableció posteriormente con la Vigésima Quinta Enmienda en 1967.

Gabinete

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El gabinete de McKinley incluyó varios nombramientos controvertidos y estratégicos. John Sherman fue designado Secretario de Estado, a pesar de que su avanzada edad y un supuesto deterioro mental generaban dudas sobre su capacidad. McKinley justificó el nombramiento asegurando la lucidez y salud de Sherman, y buscaba con ello facilitar la elección de Mark Hanna para el Senado. [6]

Para el Departamento del Tesoro, McKinley consideró a Nelson Dingley Jr. y Charles Dawes, aunque finalmente eligió a Lyman J. Gage, presidente del First National Bank of Chicago y defensor del patrón oro. John Davis Long asumió la Secretaría de Marina, con Theodore Roosevelt designado como asistente clave gracias a su experiencia naval.

El nombramiento de Russell A. Alger como Secretario de Guerra resultó problemático; competente en tiempos de paz, Alger demostró ser inadecuado durante el conflicto con España y renunció en 1899. El vicepresidente Garret Hobart, aunque excluido de las reuniones del gabinete, actuó como asesor confiable y mantuvo una relación cercana con McKinley y los miembros del gabinete. Durante gran parte de la administración, George B. Cortelyou sirvió como secretario personal y jefe de gabinete, rol en el que consolidó su influencia política. [6]

En diciembre de 1897, tras la jubilación del juez Stephen Johnson Field, McKinley nominó a Joseph McKenna, entonces fiscal general, para la Corte Suprema de los Estados Unidos. El nombramiento generó controversia debido a la percepción de que McKenna estaba estrechamente vinculado a intereses ferroviarios y carecía de experiencia judicial suficiente. A pesar de las objeciones, el Senado confirmó la nominación por unanimidad. Para reforzar su preparación, McKenna tomó cursos en la Facultad de Derecho de Columbia antes de asumir el cargo.

McKenna sirvió en la Corte hasta 1925, adoptando con frecuencia posiciones centristas entre jueces conservadores y progresistas. Durante la administración de McKinley, también se nombraron seis jueces para las Cortes de Apelaciones y 28 para los tribunales de distrito de Estados Unidos.

 
Caricatura antimonopolio de 1899 de Homer Davenport

Política monetaria

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La profunda depresión iniciada con el Pánico de 1893 terminó hacia finales de 1896, y en 1897 los indicadores económicos comenzaron a mejorar significativamente. Según un sondeo del New York Commercial de enero de 1898, la demanda industrial se recuperó y se inició un período de prosperidad relativa. La tasa de desempleo, que había alcanzado cerca del 20 % en 1895, descendió al 15 % en 1897 y al 8 % a principios de 1898.

En materia económica, McKinley adoptó un enfoque generalmente liberal respecto a los fideicomisos, continuando la postura de la administración de Cleveland. Durante su mandato, los fiscales generales Joseph McKenna y John W. Griggs promovieron algunos casos antimonopolio bajo la Ley Sherman Antimonopolio y el precedente de United States v. E. C. Knight Co., aunque la administración consideraba que la consolidación empresarial podía resultar beneficiosa en ciertos contextos. El debate sobre el papel de los fideicomisos se intensificó durante su presidencia y continuaría siendo un tema central en la política estadounidense tras su mandato.

Tarifa de Dingley
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McKinley impulsó una sesión especial del Congreso para revisar la política arancelaria, con el objetivo de proteger la industria estadounidense y reducir los déficits federales generados durante el Pánico de 1893. El congresista Nelson Dingley Jr. inició las audiencias sobre la reforma arancelaria en diciembre de 1896, durante la presidencia de Cleveland. Mientras los demócratas se oponían a los aranceles altos por considerar que elevaban los precios para los consumidores, los republicanos, liderados por McKinley, defendían su importancia para la competitividad de las empresas estadounidenses.

En marzo de 1897, Dingley presentó el proyecto de ley que revisaba la Ley Arancelaria Wilson-Gorman de 1894. La Ley Dingley aumentó los aranceles sobre productos como la lana, el azúcar y bienes de lujo, lo que generó tensiones con Francia, principal exportador de artículos de lujo a Estados Unidos. El Senado introdujo enmiendas para reducir las tasas sobre productos franceses y creó una comisión destinada a negociar un acuerdo bimetálico internacional. Además, se incluyó una disposición que autorizaba al presidente a establecer tratados bilaterales de reducción arancelaria.

El proyecto final, aprobado en julio de 1897 y firmado por McKinley, mantuvo en gran medida las altas tasas propuestas inicialmente y estableció la posibilidad de acuerdos de reciprocidad. Posteriormente, la administración McKinley negoció tratados con Francia y otros países, aunque la oposición en el Senado impidió su ratificación. El Arancel Dingley se convirtió en el más alto en productos esenciales de consumo, elevando el costo de vida hasta en un 25 % en algunos casos.

Bimetalismo
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Durante las negociaciones arancelarias, Estados Unidos y Francia exploraron la posibilidad de un acuerdo internacional de bimetalismo, contactando a Gran Bretaña para evaluar su interés. Inicialmente, el gobierno británico mostró disposición a reabrir la acuñación de plata en la India, pero la oposición de los defensores del oro y las dudas administrativas llevaron al fracaso de las negociaciones internacionales.

Ante este resultado, McKinley se alineó con el patrón oro, dejando de lado la acuñación de plata libre. La recuperación económica y el aumento de la oferta de oro, debido a hallazgos recientes en Yukon y Australia, reforzaron esta decisión. McKinley posteriormente promovió legislación para afirmar formalmente el patrón oro. En 1900, se aprobó un proyecto de ley que estableció el oro como único patrón de redención para el papel moneda, con disposiciones que permitían el bimetalismo internacional para apaciguar a los republicanos occidentales. Los demócratas intentaron retomar la plata libre como tema de campaña en 1900, pero no tuvo un impacto significativo.

Pluralismo

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Un elemento central del atractivo de William McKinley durante las elecciones de 1896 fue su espíritu de pluralismo. Su administración promovió la inclusión de diversos grupos sociales, raciales y étnicos, con la intención de que todos pudieran beneficiarse de la prosperidad económica. A diferencia de William Jennings Bryan, quien había criticado abiertamente a banqueros y ferrocarriles, McKinley adoptó una postura conciliadora hacia la comunidad empresarial y defendió políticas que protegieran los salarios de los trabajadores de las fábricas mediante aranceles elevados.

En materia de inmigración, McKinley se opuso a propuestas de restricción que estaban ganando fuerza en la década de 1890. Nombró al líder sindical católico irlandés Terence Vincent Powderly, fundador de los Knights of Labor, como Comisionado General de Inmigración, reflejando su enfoque inclusivo. A pesar de que la plataforma republicana de 1896 había incorporado medidas como pruebas de alfabetización promovidas por el senador Henry Cabot Lodge y la Liga de Restricción de la Inmigración (fundada en 1894), McKinley y la dirigencia republicana en el Congreso bloquearon su implementación.

El anticatolicismo y los movimientos nativistas, como la Asociación Protectora Estadounidense, comenzaron a declinar rápidamente durante su presidencia. Sin embargo, el creciente flujo de inmigrantes procedentes del sur y este de Europa continuó alimentando debates sobre políticas restrictivas, que mantuvieron apoyo parcial durante y después del mandato de McKinley.

Reconciliación con el Sur
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Una de las prioridades de McKinley dentro de su enfoque pluralista fue la integración del Sur blanco al proyecto nacional, tanto desde una perspectiva psicológica como patriótica. Esta política de reconciliación entraba en tensión con los derechos civiles de la población negra, que continuaba enfrentando restricciones cada vez más severas en los estados del Sur. Aunque McKinley no respaldó oficialmente la denominada "Causa Perdida de la Confederación", buscó acercarse a los blancos del Sur a través de nombramientos políticos, discursos y visitas a la región.

El proceso de reconciliación se vio reforzado durante la Guerra Hispano-Estadounidense, en la que las tasas de alistamiento en el Sur fueron significativas. La rápida y decisiva victoria estadounidense contribuyó a consolidar este acercamiento.

El historiador David W. Blight ha señalado que la "Causa Perdida" se convirtió en un componente importante de la reconciliación nacional mediante su dimensión sentimental, sus argumentos políticos y sus rituales y celebraciones. Para muchos sureños blancos, la "Causa Perdida" ofrecía un lenguaje de reivindicación y renovación, así como prácticas y monumentos que consolidaban tanto su identidad regional como su pertenencia a Estados Unidos. A finales del siglo XIX, los recuerdos confederados dejaron de centrarse en la derrota y el duelo, convirtiéndose en tradiciones conservadoras que ofrecían un marco de estabilidad frente a los conflictos raciales, políticos e industriales. Además, la figura del soldado confederado sirvió como modelo de devoción y valentía masculina en una época marcada por tensiones de género y competencia económica.[7]

 
McKinley (a la derecha del centro), flanqueado por el gobernador de Georgia, Allen D. Candler (primera fila a la izquierda de McKinley) y el general William Rufus Shafter, revisando el desfile del Jubileo de la Paz de Atlanta, el 15 de diciembre de 1898.
Relaciones raciales durante la presidencia de McKinley
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En las elecciones de 1896, el voto afroamericano respaldó mayoritariamente a McKinley, alentado por su postura previa contra los linchamientos como gobernador. Sin embargo, la prioridad de McKinley era la reconciliación nacional y la reducción del seccionalismo, lo que generó decepción entre la comunidad afroamericana respecto a sus políticas y nombramientos.[7]

Durante su administración, McKinley realizó algunos nombramientos de afroamericanos, principalmente en cargos de bajo nivel. Blanche Bruce, quien había sido senador de Mississippi durante la Reconstrucción, fue designado registrador en el Departamento del Tesoro, un puesto que tradicionalmente se asignaba a afroamericanos en administraciones republicanas. Además, se nombraron varios jefes de correos negros; sin embargo, ante protestas de blancos locales, como en el caso de Justin W. Lyons en Augusta, Georgia, McKinley le solicitó retirarse del cargo, aunque posteriormente se le otorgó la posición de registrador del Tesoro tras la muerte de Bruce en 1898. También designó a George B. Jackson, un exesclavo, como recaudador de aduanas en Presidio, Texas. Aun así, muchos afroamericanos del norte consideraron que sus contribuciones a la victoria electoral fueron insuficientemente reconocidas, ya que pocos obtuvieron cargos significativos. [7]

Durante la Guerra Hispano-Estadounidense de 1898, los soldados afroamericanos demostraron un desempeño destacado en batallas como El Caney y San Juan Hill. Bajo presión de líderes negros, McKinley autorizó que el Departamento de Guerra comisionara oficiales afroamericanos por encima del rango de teniente. No obstante, el heroísmo de las tropas no mitigó las tensiones raciales en el sur, donde se registraron brotes de violencia, incluidos disturbios en Wilmington, Carolina del Norte, que dejaron once muertos.[7]

En su gira por el sur a fines de 1898, McKinley buscó promover la reconciliación seccional, visitando instituciones como el Instituto Tuskegee y reuniéndose con Booker T. Washington, así como asistiendo a ceremonias conmemorativas confederadas y dirigiéndose a la legislatura de Georgia usando una insignia gris. Aunque recibió una cálida bienvenida de la población blanca, muchos afroamericanos se sintieron excluidos y alienados por la falta de referencias a la violencia y discriminación racial.

La administración de McKinley respondió de manera limitada a los incidentes de violencia racial, lo que erosionó aún más su apoyo entre los afroamericanos. No emitió declaraciones públicas condenando agresiones a jefes de correos negros ni intervino frente a la aprobación de leyes de Jim Crow en el sur. No obstante, historiadores como Gould y Phillips sostienen que, dadas las restricciones políticas y el clima racial de la época, McKinley hizo más por las relaciones raciales que presidentes posteriores como Theodore Roosevelt y Woodrow Wilson, quienes mantuvieron políticas más segregacionistas.[7]

Política exterior

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La administración McKinley priorizó los asuntos exteriores por primera vez desde la década de 1840. La mayoría de los republicanos apoyaron una política exterior expansionista, fortaleciendo la presencia estadounidense en el mundo en consonancia con su creciente dominio económico. La oposición provino de un sector antiimperialista, que incluía a algunos republicanos veteranos, así como a la mayoría de los demócratas. Sin embargo, en 1898, los demócratas tomaron la iniciativa al exigir que España dejara de oprimir al pueblo cubano, de espíritu independiente, mientras que McKinley intentó frenar la escalada bélica.[8]

 
Anexión de la República de Hawái en 1898.
Anexión de Hawái
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Hawái mantuvo durante gran parte del siglo XIX estrechas relaciones políticas, culturales, religiosas y económicas con Estados Unidos. La población nativa vivía dispersa en aldeas pequeñas, mientras que grandes intereses azucareros habían importado decenas de miles de trabajadores, principalmente japoneses. La comunidad empresarial de Honolulu apoyaba la anexión a Estados Unidos por temor a que Japón se apropiara de las islas en ausencia de un ejército propio, mientras que los expansionistas consideraban que la anexión consolidaría la influencia estadounidense en el Pacífico. El tratado de reciprocidad de 1875 convirtió al Reino de Hawái en un “satélite virtual” de Estados Unidos. Tras el anuncio de la reina Liliʻuokalani de su intención de promulgar una nueva constitución para otorgarse poderes absolutos, fue derrocada por la comunidad empresarial, que solicitó la anexión estadounidense. El presidente Benjamin Harrison intentó la anexión, pero su mandato finalizó antes de la aprobación del tratado por el Senado, y su sucesor, Grover Cleveland, se opuso firmemente, considerando que era inmoral intervenir contra un reino soberano. La República de Hawái, establecida por el gobierno temporal, fue reconocida internacionalmente como nación independiente.[9]

McKinley consideró la anexión de Hawái como una prioridad de política exterior. Estados Unidos vería en las islas una base estratégica para dominar el Pacífico, proteger la costa oeste y expandir el comercio con Asia. McKinley sostenía que Hawái no podría sobrevivir por sí sola y que su población, con una proporción significativa de japoneses, estaba en riesgo de absorción por Japón, lo que comprometería los intereses estadounidenses en la región. La cuestión de la anexión se convirtió en un tema central de debate político hasta las elecciones de 1900, cuando el consenso nacional favorecía la anexión de Hawái y Filipinas.

El impulso expansionista estadounidense se encontró con la oposición de la Liga Antiimperialista Americana, compuesta por figuras como William Jennings Bryan, Andrew Carnegie, Mark Twain y William Graham Sumner. Los antiimperialistas argumentaban que la anexión violaba los principios del autogobierno y la no intervención, consagrados en la Declaración de Independencia y en discursos históricos como el de George Washington y Abraham Lincoln. En Hawái, la oposición también fue significativa, liderada por la Liga Patriótica Hawaiana y su contraparte femenina, que recopilaron peticiones firmadas por más de la mitad de la población nativa en contra de la anexión.[9]

Los expansionistas estadounidenses, encabezados por el secretario de Estado John Hay, el estratega naval Alfred T. Mahan, el senador Henry Cabot Lodge, el secretario de Guerra Elihu Root y Theodore Roosevelt, contaron con el respaldo de influyentes editores como William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer. Su estrategia global incluía el fortalecimiento de la Armada, la creación de bases en el Pacífico y la expansión comercial hacia Asia. Argumentaban que Japón representaba una amenaza directa para la seguridad y los intereses estadounidenses si controlaba Hawái.

McKinley presentó un tratado de anexión en junio de 1897, pero no obtuvo los dos tercios necesarios en el Senado debido a la oposición antiimperialista. Durante la Guerra Hispano-Estadounidense de 1898, el Congreso, con el apoyo de McKinley, aprobó la Resolución Newlands, que establecía la anexión formal de Hawái, promulgada el 8 de julio de 1898. Posteriormente, la Ley Orgánica Hawaiana de 1900 transformó las islas en territorio estadounidense, y McKinley nombró a Sanford B. Dole, ex presidente de la República de Hawái, como primer gobernador territorial. [9]

 
Caricatura editorial que exige una intervención humanitaria en Cuba.
América Latina
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Crisis cubana
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Para el inicio de la presidencia de McKinley, los rebeldes cubanos llevaban décadas librando una campaña intermitente por la independencia del dominio colonial español. Para 1895, el conflicto se había intensificado hasta convertirse en una guerra abierta por la independencia de Cuba. Estados Unidos y Cuba mantenían estrechas relaciones comerciales, por lo que la rebelión afectaba negativamente a la economía estadounidense, ya debilitada por la depresión de la década de 1890.

Las autoridades españolas respondieron a la rebelión con medidas cada vez más severas, trasladando a las familias cubanas a campamentos controlados cerca de bases militares. Los rebeldes, conscientes de la importancia del apoyo internacional, buscaron atraer la simpatía de la opinión pública estadounidense, que gradualmente se inclinó a favor de la causa independentista. El presidente Grover Cleveland había apoyado previamente la continuidad del control español sobre la isla, temiendo que la independencia cubana provocara conflictos raciales o la intervención de otra potencia europea. McKinley adoptó un enfoque inicialmente pacífico, buscando convencer a España de conceder la independencia o al menos una autonomía limitada a Cuba. En 1897, Estados Unidos y España iniciaron negociaciones, aunque quedó claro que ninguna de las partes alcanzaría un acuerdo satisfactorio. [9]

Los intereses empresariales estadounidenses respaldaron firmemente la política de contención de McKinley, temiendo que una guerra prolongada retrasara la recuperación económica. La prensa comercial, incluida la principal revista ferroviaria, publicó editoriales en los que advertía que el país necesitaba paz para consolidar la prosperidad recién recuperada. Al mismo tiempo, la presión humanitaria aumentó mediante campañas de líderes religiosos y activistas que enviaron cartas masivas a políticos, instando a la intervención estadounidense. McKinley respondió equilibrando estas demandas, intentando delegar la decisión final sobre la guerra en el Congreso mientras mantenía las negociaciones diplomáticas.

En enero de 1898, España ofreció algunas concesiones a los rebeldes. Poco después, el cónsul estadounidense Fitzhugh Lee informó sobre disturbios en La Habana, lo que permitió a McKinley obtener permiso español para enviar el acorazado USS Maine a la bahía de La Habana como demostración de preocupación estadounidense. El 15 de febrero de 1898, el Maine explotó y se hundió, causando la muerte de 266 tripulantes. La opinión pública estadounidense culpó inicialmente a España, pero McKinley insistió en que se realizara una investigación oficial para determinar la causa de la explosión.[9]

El tribunal de investigación concluyó el 20 de marzo que la explosión fue causada por una mina submarina. Mientras tanto, McKinley continuó negociando por la independencia cubana, pero España rechazó las propuestas. El 11 de abril de 1898, McKinley presentó el asunto al Congreso, que, aunque no recibió una solicitud formal de guerra por parte del presidente, declaró la guerra el 20 de abril de 1898. La Enmienda Teller, incluida en la declaración, prohibía cualquier intento de anexión de Cuba. Durante el conflicto, las potencias europeas instaron a España a negociar y ceder, con el apoyo explícito de Gran Bretaña, pero España persistió en su resistencia, enfrentándose a un conflicto sin esperanzas de victoria y con la monarquía seriamente debilitada.[9]

Guerra hispano-estadounidense
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El uso del telégrafo y el teléfono permitió a McKinley ejercer un control sin precedentes sobre la gestión diaria de la guerra, superior al de presidentes anteriores. Estableció la primera sala de guerra y utilizó estas tecnologías para dirigir los movimientos del Ejército y la Armada. McKinley mantuvo tensas relaciones con el comandante general del Ejército, Nelson A. Miles, y buscó asesoramiento estratégico primero del predecesor de Miles, el general John Schofield, y posteriormente del ayudante general Henry Clarke Corbin. Durante su mandato, el Ejército Regular se expandió de 25.000 a 61.000 efectivos; sumando voluntarios, un total de 278.000 hombres sirvieron durante el conflicto. El presidente aspiraba no solo a la victoria militar, sino también a la reunificación nacional entre norteños y sureños, blancos y negros, destacando la participación de exgenerales confederados en altos mandos.[9]

Desde 1895, la Armada estadounidense había planificado operaciones contra Filipinas en caso de guerra con España. El 24 de abril de 1898, McKinley ordenó al Escuadrón Asiático, bajo el mando del comodoro George Dewey, atacar Filipinas. El 1 de mayo, la fuerza de Dewey derrotó a la armada española en la Batalla de la Bahía de Manila, destruyendo el poder naval español en el Pacífico. En junio, McKinley incrementó el número de tropas enviadas a Filipinas y otorgó al mayor general Wesley Merritt autoridad para establecer sistemas legales y fiscales necesarios para una ocupación prolongada. Para finales de junio de 1898, McKinley había decidido que Estados Unidos debía asumir la soberanía del archipiélago, considerando la posibilidad de que Japón o Alemania pudieran reclamarlo de otra manera.

En el Caribe, una gran fuerza de soldados regulares y voluntarios se concentró en Tampa, Florida, para la invasión de Cuba. La Armada inició un bloqueo de la isla en abril, donde España mantenía unos 80.000 efectivos. La enfermedad fue un factor crítico, por cada soldado estadounidense fallecido en combate, siete murieron por enfermedades tropicales. El Cuerpo Médico del Ejército realizó importantes avances en el tratamiento de estas enfermedades.

El 20 de junio, las fuerzas estadounidenses bajo el mayor general William Rufus Shafter zarparon de Florida y desembarcaron cerca de Santiago de Cuba dos días después. Tras la escaramuza en Las Guasimas el 24 de junio, el ejército enfrentó a las tropas españolas el 2 de julio en la Batalla del Cerro de San Juan. La victoria estadounidense fue decisiva, aunque con numerosas bajas. Los Rough Riders, liderados por Leonard Wood y Theodore Roosevelt, destacaron en combate, impulsando posteriormente la carrera política de Roosevelt. La flota española en Santiago fue destruida en la Batalla de Santiago de Cuba por el Escuadrón del Atlántico Norte del contralmirante William T. Sampson. Santiago se rindió el 17 de julio, otorgando el control efectivo de Cuba a Estados Unidos. Paralelamente, McKinley y Miles ordenaron la invasión de Puerto Rico, que encontró mínima resistencia. La distancia y la destrucción de la armada española hicieron insostenible su esfuerzo militar, lo que llevó a España a buscar la paz.

 
"¡Bueno, ya no sé cuál tomar primero!" exclama el Tío Sam en esta caricatura editorial del 18 de mayo de 1898 que celebra el botín de la victoria.
 
Firma del Tratado de París

El 22 de julio, España designó a Jules Cambon, embajador francés en Estados Unidos, para negociar la paz. Inicialmente, España pretendía ceder únicamente Cuba, pero pronto se vio obligada a aceptar que otras posesiones serían reclamadas por Estados Unidos. El gabinete de McKinley acordó por unanimidad la cesión de Cuba y Puerto Rico, aunque surgieron discrepancias respecto a Filipinas. Mientras el público estadounidense mayoritariamente apoyaba la anexión de Filipinas, figuras como William Jennings Bryan y Grover Cleveland, así como algunos republicanos mayores, se opusieron, formando la Liga Antiimperialista Americana. McKinley finalmente decidió anexar Filipinas para prevenir que Japón se apoderara del archipiélago.

McKinley llegó a decir:

Yo caminaba por la Casa Blanca, noche tras noche, hasta medianoche; y no siento vergüenza al reconocer que más de una noche he caído de rodillas y he suplicado luz y guía al Dios Todopoderoso. Y una noche, tarde, recibí su orientación, no sé cómo, pero la recibí: primero, que no debemos devolver las Filipinas a España, lo que sería cobarde y deshonroso; segundo, que no debemos entregarlas a Francia ni a Alemania, nuestros rivales comerciales en el oriente, lo que sería indigno y mal negocio; tercero, que no debemos dejárselas a los filipinos, que no están preparados para autogobernarse y pronto sufrirían peor desorden y anarquía que en tiempos de España; y cuarto, que no tenemos más alternativa que recoger a todos los filipinos y educarlos y elevarlos y civilizarlos y cristianizarlos, y por la gracia de Dios hacer todo lo que podamos por ellos, como prójimos por quienes Cristo también murió. Y entonces, volví a la cama y dormí profundamente, y a la mañana siguiente mandé llamar al ingeniero jefe del Departamento de Guerra (nuestro creador de mapas) y le dije que pusiera a las Filipinas en el mapa de los Estados Unidos, ¡y allí están, y allí quedarán mientras yo sea presidente!
William McKinley[10]

El presidente propuso iniciar negociaciones basadas en la liberación de Cuba y la anexión de Puerto Rico, dejando Filipinas sujeto a mayor discusión. A pesar del brote de fiebre amarilla que afectó al ejército en Cuba, España aceptó un alto el fuego el 12 de agosto. Las negociaciones del Tratado de París comenzaron en septiembre y culminaron el 18 de diciembre de 1898, mediante el cual Estados Unidos adquirió Puerto Rico, Filipinas y Guam, mientras España renunciaba a sus reclamos sobre Cuba a cambio de 20 millones de dólares. La ratificación del tratado en el Senado fue aprobada el 6 de febrero de 1899 con 57 votos a favor y 27 en contra. Cuba quedó bajo ocupación temporal estadounidense, lo que permitió implementar reformas médicas significativas bajo la dirección de Walter Reed, erradicando la fiebre amarilla.[11]

En Cuba, aunque se negó a reconocer a los rebeldes como gobierno oficial, estableció un gobierno militar respetando la Enmienda Teller, con la intención de conceder la independencia. La Enmienda Platt reguló la retirada estadounidense, permitiendo un fuerte control hasta la independencia formal en 1902.

En Filipinas, McKinley no reconoció al gobierno de Emilio Aguinaldo, lo que derivó en la guerra filipino-estadounidense (1899-1901). Bajo su administración, William Howard Taft estableció un gobierno civil, y la insurgencia disminuyó tras la captura de Aguinaldo, consolidando el control estadounidense hasta la independencia en 1946.

En Puerto Rico, tras el huracán San Ciriaco, McKinley impulsó la Ley Foraker (1900), que redujo aranceles y estableció un gobierno civil, destinando los ingresos locales a la isla. La Corte Suprema confirmó estas políticas en los Casos Insulares de 1901.

Planificación del Canal de Panamá
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Durante la presidencia de McKinley, el Secretario de Estado John Hay negoció con Gran Bretaña sobre un canal a través de América Central. El Tratado Clayton-Bulwer de 1850 impedía que cualquiera de las dos naciones controlara un canal de manera exclusiva. La Guerra Hispano-Estadounidense destacó la necesidad de una ruta estratégica más directa entre océanos.[12]

McKinley presionó para renegociar el tratado; Hay y el embajador británico Julian Pauncefote acordaron que Estados Unidos controlaría el canal, siempre abierto a toda navegación y sin fortificaciones. Tras el rechazo inicial del Senado, que exigía autorización para fortificarlo, Hay continuó las negociaciones bajo la dirección de McKinley, logrando finalmente un nuevo acuerdo.[12]

McKinley también creó la Comisión del Canal Ístmico, que más tarde sería clave en la elección de Panamá como sede del canal. El Canal de Panamá se completó en 1914.[12]

Venezuela y la Guayana Británica
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Durante la presidencia de McKinley, la relación de Estados Unidos con Venezuela se enmarcó dentro de la aplicación de la Doctrina Monroe, que promovía la protección de los países americanos frente a la intervención europea. Uno de los asuntos más relevantes fue la disputa fronteriza entre Venezuela y la Guayana Británica (actual Guyana).

McKinley y su gobierno adoptaron una postura de respaldo diplomático a Venezuela, presionando al Reino Unido para que aceptara un arbitraje internacional que resolviera el conflicto de manera pacífica. Esta intervención, sin involucrar acciones militares, reforzó la influencia política y diplomática de Estados Unidos en América Latina y consolidó relaciones bilaterales basadas en la cooperación y el respeto a la soberanía regional.

Además, la administración de McKinley buscó fortalecer los lazos comerciales con Venezuela, siguiendo su política de expansión económica y apertura de mercados latinoamericanos dentro de un marco de relaciones mutuamente beneficiosas.

Asia
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China
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Antes de concluir la guerra con España, McKinley promovió la "Política de Puertas Abiertas", que buscaba garantizar el libre comercio con China y preservar su integridad territorial. El Secretario de Estado John Hay envió notas a las potencias extranjeras respaldando esta política; Gran Bretaña la apoyó, Rusia se opuso, y Francia, Alemania, Italia y Japón aceptaron solo si todas las demás naciones cumplían.

Durante la Rebelión de los Bóxers en 1900, estadounidenses y otros extranjeros fueron sitiados en Pekín. McKinley ordenó el envío de 5.000 tropas para el Asedio de Pekín, cooperando con otras potencias occidentales, lo que resultó en el rescate de los sitiados al mes siguiente. La acción presidencial sentó un precedente de control ejecutivo independiente sobre el ejército.

Tras la rebelión, Estados Unidos reafirmó la Política de Puertas Abiertas y utilizó parte de las reparaciones pagadas por China para financiar la educación de estudiantes chinos en Estados Unidos.

Elecciones presidenciales de 1900

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En 1899, los republicanos lograron importantes victorias en elecciones estatales y locales, y McKinley se mostró confiado en su reelección en 1900. La nominación presidencial republicana no presentó dudas, pero la vicepresidencia quedaba vacante tras la muerte de Garret Hobart. McKinley consideró a varios candidatos, incluyendo a Elihu Root, Allison y Cornelius Newton Bliss, pero finalmente eligió a Theodore Roosevelt, cuyo prestigio como héroe de la Guerra Hispano-Estadounidense y gobernador de Nueva York lo convirtió en la opción más popular. La convención republicana de Filadelfia nominó a McKinley y Roosevelt el 21 de junio de 1900.

Los demócratas reeligieron a William Jennings Bryan, repitiendo la contienda de 1896. La campaña se centró en la prosperidad económica y la victoria en la guerra por parte de los republicanos, mientras los demócratas destacaban los fideicomisos y el poder corporativo. McKinley permaneció en casa y pronunció un solo discurso de aceptación, mientras Roosevelt y el jefe del partido Mark Hanna lideraban la actividad de campaña. El 6 de noviembre de 1900, McKinley fue reelegido con comodidad, obteniendo una de las mayores victorias republicanas desde 1872, y ganando incluso en el estado natal de Bryan, Nebraska.

Segunda investidura

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La segunda investidura de William McKinley como presidente de los Estados Unidos se celebró el lunes 4 de marzo de 1901 en el Pórtico Este del Capitolio en Washington D. C. Fue la 29.ª investidura presidencial, marcando el inicio del segundo y último mandato de McKinley y del único mandato de Theodore Roosevelt como vicepresidente. El juramento fue administrado por el presidente del Tribunal Supremo, Melville Fuller. Esta ceremonia fue la primera inauguración del siglo XX y la primera organizada por el Comité Conjunto de Ceremonias Inaugurales, coordinado entre la Cámara de Representantes y el Senado.

Poco después de la investidura, McKinley y la primera dama, Ida McKinley, iniciaron una gira nacional de seis semanas, recorriendo el sur, el suroeste y la costa del Pacífico, con la intención de culminar en la Exposición Panamericana de Buffalo. Debido a la enfermedad de la primera dama en California, McKinley tuvo que limitar sus actos públicos, cancelar discursos sobre reciprocidad comercial y posponer la visita a la feria hasta septiembre de 1901.

La presidencia de McKinley terminó abruptamente cuando fue asesinado 194 días después de su segunda investidura, momento en que Theodore Roosevelt asumió la presidencia.

Asesinato

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Durante ese verano de 1901, Leon Czolgosz, un joven anarquista influenciado por las ideas de Emma Goldman, se trasladó a Buffalo tras enterarse de la visita presidencial. Compró un revólver y siguió al presidente en la feria, aunque al principio no había decidido cuándo actuar. Su presencia y movimientos inquietaban a algunos vecinos y a la policía local, pero Czolgosz logró acercarse a la ciudad sin ser detenido.[13]

Los McKinley se alojaron en la Casa Milburn, residencia del presidente de la exposición. La mañana del 5 de septiembre, McKinley pronunció su último discurso frente a unos 50.000 asistentes en la Explanada de la feria, instando a Estados Unidos a poner fin al aislacionismo y expandir el comercio internacional. Tras el discurso, recorrió los pabellones, presidió un almuerzo en el Edificio del Estado de Nueva York y asistió a una recepción en el Edificio del Gobierno, interactuando con el público a pesar de las advertencias de su secretario, George B. Cortelyou, sobre la seguridad.

La jornada incluyó visitas no programadas, como una parada para tomar café y presenciar los fuegos artificiales desde un barco. Czolgosz estuvo presente en la feria, pero no encontró una oportunidad para atacar al presidente durante ese primer día.[13]

 
Representación del asesinato de McKinley, tiroteado por Leon Czolgosz.

El 6 de septiembre, los McKinley realizaron su recorrido a las Cataratas del Niágara, pasando por Lewiston y la Garganta del Niágara. Ida McKinley se sintió mal debido al calor, mientras su esposo recorrió la Isla Goat y visitó la central hidroeléctrica de Falls antes de regresar a Buffalo. Más tarde, McKinley asistió a la recepción en el Templo de la Música, aunque con el tiempo reducido a diez minutos. Czolgosz, siguiendo de cerca al presidente, planeaba aprovechar la ocasión para llevar a cabo su ataque en el recinto de la exposición, donde el presidente se reuniría con el público. Czolgosz ocultó su arma en un pañuelo y, al llegar a la cabeza de la fila, disparó a McKinley dos veces en el abdomen a quemarropa.[13]

McKinley pidió a sus ayudantes que informaran con delicadeza a su esposa, Ida, y calmaran a la turba que intentaba linchar al agresor, un gesto que pudo haber salvado la vida de Czolgosz. El presidente fue trasladado primero al puesto de socorro del recinto ferial y luego a la casa de John G. Milburn, presidente de la exposición. Aunque se contaba con una máquina de rayos X primitiva, esta no se utilizó.[13]

Durante los primeros días, McKinley mostró signos de mejoría, lo que llevó a los médicos a emitir informes optimistas. El vicepresidente Theodore Roosevelt se encontraba de campamento en los Adirondacks, mientras miembros del gabinete regresaban a sus hogares.[13]

A pesar de las expectativas iniciales, las heridas de McKinley comenzaron a agravarse. La gangrena se desarrolló en las paredes de su estómago y envenenó lentamente su sangre. El 13 de septiembre, los médicos advirtieron que su condición era desesperada. McKinley permaneció consciente por momentos, mostrando serenidad y fortaleza, y ofreció palabras de consuelo a su esposa: «Todos nos vamos, todos nos vamos. Que se haga la voluntad de Dios, no la nuestra».[13]

William McKinley falleció a las 2:15 a. m. del 14 de septiembre de 1901. Inmediatamente, Theodore Roosevelt regresó a Buffalo y prestó juramento como presidente de Estados Unidos.[13]

El agresor, Leon Czolgosz, fue arrestado y juzgado por asesinato. Nueve días después de la muerte de McKinley, fue declarado culpable, condenado a muerte el 26 de septiembre y ejecutado en la silla eléctrica el 29 de octubre de 1901.[13]

Segregacionismo

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Segregacionismo en la burocracia federal

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Durante la presidencia de McKinley, la burocracia federal reflejaba profundamente las tensiones raciales de la época. Tras la Reconstrucción, los estados del sur habían implementado leyes de Jim Crow que institucionalizaban la segregación racial en escuelas, transporte, servicios públicos y votación. El gobierno federal, aunque no siempre activo en imponer estas leyes, mantenía prácticas de segregación en sus propios departamentos, especialmente en oficinas postales, departamentos administrativos y servicios civiles.[14]

McKinley adoptó un enfoque considerado moderado y pragmático. Por un lado, nombró a varios afroamericanos en cargos menores, diplomáticos y en posiciones federales, principalmente como gesto simbólico de inclusión y para mantener el apoyo del electorado negro en los estados del norte. Entre estos nombramientos se encuentra la colaboración con el congresista afroamericano George Henry White, quien promovía la participación política y administrativa de afroamericanos en el gobierno federal. Sin embargo, estos esfuerzos fueron limitados en alcance y no lograron modificar la estructura segregacionista predominante en la burocracia federal.[15]

El presidente buscaba equilibrar intereses políticos, por un lado, mantener el apoyo de los afroamericanos en el norte y, por otro, no antagonizar a los estados del sur, donde la segregación estaba profundamente arraigada y cualquier intento federal de intervenir podría generar conflictos políticos importantes. Esta estrategia resultó en una administración federal que permaneció mayormente segregada, aunque con algunos avances simbólicos en la inclusión de minorías en puestos administrativos y diplomáticos.[14]

Historiadores como Benjamin R. Justesen destacan que McKinley “nombró a más afroamericanos a cargos federales que todos sus predecesores juntos”, pero subrayan que estos nombramientos eran limitados en responsabilidad y alcance, reflejando un compromiso más político que social. Además, fuentes del Miller Center de la Universidad de Virginia indican que el enfoque de McKinley hacia la burocracia federal se caracterizó por su neutralidad ante la segregación institucionalizada, prefiriendo no confrontar directamente las leyes Jim Crow en el sur para evitar tensiones políticas que pudieran afectar su presidencia.[15][14]

Segregacionismo en las fuerzas armadas

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Las fuerzas armadas de Estados Unidos continuaron aplicando prácticas de segregación racial heredadas de la posguerra civil. Los regimientos afroamericanos, conocidos como los Buffalo Soldiers, permanecieron separados de las unidades blancas y eran asignados principalmente a funciones de apoyo, vigilancia en fronteras y defensa en zonas estratégicas del país, especialmente en el oeste y en territorios recientemente adquiridos.[16]

Aunque algunos oficiales afroamericanos lograron ascensos dentro de estas unidades, la estructura militar seguía marcada por jerarquías raciales estrictas, limitando el acceso de soldados negros a puestos de mayor responsabilidad y decisión. Los afroamericanos eran a menudo relegados a tareas consideradas menos prestigiosas y recibían menor reconocimiento que sus compañeros blancos.[16]

La administración de McKinley no impulsó reformas significativas para alterar este sistema. La política militar federal se alineaba con la práctica social predominante: mantener la segregación para evitar tensiones políticas, especialmente con estados del sur y sectores del norte que podrían haber percibido la integración como una amenaza. Esta segregación persistió como política oficial en el ejército estadounidense hasta que el presidente Harry S. Truman emitió la Orden Ejecutiva 9981 en 1948, más de cuatro décadas después, que decretó la integración racial de las fuerzas armadas.[16]

Obras

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Año Titulo Tipo de documento Descripción
1886 Official Roster of the Soldiers of the State of Ohio in the War of the Rebellion, 1861–1866[17] Compilación histórica Registro exhaustivo de los soldados de Ohio en la Guerra Civil. McKinley colaboró en la recopilación, reflejando su experiencia militar.
1893 Speeches and Addresses of William McKinley: From His Election to Congress to the Present Time[18] Compilación de discursos Recopilación de discursos de McKinley desde su elección al Congreso hasta 1893.
1896 Abraham Lincoln: An Address by William McKinley of Ohio Discurso Discurso pronunciado en Chicago el 12 de febrero de 1896, conmemorando a Abraham Lincoln.
1897 Primer Discurso Inaugural[19] Discurso precidencial Discurso inaugural tras asumir la presidencia, abordando temas de política interna y externa.
1897 Mensaje sobre la sesión especial del Congreso[20] Mensaje presidencial Comunicación al Congreso sobre la necesidad de una sesión especial para abordar asuntos urgentes.
1897 Mensaje sobre la situación en Cuba[21] Mensaje presidencial Informe al Congreso sobre la situación en Cuba y la necesidad de intervención.
1897 Primer Mensaje Anual al Congreso[22] Mensaje presidencial Exposición del estado de la nación y propuestas legislativas.
1898 Mensaje sobre la guerra civil en Cuba[23] Mensaje presidencial Análisis de la guerra civil en Cuba y las acciones estadounidenses al respecto.
1898 Mensaje sobre la guerra con España[23] Mensaje presidencial Justificación y objetivos de la intervención en la guerra con España.
1898 Tratado de París: Mensaje al Congreso Mensaje presidencial Presentación del tratado de paz con España tras la guerra hispano-estadounidense.
1899 Discurso sobre la política exterior estadounidense[24] Discurso precidencial Exposición de la política exterior, incluyendo la Doctrina del Puerto Abierto en China.
1900 Segundo Discurso Inaugural[24] Discurso precidencial Discurso tras su reelección, abordando temas de unidad nacional y política exterior.
1900 Discursos y alocuciones de William McKinley[25] Compilación de discursos Colección de discursos y alocuciones desde su elección al Congreso hasta 1900.
1900 Compilación de los Mensajes y Papeles de los Presidentes: William McKinley[26] Publicación oficial Compilación de mensajes, proclamaciones y órdenes ejecutivas relacionadas con la Guerra Hispanoamericana.
1901 Discurso en Buffalo, Nueva York[27] Último discurso presidencial Último discurso público antes de su asesinato, abordando temas de comercio y política exterior.
1901 Bits of Wisdom; Or, Daily Thoughts[28] Publicación póstuma Colección de pensamientos y reflexiones diarias.
1904 The Tariff: A Review of the Tariff Legislation of the United States from 1812 to 1896[29] Análisis político-económico Análisis de la legislación arancelaria de EE. UU. desde 1812 hasta 1896, escrito por McKinley.
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La figura de McKinley ha sido representada y referida en distintos ámbitos de la cultura popular, aunque no de manera prominente en comparación con otros presidentes de la historia estadounidense. Su presidencia y legado han sido objeto de análisis en medios de comunicación, literatura histórica y estudios políticos.[30]

En el ámbito político contemporáneo, McKinley ha sido citado como referente por algunos líderes, destacando su política proteccionista y su enfoque nacionalista en comercio exterior. Por ejemplo, el presidente Donald Trump ha señalado a McKinley como un modelo en lo relativo a la implementación de aranceles para proteger la industria estadounidense y en la defensa de intereses económicos nacionales.[31]

El asesinato de McKinley en 1901 por el anarquista Leon Czolgosz ha sido un punto central de su recuerdo en la cultura popular. Este hecho ha sido recreado en crónicas históricas, documentales y relatos literarios, y sirve como referencia para estudiar la seguridad presidencial, los movimientos anarquistas de la época y sus implicaciones políticas y sociales.

En televisión y otros medios contemporáneos, su nombre ha aparecido ocasionalmente como referencia histórica. Por ejemplo, se menciona brevemente en el episodio The Boy From Oz de la serie Will & Grace, transmitido en 2004, como alusión a la historia política de Estados Unidos.

Tras su asesinato, se erigieron varios monumentos en su honor. Destaca la estatua inaugurada en Filadelfia en 1908, financiada mediante suscripción pública iniciada por el periódico The Philadelphia Inquirer, que representa a McKinley en una postura característica mientras pronuncia un discurso.[32]

Su legado también ha perdurado en el ámbito educativo. Varias escuelas en Estados Unidos llevan su nombre, entre ellas la William McKinley High School en Michigan, como reconocimiento a su figura histórica y su influencia política.

Véase también

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Referencias

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Enlaces externos

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  •   Wikimedia Commons alberga una galería multimedia sobre William McKinley.
  •   Wikiquote alberga frases célebres de o sobre William McKinley.
  • Documental amateur Asesinato del presidente McKinley: conspiración. Parte 1 de 2.
  • Documental amateur Asesinato del presidente McKinley: conspiración. Parte 2 de 2.


Predecesor:
James Campbell
 
Gobernador de Ohio

1892-1896
Sucesor:
Asa Bushnell
Predecesor:
Grover Cleveland
 
Presidente de los Estados Unidos

1897-1901
Sucesor:
Theodore Roosevelt
  •   Datos: Q35041
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  •   Citas célebres: William McKinley