«Who's Afraid of Peer Review?» (en español, «¿Quién le tiene miedo a una revisión por pares?») es un artículo escrito por el corresponsal de Science, John Bohannon, que describe su investigación sobre la revisión por pares en revistas de acceso abierto de pago. Entre enero y agosto de 2013, Bohannon envió artículos científicos falsos a 304 revistas de editoriales de acceso abierto de pago. Los artículos «estaban diseñados con defectos científicos tan graves y obvios que deberían haber sido rechazados inmediatamente por editores y revisores pares», sin embargo, el 60% de las revistas aceptaron estos artículos falsos. El artículo y los datos relacionados se publicaron el 4 de octubre de 2013 en la revista Science como acceso abierto.[2][3]
Las primeras revistas científicas de acceso abierto de pago comenzaron a aparecer en el año 2000 con la creación de BioMed Central y posteriormente de la Public Library of Science. En lugar de obtener al menos una parte de sus ingresos de las cuotas de suscripción, las revistas de acceso abierto de pago solo cobran a los autores, o a quienes los financien, un cargo por publicación. Los artículos publicados están disponibles gratuitamente en internet. Este modelo de negocio, el acceso abierto dorado, es una de las diversas soluciones ideadas para que la publicación de acceso abierto sea sostenible.[4] El número de artículos publicados en acceso abierto, o gratuitos tras un tiempo detrás de un muro de pago, ha crecido rápidamente. Un estudio de 2013 mostró que más de la mitad de los artículos científicos publicados en 2011 estaban disponibles gratuitamente.[5]
Por un lado, debido a la baja barrera de entrada a este mercado, así como al rápido y potencialmente alto retorno de la inversión, se han creado muchas de las llamadas «revistas predadoras», revistas de baja calidad que ofrecen poca o ninguna revisión por pares o control editorial, publicando prácticamente todos los artículos enviados siempre que se pague la tarifa de publicación. Algunas de estas revistas, además, engañan a los autores sobre las tarifas de publicación, utilizan los nombres de científicos como editores y revisores sin su conocimiento, u ocultan la verdadera ubicación e identidad de las editoriales.[6] Ha sido un debate la prevalencia de estas editoriales engañosas y las medidas que la comunidad científica debería tomar al respecto.[7]
Bohannon usó Python para crear una «versión científica de Mad Libs».[2][8] La plantilla del artículo es «La molécula X de la especie de liquen Y inhibe el crecimiento de la célula cancerosa Z». Creó una base de datos de moléculas, líquenes y células cancerosas para sustituir con X, Y y Z. Los datos y las conclusiones eran los mismos en todos los artículos. Los autores y sus afiliaciones eran únicos y falsos. Todos los artículos hablaban sobre el descubrimiento de un nuevo medicamento contra el cáncer extraído de un liquen, sin embargo los datos presentados no respaldaban esa conclusión y los artículos tenía intencionadamente errores evidentes.[9][10]
Para elaborar una lista exhaustiva de revistas de acceso abierto de pago, Bohannon se basó en dos fuentes: la Lista de Beall de editoriales depredadoras y el Directory of Open Access Journals (DOAJ). Tras filtrar ambas listas en busca de revistas de acceso abierto publicadas en inglés, que cobraran una tarifa de publicación a los autores y que fueran sobre medicina, biología o química; la lista de objetivos incluyó 304: 167 del DOAJ, 121 de la lista de Beall y 16 incluidas en ambas listas. La investigación se centró exclusivamente en las revistas de acceso abierto de pago. Bohannon no incluyó otros tipos de revistas de acceso abierto ni revistas de suscripción para la comparación debido a que el plazo de revisión de las revistas tradicionales es demasiado largo. Por consiguiente, el estudio no ofrece ninguna garantía sobre la calidad relativa de los diferentes tipos de revistas.[11]
Cuando Bohannon hizo público el experimento y lo terminó, 157 de las 304 revistas habían aceptado el artículo, 98 lo habían rechazado, 20 seguían realizando la revisión por pares y 29 no habían respondido. Debido a que los rechazos sin revisión generalmente se deben a decisiones editoriales, Bohannon se centró en las 106 revistas que, «discerniblemente realizaron alguna revisión». De estas, solamente 36 dieron comentarios de revisión que reconocían algún problema científico del artículo; 16 de estos 36 fueron aceptados a pesar de las malas revisiones. Por lo tanto, 86 revistas que realizaron realmente la revisión por pares publicaron el artículo falso.[2]
Muchas de las revistas que aceptaron el artículo son publicadas por prestigiosas instituciones y editoriales, entre ellas Elsevier, SAGE, Wolters Kluwer (a través de su filial Medknow, dueña del Journal of Natural Pharmaceuticals) y varias universidades.[2]
Entre las editoriales que rechazaron el artículo se encuentran PLOS (a través de la revista PLOS ONE), MDPI (a través de la revista Cancer) y Hindawi (a través de la revista Chemotherapy Research and Practice, ISRN Oncology). La revisión por pares de PLOS ONE fue considerada la más rigurosa de todas, y fue la única revista que identificó los problemas éticos del artículo, como la falta de documentación sobre la experimentación de los animales en la creación de las líneas celulares cancerosas.[2]
Entre las revistas de la lista de Beall que completaron el proceso de revisión, el 82% aceptó el artículo. Bohannon señaló: «Los resultados demuestran que Beall es bueno en detectar editoriales con un control de calidad deficiente». Según Jeffrey Beall, creador de la lista, esto respalda su afirmación de estar identificando editoriales «depredadoras».[12] Sin embargo, el 18% restante de las editoriales identificadas por Beall como depredadoras rechazaron el artículo falso, lo que llevó al divulgador científico Phil Davis a comentar: «Eso significa que Beall está acusando falsamente a casi una de cada cinco».[13]
Entre los editores del DOAJ que completaron el proceso de revisión, el 45% aceptó el artículo.[13] Según un comunicado publicado en la página web del DOAJ, se están implementando nuevos criterios para la inclusión en el DOAJ.[14]
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Junto con el artículo, Science publicó un mapa que muestra la ubicación de editoriales, editores y sus cuentas bancarias, codificadas por colores según la aceptación o el rechazo del artículo. Las ubicaciones se obtuvieron a partir de los rastros de direcciones IP en los encabezados de correos electrónicos, registros WHOIS y facturas bancarias de tarifas de publicación. Siendo India el país que más acoge a estas editoriales, con 64 que aceptaron los artículos con graves defectos y solo 15 que los rechazaron.[2] Estados Unidos es la siguiente base más grande, con 29 editoriales que aceptaron el artículo y 26 que lo rechazaron. En África, Nigeria tiene el mayor número, de las cuales el 100% aceptó el artículo.[15]
Desde que se publicó la noticia, las editoriales de tres revistas han declarado su cierre.[16] El DOAJ está revisando su lista e implementando criterios de inclusión más estrictos.[17] La Asociación de Publicaciones Académicas de Acceso Abierto (OASPA) formó un comité para investigar las circunstancias que llevaron a la aceptación del artículo falso por parte de tres de sus miembros.[18] El 11 de noviembre de 2013, la OASPA canceló la membresía de dos editoriales (Dove Medical Press y Hikari Ltd.) que aceptaron el artículo falso. SAGE Publications, que también aceptó un artículo falso, fue puesta «bajo revisión» durante seis meses.[19] Sage anunció que estaba investigando a la revista que aceptó el artículo falso, pero que no la cerraría.[20] La membresía de Sage fue restituida al final del período de revisión tras los cambios en los procesos editoriales de la revista.[21]
A las pocas horas de su publicación, la investigación publicada en Science fue objeto de intensas críticas por parte de algunos seguidores del movimiento de acceso abierto en la comunidad científica.[22][23]
La primera crítica sustancial fue publicada por el cofundador de PLOS, Michael Eisen, en su blog. «Sugerir —como intenta hacer Science (aunque no Bohannon)— que el problema con la publicación científica es que el acceso abierto facilita las estafas en internet es como decir que el problema con el sistema financiero internacional es que facilita las estafas con transferencias bancarias nigerianas. La publicación científica tiene serios problemas. Pero la manera de resolverlos no es restringir la publicación de acceso abierto, sino mejorar la revisión por pares».[24] Eisen también señaló la ironía de que una revista de suscripción como Science publique este informe cuando su propia revisión por pares ha fracasado anteriormente, como en la publicación en 2010 del artículo sobre el GFAJ-1.[24]
En un intercambio entre Eisen y Bohannon en una discusión organizada por Peter Suber, director del Proyecto de Acceso Abierto de Harvard, Eisen criticó la investigación por la mala publicidad que generó para el movimiento de acceso abierto.[25] «Su estudio se centró exclusivamente en las revistas de acceso abierto, [lo cual] sugiere fuertemente, independientemente de si lo quiso decir o no, que estas revistas son más propensas a realizar una revisión por pares deficiente y, por lo tanto, merecen más escrutinio». Bohannon respondió que esta crítica equivalía a «matar al mensajero».[25]
También se dieron multiples declaraciones de apoyo a la investigación,[26][13] y declaraciones de preocupación por el fraude editorial que reveló.[27][28][29] El Comité de Ética en Publicación ha respondido que «No hay duda de que esta 'operación encubierta' plantea una serie de problemas... aunque yo diría que no son necesariamente los que Science considera prioritarios».[30]
Algunos científicos han discutido diversas opciones para una revisión por pares más transparente.[31] Esto dificultaría el mantenimiento de una revista depredadora que no realiza revisión por pares, ya que el registro de la revisión por pares sería inexistente o tendría que falsificarse.[32] Otra opción es examinar las revistas con mayor rigor, por ejemplo, otorgando más poder al DOAJ o a la OASPA.
Desde entonces, el DOAJ ha endureció sus criterios de inclusión, con el propósito de servir como una lista blanca, de forma similar a como la Lista de Beall ha sido una lista negra.[33]