Una vela solar es un método de propulsión para sondas y naves espaciales alternativo o complementario al uso de motores. Las velas solares captan empujes producidos por fuentes externas a la propia nave, de manera que esta no necesita transportar consigo ni motor ni combustible, aligerando considerablemente el peso de la nave, y pudiendo alcanzar así mayores velocidades.
En función de la fuente de impulso que pretendan captar, las velas solares se clasifican en dos grandes grupos:
Debido a la escasa potencia que ofrecen, las naves con velas solares necesitan ser lanzadas al espacio por un cohete. Fuera de la atmósfera, su aceleración es lenta, pero el empuje se aplica de forma ininterrumpida, por lo que con el tiempo la nave puede alcanzar velocidades superiores a las logradas mediante propulsión a chorro.[1]
Hasta el momento solo se ha logrado lanzar con éxito la sonda IKAROS (2010), parcialmente impulsada por este método, y la misión LightSail 2 (2019) de la Sociedad Planetaria.[2] En 2022 la NASA seleccionó el proyecto Diffractive Solar Sailing dentro del programa NIAC, con el objetivo de desarrollar velas difractivas que usen rejillas incrustadas en películas delgadas para aprovechar mejor la luz solar.[3]
Se ha dicho que las velas solares son «la única tecnología conocida que algún día podría llevarnos a las estrellas».[4]
El efecto de la presión solar fue señalado en el siglo XVII por Johannes Kepler, al observar que la cola de los cometas apuntaba en dirección opuesta al Sol.[5] En 1873 James Clerk Maxwell formuló matemáticamente la presión de radiación en su teoría del electromagnetismo. En 1899 Piotr Lébedev la confirmó experimentalmente.[6]
Durante el siglo XX el concepto fue refinado por Konstantín Tsiolkovski y Friedrich Zander. El primer artículo técnico sobre velas solares fue «Clipper Ships of Space» (1951) de Carl A. Wiley.[7]
La NASA, la ESA y la JAXA han desarrollado proyectos experimentales, como IKAROS (2010), NanoSail-D2 (2011) y LightSail-2 (2019), demostrando el principio de navegación solar.[8]
En 2022, la NASA seleccionó el proyecto **Diffractive Solar Sailing** para fase avanzada del programa NIAC, buscando velas más eficientes en ángulos y maniobrabilidad.[3]
Una vela solar refleja fotones del Sol, transfiriendo su momento lineal a la nave. La presión de radiación en la órbita terrestre es de ~9 μN/m², lo que equivale a un empuje muy pequeño pero constante.[9]
Aunque la aceleración inicial es baja (del orden de 1 mm/s²), el empuje continuo permite alcanzar velocidades de decenas de km/s en meses o años, superando a sondas con cohetes químicos.
La idea ha inspirado a autores como Arthur C. Clarke en Sunjammer (1964), Larry Niven en Mundo Anillo (1970), y sagas como Star Wars o Star Trek. También aparece en la película El planeta del tesoro (2002) de Disney.[11]
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