Valdelamatanza es una población enclavada en el límite de las provincias de Salamanca y Cáceres. Perteneciente a la comarca de la Sierra de Béjar, depende administrativamente de El Cerro, municipio de la provincia de Salamanca, comunidad autónoma de Castilla y León, España.
Valdelamatanza | ||
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localidad | ||
Ubicación de Valdelamatanza en España | ||
Ubicación de Valdelamatanza en la provincia de Salamanca | ||
País |
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• Com. autónoma |
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• Provincia |
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• Comarca | Sierra de Béjar | |
• Partido judicial | Béjar | |
• Municipio | Valdelamatanza (El Cerro) | |
• Mancomunidad | Ruta de la Plata | |
Ubicación | 40°17′23″N 5°55′18″O / 40.289722222222, -5.9216666666667 | |
• Altitud | 689 m | |
Parroquias | San Antonio Abad | |
Población | 138 hab. (INE 2024) | |
Gentilicio | matancino/a | |
Código postal | 37724 | |
Alcaldesa (2023) | María Rosa Frades Marín (PP) (El Cerro) | |
Patrón |
San Antonio Abad (17 de enero) | |
Patrona |
Virgen del Rosario (7 de octubre) | |
El municipio se erige geográficamente en un pequeño valle situado en los márgenes de la comarca del Valle del Ambroz (Cáceres), y a los pies de la Sierra salmantina, lo que dotan a esta localidad de una gran variedad de flora y fauna, convirtiéndolo en un paraje de inmensa naturaleza.
En 2024 Valdelamatanza contaba con una población de 138 habitantes, de los cuales 66 eran hombres y 72 mujeres. (INE 2024).
Gráfica de evolución demográfica de Valdelamatanza[1] entre 2000 y 2024 |
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Fuente: Instituto Nacional de Estadística de España - Elaboración gráfica por Wikipedia. |
Sus 138 habitantes están inscritos en el censo municipal de El Cerro por pertenecer el pueblo a dicho municipio, y participan por tanto en las elecciones municipales de El Cerro y en las elecciones a Cortes de Castilla y León.
Los primeros asentamientos de la zona son de una tribu celta conocida como vetones, cuya principal base económica se basó en la ganadería vacuna y porcina. Es en el Valle de Hornacinos, accidente geográfico localizado entre las localidades de Valdelamatanza, El Cerro (Salamanca) y Lagunilla (Salamanca) donde se encontraba un castro vetón rodeado por una triple trinchera. Hoy estos restos casi desaparecidos por completo solo son un recuerdo de los más mayores de estas localidades, que han servido como testimonio hasta nuestros días.
Tras la derrota de los lusos y vetones en la Guerra lusitana, Roma toma el poder de la zona. Varios han sido los hallazgos de esta época en el entorno de este municipio, sobre todo en el ya mencionado Valle de Hornacinos, donde las primitivas civilizaciones debieron encontrar unas condiciones geográficas y climatológicas lo suficientemente benignas como para desarrollar su actividad.
Algunos restos que siguen siendo evidencia del paso de esta civilización por estas tierras pueden encontrarse en la ciudad conocida como Cáparra entre las localidades de Guijo de Granadilla y Oliva de Plasencia, en la provincia de Cáceres hoy musealizados, a una distancia de 28,6 Km por la Autovía Ruta de la Plata.
Sin embargo, no es hasta la Edad Media cuando el nombre de Valle de la Matanza empieza a aparecer en los libros de Historia. Su fundación como pequeño núcleo urbano se remonta a la repoblación llevada a cabo por el rey Alfonso IX de León entorno a 1227, cuando este monarca creó el concejo de Montemayor del Río, en el que quedó integrado, dentro del Reino de León.
El origen del nombre del Valle tiene sus antecedentes en el periodo de la Reconquista, cuando según cuenta la leyenda transmitida de padres a hijos durante generaciones, se desencadenó una batalla tal entre moros y cristianos que el arroyo que atraviesa el Valle, quedó teñido de sangre durante tres días.
Con la creación de las actuales provincias en 1833, Valdelamatanza quedó integrado en la provincia de Salamanca, dentro de la Región Leonesa.
Actualmente todavía es posible encontrar algunas viviendas de mediados del siglo XVIII, en cuyo dintel aparece el año de su construcción acompañado de algún símbolo religioso católico o alguna oración. Adornos muy típicos en las construcciones de los pueblos de las comarcas de Sierra de Béjar (comarca) y Sierra de Francia (comarca).
Alguna de estas viviendas tiene grabadas en el dintel el dibujo de las Tablas de Moisés las cuáles indicaban que esas viviendas habían pertenecido a judíos conversos. En la vecina localidad de Hervás a 10,8 Km se puede visitar el conocido Barrio Judío, uno de los mejores conservados en la actualidad, donde pueden apreciarse las construcciones típicas de la época.
La base de la economía en Valdelamatanza ha sido y continúa siendo la ganadería. En origen debido a las dificultades del terreno, sobre todo dedicada al pastoreo caprino, pero a lo largo del siglo XX fue introduciéndose en mayor medida el ganado bovino y ovino.
Uno de los eventos que siempre reunía a la familia y vecinos al igual que en el resto de España, era la matanza del cerdo en los meses de más frío, diciembre o enero.
Actualmente sigue siendo costumbre entre algunas familias realizar la matanza recordando otros tiempos en los que esta tarea fue fundamental para tener alimento en algunos meses del año.
Esta actividad se practica en los meses de final de verano, normalmente hacia la primera quincena de septiembre. Aunque cada vez más en decadencia, supuso una importante tarea en las generaciones pasadas, quienes con mucho esfuerzo trabajaban las viñas con el fin de que la cosecha fuese lo más fructífera posible.
Muchos de los hogares o corrales anexos a la vivienda, tenían Lagar, una construcción utilizada para pisar la uva tras la vendimia comenzando el proceso de extracción del zumo del fruto que posteriormente tras la fermentación alcohólica durante algunos días se convertiría en lo que en la región es conocido como Vino de pitarra.
El uso de la vid también fue frecuente en lo que se conoce como parra o parral, es decir sembrar la vid a las puertas de los hogares donde servía se sombra a la fachada principal y donde las familias se reunían en las noches calurosas de verano sentadas en un poyo para charlar con el vecindario, por lo que entorno a la uva no vemos solo una actividad económica si no también ornamental y social.
Por los meses de noviembre y diciembre tiene lugar la recogida de la aceituna, pues el olivo es un cultivo muy extendido en todo el término municipal. Antiguamente existieron dos molinos en el propio pueblo donde los habitantes podían llevar sus cosechas para la obtención del hoy tan preciado aceite de oliva.
Aunque la tarea de recoger la aceituna ha sido y aún continúa siendo muy manual mediante el tradicional vareo y recogida del fruto en las redes extendidas en el suelo entorno al árbol, algunos medios más modernos han ido imponiéndose en las últimas décadas con el fin de facilitar a los agricultores esta ardua tarea.
Las fiestas patronales se celebran el 17 de enero en honor a Antonio Abad, popularmente conocido como San Antón, patrón de los animales, como no podía ser de otra forma en una localidad de predominio ganadero. Las fiestas empiezan a preparase con la Novena al santo, donde todo el pueblo acude por las tardes durante 9 días antes de la fiesta, a la Iglesia para rezar con fervor a su patrón.
El día 16 de enero, víspera de la fiesta según mandaba la tradición, el grupo de quintos del año en curso era el encargado de bajar al Santo desde su peana en el retablo mayor de la Iglesia, para prepararlo para la procesión los siguientes días.
El día de la fiesta, tras la misa se realiza la procesión por las calles del pueblo y en la plaza conocida como Las Eras, es donde el grupo de bailes del pueblo baila las típicas jotas en honor al Santo, acompañado siempre de la música del tamboril y la gaita, instrumentos típicos de estas zonas de serranía del Sur de Salamanca y Norte de Cáceres.
Tras los bailes, se procede a la bendición de los animales, donde niños y mayores acuden con sus mascotas o ganado.
Los mayordomos del Santo, presentados voluntariamente cada año, son los encargados de convidar posteriormente a todos los asistentes ofreciendo dulces típicos y bebida al finalizar el culto religioso. Dependiendo de los mayordomos presentados cada año, los días de fiesta podían llegar hasta tres.
El traje regional es el traje charro, típico de la Provincia de Salamanca, bien es cierto que dentro de esta región existen una gran variedad de diseños dependiendo la zona, lo que permite que sean bien diferenciados unos de otros, aun manteniendo en esencia el mismo tipo de bordados que decoran estas prendas, habitualmente motivos florales y animales.
El vestido de mujer es más complejo que el traje de hombre, pues se compone de varias piezas como el jubón, el manteo (o falda), el mandil o delantal, los pololos, las cintas y la faltriquera en la cintura. Completan el conjunto la camisa bordada, el dengue y los abalorios típicos de la tierra normalmente en forma de pendientes y collares. Las zapatillas pueden ser bordadas o zapatos negros de tacón.
El traje de los hombres se compone de sombrero de ala ancha, camisa bordada, chaqueta corta, pantalón ajustado, faja o ceñidor, cinto, botines y espuelas.
Estos trajes son utilizados hoy en día solo en las fiestas patronales o en alguna ocasión especial que sean requeridos. Estas prendas son un legado de todas aquellas bordadoras que continuaron transmitiendo las labores de la costura de generación en generación, y cuyos bordados formaban parte de la sociedad del momento plasmándose en cortinas, paños, mandiles, sábanas o vestidos de boda.
La Romería en honor a la patrona Virgen del Rosario, se realiza el segundo fin de semana del mes de mayo, junto con la localidad vecina Aldeanueva del Camino, cada pueblo lleva en procesión una talla de la Virgen María, bajo la advocación de la Virgen del Rosario.
La talla de Valdelamatanza es una talla de madera policromada del siglo XIII, que preside la parroquia desde una de las peanas del altar mayor.
Ambos pueblos salen en procesión con las imágenes religiosas hasta encontrarse en un paraje natural tipo Dehesa donde se celebra la misa por el párroco común a ambas localidades y posteriormente familia y amigos se reúnen para disfrutar de un día de primavera en el campo.
El origen de esta Romería no se conoce con exactitud, en algunos documentos eclesiásticos se ha podido atisbar un posible origen en la Edad Media, pero que con el paso del tiempo cayó en el olvido. La Romería actual fue retomada en la década de 1990.
Esta fiesta de tradición antiquísima en la que se conmemora la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo es celebrada sesenta días después del Domingo de Resureccion. Es costumbre la colocación de distintos altares por las calles del pueblo, decorados con motivos vegetales y telas bordadas típicas de la zona, donde el sacerdote conduce la custodia, que bajo Palio es acompañada en procesión por los feligreses.
En algunos años en los que hay niños y niñas que han recibido la primera comunión, son estos los que acompañan en la procesión arrojando pétalos de rosas (abundantes en el pueblo en esta época del año) al paso por cada altar.
Al no ser festividad declarada en la comunidad de Castilla y León, esta celebración tiene lugar el domingo siguiente al jueves del Corpus.
Otra de las tradiciones aún vivas de la localidad, es la rotación hogar por hogar de las conocidas "Capillas domiciliarias", unos cajones portátiles con la imagen de un Santo en su interior que son compartidas por los vecinos socios para alojarlas en el domicilio durante una noche por cada socio que habite en esa vivienda.
Este tiempo de permanencia era más riguroso en aquellas épocas en las que el pueblo contaba con más población, hoy en día, el tiempo que permanece cada una de las capillas en una vivienda es variable.
En Valdelamatanza hay tres capillas domiciliarias, una dedicada al Sagrado Corazón de Jesús, otra a la Virgen del Carmen y otra a la Virgen del Rosario.
No existen documentos oficiales donde se indique las fechas de inicio de construcción del templo, pero estuvo vinculado al Convento de la Bien Parada (Abadía), desde donde los frailes atravesaban la dehesa que separa ambas localidades para ofrecer el culto a la población de Valdelamatanza. A lo largo de los siglos el edificio ha ido sufriendo remodelaciones y ampliaciones para hacer frente al incremento de la población que sufrió el municipio durante los siglos XIX y XX.
En la Iglesia se puede encontrar el retablo del altar mayor de comienzos del siglo XX, construido por un carpintero local en honor al Patrón San Antonio Abad.
Las tallas de madera policromada de los patrones San Antonio Abad (siglos XV-XVI) y la Virgen del Rosario (siglo XIII) son las de mayor valor artístico, cultural y vocacional. Junto a ellas destaca una pequeña talla de San Marcos el Evangelista de madera de peral, cuya policromía hoy desaparecida, era empleada por los pobladores de la localidad para arrojarla a los pozos y fuentes en épocas de sequía con el fin de rogar al Santo la llegada de la lluvia, tan necesaria para las actividades económicas desarrolladas en el municipio.
El edificio consta de una única nave ensanchada a partir de la mitad como consecuencia de una de las ampliaciones, a la entrada del mismo se encuentran las escaleras de ascenso a la Tribuna o Coro, donde es costumbre los días de fiesta cantar las misas. Por ser una localidad limítrofe, la influencia en el culto arrastra matices tanto de la misa castellana como extremeña.
La Torre de la Iglesia, aunque pequeña, fue utilizada en otros tiempos durante la Guerra de la Independencia española para avisar a los vecinos de la llegada de las tropas napoleónicas que iban asediando pueblo a pueblo. Los vecinos corrían atemorizados hacia el monte conocido como "La Laera" para refugiarse del ataque de los soldados, prueba de ello es que con el paso de los años y la erosión del terreno, algunos enseres de la época han sido encontrados en el monte fruto de aquellas huidas a las que los vecinos se veían obligados si querían conservar su vida o algunas de sus pertenencias.
Uno de los principales atractivos de la localidad es sin duda el entorno natural que rodea al municipio, donde por senderos que permiten contemplar la exuberante naturaleza se pueden encontrar algunas infraestructuras que en el pasado fueron muy necesarias en las actividades cotidianas de la población.
Es el caso de los Catorce Pilares, ubicados a medio camino entre Valdelamatanza y El Cerro (Salamanca), consisten en una sucesión de 14 pilas de agua clara cuya función era la de abrevadero para el ganado de la zona. Actualmente aunque dicha función no ha desaparecido del todo, suponen un importante atractivo turístico debido al espléndido mirador natural que permite divisar la comarca el Valle del Ambroz, donde castaños, robles, pinos, matorrales y gargantas de agua imprimen una estampa poco esperada para el visitante.
El acceso desde la localidad se compone de tres alternativas de senderos naturales, a elegir por el visitante dependiendo de la dificultad, por donde se pueden observar la gran variedad de especies vegetales que predominan en el valle, además de la fauna autóctona entre la que destacan la jineta (Genetta genetta), la garduña (Martes foina), el zorro (Vulpes vulpes) la Perdiz, el conejo, jabalíes y corzos entre otros.
Otros animales, como el buitre, águila, lechuza, búho, oropéndola, abubilla, junto con otras muchas más especies de aves, también habitan estos parajes.
A los pies de esta construcción, se puede encontrar otra fuente más pequeña pero no menos importante, conocida como Fuente de la Cuchara, llamada así debido a la forma de cuchara tallada en la piedra por donde discurre el agua hasta terminar en una pequeña pila de piedra granítica.
Otras muchas fuentes pueden encontrarse en las inmediaciones del término municipal, alguna de ellas también sucesiones de pilas, como las Pilas Nuevas, conjunto compuesto por diez pilas de granito, generando una composición similar a la de los Catorce pilares.
Otras de ellas son pilas simples, como la fuente de los Herreros, la fuente de la Raya, el Caño Nuevo, el caño de la Pasaera y otras muchas hoy desaparecidas o encerradas entre la vegetación de los montes.
Valdelamatanza es una localidad con una gran reserva hídrica que le permite abastecimiento de agua propia incluso durante los meses de verano, bien es cierto que el agua de la red de distribución corresponde al Embalse de Baños de Montemayor, que dota a la localidad de suministro suficiente durante todas las épocas del año.
No obstante, la abundancia de precipitaciones en los meses de otoño, invierno y primavera facilitan que el acuífero del subsuelo mantenga buenos niveles durante el año, siendo más escasos en la época estival.
Debido a este abundante recurso, en el pueblo existen multitud de pozos en huertos e incluso en viviendas antiguas que antaño fueron utilizados para el abastecimiento de las familias. Las fuentes conocidas como "caños" distribuidas por las diferentes calles del pueblo, fueron en el pasado lugar de encuentro para mozos y mozas y vecinos y vecinas que acudían a por agua para el autoconsumo.
Entre estas fuentes destacan, el caño de las Eras (hoy empleada su agua para el consumo en viviendas), el caño de la mosca (uno de los más antiguos) y otros que aunque existieron en el pasado han sido reconstruidos, como el caño del Granado y el caño de las Serillas. Todas ellas con su manar constante son un reflejo claro de la cantidad de agua que permanece almacenada en el subsuelo del valle.
Por el terreno discurren varios arroyos, aunque sin duda el más importante y caudaloso, aunque seco en los meses de verano, es el conocido como Arroyo del Carpio o Arroyo de Valdelamatanza, que vierte sus aguas al Río Ambroz. Otros arroyos de menor calibre conocidos como regatos atraviesan el propio pueblo, uno de ellos hoy soterrado y canalizado, atraviesa la mitad del pueblo para verter sus aguas al arroyo del Carpio, y otro más rodea el pueblo por su parte oriental desembocando en el mismo arroyo.
Aunque popularmente es conocida como una de las principales plazas del pueblo, "Las Eras" eran lugares donde sobre un suelo de piedras planas colocadas a propósito se procedía a la Trilla del grano durante los meses de verano, tras la siega. A menudo la propiedad de estas Eras era compartida entre varios vecinos.
Hoy esta tarea ya obsoleta y caída en el olvido, es solo recordada por algunos de los habitantes que con nostalgia relatan episodios de vivencias pasadas.
Aunque muchas construcciones ya ha desaparecido, todavía quedan algunas protegidas por el Ayuntamiento de El Cerro, con el fin de preservar el pasado de la localidad.
En los tiempos en los que los pastores pasaban largas temporadas fuera de sus hogares o en noches en las que debían guarecerse de las inclemencias del tiempo, existían unas bóvedas de piedra, aún en pie algunas de ellas, que eran construidas por ellos mismos con el fin de darles cobijo en estas situaciones.
Son construcciones de poca altura, aproximadamente de unos 2 metros, y una entrada angosta que dificultaba el acceso a su interior por parte del ganado y otros animales del monte de mayor tamaño.
Hoy en día pueden visitarse recorriendo los distintos senderos naturales con los que cuenta el municipio.
El clima es oceánico de interior con rasgos mediterráneos caracterizado por veranos calurosos y secos, y en general inviernos suaves pero húmedos, especialmente en comparación con otras zonas de la Meseta. La temperatura anual no es excesivamente baja ni alta, pero se producen variaciones significativas entre las estaciones, pudiendo superar los 40 °C en verano y bajar a menos de 0 °C en invierno.
La vegetación es muy variada debido a la geografía del terreno, pues al tratarse de un valle la variabilidad de especies es inmensa.
Comenzando desde la parte inferior del valle, predomina por la parte suroeste la Dehesa, bosque aclarado de encinas (Quercus ilex) y alcornoques (Quercus suber), pudiendo destacar algunos de gran tamaño como Alcornoque fresneda en la carretera que conduce a la vecina localidad de Aldeanueva del Camino.
A los márgenes del arroyo del Carpio o arroyo de Valdelamatanza, se pueden encontrar distintos tipos de especies riparias como los alisos (Alnus glutinosa), fresnos (Fraxinus) y chopos (Populus alba).
Conforme el terreno va subiendo en altitud, empiezan a mezclarse otras especies vegetales como robles (Quercus robur), castaños (Castanea sativa) y pinos (Pinus pinea), los cuales generan un gran fenómeno paisajístico en los meses de primavera y otoño.
En las zonas donde la mano del hombre ha intervenido talando árboles con distintos fines, como construcción, limpieza de montes o combustible, aparecen etapas de sustitución al ecosistema como son la escoba (Cytisus scoparius) y la retama (Retama
sphaerocarpa), que además de cumplir su función en la renovación del ecosistema y en la regeneración de nuevas especies vegetales arbóreas al servirles de cobijo frente al ganado, colorean de amarillo todo el valle en los meses de abril y mayo durante la época de floración.
Junto a estas especies otras muchas, como olivos, higueras, manzanos, ciruelos, nisperos, melocotoneros, perales, vides, nogales, almendros, avellanos, naranjos, laureles, limoneros, granados, forman parte del paisaje, en este caso influenciado por la actividad humana que ha domesticado el uso de estas especies.
Además de estos vegetales superiores, otros como Pteridofitos, Briophyta, líquenes y especies vegetales de tipo herbáceo anuales o bienales, empleadas con fines alimentarios o en la antigüedad con fines medicinales pueden encontrarse distribuidos por todo el territorio.
La geografía del valle y el clima que azota este paraje, son los principales componentes que permiten que una gran diversidad de especies vegetales convivan en el lugar.
Además de las especies vegetales superiores ya mencionadas, existe el cultivo de hortalizas que aunque en el pasado fue base para la economía de algunas familias, actualmente solo es empleado para el autoconsumo de aquellos que dedican su esfuerzo al mantenimiento de la tierra.
A finales de la primavera empieza la cosecha de habas, lechugas y coles, y ya hacía el verano; tomates, judías verdes, berenjenas, calabacines, pepinos, sandías, melones, pimientos y cebollas forman parte de la dieta de los habitantes de la localidad, puesto que la fertilidad del valle genera abundantes cosechas en esta época estival.
Hacia finales de verano, comienzos del otoño comienza la cosecha el maíz y calabazas. Algunas especies de calabaza serán empleadas en la elaboración de las tradicionales morcillas durante la matanza.
La localidad es atravesada por la SA-138 que la une a la capital municipal de El Cerro por un lado y desemboca ya en la provincia de Cáceres en las cercanías de Aldeanueva del Camino, municipio con el que tiene una estrecha relación y donde se encuentra el enlace con la autovía Ruta de la Plata que une Gijón con Sevilla, permitiendo así unas comunicaciones más rápidas del pueblo con el exterior.
En cuanto al transporte público se refiere, tras el cierre de la ruta ferroviaria de la Vía de la Plata, que pasaba por el municipio de Béjar y contaba con estación en el mismo, no existen servicios de tren en el municipio ni en los vecinos, ni tampoco línea regular con servicio de autobús, siendo la estación más cercana la de Béjar. Por otro lado el aeropuerto de Salamanca es el más cercano, estando a unos 100km de distancia.
A pesar de pertenecer a la provincia de Salamanca, la Junta de Castilla y León tiene firmado un convenio con la Junta de Extremadura por el que, por motivos de proximidad geográfica, y previo pago de una contraprestación económica, la Junta de Extremadura provee a la entidad local menor de ciertos servicios públicos esenciales, tales como sanidad, educación y conexiones telefónicas. El médico de atención primaria de su consultorio médico procede de Aldeanueva del Camino,[2] y su colegio está integrado en el Colegio Rural Agrupado Vía de la Plata de Baños de Montemayor,[3] hoy ya cerrado por la falta de población. Esto se debe a la proximidad de la localidad a Aldeanueva del Camino, frente a la lejanía a la capital municipal, pero llama la atención si se tiene en cuenta que Castilla y León tiene asumidas en su Estatuto de Autonomía las competencias sobre la sanidad y la educación en todo su territorio autonómico.[4] Un convenio firmado entre Castilla y León y Extremadura, por el que se concede a las autoridades públicas extremeñas la prestación de servicios públicos esenciales en el territorio de la entidad local menor a cambio de una contraprestación económica por parte de Castilla y León, facilita la atención médica y educativa a los habitantes del pueblo por profesionales extremeños.