Un mes intercalar es un mes añadido al año lunar para hacerlo coincidir con el año solar.
En la Antigua Roma, dado que para efectos civiles se usaba un año lunar y la agricultura estaba ligada a las estaciones, y por tanto, al año solar, se usaba el mes intercalar que permitía que ambos calendarios fueran compatibles. A fines del mes de febrero, cada dos años, se añadían 22 o 23 días, mientras se dejaba el mes de febrero en 23 días. Los cinco días restantes del mes de febrero se añadían a esos 22 ó 23 iniciales formando este mes intercalar de 27 ó 28 días.
Se escogió el 23 de febrero por coincidir con la fiesta de las Terminalia que es el fin de año cultual o religioso.
Con ese sistema sin embargo, dado que el cálculo no es exacto, el año lunar con el mes intercalar duraba un día más que el año solar. Esto motivó que a medida que pasaba el tiempo y esa diferencia se hacía más importante se intentaran diversas soluciones prácticas siempre para solucionar un momento determinado: no se corregían los errores que estaban detrás del cálculo.
Estos problemas continuaron hasta que Julio César intervino introduciendo el calendario solar ya sin necesidad de acudir al año lunar.