A continuación están recogidas las palabras de la semana con las que la usuaria Lourdes Cardenal (disc. · contr. · bloq.) nos agasaja semanalmente, tal y como fueron publicadas en su página de discusión.
La palabra de la semana
Zaquizamí Desván, cuarto pequeño poco limpio y desacomodado. Plural, zaquizamíes. [...] la vida interior del pueblo debía ser tan modesta y poco ganosa de comodidades, que quedaba satisfecho con cualquier cosa, con un hediondo portal, con una oscura y empinada escalera y con media docena de estrechos y menudos aposentos, coronados por un mezquino zaquizamí. El antiguo Madrid, 1, página 77 |
La palabra de la semana
Alturuco Puede considerarse un sinónimo de la palabra anterior zaquizamí o más bien de la palabra usada en Castilla, sobrado. Es el espacio en lo alto de una casa, generalmente abuhardillado. La palabra se utiliza en Cantabria. [...] El escanillo posado en el alturuco. Escenas cántabras |
La palabra de la semana
Chupa Es una prenda de vestir usada durante toda la Edad Media, que cubría la parte del tronco del cuerpo. A veces salían desde la cintura unas faldillas y las mangas eran muy ajustadas. Es voz que viene del árabe y que recoge el DRAE. La chupa fue derivando durante los siglos XV, XVI y XVII en un chaleco ajustado que se usaba debajo del jubón. La palabra (como sinónimo de cazadora) fue recuperada en el lenguaje cheli poniéndose de moda hace años entre la gente joven, creyendo muchos que era una invención “chulesca” dentro de su jerga, pero al parecer es mucho más antigua que todo eso. Existe la expresión poner a alguien «como chupa de dómine», es decir hablar mal de esa persona. Lo de dómine lo dejamos para otra ocasión.
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La palabra de la semana
Echar un chisguete Es casi lo mismo que decir echar un trago, de algo líquido, bien sea agua o vino, aunque se emplea sobre todo para el trago de vino. La voz chisguete está recogida en el DRAE que asegura que es coloquial. [...] Y volvamos a la taberna a echar un chisguete. En la tabla está el pellejo. Madrid |
La palabra de la semana
Figureros Esta palabra no la recoge el DRAE con este sentido que explica Azorín en su obra Madrid. Los hispanoparlantes empleamos una palabra inglesa en su lugar. He aquí el texto explicativo del escritor: [...] Ser independiente abrazando una idea nueva, celebrada por los figureros de lo nuevo, lo que los ingleses llaman snobs –figureros los llamaba Gracián-; ser independiente en esa forma es cosa fácil. Lo difícil es tener el valor de abrazar y sostener lo que la grey de los figureros –ayudada a veces por espíritus selectos– repudia y condena. «Madrid», p. 67 |
La palabra de la semana
Lechuguino Esta palabra sí está recogida en el DRAE con el sentido que se le daba en el lenguaje coloquial, pero no dice que está en desuso y que fue una palabra muy usada en el siglo XIX y primeros años del XX. Se llamaba lechuguino a un muchacho que se sentía elegante, a la moda, galanteador y paseante. En Valladolid, en estos tiempos, no se conoce esa acepción pero sí se conoce como un pan especial, hecho de harina candeal. Si usted pide un lechuguino no le van a presentar un joven sino un pan. «[...] Los jóvenes lechuguinos, elegantes o tónicos, como entonces eran apellidados, y que representaban la parte más tierna de aquella sociedad, no habían podido figurar en los anteriores acontecimientos del país, que fueron el génesis de su nueva organización; no habían viajado ni aprendido en el extranjero principios ni modales; no tenían ambiciones políticas, ni tampoco pujos literarios; frecuentaban pro forma las aulas de los PP. Escolapios, de San Isidro o de Santo Tomás, el Seminario de Nobles o el Colegio de Cadetes, para seguir con sus pasos contados una carrera que les permitiese en adelante abrir un bufete ... [...]» Memorias de un Setentón,1824-1850, p. 20 |
La palabra de la semana
De consuno Expresión recogida en el DRAE con el sentido que tuvo siempre: de común acuerdo. No se utiliza mucho y en estos tiempos del siglo XXI muy pocos hispanoparlantes la usan y muchos menos la conocen. Zorrilla la utilizó en su Tenorio y tal vez en su época se entendiera bien, pero en el siglo XX y por desconocimiento algunos actores creían que estaba mal escrita y que debía decir de consumo. Tampoco tenía demasiada importancia porque el contexto del verso hacía que se entendiera perfectamente. Nuestros padres de consuno nuestras bodas acordaron, porque los cielos juntaron los destinos de los dos. Y halagado desde entonces con tan risueña esperanza, mi alma, doña Inés, no alcanza otro porvenir que vos. Don Juan Tenorio, Parte Primera: Acto Tercero, Escena III |
La palabra de la semana
Borbollar María Moliner en su diccionario dice que esta voz significa «formar burbujas grandes al hervir un líquido», o también cuando ese líquido sale haciendo un ruido característico. En estos tiempos (al menos en España) el verbo lo usamos poco o nada; usamos en su lugar «hervir a borbotones», ni siquiera decimos «a borbollones» que es igual de correcto. María Moliner dice también que esta palabra tenía un supuesto antecesor que era bolbollar, un derivado (con reduplicación) del latín bulla, con el significado de burbuja o bola. [...] En la vasta cocina, bajo la ancha campana de la chimenea, borbollan unos pucheros, dejando escapar el humillo tenue a intervalos, produciendo un leve ronroneo. Castilla (Capítulo 'Ventas, posadas y fondas'), p. 46. |
La palabra de la semana
Espubillón Esta palabra no viene en el DRAE y tampoco la recoge María Moliner. Ni siquiera se ve su anuncio en las tiendas como sucedía hace 50 años: «tenemos espubillón y bolas para el árbol, confetti, matasuegras, gorros y toda clase de complementos para celebrar la Navidad y el Año Viejo.» Además, en todo caso dirían espumillón, que es en lo que ha derivado la palabra. El espubillón o espumillón son esas tiras con flecos que adornan los arbolitos de Navidad. Ahora son de colorines y de plástico pero empezaron siendo sólo en color plata y de metal. Cada familia con hijos [en Alemania] tiene un árbol en casa. Lo decoran con bolas de cristal en colores, estrellas de paja, espumillón y velas. La costumbre de poner un árbol en la casa empezó probablemente en el siglo XVI. Wikipedia tiene una página sobre el espumillón. En ella se afirma que es un invento alemán, pero no hay referencias ni enlaces externos, así que no se entera uno de mucho. |
La palabra de la semana
Figuritas del nacimiento Lo que llamamos figuritas del nacimiento son todos los personajes que actúan en ese escenario de la representación navideña. Las hay de todo tipo, grandes, pequeñas, de barro, de tela, de madera, de metal, de porcelana fina... A veces las figuritas toman vida por la noche, como el Cascanueces de Hoffmann y hablan, cantan y alborotan. Se mueven pero a la mañana siguiente nadie lo nota porque tienen la precaución de regresar a su puesto. «Entre las figuritas del nacimiento había una mujer desastrada, que sin duda era la bufona. Recuerdo la canción que le dirigía la Curriqui.» Las inquietudes de Shanti Andía - Libro primero |
La palabra de la semana
Felices Pascuas y Próspero Año Nuevo Esta vez no es una palabra sino una fórmula tradicional que la sociedad (al menos en España) utilizó para desear felicidad tanto en la Navidad como en el año próximo a nacer. Creo que poco a poco dejó de emplearse a partir de mediados de los 60 del siglo XX. [...] -Lamento de todo corazón encontraros tan resuelto. Nunca ha habido el más pequeño disgusto entre nosotros. Pero he insistido en la celebración de la Navidad y llevaré mi buen humor de Navidad hasta lo último. Así, ¡Felices Pascuas, tío! -Buenas tardes -dijo Scrooge-. -¡Y feliz Año Nuevo! -Buenas tardes -dijo Scrooge. Su sobrino salió de la habitación, no obstante, sin pronunciar una palabra de disgusto. Detúvose en la puerta exterior para desearle felices Pascuas al dependiente, que, aunque tenía frío, era más ardiente que Scrooge, pues le correspondió cordialmente. Cuento de Navidad, Capítulo 1: El espectro de Marley |
La palabra de la semana
Inocentada Esta palabra la recoge el DRAE con el mismo sentido que todos nosotros la solemos emplear. Pero es sobre todo una palabra del mes de diciembre, del día 28. En este día la Iglesia Católica celebra la festividad de los Santos Inocentes, pero el resto del personal dedica (o dedicaba) el día a gastar bromas, a dar inocentadas, a reírse del vecino que es un deporte muy jocoso. (La inocentada más común y que casi siempre daba resultados era pedir dinero prestado, poco, y una vez obtenido decir, “que los santos inocentes te lo paguen.”) Pero las costumbres, las tradiciones, van y vienen y en estos últimos años la famosa inocentada va entrando en el capítulo del desuso. También en los primeros años de Wikipedia los usuarios daban inocentadas y la Viquipèdia (en catalán) dio alguna bastante buena en la propia portada. «Por supuesto que no me di por ofendida con la inocentada, ni había motivos para ello. Esto le alentó algo; y puede decirse que desde entonces data la relativa serenidad con que se conduce delante de nosotros.» Al primer vuelo, Capítulo XV: Cartas cantan |
La palabra de la semana
Felicitación El DRAE recoge este sustantivo femenino y le da el significado de tarjeta de Navidad. Efectivamente, en época de Navidad decir «he recibido una felicitación» se refiere no a que me hayan felicitado por algo sino a la tarjeta doblada y metida en un sobre, decorada con motivos navideños bien sean de tipo religioso, de costumbres, de paisajes, etc. En España hacia mediados de los años 50 del siglo XX se empezó a cambiar esta palabra por la inglesa Christma (mucho más elegante, faltaría más). Decir «te mando un Christma» es decir «te mando una felicitación». Las felicitaciones se escriben en las caras interiores de la tarjeta doblada. Lo más fácil y lo más común era echar mano de la fórmula Felices Pascuas y Próspero Año Nuevo, pero hay personas que aprovechan para escribir una verdadera carta. Hay un tipo de felicitaciones que ya no se ven en los comercios. Se trata de la tarjeta doblada y dentro un papel más fino, también doblado y donde debe escribirse; cartulina y segundo papel estaban atados en el doblez por un cordón de seda, de color variado. «Y mientras seguía su curso la conversación, sonaba a cada instante la campanilla de la puerta. Eran tarjetas de felicitación, que la señora miraba satisfecha, dejándolas sobre el velador de modo que pudiesen leerlas sus visitantes.» |
La palabra de la semana
Gabán Un gabán es un abrigo. Es una palabra que nos dejaron los árabes persas en la Hispania de la Edad Media, con la grafía caba o qaba y con el mismo significado. La palabra se usó durante siglos y todavía a mediados del XX se venía utilizando en muchas familias: «Me pongo el gabán, que hace frío». Su empleo se fue perdiendo y en el siglo XXI si se hiciera una encuesta de esas callejeras pocas personas jóvenes sabrían describir un gabán. «Las montañas estaban cubiertas de nieve, los campos abandonados y silenciosos, cuando llegó a su pueblo don Mario Peñalver en coche cerrado, envuelto con un gabán de pieles, con el sombrero calado hasta los ojos y cubierto casi por completo el rostro con una bufanda. Como siempre, le acompañaba su sobrino, que había ido a esperarle a la estación.» Las Estaciones |
Otro artículo interesante y curioso sobre un vocablo que habremos escuchado muchas veces, confundiendo seguramente su significado. Su autor es Ángel Luis Alfaro |
La palabra de la semana
Percal Percal es un tejido de algodón; no es una palabra desconocida ni muy antigua, pero está en desuso. En el siglo XXI nadie va a una tienda de tejidos a pedir: “Deme usted dos metros de un percalito azul para hacerle un vestido a la niña.” No existe el percal existe el algodón, sin más. Una tela de percal era una tela de algodón, blanco o de colores o incluso con dibujos, una tela bastante barata. Era un algodón que se arrugaba muchísimo porque no estaba tratado. Se utilizaba para ropa interior, para vestidos, faldas, cortinas y a veces sábanas. La letra de un famoso chotis madrileño comienza así Con una falda de percal planchá... El capote de los toreros se hacía con percal y por eso se le llamaba a veces percal en lugar de capote. Si el torero sabe manejar bien el capote es porque conoce el percal. Esta expresión es tal vez lo único que queda de la supervivencia de la palabra percal.
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La palabra de la semana
Bombachos Unos bombachos son unos pantalones especiales, con la pernera fruncida en el tobillo o por debajo de la rodilla, a veces simplemente con la ayuda de una goma, a veces abrochados con una hebilla. Era una prenda propia de niños y adolescentes, actualmente en desuso. Tintín, el personaje de las historietas viste siempre con bombachos.
Esbozos:las tres infancias |
La palabra de la semana
Prenda Es ésta una palabra rica en acepciones y locuciones. Pero hoy viene aquí con un significado poco usual que todavía subsiste en el vocabulario de algunas personas y en el habla cotidiana de algunos pueblos, especialmente de la provincia de Guadalajara. Se utiliza para dirigirse a una persona con cariño, llamándola prenda como la podría llamar guapa o alguna palabra agradable. En el pueblo de Brihuega (Guadalajara) si te ven por calle y les resultas desconocido te abordan diciendo, «¿De quién eres, prenda?» En esta misma Wiki leí hace dos días en una discusión de usuario, Gracias, prenda.
A mis hijas en sus días |
La palabra de la semana
Chichonera Una chichonera es una especie de sombrerito que protege la cabeza, especialmente la cabeza de los nenes que reciben golpes fortuitos cuando dan los primeros pasos y se caen. Pero también recibió el nombre de chichonera un gorro-protector que usaban los trabajadores en determinadas industrias, lo que más tarde sería sustituido por el conocido casco. Las chichoneras de los niños solían ser de paja, aunque a veces se confeccionaban también en cuero. Fue algo habitual hasta más o menos mediados del siglo XX, por lo que no era difícil encontrar esta indumentaria de tamaño especial para muñecos, como es el caso de la foto adjunta. Su nombre es obvio que deriva de la palabra chichón.
Lo prohibido |
La palabra de la semana
Faja El vocablo faja se mantiene vivo, sin perderse en el olvido; se sigue usando. Y esto se debe a que ha sabido evolucionar con los tiempos cediendo al desuso de algunas de sus acepciones prácticas. Por ejemplo, ya no existen las fajas de recién nacido, una tira de lana o de gasa que se enrollaba en el vientre del bebé para proteger el ombligo y la tripita y que dio lugar ampliar el refranero de costumbres y a numerosos estribillos en canciones populares y villancicos. Ni tampoco existen las fajas de las mujeres, una prenda que cubría desde la cintura a la ingle y que servía principalmente para disimular la tripa oprimiéndola, ensalzando de este modo la silueta; ni tampoco los hombres del campo se envuelven en aquellas fajas que les protegía del frío y de los dolores lumbares. En lugar de esto último, hay fajas ortopédicas de tejidos elásticos que se amoldan a cada necesidad. Aquí es donde se aferra nuestra palabra para no desaparecer, haciéndose útil y moderna y siguiendo firme en el lenguaje familiar.
Doña Milagros |
La palabra de la semana
Vasar Palabra en desuso (salvo quizás en la vida rural), porque ya no hay vasares en las cocinas. Un vasar era una balda o estante hecho de obra —escayola y a veces ladrillo— que se construía a lo largo de una pared de la cocina o de la despensa. Estaba siempre muy blanqueado y protegido por una tela cortada a su tamaño que remataba con un volante primoroso, a veces hecho a ganchillo. Sobre el vasar se colocaban platos, tazas, cacerolas, incluso comida. El complemento era la alacena hasta que los armaritos de cocina vinieron a desplazar a ambos.
La busca |
La palabra de la semana
Trona Palabra del mobiliario infantil. Es una silla alta, de madera, paja o cualquier otro material adecuado, donde se sienta al niño desde muy temprana edad para darle de comer o para que coma él solo. Tiene por delante una especie de mesa o tabla donde se depositan los utensilios de comida, que además protege a la criatura. A veces simplemente se deja ahí al niño para que juegue. Es un mueble muy antiguo que ya se utilizaba en la Antigüedad.
El mundo clásico |
La palabra de la semana
Brasero Un brasero es un utensilio desaparecido del uso común actual que servía para calentarse. Estaba hecho de metal (bronce o hierro), de forma redondeada como un sombrero de anchas alas y su soporte era una tarima con un hueco hecho a propósito, colocada entre las patas de la mesa-camilla. La lumbre del brasero se conseguía con cisco o picón (carbón vegetal muy menudo) formando un pequeño cono de brasas. Se protegía con la alambrera metálica para no quemarse si uno se arrimaba y cuando la combustión languidecía y bajaba el calor, se echaba una firmita, es decir se removía con la badila con sumo cuidado. Si la combustión era imperfecta, se desprendía una emanación gaseosa venenosa llamada tufo. Atufarse equivalía a intoxicarse con peligro de muerte en algunos casos. A las personas que pasaban mucho tiempo sentadas en la mesa camilla, exponiendo las piernas al calor del brasero, le salían las consabidas cabrillas, una especie de manchas o vejigas muy incómodas.
Al amor de la lumbre o el brasero |
La palabra de la semana
Organdí El organdí es un tejido que dejó de estar de moda desde el último tercio del siglo XX. Se consideraba una tela cara y elegante y se usaba para vestidos, blusas y alguna ropa de casa como visillos. Podía ser blanca o de colores pálidos y a veces estaba bordada. El organdí suizo era ya el colmo de la buena calidad. Es un tejido de algodón fino y transparente, tratado químicamente para que tenga siempre esa rigidez característica.
Monísima (chotis) |
La palabra de la semana
Isidros En Madrid se venía llamando isidros a los forasteros pueblerinos que caían en la capital con poca desenvoltura. El apelativo nació a raíz de las fiestas de San Isidro en su Pradera, el 15 de mayo, pues a dicha fiesta acudía mucho foráneo. Esta palabra tuvo siempre un matiz burlón. Desde esta página deseo a todos los madrileños y a todos los isidros una feliz romería en la Pradera.
La Universidad de Oviedo |
La palabra de la semana
Pañuelo de yerbas Los pañuelos —para la nariz— de papel han sustituido a los pañuelos de tela, pero todavía se venden tanto para hombres —de mayor tamaño— como para mujeres. En nuestros días, los hombres de una cierta edad llevan siempre un pañuelo de batista o de algodón en el bolsillo, que suele ser de color blanco. Lo que ya no se usa, y poca gente sabrá lo que es, son los pañuelos de yerbas, llamados también en algunos lugares como Valladolid fraileros. Los pañuelos de yerbas eran grandes, de colores oscuros o de cuadros ostentosos, de algodón basto y eran de uso común entre la gente del pueblo. Pero también había pañuelos de yerbas para los más elegantes, para ellos y ellas, de fino hilo o de seda, usados principalmente por los adictos al rapé. Parece ser que el rapé negro y el rojo dejaban la prenda tan maltrecha que no era nada conveniente utilizar pañuelos blancos.
Al primer vuelo |
La palabra de la semana
Gilí La palabra gilí, así de simple, sin agregarle nada, no es un insulto grave ni es malsonante. El DRAE la define como un adjetivo usado en el ámbito familiar. Podría sustituir a lelo, bobo, tontucio... incluso inocentón. En nuestros días se usa poco, entre otras cosas porque se ha perdido su significado y siempre recuerda a su compuesto gilipollas, bastante más ofensivo. Gilí era una palabra de uso normal en el siglo XIX y en los primeros años del XX. En los libretos de las zarzuelas se aplica bastante, sobre todo en La Gran vía de Federico Chueca y letra de Felipe Pérez González, en cuyo chotis el coro grita a todo pulmón ¡gilí! He aquí el final de dicho chotis:
Felipe Pérez González. |
La palabra de la semana
La rodilla encima del poyo Si alguna vez alguien os pide «Tráeme la rodilla que me la dejé encima del poyo junto a la puerta...», no se os vaya ocurrir buscar una rótula o choquezuela sobre un pollo (con «ll») o una gallina. Os están pidiendo que busquéis un trapo de cocina olvidado en uno de esos bancos de piedra o cemento o madera que suelen adosarse a la pared de la casa del pueblo.{{cita|… saca a puntapiés los papeles al corredor; sacude dos manotadas y da un restregón con la sempiterna rodilla al tocador; cuelga encima de éste un pingajo, al que se permite llamar toalla; y, sin dejar de silbar las habaneras, sale del cuarto, despidiéndose con un portazo que hace temblar los tabiques.
José María de Pereda y César Vallejo El buey suelto y Más allá de la vida y la muerte |
La palabra de la semana
Majadero Majadero es un adjetivo con el significado de necio —un necio que molesta e incordia y con pocas luces—, muy usado en el siglo XIX y que poco a poco ha dejado de oírse en el habla común. Pero además, majadero es la maza de majar, la mano del almirez, el mazo para batir el metal maleable, trabajo que realizan los llamados bati-hojas o tiradores de oro, que reducen este metal a un hilo. En Madrid hay una calle que se llama de Cádiz, pero Mesonero Romanos cuenta que antes se llamaba calle de Majaderitos porque en ella estaban instalados estos artífices que usaban el majadero para su trabajo.
La Regenta |
La palabra de la semana
Nanai que se ha muerto Pichi Nanai que se ha muerto pichi es un dicho chulesco muy de Madrid, un dicho que ya no se usa como tampoco se usa de eso nada monada, nones Romanones o de eso nasti. ¿Cómo se introdujo la palabra pichi en el habla cotidiana de los madrileños en una acepción que no es la prenda de vestir? Por más que he investigado nadie cuenta nada. La otra acepción, la de «vestido sin mangas y con un gran escote que se pone sobre una blusa o un jersey» es más conocida, pero seguimos en lo mismo, ¿por qué se le llama pichi a esa prenda de vestir que ni siquiera es traducción del inglés? El Pichi como personaje lo puso de moda la vedette Celia Gámez en la revista Las Leandras, aunque realmente la había estrenado ya Laura Pinillos. El personaje se presenta en escena con un pantalón de peto que puede ser eso, un pichi. Si alguien sabe más... Por cierto el hermano Wikci tiene una asombrosa cantidad de acepciones americanas sobre esta palabra.
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La palabra de la semana
Eppur si muove Eppur si muove es la famosa frase que cuentan que dijo Galileo tras abjurar de la visión heliocéntrica del mundo ante el tribunal de la Santa Inquisición. Abjuró, no quería más líos, pero ahí dejó su última palabra, su tenacidad científica. La frase ha tomado ya cuerpo dentro del lenguaje común, se usa y es considerada como un gran acierto lingüístico.
Villancico popular
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La palabra de la semana
Charola Se denomina charola en algunos lugares de América a la bandeja de aluminio brillante (o de otro metal blanco) con la que los camareros sirven las mesas en las cafeterías y restaurantes; la palabra se deriva de charol que es un barniz brillante, palabra que llegó al español como un regalo del portugués charâo, que lo tomaron a su vez de la expresión en chino cha(t) liao; este barniz se extraía por un proceso que tomaba como base el destilado obtenido de la planta llamada Augia sinesis, cuyo nombre nos lleva al rey mitológico Augías que en griego antiguo Αύγείᾶς, significa brillante, ... como el charol.
Samael Aun Weor Sí, hay infierno; Sí, hay diablo; Sí, hay karma |
La palabra de la semana
Melindres Ser melindres o melindroso es una manera de actuar. Sin embargo es una palabra perdida con este significado: ya no se llama melindres a los niños cuando rechazan algo con ñoñería ni a los mayores cuando parecen tener falsos escrúpulos. Incluso en algunos ámbitos los melindres son bizcochos y nada más. Sin embargo es una palabra muy descriptiva, insustituible en muchos casos.
Benito Pérez Galdós El doctor Centeno:03 |
La palabra de la semana
Majos Majos, así, en plural, es una ropa especial que se reserva para acicalarse (o endomingarse) en días de fiesta. En el siglo XX todavía era frecuente escuchar la expresión voy a ponerme los majos especialmente en tierras castellanas y leonesas.
Joaquín Álvarez Barrientos Actas de las jornadas sobre teatro popular en España |
La palabra de la semana
Perenguendengues Perenguendengues es una palabra castiza y familiar en Madrid y en sí misma no significa nada; se usa poco en estos tiempos. Viene a sustituir «la cosa tiene gracia», «anda que...», «tiene narices», «hay que fastidiarse» o «tiene delito». Hay otra palabra muy parecida y con el mismo significado, telenguendengues que usaba con frecuencia el gran Bobby Deglané en sus programas de Radio Madrid. |
La palabra de la semana. Usos y costumbres
Villancicos Los villancicos son esos cantos tradicionales que se dejan oír por Navidad. En la mayoría los personajes principales son los pastorcitos que van a adorar al niño Jesús. Tiene de particular la letra que en ella se incluyen palabras que poco a poco han dejado de usarse pero que representan usos y costumbres de una época pasada. Así el buen rabadán lleva como regalo su bastoncito que cortó de un madroñal y su calabaza acabada de llenar (supuestamente de agua); es decir que el pastor se fabricaba su propio bastón con la ayuda de una rama de madroño y su cantimplora con una calabaza secada y bien preparada. Otro pastor va al cañaveral espeso para fabricar una zambomba. En muchos villancicos se habla de comida como aquel con la mula cargada de chocolate, su chocolatera, su molinillo y su anafre o una cazuelita de migas de pan; un pastor traía leche, otro batata cocida otro rosco y mantecado otro un cuarto de arropía; y también alguno dice que va a llevar al portal requesón, manteca y vino. Otros prefieren llevar ropa mantillas, pañales, faja y fajetín y mientras la Virgen lava en el río y tiende en el romero. Todo son escenas costumbristas propias de otras épocas cuyo vocabulario se va perdiendo también. |
La palabra de la semana. Usos y costumbres
Hacer la colada Decir voy a hacer la colada es hablar en broma o en sentido figurado. Su significado es lavar la ropa, pero pocas personas en este siglo XXI saben lo que significa realmente. Para lavar la ropa (siempre ropa blanca) haciendo la colada había una preparación previa. Primero se frotaban con paciencia (con paciencia y con jabón) las manchas especiales en la tabla de lavar. Ese jabón se había fabricado previamente también en casa a base de aceite usado, sosa cáustica y agua. Y se preparaba también el gran lebrillo o barreño y un cesto de mimbre que pudiera asentarse en él. Se escurría la ropa y se metía en ese gran cesto. A continuación se tapaba la ropa con un lienzo grande y bien extendido que hacía las veces de filtro. De antemano se había elaborado una lejía casera hecha con cenizas y agua. Se echaba este producto caliente sobre el paño descrito y se iba colando. Esto era la colada que caía en el barreño por los agujeros del cesto. Pero no se terminaba ahí sino que el agua recogida se volvía a calentar y se echaba de nuevo sobre el paño y así tantas veces como hiciera falta. Era un proceso laborioso y lento con el que se conseguía una blancura excepcional además de una desinfección que a veces era muy necesaria para eliminar a los piojos que hubiera entre la ropa. El paso final era el secado al sol con lo que se conseguía un resultado perfecto.
Benito Pérez Galdós La conjuración de las palabras |
La palabra de la semana. Usos y costumbres
Quedatencasa
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