Pedro Guajardo Eguiluz | ||
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Información personal | ||
Apodo | El Púnico | |
Otros nombres | Guajardo | |
Nacimiento |
15 de abril de 1928 Zaragoza, (España) | |
Fallecimiento |
19 de marzo de 2004(76 años) Madrid, (España) | |
Nacionalidad | Española | |
Religión | Catolicismo | |
Familia | ||
Cónyuge | Concepción Torres | |
Hijos | Pedro y Salome | |
Información profesional | ||
Área | Pintura | |
Movimiento | Contemporáneo Español | |
Artistas relacionados | Dora Martinéz | |
Triunfos | Campeón de España fueraborda Turismo ET 1963 | |
Distinciones | Trofeo ST Michael's 1980 [1] | |
Firma | ||
Pedro Guajardo Eguiluz (1928-2004) fue un pintor contemporáneo español. Investigó y recreó una técnica antigua de pintura denominada cera púnica, [2][3]cuya fórmula se había perdido. Esta técnica presenta ciertas similitudes con otra que sí ha llegado hasta nuestros días: la encáustica.
Después de dominar esta técnica, Guajardo abandonó la pintura al óleo y profundizó en un estudio que explorara más en profundidad las nuevas propiedades físicas de luz y color aportadas por la pintura púnica. Aunque su obra anteriormente se había caracterizado por un enfoque figurativo y costumbrista, su estilo experimentó una notable transformación, orientándose hacia temáticas más místicas y filosóficas. A esta innovadora fusión de contenido y técnica, donde se prioriza una aproximación más intuitiva que racional al crear una obra, la denominó "Parapsicopintura"
Pedro Guajardo Eguiluz nació el 15 de abril de 1928 en el barrio del Torrero en Zaragoza, de la provincia del mismo nombre, en Aragón, España. En abril de 1939, su familia se trasladó a Madrid, cerca del Parque del Retiro. Desde joven, mostró interés por la pintura y el dibujo. Sin embargo, su naturaleza independiente le dificultó ajustarse a las estructuras de las instituciones educativas tradicionales, por lo que eligió seguir una ruta de autoaprendizaje. Su formación autodidacta fue impulsada por su interés por explorar su vocación pictórica, su libro favorito, "Los materiales de pintura y su empleo en el arte" [4] de Max Doerner [5], y sus innumerables visitas al Museo del Prado, donde estudió minuciosamente a los grandes maestros clásicos.
En 1952, Guajardo entró en contacto con un restaurador alemán que estaba encargado de la colección de iconos de Sergio Otzoup[6]. Este le informó sobre una técnica muy antigua conocida como encáustica, que él creía que era un "pálido reflejo" de una técnica perdida llamada pintura púnica. En ese mismo año, el comerciante de arte Erick Kiriacopoulos adquirió la totalidad de su obra para venderla en el extranjero.
Gracias a esta estabilidad económica, viajó a París. Durante su estancia, visitó asiduamente el Louvre, mostrando un gran interés en el área de egiptología y las referencias existentes a la encáustica. A partir de ese momento, comenzó a experimentar y desarrollar sus propios disolventes y pigmentos, generando la mayoría de los materiales que utilizaría en su búsqueda de la técnica perdida.
Guajardo logró combinar su pasión por la pintura con su afición por la motonáutica. En junio de 1963, se proclamó campeón de España. [7] En agosto del mismo año, fue invitado a La Coruña, donde fue reconocido tanto por sus habilidades en la motonáutica como por su arte. Durante este evento, alcanzó un notable segundo puesto [8] en la competición, y todas sus pinturas expuestas en el ayuntamiento fueron adquiridas por distintas personalidades, entre las que se encontraba Manuel Fraga y el Conde de Fenosa. [9] Decidió dejar de lado su afición deportiva para enfocarse y centrar todos sus esfuerzos en sus investigaciones, proceso que se extendió por 18 años.
Durante estos años, el artista basó su producción en óleos con temas sencillos y figurativos. Aunque experimentó con la abstracción geométrica, el triangulismo [10] y la escultopintura, optó por no incorporar a su pintura ciertos elementos o materiales que consideraba ajenos a las características intrínsecas de un "pintor de verdad". Pensando que sus lienzos aún no reflejaban sus posibilidades, solía no firmarlos, o lo hacía utilizando el seudónimo Trazos o su segundo apellido, Eguiluz.
El año 1970 marcó un punto de inflexión en su carrera. Tras casi dos décadas de experimentación, comenzó finalmente a vislumbrar la fórmula perdida de la pintura púnica. Los colores que había estado buscando durante tantos años comenzaron a aparecer. No obstante, su amigo y marchante de arte, de origen greco-canadiense, falleció en un accidente aéreo, perdiendo también en el mar quince de sus cuadros. Este revés lo impulsó a una nueva fase en su carrera artística, abandonó la pintura al óleo para concentrarse en la técnica recién descubierta y empezó a firmar sus lienzos con el nombre de Guajardo.
En esta nueva etapa, Guajardo sintió la necesidad de revelar al mundo los resultados de su trabajo: colores resistentes, luminosos, puros y perdurables, fruto de sus investigaciones sobre la pintura púnica. Preparó una importante serie de cuadros que fueron presentadas el 25 de febrero de 1972 en la Galería Aurelia-Villares[11] de Madrid. La exposición fue bien recibida entre críticos, aficionados y neófitos.
Un detalle a destacar es que el Marqués de Lozoya mostró su aprecio por su pintura y se comprometió a presentarla personalmente.[12]
Después de la exposición, surgió un interés creciente en su trabajo, generando numerosas solicitudes para presentar su trabajo en otras galerías, finalmente expuso en Cádiz, en la Galería Monigry,[13] donde los resultados fueron similares a los anteriores. El público mostró interés en sucesivas ocasiones, por lo que parecía se había captado el sentido de su pintura.
El 6 de noviembre de 1972 se inauguró la galería de arte Bell-Art en Madrid. Esta se convirtió en su exposición permanente, y fue aquí donde finalmente el Marqués de Lozoya presentó su obra.
El interés por su trabajo se intensificó y recibió múltiples solicitudes para exponerlo a nivel nacional e internacional. Hizo ruedas de prensa, entre ellas una para corresponsales extranjeros en la Embajada Americana. El interés en los medios nacionales[a] también fue notable, recibiendo elogios en Radio Intercontinental, Radio España, Radio Juventud, Radio Ceuta, así como programas dedicados en RNE y en la Agencia EFE,[14]lo que indica el reconocimiento de su trabajo como pintor.
En marzo de 1973, a propuesta del escultor Santiago de Santiago, se llevó a cabo una exposición conjunta[15]en la galería Bell-Art. A partir de este momento se va gestando la posibilidad de salir a exponer en Francia, reduce su actividad en la galería y a principios de ese de año centró todos sus esfuerzos en preparar una nueva exposición. Esta exposición se inauguró el 11 de junio de 1974 en la galería Claude Jory[16]de París donde pasó varios meses antes de regresar y volver a renovar la exposición en la galería Bell-Art, momento en el que comienza a exponer conjuntamente con la escultora Dora Martínez González. Tras su regreso de Francia el Ministerio de Información y Turismo le encargó la creación del cartel para los Festivales de España 1975[b]y del cartel para el XII festival de Opera de Madrid.[17]
En la temporada de 1976, el Marqués de Lozoya volvió a presentar la exposición renovada de Guajardo en la galería Bell-Art. Al siguiente año, se publicó una monografía[12] sobre el artista, a cargo del MEC. En honor a Manuel de Falla, Guajardo destinó un espacio especial en la galería Bell-Art, y también colaboró con la sala Passagali.[18]
En 1978, la Galería Goya[19]de Zaragoza fue escenario de una exposición organizada por Guajardo. Esta reprodujo la experiencia multimedia ofrecida en la galería Bell-Art, combinando sus pinturas con música, poesías narradas y escritas, y la singularidad de su pintura púnica bajo diversas iluminaciones.
Hasta 1980, la galería Bell-Art siguió siendo el principal espacio de exposición del trabajo de Guajardo. Ocho años más tarde, en 1988, hubo una exposición en la que las obras de Guajardo se mostraron simultáneamente en Madrid y en la galería Velázquez de Valladolid.
Aunque Guajardo seguía siendo mencionado en los medios, incluyendo diarios internacionales,[20]su presencia en la prensa comenzó a disminuir gradualmente. Esta reducción mediática se debió, en parte, a la necesidad constante de soledad de Guajardo, quien se sumergía en profundidad no solo en su proceso creativo pictórico, sino también en la redacción de textos poéticos, ensayos y reflexiones filosóficas que abordaban tanto su propia experiencia artística como temas generales del arte y vivencias personales. Así, su universo creativo quedó predominantemente centrado entre su estudio en la calle Silva, a unos 250 metros de la galería Bell-Art de Madrid.
En 1990, una remodelación en el edificio donde se ubicaba Bell-Art obligó a desalojar la galería, lo que impactó en la visibilidad y accesibilidad de la obra de Guajardo al público general.
Tras aproximadamente una década sin presentar exposiciones destacadas de Guajardo, en 1999 la Fundación Concha Márquez organizó un evento en su honor en el Instituto Egipcio de Estudios Islámicos. Durante esta celebración, se mostraron obras del pintor, que estuvieron acompañadas por una selección de esculturas de Damián Gironés, quien respaldó la iniciativa.[21]
Diciembre de 2001 vio la última exposición en vida de Guajardo, realizada en la Fundación Gregorio Sánchez,[22]en la que se presentó trabajo renovado del artista.
El 19 de marzo de 2004, Pedro Guajardo falleció en Madrid, la capital de España.
La pintura al óleo, si no se conserva en condiciones ideales de luz, humedad y temperatura, puede experimentar degradación de color y desarrollo de grietas. Las obras creadas con la técnica de encáustica muestran resistencia a estos factores. Esta resistencia es evidente en piezas milenarias conservadas en museos de ciudades como París, Londres y El Cairo.
No obstante, la encáustica también tiene sus desafíos. Los colores pueden volverse turbios y la naturaleza fusible de la técnica restringe su tiempo y forma de aplicación. Además, como parte de sus limitaciones, es necesario utilizar herramientas especialmente diseñadas para la aplicación de la cera, como espátulas, pinceles y paletas metálicas que deben poder ser calentadas. Estas restricciones, si bien existen, pueden ser atenuadas con el uso de cera púnica. La riqueza de color y la durabilidad de este método pictórico fueron las cualidades que motivaron a Guajardo a redescubrir y emplear esta técnica antigua en su obra. [3][23]
Las técnicas de pintura encáustica, que implican una fusión de cera y pigmento aplicada en caliente, se originaron en la antigua civilización egipcia, célebre por su maestría en el manejo de materiales naturales y la longevidad de sus producciones artísticas. Los egipcios, que también dominaban el uso de la cera para procesos de embalsamamientos, podrían haber desarrollado las primeras técnicas encáusticas y de cera púnica. Estas técnicas, que utilizan cera para conservar el color y proteger las obras de los elementos, fueron empleadas posteriormente por los antiguos griegos y romanos[24]. Los fenicios, reconocidos como grandes marinos y comerciantes, podrían haber contribuido a la difusión de estas técnicas a través del Mediterráneo. La cera púnica, utilizada especialmente por los cartagineses, mejoró la técnica permitiendo colores más puros y una mayor durabilidad. Muchos estudios contemporáneos sobre la pintura con cera se basan en las referencias que Plinio aporta sobre los tres métodos existentes.[4][12][23][25]
A partir de 1972, Pedro Guajardo se especializó en estas técnicas, eligiendo la cera púnica como base de su trabajo. En su enfoque personal, los pigmentos y la cera se transforman en un cuerpo distinto y homogéneo. Utilizaba hasta 64 ingredientes naturales y no elementos individuales de la tabla periódica, fusionados con cera de abejas virgen, incorporando agua del Mar Menor y sales, como sal de acederas y oxalato de potasa, para mejorar la durabilidad y la pureza de los colores.
El meticuloso proceso de creación de Guajardo requiere tres fusiones, en las cuales el compuesto se transforma de una mezcla a una combinación. La tercera fusión es crucial para la perfecta conjunción de los pigmentos con la cera, y la precisión en la temperatura y el tiempo es esencial para evitar alteraciones.
Elaborar una obra empleando la distintiva técnica desarrollada por Guajardo puede ser más compleja y llevar hasta seis veces más tiempo que con técnicas tradicionales. Sin embargo, sus obras se destacan por la viveza y la intensidad del color, así como por la durabilidad. Se prepara una gama de colores fríos y cálidos, agregando elementos catalizadores. El método ofrece escaso margen para la corrección debido a la rápida solidificación de la cera y requiere alternar entre el uso de espátula y pincel. [12]
La pintura de Guajardo ha pasado por dos etapas claramente diferenciadas en cuanto a técnicas, propósitos y realidades. La primera etapa, que va desde 1952 a 1970, se caracteriza por su pintura al óleo sobre lienzo, mostrando una estética de claroscuros y principalmente figurativa. Explora la representación de costumbres, ruralismo y naturaleza. Sin embargo, Guajardo veía esta etapa más como una expresión de oficio que como el ideal al que aspiraba.
A principios de los años 1970, culminó sus estudios sobre la fórmula de la pintura púnica y ya nunca más empleó otra técnica. Ahora, sus pinturas, presentan una nueva luminosidad y variedad cromática. La paleta de colores cambia, resultando en tonalidades que pueden percibirse como más vivas y luminosas en comparación con las obtenidas con el óleo. La técnica descubierta proporciona fluidez y transparencia, y no presenta la decoloración que puede ser causada por el aceite, especialmente en tonos como el azul. En la obra de Guajardo, tras la adopción de su solución a la pintura púnica, se observa la integración de elementos provenientes de su visión personal y reflexiones internas que no estaban presentes en el periodo anterior. Esta integración se manifiesta en una diversidad de colores, formas y representaciones simbólicas. En sus piezas se identifican temas recurrentes que aluden a conceptos como lo efímero y lo eterno, lo divino y lo terrenal, así como reflexiones sobre lo espiritual y lo metafísico. Esta gama de temas se representan mediante contrastes visuales y juegos con la luz y las sombras. [12]
Al analizar el conjunto de sus obras, es posible entender por qué críticos como José Antonio Torreblanca[12] la describen como "temática dispar y antípoda" o Ángel Azpeitia[26] que llega a calificarla de "batiburrillo".
Para proporcionar una estructura que facilite su comprensión, podemos clasificar su obra en cuatro temáticas principales que muestran cierta homogeneidad y, como orientación de la obra, se añaden los títulos de algunos de los cuadros.
Algunos títulos: • Alma en Tránsito • Aquelarre • Conocimiento Arcano •Creando al hombre •Cripta •Cristo y su Sabiduría •Dante-Gestación de la Divina Comedia •Diálogos de Delirio (homenaje a Goya) •Diluvio de Fuego •Enigma de Isis •Eurídice en el Tártaro •Huye aterrada la Parca •Parto de Luz "Cristogénesis" •Predestinación •Sueño de una Noche de Freud •Sueños Infernales (homenaje a Goya) •Transfiguración de Cristo •Transmutación en Holocausto •Umbral de Lágrimas.
Obras sobre el cosmos y las profundidades marinas:
Algunos títulos: •Antimateria •Ardiendo bajo las Aguas •Cósmica Flor de la Vida •En Diagonal •Faro Celeste •Hacia el Año 2000 •Más allá de la Atlántida (homenaje a Falla) •Metamorfogenesis •Mundo Errante •Perla de Tritón
Al errante sin camino, Al que sin esperanza ni fe, ¡Al que de gritar...! |
Ternura, le ofrezco para su calma, Al escucharle el hombre, Allá, en todo lo alto, |
Obras con representación de la naturaleza:
Algunos títulos: •Alma del Bosque •Aromas de... •Balada de Otoño (homenaje a Chopin) •Cascada de Luz para 7 amigos •El Bosque se Despereza •Psicovioletas •Reflejos Irisados •Ritual Ígneo •Sinfonía de Luz •Soñado
Siete sedientos amigos, Iris, fuente de sol, Árboles de recias ramas, |
La luz, como un manantial del que parten siete arroyos o torrentes, EXTRACTO del texto: |
Obras que representan sus visiones y emociones:
Algunos títulos: •Adolescente Bailarina •Ave Real •Gernikako Arbola (homenaje a Guernica) •Ofrenda Virginal •Perspectiva Oblicua •Pieles Rojas •Plaza de la Opera •Soñar y Vivir •Vibraciones •Volatinera
¡Trémula! El ardiente Sol, celoso del Viento Imágenes de recuerdos ancestrales bíblicos, |
tentadores, También, celoso el Gran Lago, Todo se hace fértil de pródiga sementera y amor, |
Una vez que comenzó a utilizar la cera púnica para pintar sus cuadros, en gran parte de ellos se observa que no se limitaba meramente a pintar. Para él era un acto de intuición y reflexión que se extendía tanto a la filosofía como a la técnica. Manifestaba su pretensión de trascender el plano físico y según sus palabras:
"El espíritu dormita en la materia, sueña en la planta, se despereza en el hombre y cuando éste despierta será sin angustia en eterno pálpito de destellante luz."
En su visión, cuando el hombre despierte, lo hará sin miedo y en una eterna vibración de luz brillante.
Se autodefinió como un místico y manifestaba que en el momento de ejecutar sus obras se sumergía en un estado de éxtasis. Sugería que lo que emergía en su lienzo no era fruto de su conciencia, sino producto de su habilidad para ir más allá de la pintura a través de la "intui-captación".
Esta visión personal es lo que definía como "parapsicopintura”. Es lo que trasciende al arte de pintar y deriva de la energía vital o el fluido cósmico que emerge y embriaga al artista, llevándolo a un estado de euforia e hipersensibilidad que supera lo racional. [25][27]
Tal y como manifiesta el propio Guajardo:
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La estrategia adoptada por el artista le ayudó a superar episodios de bloqueo creativo en su pintura y, al mismo tiempo, le facilitó el análisis de sus propias obras. Como resultado, existen escritos que hacen referencia a ciertas piezas artísticas que pueden servir como guías interpretativas para comprender su intención original.
Además de estas guías interpretativas, el autor dejó reflexiones escritas sobre su visión del arte, su percepción del universo y del mundo. Y unos relatos cortos vinculados a su proceso de investigación en la pintura púnica.
En sus textos y poemas, es posible identificar una serie de expresiones de cuño propio que empleaba para articular su comprensión del mundo, tales como: "presta-dado", "intui-captación", "Toding", "cosmo-evolutivo", "razo-navegantes", "cuerdicomios", "arterápia", entre otras.
Pedro Guajardo ha consolidado su legado en el mundo del arte con una obra que ha fascinado y desafiado a críticos y admiradores por igual. Reconocido por la originalidad de su técnica, especialmente su empleo de la cera púnica milenaria, Guajardo ocupa un espacio singular en el arte contemporáneo. Su habilidad para navegar por el amplio espectro cromático ha suscitado elogios y comparaciones con los ilustres maestros del quattrocento. A pesar de la aclamación que ha recibido por su profundo enfoque filosófico y técnico, no ha sido inmune a críticas. La perspectiva de Ángel Azpeitia se destaca como una voz disidente que ha expresado reservas sobre la amalgama de estilos en el trabajo de Guajardo. Aunque los comentarios aquí presentados brindan una visión parcial del diálogo crítico en torno a Guajardo, existen numerosas opiniones de figuras igualmente influyentes que no se han incluido. Sin embargo, esta selección busca ofrecer una muestra representativa de la recepción crítica de su obra.
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