2019 fue proclamado Año Internacional de las Lenguas Indígenas por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 19 de diciembre de 2016, mediante la resolución A/RES/71/178.[1] La iniciativa surgió en respuesta a la creciente preocupación por la rápida desaparición de lenguas indígenas en el mundo y su impacto en la diversidad cultural y el conocimiento ancestral.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) fue designada como organismo coordinador de las actividades conmemorativas, en colaboración con otras agencias de la ONU, gobiernos, comunidades indígenas y organizaciones de la sociedad civil.
El Año Internacional se inscribió dentro del marco de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, que reconoce el derecho de estos pueblos a conservar, reforzar y transmitir sus lenguas a las generaciones futuras. Además, la celebración estuvo alineada con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, destacando el papel de las lenguas indígenas en la educación, la inclusión social y la reducción de desigualdades.[2][3]
Durante este año, se realizaron numerosos eventos en todo el mundo para concienciar sobre la situación crítica de las lenguas indígenas y promover acciones para su conservación y revitalización. La UNESCO organizó conferencias, campañas de sensibilización y encuentros con representantes de comunidades indígenas, académicos y responsables de políticas lingüísticas.
Uno de los eventos clave fue la Conferencia Internacional sobre las Lenguas Indígenas, en la que se adoptó la Declaración de Los Pinos (Chapoltepek). Este documento estableció directrices para la protección de las lenguas indígenas a nivel mundial y sirvió como base para la proclamación del Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas (2022-2032).[4]
El Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas[5] desempeñó un papel fundamental en el seguimiento de las iniciativas y la promoción de políticas lingüísticas inclusivas. En colaboración con la ONU, impulsó la integración de la protección de lenguas indígenas en planes nacionales de desarrollo sostenible.
Se establecieron mecanismos de financiación a través de contribuciones voluntarias, incluyendo aportes de gobiernos, organismos multilaterales y el sector privado. Además, se reforzaron fondos ya existentes, como el Fondo de Contribuciones Voluntarias de las Naciones Unidas para los Pueblos Indígenas,[6] para apoyar proyectos de revitalización lingüística.
La celebración del Año Internacional también puso en relieve la relación entre la preservación de las lenguas indígenas y otros aspectos de la vida de estos pueblos, como el acceso a la justicia, la equidad de género y el bienestar social. Se enfatizó la necesidad de garantizar el acceso a la educación en lenguas indígenas y de empoderar a las mujeres indígenas en los procesos de toma de decisiones sobre políticas lingüísticas y culturales..[2][3]
El año 2014 fue proclamado Año Internacional de la Cristalografía por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 3 de julio de 2012.[7] La iniciativa conmemoró el centenario del nacimiento de la cristalografía moderna, destacando su impacto en el conocimiento de la estructura de la materia a nivel atómico y molecular, disciplinas como la medicina, la biotecnología, la nanotecnología y la ingeniería aeroespacial. Fue impulsada por la Unión Internacional de Cristalografía (IUCr), en colaboración con la UNESCO, que coordinó actividades para promover el acceso global a esta disciplina científica.
Desde los primeros trabajos pioneros de Max von Laue y los avances de William Henry Bragg y William Lawrence Bragg, la cristalografía ha sido clave en descubrimientos fundamentales, como la revelación de la estructura del ADN por Francis Crick y James Watson, en colaboración con Rosalind Franklin. Además, ha impulsado el desarrollo de materiales innovadores con impacto directo en la vida cotidiana y la sostenibilidad global.
El objetivo principal de esta designación fue sensibilizar sobre la importancia de la cristalografía, fomentar su enseñanza y aplicación en países en desarrollo, y destacar su relevancia para afrontar desafíos como el diseño de medicamentos, el desarrollo de tecnologías limpias y la mejora de procesos industriales.[8]
Durante 2014, la UNESCO y la IUCr, en colaboración con gobiernos, universidades y empresas privadas, promovieron una serie de acciones para incrementar la visibilidad y el acceso a la cristalografía. Estas incluyeron la instalación de laboratorios de cristalografía en países en desarrollo como Argentina, Costa de Marfil, Marruecos, Sudáfrica y Uruguay, demostrando que la investigación en este campo puede realizarse con equipamiento accesible y sin necesidad de infraestructuras sofisticadas.
La educación fue un pilar central de las actividades conmemorativas. Se promovió la inclusión de la cristalografía en los programas curriculares de nivel secundario y universitario, con el objetivo de formar nuevas generaciones de científicos en esta disciplina. La IUCr ofreció apoyo técnico y recursos para mejorar las capacidades de los países interesados, fortaleciendo así la cooperación internacional en el ámbito científico.
El año inició con un evento inaugural en la sede de la UNESCO en París, con la participación de representantes de los organismos colaboradores. Las conferencias y actividades realizadas a lo largo del año subrayaron la importancia de la cristalografía para avanzar en el desarrollo sostenible, destacando su papel en áreas como la producción de alimentos, el diseño de materiales avanzados y la mitigación de problemas ambientales. Estas iniciativas también estuvieron vinculadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), particularmente con los relativos a la educación de calidad (ODS 4), la industria, la innovación y la infraestructura (ODS 9), y la acción por el clima (ODS 13).
La proclamación de este año no solo celebró los logros pasados, sino que también sentó las bases para un futuro de mayor equidad científica, enfatizando que la cristalografía es una herramienta accesible que puede generar beneficios significativos incluso con inversiones modestas.[7][8]
OK.
La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó al 2010 como el Año Internacional de Acercamiento de las Culturas mediante resolución de 17 de diciembre de 2007.[9] La ONU asignó a la UNESCO un rol rector en esta celebración, aprovechando su experiencia en la organización y promoción del conocimiento y la comprensión mutuos. Este año internacional marcó el cierre del Decenio Internacional de una Cultura de Paz y No Violencia para los Niños del Mundo (2001-2010)[10] y dio inicio a una nueva estrategia, centrada en el fomento de la diversidad cultural y el diálogo, ejes principales de la Estrategia de Mediano Plazo 2008-2013 de la UNESCO.[11] Esta iniciativa subraya el reconocimiento de la gran diversidad de las culturas del mundo y los vínculos que las unen, consolidando la importancia del diálogo intercultural como herramienta para la paz y el desarrollo sostenible.[12]
Su celebración se centró en promover el entendimiento, la cooperación y la paz mediante el respeto a la diversidad cultural y el fomento del diálogo intercultural. La estrategia incluyó cuatro grandes ejes temáticos: el fomento del conocimiento recíproco de la diversidad cultural, la creación de un marco de valores compartidos, el fortalecimiento de la educación en valores y el desarrollo sostenible. En colaboración con Estados miembros y diversas organizaciones, se planificaron cerca de 300 actividades que incluyeron exposiciones, ferias, festivales y debates públicos en museos y galerías, así como la utilización de tecnologías digitales para fortalecer la diversidad lingüística. También se promovieron iniciativas de coproducción entre medios de comunicación de diferentes culturas y diálogos en internet para cambiar percepciones culturales erróneas.[11]
Además, la UNESCO fortaleció el acceso a la educación formal e informal, enfocándose en temas de derechos humanos, diversidad cultural y género, con iniciativas que promovieron la colaboración entre universidades en el ámbito Sur-Sur y Norte-Sur. La financiación de estas actividades dependió principalmente de contribuciones voluntarias de Estados, organizaciones y el sector privado. Para asegurar la visibilidad del Año y maximizar su impacto, la UNESCO colaboró estrechamente con sus Comisiones Nacionales, organizaciones intergubernamentales, líderes culturales, religiosos, y representantes de los medios de comunicación.[12]
OK.
La Semana Internacional de la Ciencia y la Paz se celebra anualmente durante la semana del 11 de noviembre desde 1986, fue proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1988.
La Semana Internacional de la Ciencia y la Paz fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 6 de diciembre de 1988,[13] tras el éxito de su primera celebración en 1986, que se realizó como parte del Año Internacional de la Paz. Su objetivo es fomentar el estudio y la difusión del impacto positivo que el progreso científico y tecnológico puede tener en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. La ONU instó a los Estados miembros, organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales, a promover la cooperación entre científicos y alentar a instituciones, asociaciones y personas a organizar actividades relacionadas con estos objetivos, para impulsar la cooperación y el intercambio de conocimientos en beneficio de la paz.[14][15]
Se celebra anualmente durante la semana del 11 de noviembre, buscando comenzar justo despues del Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo, que tiene lugar el día 10. La primera Semana Internacional de la Ciencia y la Paz tuvo lugar en 1986, logrando un impacto que motivó su establecimiento oficial como celebración anual dos años después. Durante esta semana se realizan conferencias, foros y eventos académicos enfocados en el estudio de cómo la ciencia y sus aplicaciones pueden contribuir a la paz y a la seguridad internacional. Estas actividades, organizadas en diversos países, buscan sensibilizar al público sobre la importancia de la ciencia en la construcción de una paz duradera y estimular la cooperación global en proyectos científicos que promuevan la paz.[14][15]
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Desde 2001, la Semana de Acción Mundial por la Educación se celebra la primera semana de mayo, estableciéndose en su actual formato en el Foro Mundial sobre la Educación en Dakar en el año 2000.
La Semana de Acción Mundial por la Educación fue proclamada en el marco de la Campaña Mundial por la Educación (CME),[16][17] nacida del impulso generado por la Conferencia Mundial de Educación para Todos en Jomtien, Tailandia, en 1990.[18] Este evento, auspiciado por la UNESCO, el PNUD, UNICEF y el Banco Mundial, estableció el compromiso global de garantizar el acceso universal a la educación básica y reducir el analfabetismo. Más tarde, en el año 2000, durante el Foro Mundial sobre la Educación en Dakar,[19] se reafirmaron y ampliaron estos compromisos, consolidando la CME como un movimiento clave para movilizar a la sociedad civil en defensa del derecho a la educación. Desde entonces, la CME ha liderado la organización de la Semana de Acción Mundial para continuar promoviendo la educación como derecho humano[20][21]
Esta celebración se desarrolla durante la primera semana de mayo desde 2001.[21] Esta semana ha sido un momento clave de movilización internacional para exigir el cumplimiento de los compromisos asumidos en las cumbres de Jomtien y Dakar. Durante este periodo, más de 100 coaliciones educativas coordinan actividades en todo el mundo, enfocadas en temas como la equidad educativa, el acceso universal y la financiación de sistemas educativos inclusivos.[17]
Las acciones típicas incluyen la organización de foros y debates, talleres en escuelas y comunidades, y campañas de sensibilización pública, todas dirigidas a instar a los gobiernos y actores internacionales a cumplir sus compromisos con la educación. Además, se fomenta la participación activa de la sociedad civil a través de manifestaciones públicas, la creación de materiales educativos y la difusión de mensajes en medios de comunicación y redes sociales. A lo largo de los años, cada edición ha abordado temas específicos, como la educación de niñas y mujeres, el acceso a la educación en contextos de emergencia, y la mejora de las condiciones del profesorado.[21]