Urbanitatis veteris, en español "De la antigua civilización" es la octogésima encíclica[b] de León XIII, dirigida el 20 de noviembre de 1991 a los arzobispos y obispos de Grecia; en ella, además de recordar las glorias de Grecia y su aportación a la Iglesia, responde favorablemente a la petición del episcopado griego para que se establezca para los jóvenes clérigos un centro académico similar al Colegio de San Atanasio existente en Atenas para los jóvenes católicos.
Urbanitatis veteris | |||||
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Encíclica del papa León XIII 20 de noviembre de 1901, año XXIV de su Pontificado | |||||
Lumen in coelo | |||||
Español | De la antigua civilización | ||||
Publicado | Acta Sanctae Sedis, vol. XXXIV, pp.257-260 | ||||
Destinatario | A los Arzobispos y Obispos de Grecia[a] | ||||
Argumento | De la fundación de un seminario sacerdotal en Atenas | ||||
Ubicación | texto original latino | ||||
Sitio web | Versión oficial en inglés | ||||
Cronología | |||||
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Documentos pontificios | |||||
Constitución apostólica • Motu proprio • Encíclica • Exhortación apostólica • Carta apostólica • Breve apostólico • Bula | |||||
Tal como recoge la Catholic Encyclopedia, editada en 1913, prácticamente la totalidad de los católicos griegos pertenecen a la iglesia latina; estas comunidades eran sucesoras de las establecidas por los francos a través de la cruzadas y por los venecianos en su establecimiento en algunas partes de Grecia entre los siglos XIII al XV. Este origen, y la política de la monarquía griega que con su legislación ha dificultado el trabajo de los misioneros católicos; de hecho en ese momento, el arzobispo católico de Atenas no era reconocido por el Estado, aunque sí reconocía cinco obispos católicos.[1]
En este contexto, la encíclica al insistir en el aprecio de la iglesia por la cultura y la historia griega, es una llamada a la plena integración de los católicos en el país; y en esa misma línea se sitúa el impulso -anunciado en la encíclica- de un seminario para los candidatos al sacerdocio en el que se asegure el conocimiento profundo de la lengua y de la literatura griega antes de pasar el estudio de la filosofía y la teología.[2]
Urbanitatis veteris Grecia lumen atque omnium mater artium, post tot rerum casus ac tantas varietates fortunae, nihil tamen consenuit in memoria atque admiratione hominum; immo potius nemo adeo agrestis est, quin eius magnitudine gloriaque cogitanda moveatur.Grecia, adorno de la civilización antigua y madre de todas las artes, incluso después de tantas desgracias en sus asuntos y de tan grande variedad de fortunas, no ha envejecido en absoluto en la memoria y en la admiración de los hombres; de hecho, nadie es tan incivilizado como para no conmoverse al reflexionar sobre su grandeza y gloria.
Continua el papa exponiendo lo que la civilización debe a la literatura y la filosofía de la Grecia clásica; muestra de ello la solicitud que ha puesto, en su pontificado, por restaurar y dar a conocer la filosofía de Santo Tomás, el más destacado discípulo de Aristóteles. Manifiesta también su aprecio por los ritos litúrgicos griegos, de modo que ha restaurado a su plan original el Colegio Romano de San Atanasio, para estudiantes del rito griego; y recuerda la reverencia debida a los Padres y Doctores griegos, con especial mención a los santos Cirilo y Metodio, a los que desde el comienzo de su pontificado decidió darles mayor honor.[c]
Recoge también la encíclica un recuerdo por los papas de origen griego -Anacleto, Telesforo e Higinio- que con tanta valentía cuidaron de la Iglesia hasta sufrir martirio. Un recuerdo lleno de dolor y añoranza al pensar en la gran pérdida que supuso los posteriores conflictos que rompieron la unión entre griegos y latinos que tantos beneficios mutuos proporcionó.
Tras esta introducción entra el papa en el principal objeto de la encíclica; hace años fundó en Atenas un colegio donde los jóvenes católicos pudiesen formarse y aprender la lengua de Homero y Demóstenes. El 9 de septiembre los obispos de Grecia le habían pedido que se introduzca algo similar para la educación de los jóvenes clérigos.
Consideramos muy útil y oportuno que ese colegio de Atenas, que hemos mencionado, sea accesible también a los estudiantes de las ciencias sagradas. Allí podrán entregarse a la práctica de estudios humanos más refinados y no se les permitirá entrar en contacto con la teología o la filosofía antes de haber aprendido a fondo su lengua y literatura ancestrales en su propia principal ciudad. De este modo protegerán mejor la dignidad de su vocación y desempeñarán más útilmente su ministerio.Urbanitatis veteris[2]
La misma buena voluntad de esta medida ha estado presente en los papas, como atestigua Pío V que promovió aquella alianza entre los príncipes cristiano que triunfó en la islas Equinadas,[d] con el deseo no solo de defender Italia, sino de liberara a toda Grecia, aunque no lo consiguiese. Mucho más recientemente cuando los griegos intentaron librarse del dominio turco,[e] aquellos que se vieron obligados a abandonar Grecia, Pio VII ordenó a sus estados que estuvieran abiertos a los refugiados. Con estos y otros recuerdos trata el papa de eliminar los prejuicios contra la unión con Roma que hechos antiguos pueden alimentar, pues .
los pueblos orientales no tienen nada que temer si se restablece la unión con la Iglesia romana: Grecia no perdería nada en absoluto, ni en su dignidad, ni en su dignidad. fama y todos sus adornos; es más, se obtendría un refuerzo no pequeño de su gloria.Urbanitatis veteris[6]