Uno, ninguno y cien mil (Uno, nessuno e centomila) es una novela de Luigi Pirandello .
Uno, ninguno y cien mil | ||
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de Luigi Pirandello | ||
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Género | Novela | |
Idioma | Italiano | |
Título original | Uno, nessuno e centomila | |
Editorial | Newton Compton | |
País | Italia | |
Fecha de publicación | 1926 | |
Comenzada al menos en 1909 y gestada durante mucho tiempo, fue publicada solo en diciembre de 1925 en forma de novela por entregas en la revista La Fiera Letteraria, y en volumen en 1926 (la revista Sapentia en enero 1915 había publicado algunos fragmentos con el título Ricostruire, que, con algunas modificaciones, se integrarían en los capítulos VI-XI del segundo libro de la versión definitiva. Esta novela, la última de Pirandello, está llena de enigmas y, según el propio autor, es «la síntesis completa de todo lo que he cumplido y la fuente de todo lo que cumpliré». En una carta autobiográfica, Pirandello la define como la novela “más amarga de todas, profundamente humorística, de descomposición de la vida”.
El protagonista Vitangelo Moscarda, de hecho, puede considerarse como uno de los personajes más complejos del mundo pirandelliano y, sin duda, el que tiene mayor autoconciencia. Desde el punto de vista formal, estilístico, se puede notar la fuerte inclinación hacia el monólogo del personaje, quien con frecuencia se dirige al lector planteándole cuestiones y problemas para involucrarlo directamente en el asunto, cuyo significado es, indudablemente, de alcance universal.
Vitangelo Moscarda, en un principio, es inconsciente y torpe, prisionero de las opiniones ajenas, a continuación, se vuelve consciente y determinado a buscar la autenticidad espiritual de la existencia, hasta alcanzar la liberación final de todas “las rabias del mundo”. En este escenario, el humorismo de Luigi Pirandello encuentra su espacio como el modo narrativo ideal para expresar la falta de coincidencia entre el Yo percibido por el sujeto y ese mismo Yo interpretado por los demás.
Es el propio Moscarda quien narra su experiencia, dirigiéndose a menudo al lector en una conversación más o menos confidencial, a través de una estructura sintáctica que parece preferir un léxico cotidiano, pero que también recurre con frecuencia a vocablos en desuso, auténticos arcaísmos (“Notaro” en lugar de “notaio”, “banco” en lugar de “banca”, “maraviglia” en lugar de “meraviglia”). Un estilo que, según estudios muy recientes (2021), tiene su razón artística y poética bien definida.
El protagonista de esta historia, Vitangelo Moscarda, a quien su esposa Dida llama Gengè, es una persona ordinaria que heredó de joven el banco de su padre y vive de sus rentas. Un día, sin embargo, su esposa le hace notar que su nariz “se inclina hacia la derecha”, y el descubrimiento de este defecto (de esta “menda”) desata en él una crisis de identidad, un verdadero abismo en el que ya no sabe reconocerse a sí mismo ni quién es realmente el Moscarda que siempre creyó ser (con una nariz perfectamente recta). En definitiva, se da cuenta de que no es el mismo Moscarda que los “otros” perciben, pues estos lo ven y dialogan con un Moscarda que plasman cada vez según sus propias percepciones.
Él también sabe que todos los “otros”, los conciudadanos de la “noble ciudad de Richieri”, lo consideran en el fondo un usurero, al igual que su padre, quien en vida fundó junto a sus dos socios, Firbo y Quantorzo, “el banco” que él ha heredado. En otras palabras, ha llegado el momento para Moscarda de despojarse de la imagen que el mundo le ha impuesto arbitrariamente: pretende iniciar una auténtica guerra de “destrucción de un Moscarda”. Quiere destruir a ese necio Gengè tan deseado por su esposa Dida, acabar con la sociedad bancaria compartida con Firbo y Quantorzo, y liberarse de “todas las rabias” del mundo (el eros, la violencia, el dinero), incluso a costa de su propia ruina. Así, al final de una violenta discusión en el salón con Dida y Quantorzo, Dida lo abandona y desaparece de escena para no volver nunca más, permitiendo a Moscarda liberarse para siempre del “títere” Gengè. En este punto, recibe la visita de su suegro, preocupado por el destino de su hija tras la liquidación del banco.
Sus intenciones destructivas continúan contra sus socios Firbo y Quantorzo, con quienes rompe definitivamente tras una visita conflictiva al “banco”, donde Moscarda acude para recuperar algunos documentos relacionados con la propiedad de una casa que, mucho tiempo atrás, había alquilado a una pobre pareja de desdichados: Marco di Dio y su esposa Diamante. Su intención es desalojarlos para regalarles una casa más digna y así deshacerse de la etiqueta de “usurero” que lo atormenta ante los ojos del mundo. Marco di Dio es un desventurado que pasó varios años en prisión tras verse envuelto en un acto sodomita contra un muchacho mientras posaban en el taller de un escultor.
Ahora pasa sus días con su devota esposa Diamante, hablando demasiado de un viaje mítico a Inglaterra, que pronto visitaran; por esta razón, Marco di Dio siempre lleva bajo el brazo una gramática inglesa desgastada e ilegible. La escena del desalojo de la pareja, inconscientes de la generosa donación que les espera, es infernal. Una vez liberado de su seductora esposa, de los avaros Firbo y Quantorzo y de la fama de usurero, Vitangelo puede ahora pensar en un nuevo estilo de vida. Su objetivo último es deshacerse del mundo y cruzar el umbral del “mundo construido” para ingresar en una dimensión de absoluta pobreza y espiritualidad. Pero no sabe por dónde empezar. En este camino de liberación lo ayuda Anna Rosa, una noble y purísima figura femenina que le hace llegar un billete de “invitación”, tras lo cual los dos se encuentran en el luminoso jardín del monasterio donde Anna Rosa vive, acogida por una tía monja. Anna Rosa aconseja a Vitangelo visitar al nuevo obispo de Richieri, Monseñor Partanna, quien lo ayudará a deshacerse de todos sus bienes. Pero de manera completamente confusa y enigmática, un disparo se escapa de un “revólver” que cae de la cartera de Anna Rosa, hiriéndola en el pie. Cuando Vitangelo la visita nuevamente por la segunda vez durante su convalecencia, esta misteriosa “revólver” dispara otra vez, hiriendo esta vez al propio Vitangelo. De regreso a casa tras su hospitalización, Moscarda inicia un período de convalecencia que representa un verdadero renacer en el mundo de la luz, lejos de “todas las rabias del mundo”. La novela concluye (o mejor dicho, “no concluye”, como se titula el último párrafo) con Moscarda viviendo apartado de todo en un “hospicio para mendigos” que él mismo ha construido con el dinero obtenido de la liquidación del banco, ofrecido en beneficencia para todos los pobres y extraviados como él. La nueva vida de Vitangelo parece realmente la vida pura de un ángel: de hecho, viste con una “túnica azul” y una “boina”, con el único deseo de entregarse por completo.
«La vita non conclude. E non sa di nomi, la vita. Quest'albero, respiro tremulo di foglie nuove. Sono quest'albero. Albero, nuvola, domani libro o vento: il libro che leggo, il vento che bevo. Tutto fuori, vagabondo»
«La vida no concluye. No sabe de nombres, la vifa. Este árbol, aliento tembloroso de hojas nuevas. Soy este árbol. Árbol, nube, mañana libro o viento: el libro que leo, el viento que respiro. Todo fuera, vagabundo».
La visión del mundo de Luigi Pirandello tiene sus raíces en el espiritualismo más extremo, enemigo declarado del materialismo y de todos los lazos sociales que atrapan la libre expresión espiritual del hombre. Por esta razón, él considera que el arte es la única dimensión verdaderamente humana, noble y digna, ya que está libre de intereses materiales y de cualquier tipo de vínculos sociales.
El título de la novela alude, por lo tanto, a un proceso de toma de conciencia progresiva de esta verdad. Es el camino emprendido, tras un trauma, por Vitangelo Moscarda, quien inicialmente (durante los primeros veintiocho años de su vida) siempre ha creído ser Uno para sí mismo y para los “otros” y que, a partir del descubrimiento de un defecto físico del que no sospechaba su existencia, comprende que son innumerables (cien mil) los Moscarda generados por la mirada de los “otros”. Este hallazgo anula la certeza original de ser Uno, y así Moscarda llega a la conclusión de que no es Nadie: en el sentido de que ya no quiere ser ninguno de esos engañosos Moscarda “fabricados” por las miradas de la sociedad, y de que su yo, en realidad, no existe. Esta multiplicación de los puntos de vista es un núcleo fundamental de la visión pirandelliana del mundo, evidente especialmente en su producción dramatúrgica, donde expone de manera nítida las dinámicas de la “alienación” moderna y la imposibilidad de una experiencia auténtica, intuidas ya por muchos pensadores de finales del siglo XIX y principios del XX, desde Schopenhauer hasta Nietzsche, Freud y Bergson
En definitiva, Pirandello desconfía profundamente de la llamada “civilización” (la “cuerda civil” de El gorro de cascabeles), construida por los hombres sobre la base de su avaricia. En cambio, el verdadero hombre es el “loco” que aspira a una vida puramente espiritual y se niega a comprometerse con la materia y la sociedad: hasta convertirse en aire, en viento, hasta dejar lo mejor de sí mismo, su parte inmaterial y espiritual, en un “libro”.