Una unidad de cuidados intensivos (UCI), unidad de vigilancia intensiva (UVI), unidad de cuidados críticos (UCC), centro de tratamiento intensivo (CTI), unidad de medicina intensiva (UMI) o unidad de terapia intensiva (UTI) es una instalación especial dentro del área hospitalaria que proporciona medicina intensiva. Los pacientes candidatos a entrar en cuidados intensivos son aquellos que tienen alguna condición grave de salud que pone en riesgo su vida y que por tal requieren de una monitorización constante de sus signos vitales y otros parámetros, como el control de líquidos.[1] Muchos hospitales han habilitado áreas de cuidados intensivos para algunas especialidades médicas.[2]
Dependiendo del volumen de pacientes ingresados puede haber varias unidades de cuidados intensivos especializadas en diferentes áreas de la medicina, como son:
Si la población pediátrica lo justifica, se desarrollan:[3]
Las unidades de cuidados intensivos pueden formar parte de un medio de transporte, ya sea en aviones acondicionados como hospital, helicópteros, buques hospitalarios (usualmente integrados en cuerpos militares navales) y autobuses.
Diversos profesionales integran las unidades de cuidados intensivos. El médico perteneciente a la unidad de cuidados intensivos, comprendido como intensivista, consta de una especialidad en lo que atención crítica se refiere así como los conocimientos y habilidades necesarios para el desarrollo de las actividades necesarias. La regulación de especialidades médicas y la consiguiente homologación en la Unión Europea varía con el paso del tiempo con lo cual los criterios se adecuan a las necesidades y requerimientos de cada momento.
Por otra parte, los profesionales en enfermería pertenecientes a las unidades de cuidados intensivos son enfermeros altamente especializados, con frecuencia poseedores de una especialidad formal en enfermería intensiva a un nivel de especialización o maestría, dependiendo del ambiente formativo del país. Los enfermeros que trabajan en estas áreas poseen un ratio de 1:1 o de 2:1, es decir, un paciente por enfermero o máximo dos.
Es fundamental, la intervención oportuna del Profesional de Enfermería, por medio de actividades fundamentadas en principios científicos, para asumir una actitud activa, para fortalecer, rehabilitar y prevenir complicaciones en el enfermo crítico y aportar a la conservación y/o recuperación del estado de salud del paciente, fortaleciendo su autonomía y mejorando su calidad de vida.
La internación de pacientes pediátricos con diagnósticos que requieren la internación en una UTIP, no deberian ser internados en sala de pediatría, en la Terapia Adultos y/o Terapia Neonatal donde el paciente se acomoda a los equipos dispuestos en cada unidad. siendo un problema ya que estos tienen una programación con diferentes parámetros por lo que al momento de hacer uso de estos activan su alarma logrando descalibrar el equipo, teniendo en cuenta que son automáticos y tratan de aumentar o disminuir el flujo de aporte de oxigeno según la modalidad. La atención de los pacientes pediátricos requiere de un subespecialista, este RRHH, debe ser de permanencia ya que el rote frecuente podría generar problemas.
Los fisioterapeutas son parte de la gran mayoría de UCIs.[4]
Según la última actualización de los estándares y recomendaciones del Ministerio de Sanidad y Política Social, el servicio ampliado de cuidados críticos es una de las evoluciones que se presentan en cuanto a servicios y unidades. Este servicio se ha incluido para ofrecer un servicio más completo a los pacientes agudamente enfermos, entre el que se incluye la resucitación y el reconocimiento de deterioro de la condición clínica.[5]
La complejidad y gravedad de las patologías y problemáticas de los pacientes que se encuentran en la necesidad de acudir a la UCI, hace que sean imprescindibles una serie de normas y estándares para un correcto funcionamiento de cada unidad. Por ello, existen dos tipologías de normas relativas a la UCI:[2]
Así, un cierto número de comunidades autónomas se han visto obligadas a la cumplimentación de la legislación vigente acorde al RD 1277/2003, con lo cual en algunos casos se han debido llevar a cabo una serie de modificaciones, mientras que otras 7 comunidades autónomas no se han encontrado en la necesidad de realizar ninguna modificación para la cumplimentación de la normativa vigente.[6]
Los dos criterios claves para la admisión de pacientes en la UCI son:[7]
Para establecer el nivel o grado de cuidados se debe atender a las necesidades del paciente. En España se ha adoptado la clasificación del Department of Health del Reino Unido, que se atiene a dichas necesidades asistenciales del paciente en lugar de atender a los recursos del hospital de ingreso. Así se definen los niveles de atención 3 y 2:
El Ministerio de Sanidad establece unos derechos y garantías básicas de los pacientes ingresados en la UCI:[2][8]
Durante la pandemia de COVID-19 se producen, en ocasiones, una saturación de las unidades de cuidados intensivos ante la afluencia masiva de enfermos con insuficiencia respiratoria y neumonías a los hospitales y, en concreto, a las unidades de cuidados intensivos, ya que requieren monitorización y respiradores para garantizar la ventilación mecánica, entre otras patologías. Los criterios de inclusión generales en las UCI son la necesidad de un elevado nivel de cuidados y que los enfermos sean recuperables.[7] Muchos sistemas sanitarios se ven desbordados por esta pandemia, y no se puede atender correctamente a muchos pacientes, por lo que se tienen que aplicar criterios de selección para la admisión en dichas unidades (perspectivas de supervivencia, patologías previas, edad, etc.).[9][10]